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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Job 21-23

Séptimo discurso de Job

21 Respuesta de Job:

2-3 «Escúchenme; déjenme hablar, y luego sigan con sus burlas.

»De Dios me quejo, y no del hombre. Con razón tengo el espíritu tan atribulado: Mírenme horrorizados y tápense la boca con la mano. Hasta yo me asusto al verme, el horror se apodera de mí, y me estremezco. La verdad es que los malos llegan a una agradable ancianidad, se engrandecen y se hacen poderosos. Alcanzan a ver a sus hijos convertidos en hombres en torno suyo, así como a sus nietos. Sus casas están a salvo de todo temor, y Dios no los castiga. 10 Su ganado se reproduce, 11 tienen muchos hijos felices 12-13 y pasan el tiempo entre cantos y danzas. Nadan en riquezas y de nada tienen que privarse; son afortunados hasta el final. 14 Todo esto no obstante que han expulsado a Dios de su vida, y no quieren nada con él ni con lo que manda. 15 “¿Quién es el Dios Todopoderoso?”, dicen burlándose. “¿Por qué tenemos que obedecerlo? ¿Qué ganaremos con eso?”. 16 Miren, ¡cuanto el rico toca se convierte en oro! Pero yo me niego a tratar siquiera con gente así.

17 »Sin embargo, los ricos se quedan tan campantes como siempre. Jamás tienen tribulaciones, y Dios se olvida de ellos al distribuir sus dolores y su ira. 18 ¿Son arrastrados como paja por el viento? ¿Los arrasa la tormenta? ¡Jamás! 19 “Bueno”, dirán ustedes, “por lo menos a sus hijos los castiga Dios”. ¡Pero yo digo que Dios debe castigar al que peca y no a los hijos de este! Que sienta el castigo en su propia carne. 20 Sí, que sea destruido por su maldad. Que beba bastante de la ira del Todopoderoso, 21 porque cuando esté muerto, ¿qué más le da lo que le pase a su familia?

22 »Pero, ¿quién podrá reprender a Dios, el supremo juez? 23-24 Él destruye a los sanos, ricos, y prósperos. 25 Dios destruye también a los que padecen espantosa miseria y jamás poseyeron bien alguno. 26 Unos y otros son sepultados en el mismo polvo; devorados por los mismos gusanos.

27 »Sé muy bien lo que están pensando, y los planes que tienen de hacerme daño. 28 También sé que se preguntan: “¿Dónde está la mansión del potentado? ¿Dónde están las moradas de los inicuos?”. 29 Pero yo respondo: pregúntenle a cualquiera que tenga experiencia y él les dirá la verdad: 30-32 que al malvado suele eximírsele en el día de la calamidad, y permitírsele que huya. Nadie lo reprende en público. Nadie le da su merecido. Y una guardia de honor le rinde homenaje en su tumba. 33 Un gran cortejo fúnebre lo precede y lo sigue cuando lo conducen a la mullida tierra que lo ha de cubrir.

34 »¿Cómo pueden ustedes consolarme con palabras tan faltas de fundamento?».

Tercer discurso de Elifaz

22 Otra respuesta de Elifaz de Temán:

«¿Para Dios, tiene algún valor el mísero hombre? Aun el más sabio, sólo para sí mismo vale algo. ¿Complace al Todopoderoso que tú seas justo? ¿Ganaría él algo con que fueras perfecto? ¿Será porque eres bueno que te castiga? De ningún modo. ¡Es por tu maldad! Tus pecados son innumerables.

»Por ejemplo, seguramente te habrás negado a prestarle dinero a tus amigos menesterosos a menos que te dejaran su ropa en prenda. ¡Los habrás dejado desnudos! Seguramente le habrás negado agua al sediento y pan al hambriento. Pero a los hombres importantes sin duda les habrás dado cuanto querían, y habrás permitido al rico vivir en donde se le antojara. ¡Habrás echado a las viudas sin ayudarles, y quebrado los brazos de los huérfanos! 10-11 Por eso es que ahora estás rodeado de trampas, de repentinos temores, de tinieblas y oleadas de terror.

12 »¡Qué grande es Dios, más alto que los cielos y más elevado que las estrellas! 13 Pero entonces respondes: ¡Por eso no puede ver lo que hago! ¿Cómo podrá juzgar a través de la oscuridad impenetrable? 14 Porque espesas nubes giran en torno suyo y no puede vernos. Está allá lejos, recorriendo el cielo de uno a otro extremo.

15-16 »¿No te das cuenta de que los que marchan por antiguos caminos de pecado son arrebatados en su juventud; y la base de su vida es arrasada para siempre? 17 Pues ellos le dijeron a Dios: “¡Vete Dios! ¿Qué puedes hacer tú por nosotros?”. 18 Pero han olvidado que fue él quien llenó sus hogares de bienes. Yo no me dejaré llevar por sus malos consejos.

19 »Y ahora los justos verán la destrucción de los impíos; la risa de los inocentes matará de vergüenza a los malvados. 20 “¡Miren!”, dirán. “¡Nuestros enemigos han sido destruidos en el fuego!”.

21 »¡Deja de disputar con Dios! Ponte de acuerdo con él y al fin tendrás paz. Su favor te rodeará sólo con reconocer tu error. 22 Escucha sus instrucciones y guárdalas en tu corazón. 23 Si regresas a Dios y arreglas todo lo malo que hay en tu hogar, serás restaurado. 24 Si renuncias a tu codicia y arrojas tu oro, 25 el Todopoderoso mismo será tu tesoro; él será para ti como preciosa plata. 26 Entonces te deleitarás en el Todopoderoso, y esperarás en Dios. 27 Orarás, y él te escuchará, y tú cumplirás cuanto le hayas prometido. 28 ¡Todo lo que desees se cumplirá! Y la luz del cielo iluminará tu camino delante de ti. 29 Si te atacan y te derriban, sabrás que hay uno que te volverá a levantar. Sí, él salvará al humilde; 30 y aun a los pecadores ayudará mediante tus manos puras».

Octavo discurso de Job

23 Respuesta de Job:

«Mi respuesta es aún hoy amarga, pues mi castigo es mucho más grave de lo que mi falta merece. ¡Si supiera yo dónde hallar a Dios, para acudir a su trono y hablar con él allí! 4-5 Le expondría mi causa, y escucharía su respuesta y comprendería lo que desea. ¿Querría él simplemente anonadarme con su grandeza? No, él escucharía compasivamente. Los hombres justos y honrados podrían discutir con él, y ser absueltos por mi juez.

»Pero en vano trato de hallarlo. Lo busco por aquí, lo busco por allá, y no puedo hallarlo. Lo busco en donde realiza sus obras en el norte, y no lo encuentro allí. Tampoco puedo hallarlo en el sur, donde también se esconde. 10 Pero él conoce cada detalle de lo que a mí me ocurre; y cuando me haya examinado, me declarará completamente inocente: tan puro como oro macizo. 11 En los senderos de Dios me he mantenido, siguiendo tras sus pasos. No me he apartado. 12 No he rechazado sus mandamientos, sino que en ellos me he deleitado más que en mi alimento de cada día.

13 »Sin embargo, su intención respecto a mí sigue invariable, ¿y quién podrá apartarlo de sus propósitos? Lo que él quiere, eso hace. 14 Así es que me hará cuanto ha planeado, y aún hay más que esperar. 15 Con razón me aterrorizo tanto en su presencia. Al pensar en ella, el terror me atenaza. 16-17 Dios me ha dado un corazón desfalleciente. El Todopoderoso me ha aterrado con las tinieblas y la espesa e impenetrable oscuridad que me rodean.

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