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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Corintios 1-4

Pablo, apóstol de Jesucristo porque Dios así lo quiso, y nuestro hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que están en toda la región de Acaya.

Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan su amor y su paz.

El Dios de toda consolación

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación! Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a todos los que sufren, con el mismo consuelo que él nos prodigó.

Pues así como sufrimos abundantemente por Cristo, así de grande es el consuelo que él nos da. Si sufrimos es para que ustedes tengan consuelo y obtengan la salvación. Y si Dios nos ha consolado es para bien de ustedes, para que reciban el consuelo que les ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Tenemos una esperanza segura en ustedes, porque sabemos que participan tanto de nuestros sufrimientos como de nuestro consuelo.

Creo que deben conocer, hermanos, las tribulaciones que pasamos en Asia. Nos vimos tan aplastados bajo tanta presión, que temimos no salir de allí con vida. Nos pareció que estábamos ya sentenciados a muerte. Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios, que puede hasta resucitar a los muertos.

10 Él nos libró de la muerte y de la misma manera nos volverá a librar cuando sea necesario. En él hemos puesto nuestra esperanza. 11 Pero ustedes nos ayudaron también con sus oraciones, y juntos podremos elevar alabanzas a Dios al contestar él los ruegos por nuestra seguridad.

Pablo cambia de planes

12 Con gran satisfacción y sinceridad podemos afirmar que siempre hemos dependido de la gracia del Señor y no de nuestra sabiduría y que siempre hemos sido puros y sinceros en el mundo, especialmente en cuanto a la forma en que nos hemos comportado con ustedes. 13 Les escribimos de forma directa y fácil de comprender. Espero que me entiendan, 14 como ya han entendido, que pueden estar orgullosos de nosotros, de la misma manera que nosotros estaremos orgullosos de ustedes el día en que nuestro Señor Jesús regrese.

15 Estaba tan confiado en esto, que primero quise visitarlos a ustedes para serles de doble bendición, 16 es decir, hacer un alto en mi viaje a Macedonia y luego hacer lo mismo en el viaje de regreso. Así me podrían ayudar a seguir el viaje a Judea. 17 ¿Por qué cambié de planes? ¿Estaría de veras decidido? ¿O soy de los que dicen «sí» aunque por dentro están diciendo «no»?

18 Pues tan cierto como que Dios es fiel, él sabe que yo cumplo mi palabra. 19 Timoteo, Silvano y yo les hemos hablado de Jesucristo, el Hijo de Dios. Pues bien, Jesucristo no es de los que dicen «sí» y luego dicen «no». 20 Él hace lo que dice y cumple las promesas de Dios. Y nosotros, por medio de Cristo, respondemos «amén», para gloria de su nombre. 21 Ese Dios es precisamente el que nos mantiene firmes en Cristo, a ustedes y a nosotros. Él nos eligió 22 y ha puesto su marca en nosotros —marca que declara que le pertenecemos— y también ha puesto su Santo Espíritu en nuestros corazones como garantía de sus promesas.

23 Pongo a Dios por testigo de que todavía no he ido a visitarlos porque no quiero ser duro con ustedes. 24 No es que les estemos imponiendo la fe, sino que intentamos contribuir al gozo de ustedes. Pues ustedes se mantienen firmes por la fe.

En realidad, decidí no hacerles una visita que los dejara tristes, porque si los entristezco, ¿quién me alegrará después? Solamente ustedes, a los que habré entristecido. Precisamente por eso les escribí, para que al llegar no me entristecieran los que debían alegrarme. Estaba seguro de que la felicidad de ustedes estaba íntimamente ligada con la mía.

Y cuando les escribí, se me partía el corazón al hacerlo. Lo digo con sinceridad: lloré muchísimo. Mi intención no era hacerlos sufrir, pero tenía que demostrarles cuán grande es el amor que les tengo.

Perdón para el pecador

Aquel hombre, el causante de tanta tristeza, no me la causó sólo a mí sino también a ustedes, aunque yo exagere. Para él ya es bastante el castigo que la mayoría le impuso. Ya es hora de perdonarlo y consolarlo, no vaya a ser que se consuma de tanta tristeza. Les ruego que le muestren que todavía lo aman. Les escribí de aquella manera precisamente para ver hasta dónde me obedecían. 10 Yo perdonaré a cualquiera que perdonen. Y lo que yo haya perdonado, si algo tenía que perdonar, lo he hecho por ustedes delante de Cristo, 11 para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues ya conocemos sus malas intenciones.

Ministros del nuevo pacto

12 Bien, cuando llegué a la ciudad de Troas, el Señor me proporcionó formidables oportunidades para predicar el evangelio de Cristo. 13 Pero Tito, mi amado hermano, no estaba allí cuando llegué. Tan intranquilo me puso esto que me despedí y fui a buscarlo a Macedonia.

14 Pero, ¡gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo! y dondequiera que vamos nos usa para hablar a otros y para esparcir el evangelio como perfume fragante.

