Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Beginning

Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Juan 5-6

Jesús sana a un inválido

Algún tiempo después, Jesús regresó a Jerusalén, donde se celebraba una fiesta de los judíos.

Allí en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, había un estanque rodeado de cinco pórticos. El estanque, se llamaba en arameo, Betzatá.

En los pórticos estaban acostados muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban que se moviera el agua. De cuando en cuando un ángel del Señor bajaba al estanque y movía el agua. El primero que se metía al agua después de que había sido removida, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. Entre ellos había un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años.

Cuando Jesús lo vio allí acostado y supo que tenía mucho tiempo de estar enfermo, le preguntó:

―¿Quieres curarte?

El enfermo respondió:

―Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se remueve el agua. Cada vez que trato de hacerlo otro se me adelanta.

Jesús le dijo:

―Levántate, recoge tu camilla y anda.

En ese mismo momento el hombre quedó sano. De inmediato tomó su camilla y comenzó a andar.

Y ese día era sábado. 10 Por eso los judíos le dijeron al hombre que había sido sanado:

―Hoy es sábado, y no está permitido que andes cargando tu camilla.

11 Él les respondió:

―El que me sanó me dijo: “Recoge tu camilla y anda”.

12 Ellos le preguntaron:

―¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recoge tu camilla y anda”?

13 El hombre no sabía quién lo había sanado, pues Jesús ya había desaparecido entre la multitud que había en el lugar. 14 Jesús encontró después al hombre en el templo y le dijo:

―Mira, ahora ya estás sano. No vuelvas a pecar porque te puede ocurrir algo peor.

15 El hombre se fue y les dijo a los judíos que Jesús era el que lo había sanado.

Vida mediante el Hijo

16 Por estas cosas los judíos perseguían a Jesús, por hacerlas en sábado.

17 Pero Jesús les dijo:

―Mi Padre siempre trabaja y por eso yo también trabajo.

18 Por esto los judíos trataban aún más de matarlo, ya que desobedecía la ley acerca del sábado y decía que Dios era su Padre, con lo cual se hacía igual a Dios. 19 Entonces Jesús les dijo:

―Les aseguro que el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que hace su padre, porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo. 20 El padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace. Le mostrará cosas aun más grandes que estas y los dejará a ustedes asombrados. 21 Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, de la misma manera también el Hijo le da vida a quien él quiere. 22 Y el Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo el poder para juzgar, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que se niega a honrar al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió.

24 »Les aseguro que el que presta atención a lo que digo y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado, porque ha pasado de la muerte a la vida. 25 Les aseguro que ya viene la hora, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. 26 El Padre tiene vida en sí mismo y ha permitido que el Hijo tenga también vida en sí mismo, 27 y le ha dado autoridad para que juzgue, ya que es el Hijo del hombre.

28 »No se sorprendan por esto, porque viene la hora en que todos los muertos oirán su voz, 29 y saldrán de los sepulcros. Los que han hecho lo bueno resucitarán para tener vida, pero los que han hecho lo malo resucitarán para ser juzgados. 30 Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo por lo que oigo, y mi juicio es correcto, porque está de acuerdo con la voluntad del que me envió y no de acuerdo con mi propia voluntad.

Los testimonios a favor del Hijo

31 »Si yo hablara en mi favor, ese testimonio no tendría valor. 32 Pero es otro el que habla en mi favor, y me consta que tiene valor el testimonio que él da de mí.

33 »Ustedes enviaron a preguntarle a Juan, y él dio un testimonio que tiene valor. 34 No se trata de que yo necesite el testimonio de un hombre; más bien digo esto para que ustedes sean salvos. 35 Juan era una lámpara encendida que alumbraba, y ustedes quisieron disfrutar de su luz por un tiempo.

36 »Yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, pues lo que el Padre me ha encomendado hacer es lo que estoy haciendo y es lo que demuestra que el Padre me ha enviado. 37 Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Pero ustedes nunca han oído su voz ni han visto su figura, 38 ni vive su palabra en ustedes, porque no han creído en aquel a quien él envió.

39 »Ustedes estudian con cuidado las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. Y son ellas las que hablan de mí. 40 Sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener vida eterna.

41 »Yo no acepto la gloria de los hombres, 42 porque los conozco a ustedes y sé que no aman realmente a Dios. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me aceptan. En cambio, si otro viniera por su propia cuenta, a ese sí lo aceptarían. 44 ¿Cómo van a creer, si unos a otros se rinden gloria pero no buscan la gloria del Dios único?

45 »Pero no crean que yo voy a acusarlos con mi Padre. Moisés será el que los acuse, ya que en él tienen puesta su confianza. 46 Si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. 47 Pero como no creen lo que él escribió, ¿cómo van a creer lo que yo les digo?».

Jesús alimenta a los cinco mil

Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea o de Tiberíades. Mucha gente lo seguía, porque veía las señales milagrosas que él hacía en los enfermos. Entonces Jesús subió a una colina y se sentó con sus discípulos. Faltaba poco tiempo para la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando Jesús alzó la vista, vio mucha gente que venía hacía él; entonces le dijo a Felipe:

―¿Dónde vamos a comprar pan para tanta gente?

Dijo esto para ponerlo a prueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer.

Felipe respondió:

―Ni con el salario de ocho meses de trabajo nos alcanzaría para darle un pedazo de pan a tanta gente.

Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón Pedro, le dijo:

―Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es esto para tanta gente?

