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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Apocalipsis 17-19

La mujer montada en la bestia

17 Luego, vino uno de los siete ángeles que tenía las siete copas y me dijo: «Ven, te voy a mostrar el castigo que recibirá la gran prostituta que está sentada a la orilla de muchas aguas. Los reyes de la tierra se han acostado con ella, y los hombres del mundo se emborracharon con el vino de su pecado sexual».

Después, por medio del Espíritu, el ángel me llevó al desierto. Allí vi a una mujer montada en una bestia roja de siete cabezas y diez cuernos. La bestia estaba cubierta con nombres que insultaban a Dios. La mujer estaba vestida con ropa de colores morado y rojo y llevaba adornos de oro, piedras preciosas y perlas. En la mano llevaba una copa dorada llena de porquerías y de las impurezas de su inmoralidad sexual. En su frente estaba escrito un nombre que tenía un significado secreto:

la gran ciudad de babilonia

madre de las prostitutas

y de todas las porquerías

de la tierra

Observé que la mujer estaba borracha, pues se había embriagado con la sangre del pueblo santo de Dios y de los que murieron por testificar de su fe en Jesús.

Cuando vi a la mujer, me asombré. Luego, el ángel me preguntó: «¿De qué te asombras? Te voy a explicar lo que significan la mujer y la bestia de siete cabezas y diez cuernos en la que ella estaba montada. La bestia que viste estuvo viva alguna vez, pero ya no. Está por salir del abismo y después será destruida. La gente que vive en la tierra y cuyos nombres nunca han estado escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se asombrará cuando vea a la bestia porque estuvo viva y ya no lo está, pero vendrá de nuevo.

»Se necesita ser sabio para entender esto: las siete cabezas de la bestia son los siete montes sobre los que está sentada la mujer y también son siete reyes. 10 Cinco de los reyes ya murieron, uno vive ahora, el otro todavía no ha llegado; pero cuando llegue, se quedará sólo por un corto tiempo. 11 La bestia que estuvo viva alguna vez, pero que ya no lo está, es el octavo rey. Ese octavo rey es también uno de los siete primeros reyes, y será destruido.

12 »Los diez cuernos que viste son diez reyes que todavía no han recibido poder para reinar. Recibirán ese poder para gobernar junto con la bestia durante una hora. 13 Todos estos diez reyes tendrán el mismo propósito: le darán su poder y autoridad a la bestia. 14 Pelearán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá porque él es Señor de señores y Rey de reyes. Él los vencerá, y los que están con él son sus fieles seguidores, a quienes él mismo eligió y llamó».

15 Entonces, el ángel me dijo: «Los ríos donde estaba sentada la prostituta, representan a todas las personas, razas, naciones y lenguas. 16 La bestia y los diez cuernos que viste odiarán a la prostituta y le quitarán todo lo que tiene dejándola desnuda. Se comerán su cuerpo y lo quemarán. 17 Dios hizo que los diez cuernos se pusieran de acuerdo en un sólo objetivo para poder cumplir el propósito de Dios: darle a la bestia su poder para gobernar hasta que se cumpla el plan de Dios. 18 La mujer que viste es la gran ciudad que gobierna a los reyes de la tierra».

La destrucción de Babilonia

18 Después de esto, vi a otro ángel que bajaba del cielo con gran poder y la tierra se iluminó con su esplendor. El ángel gritó muy fuerte:

«¡Ha sido destruida!
    ¡La gran ciudad de Babilonia ha sido destruida!
Ahora es un lugar para los demonios,
    un lugar para toda clase de espíritus malignos.
Una ciudad llena de aves impuras
    y de toda clase de animales sucios y abominables.
Pues ella hizo que todas las naciones bebieran
    del vino de su pecado sexual y de la ira de Dios.
Los reyes de la tierra se acostaron con ella.
    Los comerciantes se hicieron ricos con la extravagancia de sus lujos».

