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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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2 Crónicas 9-12

La reina de Saba visita a Salomón

La reina de Saba oyó de la fama de Salomón y vino a Jerusalén con un gran séquito, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón. Y Salomón respondió a todas sus preguntas; ninguna cosa hubo tan difícil que Salomón no le pudiera responder.

La reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, los manjares de su mesa, las sillas de sus servidores, la presentación y las vestiduras de sus siervos, sus coperos y sus vestiduras, y los holocaustos[a]que él ofrecía en la casa del SEÑOR; y se quedó sin aliento. Entonces dijo al rey: “¡Era verdad lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría! Yo no creía sus palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría. Tú superas la fama que yo había oído. ¡Dichosos tus hombres, y dichosos estos servidores tuyos que continuamente están de pie delante de ti y escuchan tu sabiduría! ¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en su trono como rey para el SEÑOR tu Dios! Porque tu Dios ama a Israel para hacerlo firme para siempre, te ha constituido como su rey, a fin de que practiques el derecho y la justicia”.

Entonces ella dio al rey cuatro mil kilos de oro, una gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca hubo especias aromáticas como las que la reina de Saba dio al rey Salomón.

10 También los siervos de Hiram y los siervos de Salomón, que traían oro de Ofir, trajeron madera de sándalo y piedras preciosas. 11 Y el rey hizo con la madera de sándalo graderías para la casa del SEÑOR y para la casa del rey, además de arpas y liras para los músicos. Nunca antes en la tierra de Judá se habían visto cosas semejantes.

12 El rey Salomón dio a la reina de Saba todo lo que ella quiso pedirle, más de lo que ella había llevado al rey. Entonces ella se volvió y regresó a su tierra, con sus servidores.

Esplendor y sabiduría de Salomón

13 El peso del oro que le venía a Salomón cada año era de veintiún mil kilos de oro, 14 aparte del de los mercaderes y de los comerciantes importadores. También todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país traían oro y plata a Salomón.

15 El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro trabajado. En cada escudo empleó seis kilos y medio de oro trabajado. 16 También hizo otros trescientos escudos pequeños de oro trabajado. En cada escudo empleó tres kilos y medio de oro. Y el rey los puso en la Casa del Bosque del Líbano.

17 El rey también hizo un gran trono de marfil, y lo recubrió de oro puro. 18 El trono tenía seis gradas y un estrado recubierto de oro fijado al trono. A ambos lados, junto al asiento, tenía soportes para los brazos, y junto a los brazos había dos leones de pie. 19 Había también allí doce leones de pie, uno a cada lado de las seis gradas. Jamás se hizo algo semejante para ningún reino.

20 Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. En los días de Salomón la plata no era estimada para nada. 21 Porque los barcos del rey iban a Tarsis con los siervos de Hiram; y una vez cada tres años venían los barcos de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

22 El rey Salomón superaba a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría. 23 Y todos los reyes de la tierra procuraban estar en la presencia de Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. 24 Año tras año cada uno de ellos le llevaba su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestiduras, armas, perfumes, caballos y mulos.

25 Salomón tenía cuatro mil establos para los caballos y los carros. También tenía doce mil jinetes, a los cuales puso en las ciudades de los carros, y en Jerusalén junto al rey. 26 Él gobernaba sobre todos los reyes, desde el Río hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera con Egipto.

27 El rey hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como las piedras, y que el cedro fuera tan abundante como los sicómoros que hay en la Sefela.

28 También importaban caballos para Salomón, de Egipto y de todos los países.

Muerte de Salomón

29 Los demás hechos de Salomón, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en las palabras del profeta Natán, en la profecía de Ajías de Silo y en las visiones del vidente Ido acerca de Jeroboam hijo de Nabat? 30 Salomón reinó cuarenta años en Jerusalén sobre todo Israel. 31 Salomón reposó con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David, su padre. Y su hijo Roboam reinó en su lugar.

