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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Números 21-22

Derrota de Arad

21 Cuando el rey de Arad que estaba en Néguev, oyó que los israelitas se acercaban (porque estaban siguiendo la misma ruta de los espías), movilizó su ejército y atacó a Israel, y tomó prisioneros a algunos de sus hombres. Entonces el pueblo de Israel hizo voto al Señor que si él les ayudaba a vencer al rey de Arad y a su pueblo, destruirían completamente las ciudades de aquella región.

El Señor oyó su petición y derrotaron a los cananeos, y los israelitas destruyeron completamente todas sus ciudades. De ahí en adelante el nombre de la región fue Jormá (Destrucción completa).

La serpiente de bronce

El pueblo de Israel regresó al monte de Hor, y desde allí continuó hacia el sur por la ruta del Mar Rojo con el fin de dar un rodeo y pasar por el costado de la tierra de Edom. El pueblo estaba muy desalentado. Comenzaron a murmurar contra el Señor y a quejarse contra Moisés.

―¿Por qué nos trajiste desde Egipto para morir en este desierto? Aquí no hay nada para comer, nada para beber y ya estamos hastiados de este insípido maná.

Entonces el Señor los castigó enviando serpientes venenosas, y muchos murieron.

El pueblo acudió a Moisés y llorando le dijo:

―Hemos pecado, al hablar contra el Señor y contra ti. Ora y pídele que eche de aquí estas serpientes.

Moisés entonces oró por el pueblo, y el Señor le dijo:

―Haz una serpiente de bronce y átala en un asta de bandera. Quienquiera que haya sido mordido vivirá con sólo mirar a la serpiente de bronce.

En camino a Moab

Moisés hizo la serpiente de bronce y todo el que era mordido y miraba a la serpiente de bronce se salvaba.

10 A continuación Israel viajó a Obot y acampó allí. 11 Luego siguieron viaje a Iyé Abarín, en el desierto, a corta distancia de Moab hacia el oriente, 12 y desde allí siguieron su camino hasta el valle del arroyo de Zéred y allí establecieron el campamento. 13 Luego se trasladaron al otro lado del río Arnón, cerca de la frontera de los amorreos. (El río Arnón es la línea limítrofe entre los moabitas y los amorreos. 14 Este hecho se menciona en el libro de los guerras del Señor, donde se dice que el valle del río Arnón y la ciudad de Waheb 15 están entre los amorreos y el pueblo de Moab:)

16 Entonces Israel viajó hasta Ber, que significa pozo. Este es el lugar donde el Señor le dijo a Moisés: «Convoca al pueblo y yo les daré agua». 17 Lo que ocurrió lo describe una canción que el pueblo canta:

«Brota, oh manantial; cantémosle al agua. 18 Este manantial los caudillos lo cavaron con sus bastones y sus palas».

Salieron del desierto y pasaron por Matana, 19 Najaliel y Bamot. 20 Luego entraron en los valles de la meseta de Moab hasta llegar a la cumbre del monte Pisgá, desde donde se puede ver el desierto.

Victoria sobre Sijón

21 Israel envió entonces embajadores al rey Sijón de los amorreos.

22 «Permítanos cruzar por su territorio —le pidieron—. No nos saldremos del camino real hasta que hayamos pasado las fronteras. No nos meteremos en los campos ni en los viñedos, ni beberemos el agua de sus pozos».

23 Pero el rey Sijón se negó. En vez de concederles el permiso, movilizó su ejército, y atacó a Israel en el desierto. Le presentó batalla en Yahaza. 24 Pero Israel lo derrotó y ocupó la tierra desde el río Arnón hasta el río Jaboc, es decir, hasta la frontera de los amonitas. Se detuvieron allí porque las ciudades amonitas estaban bien fortificadas.

25 De este modo Israel capturó todas las ciudades de los amorreos y vivió en ellas incluyendo la ciudad de Hesbón, 26 de la cual había sido rey Sijón, el que anteriormente había peleado contra el rey de Moab y había tomado toda la tierra de este hasta Arnón. 27 Los poetas de antaño se habían referido a Sijón con este poema:

«Vengan a Hesbón, capital de Sijón.

28 Porque de ella ha salido fuego, y ha devorado a la ciudad de Ar en Moab, en las alturas del río Arnón.

29 ¡Ay de ti, Moab! Pueblo de Quemós, ¡estás acabado!

Los hijos de Moab han huido, y sus hijas han sido capturadas por Sijón, rey de los amorreos.

30 Él ha devastado el reino de ellos, y ha perecido Hesbón hasta Dibón, y destruimos hasta Nofa y Medeba».

Victoria sobre el rey Og

31 Estando Israel en el país de los amorreos, 32 Moisés envió exploradores a observar el territorio de Jazer; luego capturó sus pueblos, y expulsó a los amorreos. 33 Más tarde se fueron a la ciudad de Basán, pero el rey Og de Basán se enfrentó a ellos en Edrey. 34 El Señor le dijo a Moisés que no tuviera temor, que el enemigo ya estaba vencido. «Lo mismo que le ocurrió al rey Sijón en Hesbón le ocurrirá al rey Og», —les dijo el Señor.

35 Y así ocurrió: Israel obtuvo la victoria y mató al rey Og, a sus hijos y a sus súbditos, ¡no quedó nadie vivo! Israel tuvo paso libre para tomar posesión de ese territorio.

