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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Hechos 11-13

Pedro explica su comportamiento

11 La noticia de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios no tardó en llegar a oídos de los apóstoles y de los demás hermanos de Judea. Cuando Pedro llegó a Jerusalén, los creyentes judíos le armaron una discusión.

―¿Por qué anduviste con gentiles y hasta comiste con ellos? —le preguntaron. Pedro se limitó a contarles los pormenores del caso.

―Un día, en Jope —les dijo—, mientras oraba, se me presentó una visión: del cielo bajaba un gran lienzo atado por las cuatro puntas. Sobre el lienzo había toda clase de cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Entonces escuché una voz que me dijo: “Levántate Pedro, mata y come”. “Señor, no”, repliqué, “porque nunca he comido nada que sea impuro o inmundo”. Entonces la voz me dijo: “Lo que Dios ha limpiado, no lo llames impuro”. 10 La visión se repitió dos veces más. Luego el lienzo y todo lo que contenía desapareció en el cielo.

11 »En aquel mismo instante llegaron a la casa donde yo estaba tres hombres que venían a verme desde Cesarea. 12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Estos seis hermanos que están aquí conmigo me acompañaron y llegamos a la casa de cierto hombre. 13 Aquel hombre nos contó cómo un ángel se le había aparecido y le había dicho que enviara mensajeros a Jope a buscar a un tal Simón Pedro. 14 El ángel le aseguró que yo le diría cómo él y su familia podrían alcanzar la salvación.

15 »Pues bien, cuando apenas estaba comenzando a contarles las buenas noticias, el Espíritu Santo cayó sobre ellos de la misma forma en que cayó sobre nosotros al principio. 16 Eso me hizo recordar las palabras del Señor: “Sí, Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. 17 Ahora, díganme, si Dios mismo les dio a los gentiles el mismo don que nos dio a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?».

18 Aquellas palabras bastaron para acallar las objeciones, y alabaron a Dios.

―Sí —exclamaban—, Dios ha concedido también a los gentiles el volverse a él para recibir la vida.

La iglesia en Antioquía

19 Los creyentes que habían huido de Jerusalén durante la persecución después de la muerte de Esteban, fueron a parar a Fenicia, Chipre y Antioquía. A lo largo del camino fueron esparciendo las buenas noticias, pero sólo entre los judíos. 20 Sin embargo, varios de los creyentes que fueron a Antioquía desde Chipre y Cirene, comunicaron también las buenas noticias acerca del Señor Jesús a los griegos. 21 El poder del Señor estaba con ellos y muchas personas se hicieron creyentes y se convirtieron al Señor.

22 Cuando la iglesia de Jerusalén se enteró de lo que estaba pasando, enviaron a Bernabé a Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio las maravillas que Dios estaba haciendo, lleno de alegría alentó a los creyentes a permanecer fieles al Señor. 24 Bernabé era bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un gran número de personas fue añadido al Señor.

25 Después Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y lo llevó a Antioquía, 26 donde permanecieron juntos un año entero con la iglesia, dedicados a enseñar a mucha gente.

Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron cristianos a los discípulos.

27 En aquellos días llegaron a Antioquía, procedentes de Jerusalén, varios profetas. 28 Uno de ellos, Ágabo, se puso de pie y predijo por medio del Espíritu que iba a haber una gran hambre en todo el mundo (predicción que se cumplió durante el reinado de Claudio).

29 Los discípulos decidieron enviar ayuda a los hermanos de Judea, para lo cual cada uno contribuyó en la medida de sus fuerzas. 30 Y luego encomendaron a Bernabé y a Saulo la tarea de llevar las ofrendas a los ancianos.

Pedro escapa milagrosamente de la cárcel

12 En aquellos días el rey Herodes hizo arrestar a algunos de la iglesia para maltratarlos. Y mandó matar a Jacobo, hermano de Juan. Al ver que con eso había agradado a los judíos, arrestó a Pedro durante la celebración de la Pascua. Lo puso en prisión bajo la custodia de dieciséis soldados. La intención de Herodes era hacerle un juicio público a Pedro después de la Pascua.

La iglesia, al enterarse, se entregó a orar ferviente y constantemente por Pedro, mientras estaba en prisión.

La noche antes del juicio, cuando Pedro dormía encadenado entre dos soldados, mientras los demás custodiaban la entrada de la prisión, una luz repentina inundó la celda y un ángel del Señor se paró junto a Pedro. El ángel, tras darle unas palmadas en el costado para despertarlo, le dijo: «¡Levántate! ¡Rápido!». Y las cadenas se le cayeron de las manos. «¡Vístete y ponte el calzado! —le ordenó el ángel—. Ponte ahora el manto y sígueme».

Entonces Pedro salió de la prisión tras el ángel. Aquello no le parecía real; para él no era más que una visión.

