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Nueva Biblia Viva (NBV)
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Josué 9-11

Astucia de los gabaonitas

Cuando los reyes de los alrededores oyeron lo que le había ocurrido a Jericó, rápidamente se unieron para defender sus vidas de los ataques de Josué y los israelitas. Eran los reyes de las naciones que estaban al occidente del río Jordán, a lo largo de las costas del Mediterráneo hasta los montes del Líbano: los hititas, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.

3-5 Pero cuando el pueblo de Gabaón oyó lo ocurrido a Jericó y a Hai, decidieron usar una estratagema para salvarse. Enviaron embajadores a Josué vestidos con ropa muy gastada; como si vinieran de un largo viaje, con sandalias muy remendadas, monturas muy gastadas sobre sus burros, odres de vino muy viejos y secos, y pan enmohecido. Cuando llegaron al campamento de Israel en Guilgal le dijeron a Josué y al pueblo de Israel:

―Hemos venido de una tierra distante a concertar un tratado de paz con ustedes.

Los israelitas les contestaron:

―¿Cómo sabremos que no son de por aquí cerca? Porque si son de las cercanías no podemos hacer ningún tratado con ustedes.

―Seremos sus esclavos —respondieron.

―Pero, ¿quiénes son ustedes? —preguntó Josué—. ¿De dónde vienen?

―Venimos de un país muy distante —le dijeron—. Hemos oído hablar del poder del Señor su Dios y de todo lo que hizo en Egipto 10 y de lo que hicieron a los reyes de los amorreos, a Sijón rey de Hesbón y a Og rey de Basán. 11 Por esta razón nuestros ancianos y nuestro pueblo nos ordenaron: “Prepárense para un largo viaje. Vayan al pueblo de Israel y declárenles que nuestra nación les servirá y pidan la paz”. 12 Este pan estaba caliente, recién salido de los hornos, cuando emprendimos el viaje. Ahora, como puedes ver, está seco y enmohecido. 13 Estos odres para el vino eran nuevos, pero ahora están viejos y quebrajados. La ropa y las zandalias se han gastado a causa de nuestro largo y difícil viaje.

14-15 Josué y los demás dirigentes finalmente les creyeron. No se preocuparon de consultar al Señor, sino que hicieron un pacto de paz con ellos. Luego los jefes de Israel ratificaron el pacto con un juramento.

16 Tres días después se descubrió la estratagema: eran vecinos. 17 Los hombres de Israel salieron a investigar y llegaron a las ciudades de ellos en tres días. Las ciudades eran Gabaón, Cafira, Berot y Quiriat Yearín. 18 Pero no los mataron y las ciudades no sufrieron daño a causa del juramento que los dirigentes de Israel habían hecho delante del Señor. El pueblo de Israel se enojó con sus dirigentes a causa de este tratado de paz. 19 Pero los dirigentes respondieron:

―Hemos jurado delante del Señor Dios de Israel que no los tocaremos y así lo haremos. 20 Debemos dejarlos con vida, porque si quebrantamos nuestro juramento, la ira del Señor se derramará sobre nosotros.

21 De esta manera ellos se convirtieron en siervos de los israelitas para cortar la leña y acarrear el agua. 22 Josué convocó a los dirigentes de esos pueblos y les preguntó:

―¿Por qué nos han mentido diciendo que vivían en una tierra distante cuando realmente viven casi entre nosotros? 23 Ahora caerá una maldición sobre ustedes. Desde este momento deben proporcionarnos esclavos que corten la leña y acarreen el agua para el servicio de nuestro Dios.

24 Ellos respondieron:

―Como se nos dijo que el Señor su Dios había dado órdenes a su siervo Moisés de conquistar Canaán y destruir a todos sus habitantes, tuvimos temor de perder la vida a la llegada de ustedes. Por eso es que lo hemos hecho. 25 Pero ahora estamos en sus manos. Pueden hacer con nosotros lo que quieran.

26 Josué no permitió que el pueblo de Israel les diera muerte, 27 pero hizo que fueran leñadores y aguadores para el pueblo de Israel y para el altar del Señor dondequiera que fuera construido (porque el Señor aún no les había dado órdenes de edificarlo). Esto está todavía en vigor en el momento en que esto se escribe.

Ataque de los reyes amorreos

10 Cuando Adonisédec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había capturado y destruido a Hai, y que había dado muerte a su rey de la misma manera que había hecho en Jericó, y supo que con una estratagema Gabaón había hecho paz con Israel y ahora eran aliados, tuvo miedo, porque Gabaón era una gran ciudad, tan grande como las ciudades reales y mucho más grande que Hai, y sus hombres eran conocidos como valientes. Entonces Adonisédec envió mensajeros a los siguientes reyes: Hohán rey de Hebrón, Pirán rey de Jarmut, Jafía rey de Laquis y Debir rey de Eglón.