15 Para Dios somos como la fragancia de Cristo; olor que llega a los que se salvan y a los que se pierden. 16 Para estos, somos un olor de muerte que lleva la muerte; pero para los otros, somos un olor de vida que lleva a la vida. Y ¿quién está perfectamente capacitado para una tarea como esta? 17 Nosotros fuimos enviados por Dios para anunciar el evangelio con sinceridad delante de Dios, porque estamos unidos a Cristo. No somos como esos que predican la palabra de Dios por lucro.

¿Ya comenzamos a hablar bien de nosotros mismos? ¿Estamos como algunos que llevan consigo cartas de recomendación para ustedes o de ustedes? ¿Será que las necesitamos nosotros? Nuestra mejor carta son ustedes mismos. Esa carta está escrita en nuestro corazón y todo el mundo la conoce. Ustedes son una carta de Cristo escrita por nosotros, no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no fue labrada en piedra, sino en las tablas del corazón humano.

Esta es la confianza que tenemos delante de Dios, por medio de Cristo.

No porque creamos que por nosotros mismos podemos hacer las cosas. Dios es la fuente de nuestro poder. Él nos ha capacitado para que seamos siervos del nuevo pacto, no basado en la ley sino en la obra del Espíritu, porque la ley condena a muerte, pero el Espíritu da vida.

La gloria del nuevo pacto

El ministerio que conducía a la muerte fue grabado en piedras; era tan glorioso que el pueblo no podía fijar la vista en el rostro de Moisés. Esto se debía a que el rostro le resplandecía con la gloria de Dios, si bien aquella brillantez ya se estaba desvaneciendo.

¿No debemos esperar una gloria mucho mayor en estos días del ministerio del Espíritu Santo? Si el ministerio que conducía a la condenación fue tan glorioso, cuánto más glorioso será el ministerio que justifica al hombre ante Dios.

10 En realidad, lo que fue glorioso es insignificante si se lo compara con esta supereminente gloria. 11 Y si lo que era perecedero tuvo gloria, mucho más la tendrá lo que permanece.

12 Y como tenemos esta esperanza, podemos predicar con plena libertad. 13 No como Moisés, que se cubría el rostro con un velo para que los israelitas no vieran que la gloria se le desvanecía. 14 Sin embargo, aun hoy día, cuando leen el Antiguo Testamento, parecen tener el corazón y la mente cubiertos por ese mismo velo. Sólo Cristo puede quitarles el velo para que entiendan. 15 Sí, todavía hasta el día de hoy, siempre que leen los escritos de Moisés, un velo les cubre el entendimiento.

16 Pero cuando una persona se vuelve al Señor, el velo se le quita, 17 porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad. 18 Así que todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos la gloria del Señor como si fuéramos espejos. Y el Espíritu del Señor nos va transformando de gloria en gloria, y cada vez nos parecemos más a él.

Tesoros en vasijas de barro

Dios, en su misericordia, es el que nos permite servirle, y por eso no nos damos nunca por vencidos. No engañamos a nadie, ni cambiamos la palabra de Dios. No tenemos de qué avergonzarnos, ni hacemos maldades a escondidas. Al contrario, delante de Dios hablamos y proclamamos la verdad ante todas las personas.

Si algunos no entienden nuestro evangelio, son aquellos que están perdidos, pues el dios de este mundo los ha cegado y no pueden contemplar la gloriosa luz de la buena noticia acerca de Cristo que brilla ante ellos. Cristo es la imagen de Dios.

Nosotros no predicamos acerca de nosotros mismos; anunciamos que Jesucristo es el Señor. Lo único que decimos de nosotros es que somos siervos de ustedes por amor a Jesús. Porque Dios, que dijo: «Resplandezca la luz en las tinieblas», hizo brillar su luz en nuestros corazones y nos ha hecho comprender que es el resplandor de su gloria lo que brilla en el rostro de Cristo.

Pero este precioso tesoro lo guardamos en una vasija de barro. Es así para que sea obvio que este glorioso poder viene de Dios y no de nosotros.

Estamos acosados por problemas, pero no estamos vencidos. Enfrentamos grandes dificultades, pero no nos desesperamos. Nos persiguen, pero Dios no nos abandona nunca. Nos derriban, pero no nos pueden destruir. 10 Por dondequiera que vamos, este cuerpo nuestro se enfrenta a la muerte al igual que Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nosotros. 11 A diario corremos peligro de muerte por servir a Jesús, para que también en nosotros se vea la vida que Jesús da. 12 En conclusión: La muerte actúa en nosotros y en ustedes se hace presente la vida.

13 Con esa actitud de quienes creen en Dios, nosotros declaramos lo que creemos. Como está escrito: «Creí y por eso hablé». 14 Sabemos que el mismo Dios que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús, y junto con ustedes nos llevará a su presencia. 15 Lo que padecemos es por el bien de ustedes. Y mientras más sean los que reciban el amor de Dios, más gracias habrá que dar a Dios por su gran bondad, y mayor gloria recibirá el Señor.

16 Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más. 17 Pues nuestros pequeños y pasajeros sufrimientos producen una gloria eterna más grande y abundante. 18 Por lo tanto, no nos importa lo que ahora se ve, sino que fijamos la mirada en lo que todavía no vemos. Porque lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve no cesará jamás.

Nueva Biblia Viva (NBV)

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