Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Beginning

Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
2 Samuel 19-21

David vuelve a Jerusalén

19 Joab se enteró de que el rey lloraba la muerte de Absalón y le guardaba luto, y de que la victoria de ese día se había convertido en día de luto para el pueblo, pues todos sabían que el rey sufría mucho por la muerte de su hijo. También se enteró de que el ejército que regresaba entró a la ciudad en completo silencio y a escondidas, como los que avergonzados huyen de la batalla, mientras el rey se cubría el rostro y clamaba: «¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío!»

Entonces Joab se dirigió al palacio, y le dijo al rey:

«Hoy has cubierto de vergüenza a todos tus siervos, los cuales han luchado por salvarte la vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la de tus mujeres y concubinas. Con tus lamentos nos demuestras que amas a los que te aborrecen, y aborreces a los que te aman. Con tus lamentos nos das a entender que ninguno de nosotros te importa nada, y que si Absalón estuviera vivo y nosotros muertos, tú estarías feliz. Levántate ahora mismo y ve a hablar con los hombres que te han sido fieles. Agradéceles su esfuerzo. Te juro que, si no lo haces, esta misma noche no quedará un solo hombre que te apoye. ¡Y eso será peor que todos los males que te hayan ocurrido desde tu juventud hasta la fecha.»

El rey se levantó y fue hasta la puerta. Y cuando su ejército supo que el rey estaba sentado a las puertas de la ciudad, todos fueron a ponerse a sus órdenes. Mientras tanto, los israelitas habían huido, cada uno a su casa.

Entre las tribus de Israel se suscitó una gran disputa, pues decían:

«El rey que luchó contra nuestros enemigos, y que nos libró de los filisteos, ahora ha huido del país por miedo a Absalón. 10 Y Absalón, a quien habíamos consagrado como rey, ha muerto en la batalla. ¿Por qué no se pronuncian en favor de que el rey David regrese?»

11 El rey David, por su parte, mandó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar a que preguntaran a los ancianos de Judá:

«Todo Israel está pidiendo que el rey David vuelva. ¿Qué esperan ustedes para hacerlo volver? ¿Por qué tienen que ser los últimos? 12 Ustedes son sus hermanos. ¡Por sus venas corre la misma sangre! ¿Por qué retrasan su decisión para hacer que el rey vuelva?»

13 También les ordenó que le dijeran a Amasa:

«Tú y yo somos de la misma sangre. Que el Señor me castigue, y más todavía, si a partir de este momento no te nombro general de mi ejército en lugar de Joab.»

14 Con esto, David se ganó la voluntad de todos los hombres de Judá, y como un solo hombre le mandaron un mensaje invitándolo a volver, junto con todos sus seguidores. 15 Así el rey regresó, y llegó hasta el Jordán. Entonces los de Judá fueron a Gilgal para recibirlo y ayudarlo a cruzar el río. 16 Con ellos fue Simey(A) hijo de Gera, de la familia de Benjamín que vivía en Bajurín, el cual se dio prisa para alcanzar a los hombres de Judá que iban a recibir al rey David. 17 Simey iba acompañado de mil benjaminitas, y también lo acompañaba Sibá, que con sus quince hijos y sus veinte sirvientes había estado al servicio de Saúl. Todos ellos precedieron al rey para cruzar el Jordán. 18 Ayudaron a la familia del rey a cruzar el vado, y se pusieron a su disposición. Una vez que el rey cruzó el Jordán, Simey fue y se arrodilló delante de él 19 y le dijo:

«Ruego a Su Majestad no tomar en cuenta el mal proceder de este siervo suyo, ni acordarse de mi maldad cuando Su Majestad salía de Jerusalén. Por favor, ¡no me guarde rencor! 20 Reconozco mi pecado, y por eso he sido el primero de toda la familia de José en salir a recibir a mi señor el rey.»

21 Abisay hijo de Seruyá objetó:

«¡Simey merece la muerte, pues maldijo al ungido del Señor!»

22 Pero David dijo:

«¿Qué mal les he hecho, hijos de Seruyá, para que hoy se pongan en contra mía? ¿Acaso alguien tiene qué morir hoy en Israel, y yo, que soy el rey, no lo sé?»

23 Y a Simey Le dijo:

«Te juro que no vas a morir.»