10 Jesús les ordenó:

―Díganle a la gente que se siente.

Allí había mucha hierba, así que todos se sentaron. Sólo los hombres eran como cinco mil. 11 Jesús tomó los panes, dio gracias y los fue repartiendo a los que estaban sentados. Luego hizo lo mismo con los pescados. Todos comieron cuanto quisieron.

12 Cuando ya todos estuvieron satisfechos, les dijo a sus discípulos:

―Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada.

13 Ellos los recogieron, y con los pedazos que sobraron de los panes, llenaron doce canastas.

14 Al darse cuenta de la señal milagrosa que Jesús realizó, la gente comenzó a decir:

―No cabe duda de que este es el profeta que tenía que venir al mundo.

15 Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo su rey, por lo que se retiró otra vez a la montaña él solo.

Jesús camina sobre el agua

16 Al anochecer, sus discípulos bajaron al lago, 17 subieron a una barca y comenzaron a cruzar el lago rumbo a Capernaúm. Ya había oscurecido y Jesús todavía no regresaba.

18 Soplaba un fuerte viento que levantó unas olas muy altas. 19 Los discípulos habían remado unos cinco o seis kilómetros cuando vieron que Jesús caminaba sobre el agua. Él venía hacia la barca y ellos se asustaron. 20 Pero él les dijo: «Soy yo, no tengan miedo». 21 Entonces lo recibieron con gusto en la barca y en seguida la barca llegó a la orilla a donde iban.

22 Al día siguiente, la gente que se había quedado en el otro lado del lago se dio cuenta de que los discípulos se habían ido solos en la única barca que había y que Jesús no se había ido en la barca con ellos. 23 Otras barcas de Tiberíades llegaron al lugar donde la gente había comido el pan después que el Señor diera gracias. 24 Cuando la gente se dio cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subió a las barcas y se fue a buscarlo a Capernaúm.

Jesús, el pan de vida

25 Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron:

―Maestro, ¿cuándo llegaste acá?

26 Jesús les respondió:

―La verdad es que ustedes me buscan, no porque han visto señales milagrosas sino porque comieron hasta llenarse. 27 No trabajen por la comida que se acaba. Trabajen más bien por la comida que permanece y da vida eterna, que es la comida que el Hijo del hombre les dará. Sobre él ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.

28 Le preguntaron:

―¿Qué tenemos que hacer para llevar a cabo las obras que Dios exige?

29 Jesús les respondió:

―La obra que Dios exige es que crean en aquel a quien él envió.

30 Ellos insistieron:

―¿Qué señal milagrosa harás para que al verla te creamos? ¿Qué puedes hacer? 31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Les dio a comer pan del cielo”.

32 Jesús les respondió:

―Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo. Mi Padre es el que da el verdadero pan del cielo. 33 El pan que da Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

34 Le dijeron:

―Señor, danos siempre ese pan.

35 Jesús les dijo:

―Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre, y el que cree en mí no volverá a tener sed. 36 Pero como ya les dije, aunque ustedes me han visto, no creen en mí. 37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que viene a mí, no lo rechazo. 38 Yo he venido del cielo a cumplir la voluntad del que me envió y no la mía. 39 Y esta es la voluntad del que me envió: que no pierda a ninguno de los que él me ha dado, sino que los resucite en el día final, 40 porque mi Padre quiere que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

41 Entonces los judíos empezaron a murmurar contra Jesús, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo». 42 Y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo se atreve a decir que él bajó del cielo?».

43 Jesús les respondió:

―Dejen de murmurar. 44 Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trae, y yo lo resucitaré en el día final. 45 En los profetas está escrito: “Dios les enseñará a todos”. Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí. 46 Nadie ha visto al Padre, sólo el que viene de Dios ha visto al Padre. 47 Les aseguro que el que cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y aun así murieron. 50 Pero yo soy el pan que baja del cielo; el que come de él, no muere. 51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.

52 Entonces los judíos se pusieron a discutir entre ellos, diciendo: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».

53 Jesús les dijo:

―Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen realmente vida. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre vive unido a mí y yo vivo unido a él. 57 Yo vivo por el Padre viviente que me envió; por eso, el que come de mí, vivirá por mí. 58 Yo soy el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y, sin embargo, murieron; pero el que come de este pan vivirá para siempre.

59 Jesús enseñó todo esto en la sinagoga de Capernaúm.

Muchos discípulos abandonan a Jesús

60 Al escucharlo, muchos de sus discípulos dijeron: «Esto que tú enseñas es muy difícil de aceptar. ¿Quién puede estar de acuerdo con eso?».

61 Jesús comprendió que los discípulos estaban murmurando por lo que había dicho y les preguntó:

―¿Esto les ofende? 62 ¿Qué pasaría si vieran al Hijo del hombre subir a donde antes estaba? 63 El Espíritu es el que da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que yo les he dicho son espíritu y vida. 64 Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen.

Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo traicionaría. Por eso dijo:

65 ―A eso me refería cuando les dije que nadie puede venir a mí, a menos que el Padre se lo permita.

66 Desde ese momento muchos de sus discípulos lo abandonaron. Entonces, Jesús les preguntó a los doce:

67 ―¿También ustedes quieren irse?

68 Simón Pedro le contestó:

―Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído, y sabemos que eres el Santo de Dios.

70 Jesús les respondió:

―Yo los escogí a ustedes doce, pero uno de ustedes es un diablo.

71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que lo iba a traicionar.

Nueva Biblia Viva (NBV)

Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.