Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Beginning

Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Ester 6-10

Exaltación de Mardoqueo

Aquella noche, al rey se le fue el sueño y ordenó que le leyeran las crónicas de su reino, que estaban en la biblioteca. Leyeron hasta el punto en que se relataba la forma en que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, los dos oficiales del rey, encargados de vigilar la puerta del palacio, que habían planeado asesinar al rey.

―¿Qué recompensa le hemos dado a Mardoqueo por haber hecho esto? —preguntó el rey.

―Nada— respondieron sus oficiales.

En ese preciso momento, Amán entraba al patio exterior del palacio, para pedirle al rey que colgara a Mardoqueo en la horca que había preparado. Por eso, el rey preguntó:

―¿Quién está en el patio?

―Es Amán, Su Majestad —le respondieron sus oficiales.

―Díganle que venga —ordenó el rey.

Entonces Amán entró y se presentó delante del rey, que le preguntó:

―¿En qué forma honrarías a un hombre al que yo deseo honrar?

Amán pensó: «¿A quién querrá honrar el rey más que a mí?». 7-8 Y respondió:

―Haría traer ropas reales que el rey haya usado, el caballo del rey, la corona real, y ordenaría a los príncipes más nobles del rey que lo vistieran y lo llevaran por las calles montado sobre el caballo del rey, y que fueran anunciando delante de él: “¡De esta manera el rey honra a una persona que le ha agradado!”.

10 ―¡Magnifico! —dijo el rey—. Toma las vestiduras y el caballo, y haz así con Mardoqueo, el judío que trabaja en la puerta real. Hazlo todo en la misma forma que lo has sugerido, sin que se te escape ni un solo detalle.

11 Amán tomó las vestiduras, se las puso a Mardoqueo, lo hizo montar en el caballo del rey, y lo condujo por las calles gritando: «¡De esta manera el rey honra a los que le agradan!».

12 Después de esto, Mardoqueo regresó a su trabajo, pero Amán se retiró a su casa. Se sentía humillado. 13 Cuando les contó a su esposa Zeres y a todos sus amigos lo que había ocurrido, ellos le dijeron:

―Si Mardoqueo es judío, no podrás destruirlo. ¡Oponerte a él será tu derrota!

14 Mientras aún discutían con él, los mensajeros llegaron para conducir a Amán rápidamente al banquete que Ester había preparado.

Humillación y muerte de Amán

El rey y Amán llegaron al banquete que Ester les preparó. Nuevamente, mientras bebían vino, el rey le preguntó a la reina Ester:

―¿Cuál es tu petición, reina Ester? ¿Qué es lo que deseas? Cualquier cosa que sea. ¡Te daré hasta la mitad de mi reino!

La reina Ester le contestó:

―Si de verdad me he ganado el favor de Su Majestad, y si lo desea, le ruego que salve mi vida y la vida de mi pueblo. Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos a quienes quieren destruirnos. ¡Estamos condenados a la destrucción total! Si sólo hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo no me quejaría delante de Su Majestad, pues eso no sería motivo para inquietarlo.

―¿De qué estás hablando? —le preguntó el rey Asuero—. ¿Quién se atrevería a hacerte daño?

Ester replicó:

―¡Nuestro enemigo y adversario es este malvado Amán!

Entonces Amán se perturbó delante del rey y de la reina. El rey se levantó y salió del banquete al jardín del palacio. Pero Amán se quedó suplicándole a la reina Ester que le salvara la vida, porque sabía que ya no contaba con la ayuda del rey. Cuando el rey regresó del jardín y entró a la sala, vio que Amán estaba inclinado sobre el sofá donde se hallaba recostada Ester. Entonces, al ver esto, el rey gritó:

―¡Y es que te vas a atrever a violar a la reina aquí mismo en el palacio, delante de mis propios ojos!

Al oír el grito del rey, sus guardias entraron y le cubrieron el rostro a Amán con el velo de los condenados a muerte. Entonces Jarboná, otro de los hombres de confianza del rey, dijo:

―Su Majestad, Amán ordenó construir, en el patio de su casa, una horca de veintidós metros y medio de alto para colgar a Mardoqueo, el hombre que salvó al rey de ser asesinado.

―¡Cuelguen a Amán en ella! —ordenó el rey.