Después oí otra voz del cielo que decía:

«Pueblo mío, sal de esa ciudad
    para que no compartas sus pecados.
    Así no sufrirás ninguno de los desastres que llegarán a ella.
Los pecados de esa ciudad han llegado hasta el cielo.
    Dios no ha olvidado todo lo malo que ella hizo.
Trátenla como ella trató a los demás,
    y páguenle con el doble de lo que hizo.
Prepárenle un vino dos veces más fuerte
    que el que ella preparó para los demás.
Denle tanto tormento y sufrimiento
    como la gloria y el lujo que ella se dio a sí misma.
Pues se la pasa diciéndose:
    “Soy una reina sentada en su trono.
    No soy una viuda y nunca estaré de luto”.
Así que tan sólo en un día le caerán todas las plagas:
    enfermedades, luto y hambre.
Ella será destruida con fuego
    porque el Señor Dios que la juzgó es fuerte».

Los reyes de la tierra que cometieron pecado sexual con ella y que compartieron sus lujos, llorarán y se lamentarán cuando vean el humo de su cuerpo quemado. 10 Se quedarán lejos de ella por miedo a recibir su mismo sufrimiento, y le dirán:

«¡Qué terrible, muy terrible para ti, gran ciudad.
    Poderosa ciudad de Babilonia,
tu castigo llegó tan solo en una hora!»

11 Los comerciantes del mundo también llorarán y se lamentarán por ella, porque ya nadie comprará sus mercancías. 12 Vendían oro, plata, piedras preciosas, perlas, ropa de lino y de seda, y tela púrpura y roja; toda clase de maderas fragantes, y objetos hechos de marfil, de madera fina, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, especias aromáticas, incienso, mirra y perfumes; vino y aceite de oliva, harina fina y trigo, ganado y ovejas, caballos, carruajes, esclavos y almas de seres humanos. Y ellos dirán:

14 «¡Pobre de ti, Babilonia!
    Ya no tienes todas las cosas buenas que tanto deseaste.
Toda tu riqueza y tus lujos han desaparecido.
    Nunca más los recuperarás».

15 Los comerciantes que se habían vuelto ricos gracias a lo que le vendían a ella, se alejarán, pues tendrán miedo de recibir su mismo sufrimiento. Ellos llorarán y se lamentarán:

16 «¡Qué terrible!
    ¡Esto es muy terrible para la gran ciudad!
Se vestía con ropa de lino fino, de púrpura y de rojo.
    Llevaba oro, piedras preciosas y perlas.
17 Todas sus riquezas fueron destruidas en tan sólo una hora».

Todos los capitanes de barco y todos los que viajaban por mar, los marineros y todos los que traficaban en el mar, se alejaron de Babilonia. 18 Cuando vieron que salía humo de ella, decían: «¡Nunca hubo una ciudad como esta gran ciudad!» 19 Luego, se echaron polvo sobre la cabeza, llorando y lamentándose:

«¡Qué terrible!
    ¡Esto es muy terrible para la gran ciudad!
Todos los que tenían barcos en el mar se enriquecieron gracias a ella,
    ¡pero fue destruida en tan sólo una hora!
20 ¡Oh, cielo, alégrate!
    ¡Alégrense el pueblo de Dios[a],
    junto con los apóstoles y profetas
porque Dios castigó a la ciudad de Babilonia
    por todo lo que les hizo a ustedes!»

21 Entonces, un ángel muy fuerte vino y tomó una piedra tan grande como una piedra de molino. La arrojó al mar y dijo:

«Así será derribada la gran ciudad de Babilonia.
    Nunca más se le volverá a ver.
22 Nunca más se oirá en ti la música
    de arpas, flautas, trompetas, ni cantantes.
Nunca más se encontrará en ti un artesano.
    Nunca más se oirá el sonido de la piedra de molino.
23 En ti nunca más brillará
    la luz de una lámpara.
Nunca más se escuchará
    la voz de un novio o de una novia.
Tus comerciantes eran los más importantes de la tierra.
    Todas las naciones fueron engañadas por tu magia.
24 Babilonia fue la culpable de la muerte de los profetas y del pueblo de Dios,
    y de todos los que fueron asesinados en la tierra».