24 También salió a recibirlo Mefiboset(B) hijo de Saúl, quien desde el día en que el rey salió de Jerusalén y hasta que el rey regresó en paz no se había lavado los pies, ni se había cortado la barba, ni había lavado su ropa. 25 Y cuando Mefiboset fue a Jerusalén para recibir al rey, éste le preguntó:

«Mefiboset, ¿por qué no te fuiste conmigo?»

26 Y Mefiboset le respondió:

«Su Majestad, ¡mi criado me engañó! Como soy cojo, yo le había ordenado que me aparejara un asno, pues había decidido acompañarte. 27 Creo que mi sirviente te ha hablado mal de mí, pero acepto que hagas conmigo lo que bien te parezca, pues para mí tú eres un ángel de Dios. 28 Comprendo que, a los ojos de Su Majestad, todos los descendientes de mi padre merecían la muerte; sin embargo, tú me permitiste comer a tu mesa. ¿Con qué derecho puedo reclamarle algo a Su Majestad?»

29 Entonces el rey dijo:

«¿Para qué seguir hablando? Yo he decidido que tú y Sibá se dividan las tierras.»

30 Pero Mefiboset replicó:

«Por mí, él se puede quedar con todo. A mí me basta con que Su Majestad haya vuelto a su palacio en paz.»

31 También Barzilay(C) el galaadita fue desde Roguelín hasta el Jordán, y lo atravesó para encontrarse con el rey y acompañarlo al otro lado del río. 32 Barzilay era ya muy anciano, pues tenía ochenta años, y cuando el rey estuvo en Majanayin él le había dado provisiones, pues era muy rico. 33 Entonces el rey le dijo a Barzilay:

«Ven conmigo a Jerusalén, y yo te daré todo lo que te haga falta.»

34 Pero Barzilay le respondió:

«¿Cuántos años crees que podré vivir contigo en Jerusalén? 35 Ya tengo ochenta años de edad. ¿Crees que sabré distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Crees que podré apreciar la comida o la bebida? ¿Crees que podré escuchar mejor a tus cantores y cantoras? No quiero ser una carga para mi señor, el rey. 36 Sólo te acompañaré un poco más allá del Jordán. ¿Por qué tendrías que darme una mayor recompensa? 37 Te ruego que me permitas regresar a mi ciudad para morir allá, junto al sepulcro de mis padres. Pero aquí está tu siervo Quimán. Permítele acompañarte, y trátalo como mejor te parezca.»

38 El rey aceptó, y dijo:

«Que venga conmigo. Lo voy a tratar como si fueras tú mismo, y haré con él todo lo que me pidas que haga.»

39 Entonces todo el pueblo cruzó el Jordán, y en cuanto el rey lo cruzó, besó a Barzilay y lo bendijo, y éste regresó a su ciudad. 40 El rey se dirigió a Gilgal, acompañado de Quimán y de todos los de Judá, y de la mitad del pueblo de Israel.

41 Pero después los israelitas fueron a ver al rey, y le preguntaron:

«¿Por qué permitiste que nuestros hermanos de Judá te acompañaran para cruzar el Jordán contigo, junto con tu familia y con todo tu ejército?»

42 Y los jefes de Judá les respondieron:

«Lo hicimos porque el rey también es pariente nuestro. Pero, ¿por qué se enojan? ¿Acaso piensan que lo hicimos porque el rey nos dio de comer? ¿Creen que recibimos algún regalo por acompañarlo?»

43 Y los israelitas dijeron:

«Nosotros tenemos diez veces más derecho que ustedes para que David sea nuestro rey. ¿Por qué nos han menospreciado? Recuerden que nosotros fuimos los primeros en decidir que él regresara.»

Pero los argumentos de los hombres de Judá tuvieron más fuerza que los de los israelitas.

Sebá se subleva

20 Allí se encontraba un malvado benjaminita, llamado Sebá hijo de Bicri, el cual tocó la trompeta y dijo:

«Nosotros no tenemos nada que ver con David hijo de Yesé, ni participaremos de sus propiedades. Israelitas, ¡volvamos a nuestras casas!»(D)

Entonces todos los israelitas abandonaron a David y siguieron a Sebá hijo de Bicri, pero los de Judá acompañaron al rey desde el Jordán hasta Jerusalén. Al llegar a su palacio en Jerusalén, David apartó a las diez concubinas(E) que había dejado para cuidar la casa y las puso en reclusión. No dejó de alimentarlas, pero nunca más tuvo relaciones con ellas, sino que se quedaron encerradas de por vida, como si fueran viudas.