10 Así que colgaron a Amán en la misma horca que había preparado para Mardoqueo, y así se apaciguó la ira del rey.

Edicto real en favor de los judíos

Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester las propiedades de Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo fue llevado a la presencia del rey, porque Ester le había dicho al rey que era su primo y padre adoptivo. El rey entonces se sacó el anillo, el que antes le había dado a Amán, y se lo entregó a Mardoqueo. Ester, por su parte, encargó a Mardoqueo de la administración de las propiedades de Amán.

Entonces, una vez más, la reina Ester se presentó delante del rey, se postró a sus pies y le rogó con lágrimas que detuviera el plan de Amán contra los judíos. El rey, al verla, le extendió el cetro de oro. Ester se puso de pie delante de él, y le dijo:

―Si a Su Majestad le parece bien, y si en verdad me ama, le ruego que saque otro decreto, por medio del cual anule la orden que Amán dio de exterminar a los judíos que viven en todas las provincias del reino. ¿Cómo podría yo quedarme tranquila viendo que la desgracia cae sobre mi pueblo? ¿Cómo podría quedarme quieta viendo la destrucción de mi gente?

Entonces el rey Asuero les dijo a la reina Ester y a Mardoqueo el judío:

―Le he dado a Ester el palacio de Amán y él ha sido colgado en la horca, porque trató de destruirlos. Ahora escriban, en mi nombre, un mensaje y envíenlo a los judíos. Redáctenlo en los términos que a ustedes mejor les parezca, y séllenlo con el anillo del rey, para que no pueda ser revocado.

9-10 Inmediatamente fueron convocados los secretarios del rey. Era el día veintitrés del mes tercero, es decir, del mes de Siván. Los secretarios escribieron el edicto que Mardoqueo les dictó, para ser enviado a los judíos, a los oficiales, a los gobernadores y príncipes de las ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía. El edicto fue traducido a los idiomas y dialectos de todos los pueblos del reino. Mardoqueo lo escribió en nombre del rey Asuero, lo selló con el anillo del rey y envió las cartas por medio de mensajeros del rey, que montaban los caballos más veloces que el rey tenía. 11 Este edicto daba a los judíos, que vivían en todas las provincias del reino de Asuero, permiso para defender sus vidas y sus familias, y para destruir a todas las fuerzas que se les opusieran, y apoderarse de las propiedades de sus enemigos. 12 El día escogido para ello a través de todas las provincias del rey Asuero, era el día trece del mes doce, es decir, el mes de Adar. 13 Además establecía, que este edicto, que debía ser reconocido en todo lugar como decreto, debía ser proclamado en alta voz delante del pueblo, para que los judíos pudieran prepararse y vencer a sus enemigos. 14 Los mensajeros, por orden directa del rey, salieron rápidamente montados sobre los veloces caballos del rey. El mismo decreto también fue promulgado en el palacio de Susa.

15 Mardoqueo se puso las vestiduras reales de azul y blanco y la gran corona de oro, con un manto de lino y púrpura, y salió de la presencia del rey por todas las calles de la ciudad, que estaban llenas de gente que le aclamaba. 16 Los judíos sintieron gozo y alegría, y fueron honrados en todo lugar. 17 En todas las ciudades y provincias a donde llegaba el decreto del rey, se producía una gran alegría entre los judíos, hasta el punto que hacían una gran celebración y declaraban día festivo. Muchos se hacían pasar por judíos, por temor a lo que los judíos pudieran hacerles.

Triunfo de los judíos

El día trece del mes doce, es decir, el mes de Adar, el mismo día en que debían cumplirse los dos decretos del rey (día en que los enemigos de los judíos tenían esperanza de vencerlos, y sucedió todo lo contrario), los judíos se reunieron en sus ciudades, a través de todas las provincias del rey, para defenderse contra los que pudieran tratar de hacerles daño. Pero nadie se atrevió, porque sentían gran temor. Y todos los funcionarios de las provincias, gobernadores, oficiales y cortesanos, ayudaban a los judíos por temor de Mardoqueo. Porque Mardoqueo era ahora un hombre muy importante en el palacio del rey, y su fama se extendía por todas las provincias, pues se hacía cada vez más poderoso.

Los judíos cumplieron con el decreto el día señalado y mataron a todos sus enemigos. Mataron a quinientos hombres en Susa. 7-10 También dieron muerte a diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos. Estos son sus nombres: Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata, pero no se apoderaron de sus bienes.