10 Cruzaron la primera y la segunda guardias y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. Esta se les abrió automáticamente. Caminaron juntos unas cuadras, tras lo cual el ángel lo dejó solo.

11 Fue entonces cuando Pedro comprendió la realidad: «No cabe duda», se dijo. «El Señor ha enviado a su ángel a salvarme de Herodes y de lo que los judíos esperaban hacer conmigo».

12 Con este pensamiento, fue a casa de María, la madre de Juan Marcos, donde muchos estaban reunidos orando. 13 Tocó a la puerta del patio.

14 Una muchacha llamada Rode fue a abrir, pero al reconocer la voz de Pedro se emocionó tanto que sin abrir corrió llena de alegría a informar a los demás que Pedro estaba a la puerta.

15 ―¿Estás loca? —le dijeron.

Pero como la muchacha insistía en afirmarlo, argumentaron:

―Ha de ser su ángel.

16 Mientras tanto, Pedro seguía tocando a la puerta. Cuando finalmente la abrieron, se quedaron pasmados de sorpresa. 17 Pero él, después de hacerles señas para que se callaran, les relató cómo el Señor lo había libertado de la cárcel.

―Mándenle a decir a Jacobo y a los hermanos lo que ha ocurrido —les dijo—, y se fue a otro lugar.

18 Al despuntar el alba, se armó un gran alboroto en la cárcel. ¿Qué se había hecho Pedro? 19 Y cuando Herodes lo mandó buscar y no lo halló, hizo responsables a los guardias y los sentenció a muerte. Después se fue a vivir un tiempo en Cesarea.

Muerte de Herodes

20 Una delegación de Tiro y Sidón fue a verlo a Cesarea. Herodes estaba enojado con los habitantes de esas dos ciudades, pero los miembros de la delegación se compraron la amistad de Blasto, el secretario del rey, y solicitaron la paz, porque sus ciudades dependían económicamente del comercio con el territorio de Herodes.

21 Herodes les concedió audiencia y el día señalado se vistió sus mantos reales, se sentó en el trono y pronunció un discurso ante ellos. 22 La gente gritaba: «¡Ha hablado un dios, no un hombre!». 23 En aquel mismo instante un ángel del Señor lo hirió con una enfermedad tan terrible que Herodes murió comido por los gusanos. ¡Todo por no darle la gloria a Dios!

24 La palabra de Dios se propagaba y se extendía.

25 Bernabé y Saulo, que estaban de visita en Jerusalén, concluyeron su servicio allí y regresaron a Antioquía, llevando con ellos a Juan, al que le decían también Marcos.

Despedida de Bernabé y Saulo

13 En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros Bernabé, Simeón el Negro, Lucio de Cirene, Manaén (hermano de crianza del tetrarca Herodes) y Saulo.

Un día en que estos hombres estaban adorando al Señor y ayunando, el Espíritu Santo dijo:

―Apártenme a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que los he llamado.

Después de ayunar y orar, pusieron las manos sobre ellos y los despidieron.

En Chipre

Dirigidos por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y de allí navegaron a Chipre. Juan viajaba con ellos como ayudante.

Después de predicar la palabra de Dios en la sinagoga de los judíos que había en Salamina, fueron recorriendo toda la isla hasta llegar a Pafos, donde conocieron a cierto mago y falso profeta judío llamado Barjesús. Este estaba muy cerca del gobernador Sergio Paulo, hombre de gran entendimiento. El gobernador invitó a Bernabé y a Saulo porque deseaba escuchar la palabra de Dios. Pero Elimas el mago (así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al gobernador, se puso en contra de ellos.

Entonces Saulo (que también se llama Pablo), lleno del Espíritu Santo, clavó los ojos en el mago y le dijo: 10 «Hijo del diablo, mentiroso y villano, enemigo de toda justicia, ¿hasta cuándo vas a torcer los caminos rectos del Señor? 11 La mano de Dios se está levantando contra ti y quedarás temporalmente ciego».

Instantáneamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas, y comenzó a andar a tientas, suplicando que alguien le tomara la mano y lo guiara.

12 Cuando el gobernador vio aquello, creyó, maravillado de la enseñanza del Señor.

En Antioquía de Pisidia

13 Pablo y los que andaban con él zarparon de Pafos y desembarcaron en Perge de Panfilia. Allí Juan los abandonó para regresar a Jerusalén, 14 pero Bernabé y Pablo continuaron su viaje hasta Antioquía de Pisidia.

Al llegar el día de reposo, asistieron a la sinagoga y se sentaron. 15 Después de la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron el siguiente mensaje: «Hermanos, si tienen alguna enseñanza de aliento para el pueblo, tomen la palabra».