Después de esto, el rey le ordenó a Amasa:

«Convoca a los jefes de Judá para dentro de tres días. Y quiero que tú estés presente.»

Amasa salió para convocar a los jefes de Judá, pero se tardó más del tiempo señalado. Entonces David le dijo a Abisay:

«Ahora Sebá hijo de Bicri puede resultarnos más perjudicial que Absalón. Es mejor que busques a algunos hombres de mi guardia personal y vayas tras él, no sea que busque refugio en alguna ciudad fortificada y nos cause dificultades.»

Entonces los soldados de Joab salieron de Jerusalén en persecusión de Sebá hijo de Bicri. Lo acompañaron los cretenses, los peleteos y los mejores soldados del rey. Cuando llegaron cerca de la gran piedra que está en Gabaón, Amasa les salió al encuentro. Joab llevaba puesta su ropa de batalla, con una daga ceñida al cinto, la cual se le cayó al suelo mientras iba a encontrarse con Amasa. Y Joab le preguntó:

«¡Hola, hermano mío! ¿Todo está en orden?»

Acto seguido, Joab tomó a Amasa por la barba, como para besarlo. 10 Pero Amasa no se dio cuenta de la daga que Joab tenía en la mano, y Joab se la hundió en la quinta costilla, y sus entrañas quedaron regadas por el suelo. La herida fue mortal, y Joab no tuvo que rematarlo.

Después de eso, Joab y su hermano Abisay siguieron persiguiendo a Sebá. 11 Uno de los soldados de Joab se puso a su lado y dijo:

«Todos los que estén de parte de David y Joab, sigan a Joab.»

12 Mientras tanto, Amasa se revolcaba en su sangre a la mitad del camino, y los que pasaban se detenían para verlo, hasta que un hombre arrastró el cuerpo fuera del camino y lo cubrió con un manto. 13 Entonces los seguidores de Joab pudieron avanzar y se fueron en persecusión de Sebá hijo de Bicri.

14 Sebá pasó por todas las tribus de Israel, hasta llegar a Abel Betmacá, y los habitantes de Barim se le unieron. 15 Cuando la gente de Joab llegó a la ciudad, sitiaron a Sebá en Abel Betmacá; levantaron un baluarte para atacar la ciudad, y procuraban derribar las murallas. 16 Entonces una mujer muy astuta gritó desde la ciudad:

«¡Por favor, escúchenme! ¡Por favor, díganle a Joab que venga! ¡Necesito hablar con él!»

17 Cuando Joab se acercó, la mujer le preguntó si en efecto era Joab. Éste le respondió que sí, y ella le dijo:

«¡Por favor, escucha lo que te voy a decir!»

Y él respondió:

«Te escucho.»

18 Entonces ella añadió:

«Nuestros antepasados solían decir: “Quien quiera preguntar algo, que pregunte a los de Abel”, y así resolvían cualquier asunto. 19 Yo soy una mujer de paz, y fiel a Israel; tú, en cambio, quieres destruir esta ciudad, que es como una madre en Israel. ¿Por qué quieres destruir lo que el Señor mismo nos ha dado?»

20 Y Joab le respondió:

«Lejos esté de mí destruir y deshacer tu ciudad. 21 Pero hay un problema. Aquí está Sebá hijo de Bicri, que vino de los montes de Efraín. Este malvado se ha sublevado contra el rey David. Si me lo entregan, ordenaré levantar el sitio y nos iremos de la ciudad.»

Y la mujer le respondió:

«Te aseguro que arrojaremos su cabeza desde la muralla.»

22 Entonces la mujer fue a hablar con todo el pueblo y astutamente los convenció para que le cortaran la cabeza a Sebá hijo de Bicri y se la entregaran a Joab. Ellos así lo hicieron, y desde la muralla le arrojaron a Joab la cabeza de Sebá. Entonces Joab dio el toque de retirada, y todos se fueron a su tienda de campaña, mientras que Joab se fue a Jerusalén para informar al rey.

Oficiales de David(F)

23 Fue así como Joab afirmó su mando sobre todo el ejército de Israel, mientras que Benaías hijo de Joyadá quedó al frente de los cretenses y los peleteos. 24 Adorán quedó a cargo de los tributos, Josafat hijo de Ajilud quedó como cronista, 25 Sevá quedó como escriba, y Sadoc y Abiatar como sacerdotes. 26 También Ira el jaireo era sacerdote de David.

