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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Números 23-25

Primer oráculo de Balán

23 Balán le dijo al rey: «Edifica siete altares y prepara siete becerros y siete carneros para el sacrificio».

Balac hizo lo que Balán le pedía, y sacrificó un becerro y un carnero en cada altar.

Entonces Balán le dijo al rey: «Quédate junto al altar de los sacrificios y yo iré a ver si el Señor se encuentra conmigo. Entonces te diré lo que él me diga».

Subió luego hacia una cumbre solitaria, y Dios lo encontró allí.

―He preparado siete altares y he sacrificado un becerro y un carnero en cada uno —dijo Balán al Señor.

Entonces el Señor le dio a Balán un mensaje para el rey Balac. Cuando Balán regresó, el rey estaba de pie junto a las ofrendas que deben quemarse en forma completa con todos los príncipes de Moab. Este fue el mensaje de Balán:

«Balac, rey de Moab, me trajo de la tierra de Aram, desde las montañas orientales.

“Ven”, me dijo, “maldice a Jacob en favor mío.

Deja que tu ira se alce contra Israel”.

»Pero, ¿cómo puedo yo maldecir lo que Dios no ha maldecido?

¿Cómo puedo yo amenazar a un pueblo que Dios no ha amenazado?

Los he visto desde las altas cumbres, los he observado desde las colinas.

Viven solos, y prefieren ser distintos a cualquiera otra nación.

10 Son numerosos como el polvo, no se pueden contar.

¡Quién pudiera morir tan feliz como un israelita!

¡Oh, si yo pudiera terminar mi vida como termina la de ellos!».

11 ―¿Qué me has hecho? —preguntó el rey Balac—. ¡Yo te dije que maldijeras a mis enemigos, pero tú los has bendecido!

12 ―¿Puedo decir algo distinto de lo que el Señor me ha dicho?

Segundo oráculo de Balán

13 Entonces Balac le dijo:

―Ven conmigo a otro lugar. Allí sólo verás una parte del pueblo de Israel. Maldice por lo menos a esa parte.

14 El rey Balac tomó a Balán y lo llevó a los campos de Zofín en la cumbre del monte de Pisgá, y edificó allí siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar. 15 Entonces Balán le dijo al rey:

―Quédate allí junto a los altares mientras yo voy a encontrarme con el Señor.

16 Y el Señor se encontró con Balán y le dijo lo que tenía que decir. 17 Luego Balán regresó con el rey y sus príncipes que estaban de pie junto a los altares.

―¿Qué te ha dicho el Señor? —le preguntó ansiosamente el rey.

18 Y la respuesta de Balán fue:

«Levántate, Balac, y escucha:

Escúchame, tú; hijo de Zipor.

19 Dios no es hombre para que mienta; él no se arrepiente como los hombres.

¿Ha prometido alguna vez sin cumplir lo que ha dicho?

20 He recibido orden de bendecirlos, porque Dios los ha bendecido, y esto no puede ser cambiado.

21 Él no ha visto pecado en Jacob, ni perversidad en Israel.

El Señor su Dios está con ellos.

Él es su rey.

22 Dios los sacó de Egipto.

Israel tiene la fortaleza del búfalo.

23 No se puede maldecir a Jacob, y no hay magia que pueda hacer algo en su contra.

Porque ahora se dirá de Israel:

¡Qué maravillas ha hecho Dios por ellos!

24 Esta gente se levanta como un león;

no caerá hasta que haya comido lo capturado y haya bebido la sangre de los degollados».

25 ―Si no vas a maldecirlos, por lo menos no los bendigas —exclamó el rey Balac.

26 Pero Balán contestó:

―¿No te dije que yo tengo que decir lo que el Señor me diga?

Tercer oráculo de Balán

27 ―Yo te llevaré a otro lugar —le dijo el rey—. Quizá desde allí el Señor quiera que los maldigas.

28 Lo llevó a la cumbre del monte Peor, que domina el desierto. 29 Balán nuevamente le dijo al rey que construyera siete altares y preparara siete becerros y siete carneros para el sacrificio. 30 El rey lo hizo así, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.

24 Por fin Balán comprendió que el Señor tenía intenciones de bendecir a Israel, de modo que no fue a encontrarse con el Señor como lo había hecho anteriormente. En cambio, fue y dio una mirada hacia el campamento de Israel que estaba ocupando la llanura y ordenado según sus tribus. Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Balán, quien proclamo la siguiente profecía:

«Balán, el hijo de Beor, el hombre cuyos ojos están abiertos, dice: He oído la palabra del Señor, y he visto lo que el Dios Altísimo me ha mostrado; mis ojos fueron abiertos:

»¡Ah, qué delicias aguardan a Israel, deleites en las tiendas de Jacob!

Los veo extenderse delante de mí como valles verdes y huertas fructíferas junto al río; como árboles plantados por el Señor mismo; como cedros junto a las aguas.