La división del reino

10 Entonces Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido a Siquem para proclamarle rey. Y sucedió que cuando lo oyó Jeroboam hijo de Nabat (quien estaba en Egipto, adonde había huido a causa del rey Salomón), Jeroboam volvió de Egipto. Entonces mandaron a llamarlo y Jeroboam vino con todo Israel, y hablaron a Roboam diciendo:

—Tu padre agravó nuestro yugo; pero ahora, alivia tú el duro trabajo y el pesado yugo que tu padre puso sobre nosotros, y te serviremos.

Él les dijo:

—Vuelvan a mí dentro de tres días.

El pueblo se fue. Entonces el rey Roboam consultó a los ancianos que habían servido a su padre Salomón, cuando aún vivía, y les preguntó:

—¿Cómo aconsejan ustedes que yo responda a este pueblo?

Y ellos le respondieron diciendo:

—Si tratas bien a este pueblo, y los aceptas y les hablas buenas palabras, ellos serán tus siervos para siempre.

Pero él dejó de lado el consejo que le habían dado los ancianos, y consultó a los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio. Les preguntó:

—¿Qué aconsejan ustedes que respondamos a este pueblo que me ha hablado diciendo: “Alivia el yugo que tu padre puso sobre nosotros”?

10 Entonces los jóvenes que se habían criado con él le contestaron diciendo:

—Así responderás al pueblo que ha hablado contigo, diciendo: “Tu padre hizo pesado nuestro yugo; pero tú, hazlo más liviano sobre nosotros”; así les dirás: “Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre. 11 Ahora bien, mi padre cargó sobre ustedes un pesado yugo; pero yo añadiré a su yugo. Mi padre los castigó con látigos; pero yo, con escorpiones”.

12 Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, como el rey había hablado diciendo: “Vuelvan a mí al tercer día”. 13 Entonces el rey les respondió con dureza. El rey Roboam dejó de lado el consejo de los ancianos, 14 y les habló siguiendo el consejo de los jóvenes, diciendo:

—Mi padre hizo pesado[b] su yugo, pero yo añadiré a su yugo. Mi padre los castigó con látigos, pero yo, con escorpiones.

15 El rey no hizo caso del pueblo, porque esto estaba dispuesto de parte de Dios, para que el SEÑOR cumpliera la palabra que había hablado a Jeroboam hijo de Nabat, por medio de Ajías de Silo. 16 Y viendo[c] todo Israel que el rey no les había hecho caso, el pueblo respondió al rey diciendo:

—¿Qué parte tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia en el hijo de Isaí! ¡Israel, cada uno a su morada! ¡Mira ahora por tu propia casa, oh David!

Entonces todo Israel se fue a sus moradas, 17 pero Roboam reinó sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá. 18 Después el rey Roboam envió a Adoniram[d], que estaba a cargo del tributo laboral; pero los hijos de Israel lo apedrearon, y murió. Entonces el rey Roboam se apresuró a subir en un carro para huir a Jerusalén. 19 Así se rebeló Israel contra la casa de David, hasta el día de hoy.

Roboam desiste de atacar a Israel

11 Entonces Roboam llegó a Jerusalén y reunió a los de la casa de Judá y de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros escogidos, a fin de combatir contra Israel y devolver el reino a Roboam. Pero la palabra del SEÑOR vino a Semaías, hombre de Dios, diciendo: “Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas que están en Judá y Benjamín, diciendo que así ha dicho el SEÑOR: ‘No suban ni combatan contra sus hermanos. Vuélvanse cada uno a su casa, porque de parte mía ha sucedido esto’”.

Ellos escucharon las palabras del SEÑOR y desistieron de ir contra Jeroboam.

Roboam fortifica Judá y Benjamín

Roboam habitó en Jerusalén y reedificó ciudades para la defensa de Judá. Reedificó Belén, Etam, Tecoa, Betsur, Soco, Adulam, Gat, Maresa, Zif, Adoraim, Laquis, Azeca, 10 Zora, Ajalón y Hebrón, ciudades fortificadas en Judá y en Benjamín. 11 También reforzó las fortificaciones y puso en ellas comandantes, provisiones, aceite y vino. 12 Proveyó escudos y lanzas a todas las ciudades, y las fortificó en gran manera. Así Judá y Benjamín le estaban sujetos.