11 Ese mismo día el rey se enteró del número de personas muertas en Susa. 12 Entonces llamó a la reina Ester y le dijo:

―Tan solo en la ciudad de Susa los judíos han dado muerte a quinientos hombres y también mataron a los diez hijos de Amán. Si esto han hecho aquí, me pregunto ¿qué habrá ocurrido en el resto de las provincias? ¿Qué más deseas? También te será concedido. Dímelo y te lo daré.

13 Y Ester dijo:

―Si Su Majestad está de acuerdo, le pido que permita que los judíos que están en Susa hagan mañana nuevamente lo que han hecho hoy, y ordene que los diez hijos de Amán sean colgados en horcas.

14 El rey le concedió la petición. El decreto fue promulgado en Susa, y colgaron los cadáveres de los diez hijos de Amán. 15 Entonces los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de Adar, y dieron muerte a otros trescientos hombres, pero no se apoderaron de sus propiedades.

16 Mientras tanto, los judíos de las demás provincias del imperio se habían reunido también para defender sus vidas y habían destruido a sus enemigos, dando muerte a setenta y cinco mil personas que los odiaban. Pero no se apoderaron de sus bienes. 17 Esto ocurrió el día trece del mes de Adar, y al día siguiente reposaron, y celebraron la victoria con fiestas y alegría.

Celebración de Purim

18 Pero los judíos de Susa siguieron dando muerte a sus enemigos el segundo día también, así que descansaron el día quince, y lo celebraron con una gran fiesta. 19 Por esto es que los judíos de los pueblos sin murallas de todo Israel celebran la fiesta el día catorce del mes de Adar, y es entonces cuando se alegran y se hacen regalos unos a otros.

20 Mardoqueo escribió la historia de todos estos sucesos, y envió cartas a los judíos de cerca y de lejos, a través de todas las provincias del rey, 21 pidiéndoles que establecieran una festividad anual los días catorce y quince del mes de Adar, 22 para celebrar con fiestas, alegría y regalos este día histórico en que los judíos fueron salvados de sus enemigos, cuando su llanto se convirtió en alegría, y sus lamentos en felicidad.

23 Los judíos adoptaron la sugerencia de Mardoqueo y comenzaron esta festividad anual 24-25 como recordatorio de la ocasión en que Amán hijo de Hamedata, el agagueo, enemigo de todos los judíos, había tramado destruirlos en una fecha que determinaron tras haber echado suertes, y para recordar que cuando Ester se lo contó al rey, este emitió un edicto a fin de que el plan de Amán se volviera en su contra, y él y sus hijos fueron colgados en la horca. 26 Esta fiesta se llama «Purim», porque la palabra pur, en idioma persa, significa «echar suertes». Así que los judíos acordaron celebrar esta fiesta de acuerdo con lo ordenado por Mardoqueo, y por todo lo que habían tenido que sufrir y ver. 27 Todos los judíos del reino estuvieron de acuerdo en comenzar esta tradición y comunicarla a sus descendientes y a todos los que se convirtieran en judíos. Declararon que jamás dejarían de celebrar estos dos días. 28 Sería un acontecimiento que celebrarían anualmente, de generación en generación, todas las familias judías del mundo, para que la comunidad judía no olvidara jamás lo que ocurrió.

29-31 La reina Ester, hija de Abijaíl, y Mardoqueo escribieron esta segunda carta, para confirmar plenamente los días en que debía celebrarse la fiesta anual de Purim. Las cartas fueron enviadas a todos los judíos que vivían en las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero, con mensajes de buena voluntad y de aliento para confirmar la celebración anual de estos dos días de Purim, decretada por Mardoqueo el judío y por la reina Ester. Además, les daban instrucciones en cuanto a la obligación de ayunar y de guardar luto. 32 Así que el decreto de Ester confirmó estas fechas, y fue registrado como ley.

Grandeza de Mardoqueo

10 El rey Asuero no sólo impuso tributo a los países que estaban sobre tierra firme, sino también a los que quedaban sobre las islas del mar. Sus grandes hechos, y también un relato completo de la grandeza de Mardoqueo y de los honores que le dio el rey están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia. El judío Mardoqueo fue primer ministro con autoridad muy cercana a la del mismo rey Asuero. Por supuesto, él fue muy grande entre los judíos, y lo respetaban todos sus compatriotas, porque hacía todo cuanto podía por su pueblo, y se preocupaba por el bienestar de todos ellos.

Nueva Biblia Viva (NBV)

Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.