22 El pueblo de Israel siguió su viaje hacia las llanuras de Moab y acampó al oriente del río Jordán, frente a Jericó. 2-3 Cuando el rey Balac de Moab (hijo de Zipor) se enteró del número de los israelitas, y se enteró de lo que le habían hecho a los amorreos, él y su pueblo tuvieron gran temor. Rápidamente consultaron a los jefes de Madián.

―Está muchedumbre va a comernos con la misma facilidad con que un buey come pasto —exclamaron los moabitas.

Entonces el rey Balac 5-6 envió mensajeros a Balán (hijo de Beor) quien vivía en su tierra natal de Petor, cerca del río Éufrates. En su mensaje el rey rogaba a Balán que fuera y les ayudara.

―Una multitud ha llegado de Egipto, cubren toda la superficie de nuestro país; y han acampado justo delante de mí —le decía—. Ven y maldícelos en mi nombre para que pueda echarlos de mi tierra. Sé que cuando tú bendices grandes bendiciones caen sobre ellos, y también sé que a quienes tú maldices les va mal en todo.

La comitiva, compuesta de algunos de los príncipes de Moab y de Madían, se presentó ante Balán, dinero en mano, y le refirieron las palabras de Balac.

―Quédense esta noche —dijo Balán—. Les contaré en la mañana lo que el Señor me ordene hacer.

Y así lo hicieron. Aquella noche el Señor vino y le preguntó a Balán:

―¿Quiénes son estos hombres?

10 ―Ellos han venido de parte del rey Balac de Moab —le explicó—. 11 El rey dice que un pueblo enorme ha venido de Egipto y ha llegado hasta sus fronteras. Quiere que yo vaya inmediatamente y los maldiga. Tiene la esperanza de que pueda vencerlos en la batalla si yo voy con ellos y maldigo a los invasores.

12 ―No lo hagas —le dijo el Señor—. No debes maldecirlos, porque ellos tienen mi bendición.

13 Al día siguiente Balán les dijo a los hombres:

―Váyanse, el Señor no me deja ir con ustedes.

14 Los embajadores del rey Balac regresaron e informaron al rey de la negativa de Balán. 15 Pero Balac insistió. Envió un número mayor y más distinguido de embajadores. 16-17 Estos se presentaron ante Balán y le dieron el siguiente mensaje:

―El rey Balac te ruega que vayas. Promete darte grandes honores y cualquier cantidad de dinero que pidas. Ven de inmediato, y maldice a ese pueblo.

18 Pero Balán replicó:

―Aunque Balac me ofreciera un palacio repleto de oro y plata, yo no podría hacer nada contrario a los mandamientos del Señor mi Dios. 19 Sin embargo, pasen aquí la noche para ver si el Señor añade algo a lo que me dijo antes.

20 Aquella noche el Señor le dijo a Balán:

―Levántate y ve con aquellos hombres, pero harás solamente lo que yo te ordene.

21 Al día siguiente Balán aparejó su burra y salió con los mensajeros del rey. 22 Pero Dios estaba enojado, y envió un ángel para que en el camino le diera muerte. Mientras Balán y los dos siervos cabalgaban juntos, 23 la burra de Balán vio repentinamente al ángel del Señor que estaba en el camino con una espada desenvainada. La burra se apartó del camino y entró en un campo, pero Balán la golpeó hasta que volvió al camino. 24 Nuevamente el ángel del Señor se paró en el lugar donde el camino se estrechaba entre dos muros de viñas. 25 Cuando la burra lo vio allí se espantó y apretó el pie de Balán contra la pared. Él azotó nuevamente a la burra.

26 Entonces el ángel del Señor siguió por el camino y se paró en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar por ningún lado. 27 Así que el animal no tuvo más remedio que echarse en el camino. En un arranque de ira, Balán la azotó nuevamente con su vara.

28 Entonces el Señor hizo que la burra hablara:

―¿Qué te he hecho; que me has castigado tres veces? —preguntó.

29 ―Es que tú me has hecho quedar como un necio —gritó Balán—. Si tuviera una espada conmigo te habría dado muerte.

30 ―¿Te he hecho alguna vez algo semejante en toda mi vida? —le preguntó la burra.

―No —reconoció Balán.

31 Entonces el Señor abrió los ojos de Balán y pudo ver al ángel parado en el camino con la espada desenvainada. El profeta cayó en tierra delante del ángel.

32 ―¿Por qué golpeaste a tu burra tres veces? —le preguntó el ángel—. He venido para detenerte porque vas caminando hacia la destrucción. 33 Tres veces la burra me vio y se apartó de mí. Si no hubiera sido por ella ciertamente ya te habría dado muerte, y ella habría salido con vida.

34 ―He pecado —confesó Balán—. No me di cuenta que estabas allí. Regresaré a casa si no quieres que siga adelante.

35 El ángel le dijo:

―Ve con esos hombres, pero hablarás solamente lo que yo te diga.

Balán, siguió con ellos.

36 Cuando el rey Balac oyó que Balán se acercaba, salió de la capital y se dirigió a encontrarlo en el río Arnón, en la frontera de su tierra.

37 ―¿Por qué te has demorado tanto? —le preguntó—. ¿No creíste cuando yo te dije que te daría grandes honores?

38 Balán replicó:

―He venido, pero no tengo poder para decir nada, salvo lo que el Señor me diga. Y eso es lo que haré.

39 Balán acompaño al rey hasta Quiriat Jusot, 40 donde el rey Balac dio animales a Balán y a los embajadores para que ofrecieran sacrificios. 41 A la mañana siguiente Balac llevó a Balán hasta la cumbre del monte de Ramot Baal, desde el cual podía ver a todo el pueblo de Israel esparcido delante de sí.

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