Alabanza en el cielo

19 Después de esto, escuché algo como el ruido de mucha gente en el cielo que decía:

«¡Alabado sea Dios![b]
La victoria, el honor y el poder son de nuestro Dios.
    Sus juicios son correctos y justos.
Él castigó a la gran prostituta
    que corrompió al mundo con su pecado sexual.
Dios castigó a la prostituta
    para cobrarle la muerte de sus siervos».

También decían:

«¡Alabado sea Dios!
    Ella se está quemando y su humo se elevará eternamente».

Luego, los 24 ancianos y las cuatro criaturas se arrodillaron y adoraron a Dios que estaba sentado en el trono, y decían:

«¡Así sea, alabado sea Dios!»

Luego, salió una voz del trono que decía:

«Alaben a nuestro Dios
    todos ustedes los que le sirven.
Alábenlo todos los que lo respetan,
    tanto grandes como pequeños».

Oí entonces voces como el ruido de mucha gente, como el sonido de una catarata o como el retumbar de los truenos, que decían:

«¡Alabado sea Dios!
    Porque el Señor ya comienza a reinar,
    nuestro Dios Todopoderoso.
Alegrémonos, seamos felices
    y alabémoslo,
porque ha llegado el momento de las bodas del Cordero.
    Su novia[c] ya está lista,
ha recibido lino fino
    y resplandeciente para vestirse».

El lino fino representa las acciones justas del pueblo santo.

Entonces, el ángel me dijo: «Escribe esto: “¡Afortunados los que fueron invitados a las bodas del Cordero!”» Luego me dijo: «Estas son las verdaderas palabras de Dios».

10 Me arrodillé a los pies del ángel para adorarlo, pero me dijo: «¡No hagas eso! Soy un siervo como tú y tus hermanos que siguen dando su testimonio sobre Jesús. ¡Adora a Dios! Quienes dan testimonio sobre Jesús tienen el espíritu de la profecía».

El jinete del caballo blanco

11 Después vi el cielo abierto y delante de mí había un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero porque juzga y combate con justicia. 12 Sus ojos eran como una llama de fuego y tenía muchas coronas en su cabeza. Tenía un nombre escrito en él, pero solamente él lo conocía. 13 Su ropa estaba empapada en sangre y su nombre era: La Palabra de Dios. 14 Los ejércitos del cielo lo seguían montados en caballos blancos. Estaban vestidos con lino blanco fino y puro. 15 De su boca salió una espada para vencer a las naciones. Las gobernará con vara de hierro y exprimirá las uvas en la pileta de la gran ira del Dios Todopoderoso. 16 Este nombre estaba escrito en su ropa y en su muslo:

Rey de reyes y Señor de señores.

17 Después, vi a un ángel que estaba de pie en el sol y gritaba a todas las aves del cielo: «Vengan y reúnanse para la gran cena de Dios. 18 Así ustedes podrán comerse los cuerpos de los reyes, los generales y los hombres famosos. Vengan a comer los cuerpos de los caballos y de sus jinetes y los cuerpos de toda la gente, esclavos y libres, grandes y pequeños».

19 Vi entonces a la bestia y a los reyes de la tierra junto con sus ejércitos reunidos para declararles la guerra al jinete del caballo y a su ejército. 20 Fueron capturados la bestia y el falso profeta que había hecho milagros delante de ella. Con esos milagros quería engañar a los que tenían la marca de la bestia y adoraban su imagen. La bestia y el falso profeta fueron arrojados vivos al lago de fuego donde arde el azufre. 21 Sus ejércitos fueron muertos con la espada que salía de la boca del jinete y todas las aves comieron sus cuerpos hasta quedar satisfechas.

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