Migración de los fieles a Jerusalén

13 Los sacerdotes y los levitas que estaban en todo Israel se pasaron a Roboam desde todo su territorio. 14 Los levitas abandonaban sus campos y sus posesiones, y se iban a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos los habían excluido de servir al SEÑOR como sacerdotes. 15 Más bien, estableció sus propios sacerdotes para los lugares altos, para los demonios y para los becerros que había hecho.

16 Tras ellos llegaron también personas de todas las tribus de Israel, que habían decidido en su corazón buscar al SEÑOR Dios de Israel. Ellos fueron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al SEÑOR, Dios de sus padres. 17 Así fortalecieron el reino de Judá y apoyaron a Roboam hijo de Salomón durante tres años, porque tres años anduvieron en los caminos de David y de Salomón.

La familia de Roboam

18 Roboam tomó por mujer a Majalat hija de Jerimot, hijo de David, y de Abihaíl hija de Eliab, hijo de Isaí, 19 la cual le dio a luz estos hijos: Jeús, Semarías y Zaham. 20 Después de ella tomó a Maaca hija de Absalón, la cual le dio a luz a Abías, a Atai, a Ziza y a Selomit. 21 Roboam amaba a Maaca hija de Absalón más que a todas sus otras mujeres y concubinas; pues él tomó dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas.

22 Roboam puso a Abías, hijo de Maaca, como jefe y príncipe entre sus hermanos, a fin de proclamarlo rey. 23 Pero con prudencia dispersó al resto de sus hijos por todas las tierras de Judá y de Benjamín, y por todas las ciudades fortificadas, dándoles abundantes provisiones. Y les buscó muchas mujeres.

Roboam y la invasión de Sisac

12 Cuando se consolidó y se fortaleció el reino de Roboam, este abandonó la ley del SEÑOR, y todo Israel con él. Y sucedió que en el quinto año del rey Roboam, por cuanto se habían rebelado contra el SEÑOR, subió Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén, con mil doscientos carros, sesenta mil jinetes y gente innumerable que venía con él de Egipto: libios, suquienos y etíopes. Tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.

Entonces el profeta Semaías fue a Roboam y a los gobernadores de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo:

—Así ha dicho el SEÑOR: “Ustedes me han abandonado; por tanto, yo también los he abandonado en mano de Sisac”.

Los jefes de Israel y el rey se humillaron y dijeron:

—Justo es el SEÑOR.

Cuando el SEÑOR vio que se habían humillado, vino la palabra del SEÑOR a Semaías, diciendo:

—Se han humillado; no los destruiré. Les daré alguna liberación, y mi ira no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac. No obstante, serán sus siervos, para que sepan distinguir entre servirme a mí y servir a los reinos de otras tierras.

Entonces Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros de la casa del rey; todo lo tomó. También tomó los escudos de oro que había hecho Salomón. 10 En lugar de ellos, el rey Roboam hizo escudos de bronce y los entregó a la custodia de los jefes de la escolta, que guardaban la entrada de la casa del rey. 11 Y sucedía que cuantas veces el rey entraba en la casa del SEÑOR, los de la escolta venían y los llevaban, y después los volvían a poner en la cámara de los de la escolta.

12 Como Roboam se había humillado, la ira del SEÑOR se apartó de él para no destruirlo del todo. Además, en Judá las cosas marchaban bien. 13 El rey Roboam se hizo fuerte en Jerusalén y reinó. Roboam tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el SEÑOR había elegido de entre todas las tribus de Israel para poner allí su nombre. El nombre de su madre era Naama la amonita.

14 Roboam hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar al SEÑOR. 15 Los hechos de Roboam, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en las crónicas del profeta Semaías y del vidente Ido acerca del registro familiar? Hubo guerra constante entre Roboam y Jeroboam. 16 Roboam reposó con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David. Y su hijo Abías reinó en su lugar.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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