Les dijo: «Vengan y ayúdenme a destruir a Gabaón, porque ellos han hecho alianza con Josué y el pueblo de Israel».

Los cinco reyes amorreos unieron sus ejércitos para atacar juntos a Gabaón.

Derrota de los reyes amorreos

Al saberlo los hombres de Gabaón enviaron un mensaje urgente a Josué que estaba en Guilgal: «Ven y ayuda a tus siervos. Ven rápidamente y sálvanos. Todos los reyes que viven en las montañas están aquí con sus ejércitos».

Entonces Josué y la gente de guerra marcharon desde Guilgal en auxilio de Gabaón. «No temas delante de ellos —le dijo el Señor a Josué—, porque ya están derrotados. Los he entregado en tus manos para que los destruyas. Ninguno de ellos podrá hacerte frente».

Viajaron, pues, toda la noche desde Guilgal y atacaron al enemigo por sorpresa. 10 El Señor hizo cundir el pánico entre ellos, y los israelitas hicieron una gran matanza en Gabaón y los persiguió hasta Bet Jorón, Azeca y Maquedá, dándoles muerte a lo largo del camino. 11 Además, mientras el enemigo huía hacia Bet Jorón, el Señor les lanzó una lluvia de granizo que los siguió hasta Azeca. Murieron más hombres a causa del granizo que por las espadas de los israelitas.

12 Mientras los hombres de Israel estaban persiguiendo y arrasando al enemigo, Josué ordenó: «Sol, deténte sobre Gabaón y, luna, permanece quieta en el valle de Ayalón».

13 Y el sol y la luna no se movieron hasta que los israelitas acabaron de destruir a sus enemigos. Esto está escrito con gran detalle en el libro de Jaser. El sol se detuvo en los cielos y permaneció quieto casi veinticuatro horas. 14 Nunca había ocurrido antes ni jamás ha vuelto a ocurrir, que el Señor haya detenido el sol y la luna en respuesta a la voz de un hombre. El Señor estaba peleando por Israel. 15 Después Josué y todos los israelitas regresaron a Guilgal.

Muerte de los reyes amorreos

16 Durante la batalla los cinco reyes escaparon y se escondieron en una caverna en Maquedá. 17 Cuando le llevaron a Josué la noticia de que habían sido encontrados, 18 ordenó que se pusiera una gran piedra contra la entrada de la cueva y que se pusiera guardia para que los reyes no escaparan. 19 Luego ordenó al resto de los hombres: «Vayan en persecución del enemigo y atáquenlo por la retaguardia. No permitan que regresen a sus ciudades, porque el Señor nos ayudará a destruirlos completamente».

20 Josué y los hombres de Israel siguieron la matanza y exterminaron a los cinco ejércitos, salvo un pequeño grupo que logró llegar a sus ciudades fortificadas.

21 Los israelitas regresaron al campamento en Maquedá sin haber perdido un solo hombre. Después de esto, nadie se atrevió a atacar a Israel.

22-23 Josué ordenó a sus hombres que quitaran la piedra de la entrada de la cueva y sacaran a los cinco reyes, que eran los de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis, y Eglón. 24 Josué les dijo a los capitanes que pusieran sus pies sobre el cuello de los reyes. 25 «No teman ni desmayen —dijo Josué a sus hombres—. Sean fuertes y valientes, porque el Señor hará esto con todos nuestros enemigos».

26 Dicho esto, clavó su espada en cada uno de los reyes y los mató. Luego los colgó en cinco árboles hasta la tarde.

27 Cuando el sol se estaba ocultando, dio órdenes de que bajaran los cuerpos y los arrojaran en la cueva donde habían estado escondidos. Luego pusieron un gran montón de piedras sobre la entrada de la cueva. El montón aún está en ese lugar. 28 Aquel mismo día Josué destruyó la ciudad de Maquedá y mató a su rey y a todos los que vivían en ella. Ninguna persona de la ciudad quedó viva. Al igual que en Jericó.

Conquista de las ciudades del sur

29 Luego los israelitas fueron a Libná. 30 Allí también el Señor les entregó la ciudad y a su rey. Los mataron a todos, al igual que en Jericó.

31 De Libná marcharon hacia Laquis y la atacaron. 32 El Señor se la entregó en el segundo día. Allí también mataron a toda la población, de la misma manera que lo habían hecho en Libná.