Serán bendecidos con abundancia de aguas, y vivirán en muchos lugares.

El rey será más grande que Agag; su reino será exaltado.

»Dios los sacó de Egipto.

Israel tiene la fortaleza de un búfalo, y devorará a todas las naciones que se le opongan; les partirá los huesos en pedazos, y los herirá con muchas flechas.

Israel duerme como león, como leona, ¿quién se atreve a hacer que se levante?

Bendito será el que te bendiga, oh Israel, y maldito será el que te maldiga».

10 El rey Balac estaba pálido de ira. Golpeando las manos con furia gritó:

―Yo te llamé para que maldijeras a mis enemigos y en lugar de ello los has bendecido tres veces. 11 ¡Lárgate de aquí! ¡Vete a tu casa! Yo quería darte un gran honor, pero el Señor te ha despojado de todo bien.

12 Balán contestó:

―Yo te dije por medio de los mensajeros 13 que aunque me dieras un palacio lleno de oro y plata, yo no podría contradecir al Señor; te advertí que no podía hablar por mí mismo. Dije que hablaría solamente lo que el Señor me ordenara. 14 En efecto, voy a regresar ahora mismo a mi pueblo, pero déjame primero decirte lo que los israelitas van a hacerle a tu pueblo.

Cuarto oráculo de Balán

15 Entonces Balán añadió:

«Balán el hijo de Beor, 16 ¡es el hombre cuyos ojos están abiertos!

El oye las palabras de Dios y tiene conocimiento del Altísimo; él ve lo que el Dios Todopoderoso le ha mostrado.

17 »Calló, y sus ojos fueron abiertos y vio.

Vio el futuro de Israel.

¡Vio salir en la distancia, una estrella de Jacob!

Este Gobernador de Israel herirá al pueblo de Moab, y destruirá a los hijos de Set.

18 »Israel poseerá todo Edom y Seír, y vencerá a todos sus enemigos.

19 Jacob se levantará con poder y destruirá muchas ciudades».

20 Entonces Balán miró hacia las tiendas del pueblo de Amalec y profetizó:

«Amalec fue la primera de las naciones, pero al fin perecerá para siempre».

21 A continuación miró hacia los ceneos:

«Sí, están en una situación de fuerza, tienen su nido entre las rocas.

22 Pero los ceneos serán destruidos y el poderoso ejército de Asiria los deportará de esta tierra».

23 Concluyó sus profecías diciendo:

«Ay, ¿quién podrá vivir cuando Dios haga esto?

24 Barcos vendrán de las costas de Chipre, y someterán a Éber y a Asiria. También deben ser destruidos».

25 Entonces Balán y Balac regresaron cada uno a su lugar.

Infidelidad de Israel

25 Mientras Israel estaba establecido en Sitín, algunos de los jóvenes comenzaron a tener relaciones con las muchachas moabitas. Ellas los invitaban a asistir a los sacrificios que hacían a sus dioses, y pronto aquellos hombres no solamente asistían a las fiestas de ellas, sino que también se postraban ante los ídolos para adorarlos. No mucho después Israel entero adoraba a Baal, el dios de Moab, y la ira del Señor se encendió en contra de su pueblo, y los castigó con una plaga.

Entonces el Señor le ordenó a Moisés:

«Ejecuta a todos los dirigentes de Israel. Ahórcalos en pleno día delante del Señor para que mi ira se aparte del pueblo».

Moisés, pues, ordenó a los jueces que ejecutaran a todos los que habían adorado a Baal.

Uno de los israelitas insolentemente introdujo a una madianita en el campamento ante la vista de Moisés, mientras este y todo el pueblo lloraban a la puerta del santuario. Cuando Finés (hijo de Eleazar y nieto de Aarón el sacerdote) vio esto, corrió, tomó una espada, y entró en la tienda donde el hombre había llevado a la mujer. Allí tomó la espada y los atravesó a ambos por el vientre. La plaga se detuvo, pero ya habían muerto veinticuatro mil personas.

10 Entonces el Señor le dijo a Moisés: 11 «Finés (hijo de Eleazar el sacerdote y nieto de Aarón el sacerdote) ha aplacado mi ira, porque sintió el mismo ardor que yo respecto de mi honra. Por esto no destruiré a Israel. 12-13 En virtud de lo que ha hecho, en virtud de su celo por su Dios, y por cuanto ha hecho expiación por el pueblo de Israel, prometo que él y sus descendientes tendrán el sacerdocio para siempre».

14 El hombre que fue muerto con la muchacha madianita se llamaba Zimri, hijo de Salu, uno de los jefes de la tribu de Simeón. 15 El nombre de la muchacha era Cozbí, hija de Zur, príncipe madianita.

16 Entonces el Señor dijo a Moisés: 17 «Destruye a los madianitas, 18 porque ellos los están destruyendo a ustedes con sus engaños. Están provocándolos para que adoren a Baal, y los están apartando del camino, como acaban de ver en el caso de Cozbí».

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