16 Pablo se puso entonces de pie, los saludó con la mano, y les dijo: «Varones de Israel, y cualquiera que tema al Señor, escúchenme. 17-18 El Dios de la nación israelita escogió a nuestros antepasados y, después de enaltecerlos en Egipto, rescatándolos milagrosamente de la esclavitud, los estuvo alimentando durante cuarenta años en el desierto. 19 Luego destruyó siete naciones de Canaán y le dio a Israel aquel territorio como herencia.

20 »Después de esto, durante unos cuatrocientos cincuenta años, les estuvo dando jueces que los gobernaran, hasta los días del profeta Samuel. 21 Entonces, el pueblo pidió un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que reinó cuarenta años. 22 Dios lo quitó y puso en su lugar a David, hombre de quien Dios mismo dijo: “David, hijo de Isaí, es un hombre conforme a mi corazón y me obedecerá”.

23 »Precisamente, uno de los descendientes del rey David, Jesús, es el Salvador que Dios le prometió a Israel. 24 Antes que él viniera, Juan el Bautista proclamó la necesidad que tenían los israelitas de arrepentirse de sus pecados. 25 Al final de su carrera, Juan declaró: “¿Creen ustedes acaso que soy el Mesías? ¡No! Pero él vendrá pronto. En comparación con él yo no valgo nada”.

26 »Hermanos, descendientes de Abraham, y cualquier gentil que reverencie a Dios: esta salvación es para todos nosotros. 27 Los que vivían en Jerusalén y sus jefes cumplieron las profecías al condenar a Jesús. Ellos no lo reconocieron, a pesar de que escuchaban la lectura de los profetas todos los sábados. 28 Como no hallaban ninguna causa justa para condenarlo, buscaron la manera de que Pilato lo matara. 29 Después de que se cumplieron las profecías acerca de la muerte del Mesías, lo bajaron de la cruz y lo colocaron en una tumba. 30 Pero Dios lo resucitó, 31 Y muchos de los hombres que lo habían acompañado a Jerusalén desde Galilea, lo vieron varias veces. Y aquellos hombres ahora son sus testigos ante el pueblo.

32-33 »Nosotros hemos venido aquí para darles a conocer la buena noticia de que Dios, al resucitar a Jesús, ha cumplido la promesa que les había hecho a nuestros antepasados, y la ha hecho realidad para nosotros. El salmo segundo expresa lo siguiente:

»“Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado”.

34 »Dios había prometido que lo levantaría de entre los muertos y no volvería a morir. Así lo declaran las Escrituras:

»“Yo cumpliré las bendiciones santas y seguras que le prometí a David”.

35 »En otro pasaje dice:

»“Dios no dejará que su santo se pudra”.

36 »Por cierto, después que David sirvió a su generación de acuerdo con la voluntad de Dios, murió, fue enterrado con sus antepasados y su cuerpo se descompuso. 37 Pero aquel a quien Dios resucitó, no sufrió la corrupción de su cuerpo. 38-39 ¡Hermanos! ¡Escúchenme! ¡Por medio de Jesús se les anuncia el perdón de los pecados! A cualquiera que crea en él se le declara justo, lo cual la ley de Moisés nunca pudo hacer. 40 ¡Cuidado! Procuren que las siguientes palabras de los profetas no se apliquen a ustedes:

41 »“Miren, asómbrense y perezcan, burlones. Porque en los días de ustedes estoy realizando una obra que no creerán cuando alguien se la anuncie”».

42 Al salir de la sinagoga, les pidieron que regresaran a hablarles la siguiente semana. 43 Pero muchos judíos y gentiles piadosos que adoraban en la sinagoga siguieron a Pablo y a Bernabé, y estos les aconsejaron que permanecieran fieles en la gracia que Dios les ofrecía.

44 A la semana siguiente, casi la ciudad entera fue a escucharlos predicar la palabra de Dios. 45 Pero cuando los judíos vieron el gentío, llenos de celos se pusieron a blasfemar y a rebatir las palabras de Pablo.

46 Entonces Pablo y Bernabé valientemente les dijeron: «Era necesario que las buenas noticias de Dios las conocieran primero ustedes los judíos. Pero como las rechazan y se muestran indignos de la vida eterna, no nos queda otro remedio que ofrecérselas a los gentiles. 47 Después de todo, el Señor nos lo ha ordenado:

»“Te he convertido en luz que ilumina a los gentiles y, por lo tanto, les has de llevar la salvación hasta lo más recóndito del mundo”».

48 Al oír esto los gentiles sintieron una gran alegría y celebraron la palabra del Señor. Y creyeron los que estaban destinados para obtener la vida eterna. 49 Y el mensaje de Dios se propagó en toda aquella región.

50 Pero un día, los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los jefes de la comunidad, y persiguieron a Pablo y Bernabé y los expulsaron de la localidad. 51 Ellos se sacudieron entonces el polvo de los pies, como señal, contra la ciudad y se fueron a Iconio. 52 Y sus discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.

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