33 Durante el ataque a Laquis, Horán rey de Guézer, llegó con su ejército para tratar de ayudar en la defensa de la ciudad, pero la gente de Josué destruyó a todo su pueblo. 34-35 Tomaron la ciudad de Eglón aquel mismo día y, al igual que en Laquis, dieron muerte a todos los que vivían en la ciudad. 36 Dejando Eglón, marcharon hacia Hebrón 37 y la capturaron con todos los pueblos vecinos, y dieron muerte a toda la población. Ni una sola persona quedó con vida. 38 Luego regresaron a Debir, 39 a la cual capturaron rápidamente con todos los pueblos cercanos. Y allí también dieron muerte a todos como lo habían hecho en Libná y en Hebrón.

40 Josué conquistó toda la tierra: la región montañosa, las tierras bajas, y a todos sus reyes. Los destruyeron a todos como el Señor Dios les había ordenado, 41 dándoles muerte desde Cades Barnea a Gaza y desde Gosén a Gabaón. 42 Todo esto fue hecho en una sola campaña, porque el Señor Dios de Israel estaba peleando por su pueblo. 43 Entonces Josué y todo Israel regresaron a su campamento en Guilgal.

Conquista de los reinos del norte

11 Cuando el rey Jabín de Jazor se enteró de lo ocurrido, envió mensajes urgentes a los siguientes reyes:

Jobab rey de Madón;

al rey de Simrón;

al rey de Acsaf;

a todos los reyes de la región montañosa del norte;

a los reyes del Arabá al sur de Quinéret,

a los de las llanuras,

a los reyes de las zonas montañosas de Nafot Dor en el occidente,

a los reyes de Canaán del oriente y del occidente,

a los reyes de los amorreos, de los hititas, de los ferezeos, de los jebuseos en las colinas, y de los heveos en las ciudades del monte Hermón en la tierra de Mizpa.

Todos estos reyes respondieron afirmativamente, movilizando sus ejércitos, y se unieron para aplastar a Israel. Los ejércitos, con sus caballos y carros abarcaban todo lo que se podía ver alrededor de las aguas de Merón. Allí establecieron su campamento. El Señor le dijo a Josué: «No les tengas miedo, porque mañana a esta hora habrán muerto todos. Inutilizarás sus caballos y quemarás sus carros».

Josué y sus hombres de guerra llegaron repentinamente a las aguas de Merón y atacaron. Y el Señor los entregó en manos de los israelitas, quienes los persiguieron hasta Sidón la grande y hasta un lugar llamado Misrefot Mayin (Minas de Sal) y hasta el valle de Mizpa al oriente. Ninguno de los enemigos sobrevivió a la batalla. Josué y sus hombres hicieron como el Señor había ordenado: inutilizaron los caballos y quemaron todos los carros.

10 En el camino de regreso, Josué tomó a Jazor y mató a su rey —Jazor había sido en su tiempo la capital de la federación de todos estos reinos—. 11 Los israelitas dieron muerte a toda persona e incendiaron la ciudad.

12 Luego atacaron y destruyeron a las demás ciudades con sus reyes. Todos los habitantes fueron muertos de la manera que Moisés había ordenado mucho tiempo antes. 13 Sin embargo, Josué no quemó las ciudades construidas sobre los montes, salvo Jazor. 14 Todo el botín y el ganado de las ciudades arrasadas lo tomaron los israelitas para sí mismos, pero mataron a toda la gente. 15 Así lo había ordenado el Señor a su siervo Moisés, y Moisés había pasado esta orden a Josué el cual hizo según se le había ordenado. Cuidadosamente obedeció todas las órdenes que el Señor le había dado a Moisés.

Síntesis de la conquista

16 De modo que Josué conquistó toda la tierra: las montañas, el Néguev, la tierra de Gosén, las llanuras, el Arabá, y las montañas y las llanuras de Israel. 17 El territorio israelita ahora se extendía desde el monte Jalac, cerca de Seír, hasta Baal Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Josué mató a todos los reyes que vivían en aquellos territorios. 18 Tardó mucho tiempo en llevar a cabo todo esto. 19 Con ninguna de las ciudades hizo un pacto de paz, salvo con los heveos de Gabaón. Todos los demás fueron destruidos. 20 El Señor puso en los enemigos el deseo de pelear contra Israel en lugar de pedir la paz. Por eso los mataron sin misericordia, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

21 Durante este período Josué derrotó a todos los gigantes descendientes de Anac que vivían en las montañas de Hebrón, Debir, Anab, Judá e Israel. Los mató a todos y destruyó completamente sus ciudades. 22 Ninguno quedó en la tierra de Israel, aunque algunos quedaron en Gaza, Gat y Asdod.

23 Josué, pues, tomó posesión de toda la tierra como Dios le había ordenado a Moisés. Se la entregó al pueblo de Israel como herencia, y la dividió entre las tribus. Finalmente la tierra reposó de todas las guerras.

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