Venganza de los gabaonitas

21 En esos días hubo una hambruna que duró tres años seguidos. David consultó al Señor por esto, y el Señor le dijo:

«De esto tienen la culpa Saúl y su familia de asesinos, pues mataron a los gabaonitas.»

Los gabaonitas no eran israelitas, sino un remanente de los amorreos, pero los israelitas habían hecho un pacto(G) con ellos. Sin embargo, en su celo por los israelitas y los de Judá, Saúl había procurado matarlos. Por eso el rey David fue a hablar con ellos, y les preguntó:

«¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo resarcirlos, para que bendigan al pueblo del Señor?»

Los gabaonitas le respondieron:

«No nos interesan el oro y la plata de Saúl y de su familia, ni tampoco queremos que muera nadie en Israel.»

Pero el rey insistió:

«Pídanme lo que quieran, y yo se lo daré.»

Entonces ellos dijeron:

«De ese hombre que quiso destruir a nuestra familia y que pensaba borrarnos de todo Israel, queremos que nos des siete de sus hijos. Queremos ahorcarlos delante del Señor en Gabaa de Saúl, el que fue elegido del Señor.»

El rey les dijo:

«Los tendrán.»

Como David y Jonatán se habían hecho un juramento delante del Señor, el rey perdonó a Mefiboset, el que era hijo de Jonatán y nieto de Saúl,(H) pero entregó a los gabaonitas a los cinco hijos que Mical(I) hija de Saúl había tenido con Adriel hijo de Barzilay, el mejolatita, y además a Armoni y al otro Mefiboset, que eran los dos hijos que Saúl había tenido con Rispá, la hija de Ayá. En cuanto los gabaonitas recibieron a esos siete varones, los llevaron al monte y delante del Señor los ahorcaron. Esto sucedió durante los primeros días de la cosecha de cebada.

10 Rispá, la hija de Ayá, tomó un cilicio y se acostó sobre él; lo tendió sobre una roca, y allí estuvo acostada, desde el inicio de la cosecha hasta que llegaron las lluvias, vigilando de día y de noche que no se acercaran las aves de rapiña ni las fieras salvajes.

11 Cuando David supo lo que estaba haciendo Rispá, hija de Ayá y concubina de Saúl, 12 decidió ir con los habitantes de Jabés de Galaad a recuperar los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán, pues ellos los habían descolgado de la plaza de Betsán, donde los filisteos los habían colgado cuando mataron a Saúl en Gilboa.(J) 13 En cuanto David recuperó los huesos, ordenó que se los llevaran, junto con los huesos de los siete ahorcados, 14 y que los sepultaran en el sepulcro de Cis, el padre de Saúl. Todo fue hecho tal y como el rey lo dispuso, y después de esto Dios se compadeció del país.

Abisay libra a David del gigante

15 Los filisteos volvieron a pelear contra Israel, así que David y sus soldados presentaron batalla contra los filisteos, pero él se cansó. 16 Un descendiente de los gigantes, llamado Isbibenob, que portaba una lanza de bronce de más de treinta kilos y llevaba una espada nueva al cinto, trató de matar a David; 17 pero Abisay hijo de Seruyá lo vio y fue en su ayuda, e hirió de muerte al filisteo. Entonces los hombres de David le dijeron: «De ahora en adelante, no volverás a salir con nosotros a la guerra; no vaya a ser que se apague la luz que alumbra a Israel.»

Los hombres de David matan a los gigantes(K)

18 Tiempo después hubo en Gob otra guerra contra los filisteos. En esa guerra, Sibecay el husatita mató a Saf, que era descendiente de los gigantes. 19 Y en otra guerra contra los filisteos, que se libró también en Gob, Eljanán hijo de Yaré Oreguín, de Belén, mató a Goliat de Gat, cuya lanza pesaba lo que un rodillo de telar. 20 Después, hubo otra guerra en Gat, donde había un gigante con doce dedos en las manos y doce dedos en los pies. También éste descendía de los gigantes, 21 y se atrevió a desafiar al ejército de Israel, pero le dio muerte Jonatán hijo de Simea, que era hermano de David. 22 Estos cuatro hombres, que descendían de los gigantes de Gat, sucumbieron a manos de David y de sus siervos.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas