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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Samuel 16-18

David y Siba

16 David acababa de pasar por la cima del monte cuando Siba, el administrador de la casa de Mefiboset, lo alcanzó. Llevaba dos burros cargados con doscientos panes, un centenar de tortas de uvas pasas, cien frutas de la estación y un pequeño barril de vino.

―¿Para qué es esto? —preguntó el rey a Siba.

Y Siba le respondió:

―Los burros son para que la familia de mi señor, el rey, monte en ellos; el pan y las frutas son para que sus soldados coman. El vino deben llevarlo al desierto por si alguno desfallece de sed.

―¿Y dónde está Mefiboset? —le preguntó el rey.

―Se ha quedado en Jerusalén —respondió Siba—. Él dijo: “Ahora podré ser rey. Hoy recobraré el reino de Saúl mi abuelo”.

―En ese caso —dijo el rey a Siba—, te doy todo lo que él posee.

―Gracias, gracias, mi señor, el rey —respondió Siba.

Simí maldice a David

Cuando David y su compañía pasaron por Bajurín, un hombre salió del pueblo, maldiciéndolo. Era Simí hijo de Guerá, miembro de la familia de Saúl. A la vez que arrojaba piedras contra el rey y sus siervos, y contra todos los guerreros que lo acompañaban, le gritaba al rey:

7-8 ―¡Largo de aquí, asesino sanguinario! ¡El Señor te está castigando por haber asesinado a Saúl y a toda su familia! ¡Tú le quitaste el trono, y ahora el Señor se lo ha dado a tu hijo Absalón! ¡Por fin probarás tu propia medicina, asesino!

―¿Por qué ese perro muerto maldice a mi señor, el rey? —preguntó Abisay hijo de Sarvia—. ¡Deme permiso para ir y cortarle la cabeza!

10 ―No —dijo el rey—. Si el Señor le ha permitido que me maldiga, ¿quién soy yo para oponerme? 11 Mi propio hijo está tratando de matarme, y este benjaminita solamente me maldice. Déjenlo tranquilo, porque sin duda el Señor le ha dicho que lo haga. 12 Quizá el Señor tenga en cuenta mi profundo dolor, y en vez de maldiciones envíe bendiciones sobre mí.

13 David y sus hombres siguieron su marcha, y Simí los siguió hasta una colina cercana, maldiciendo y arrojando piedras contra David y lanzando polvo al aire. 14 El rey y todos los que estaban con él llegaron extenuados a Bajurín, de modo que descansaron allí.

El consejo de Husay y Ajitofel

15 Mientras tanto, Absalón y sus hombres llegaron a Jerusalén acompañados por Ajitofel. 16 Cuando el amigo de David, Husay el arquita llegó, fue inmediatamente a ver a Absalón.

―¡Que Dios dé larga vida al rey! —exclamó—. ¡Que viva el rey!

17 ―¿Es esta tu manera de tratar a tu amigo David? —le preguntó Absalón—. ¿Por qué no te fuiste con él?

18 ―Porque yo trabajo para el hombre que ha sido escogido por el Señor y por Israel —respondió Husay—. 19 Debo estar aquí. Yo ayudé a su padre y ahora lo serviré a usted.

20 Absalón se volvió a Ajitofel y le preguntó:

―¿Qué debo hacer ahora?

21 Ajitofel le dijo:

―Vaya y acuéstese con las concubinas que su padre dejó cuidando el palacio. Así todo Israel sabrá que usted ha insultado al rey David y que no hay posibilidad de reconciliación. Entonces todos los que están apoyándolo a usted se sentirán más seguros.

22 Enseguida levantaron una tienda en el terrado del palacio, donde todos pudieran ver; y Absalón entró en la tienda para acostarse con las concubinas de su padre. 23 (Absalón, al igual que antes David, hacía todo lo que Ajitofel le decía, pues, en ese tiempo, se consideraba que oír el consejo de Ajitofel era como oír a Dios mismo).

17 Ajitofel le dijo a Absalón:

―Déjeme escoger a doce mil de los mejores hombres para salir en busca de David esta noche. 2-3 Caeré sobre él mientras está cansado y desanimado. Él y todos los que están con él serán presa del pánico, y saldrán huyendo. Yo mataré solamente al rey y dejaré con vida a todos los demás, de modo que no les quedará más remedio que unirse a usted y servirle.

Absalón y todos los ancianos de Israel aprobaron el plan, pero Absalón dijo:

―Es bueno que también contemos con la opinión de Husay.

Cuando Husay llegó, Absalón le contó lo que Ajitofel había dicho.

―¿Cuál es tu opinión? —le preguntó Absalón—. ¿Hemos de seguir el consejo de Ajitofel? ¿Qué piensas tú?

Husay contestó:

―Creo que Ajitofel esta vez comete un error. Usted conoce a su padre y a sus hombres. Bien sabe que son guerreros poderosos, y probablemente se encuentran tan enfurecidos como una osa a quien le han quitado sus ositos. Además, su padre es un guerrero de experiencia y no creo que vaya a pasar la noche junto con el pueblo. Es muy probable que se haya escondido en algún pozo, o en alguna caverna. Cuando él salga y ataque por sorpresa, entonces habrá pánico entre quienes le son leales a usted, y todos comenzarán a gritar que los están matando. 10 Entonces, aun los más valientes de ellos, los que son tan fieros como un león, se paralizarán de miedo. Porque todo Israel sabe cuán poderoso es su padre y cuán valientes son sus hombres.

11 »Lo que sugiero es que movilice a todo Israel, desde Dan hasta Berseba, para que constituyan una gran fuerza. Usted, personalmente, debe guiar a sus hombres. 12 Cuando encontremos a David, lo atacaremos y podremos destruir a todo el que está con él, de modo que ninguno de ellos quede vivo. 13 Y si David se escapa y se oculta en alguna ciudad, usted tendrá todo Israel a sus órdenes, y podremos tomar sogas y arrastrar los muros de la ciudad hasta el valle más cercano, hasta que toda piedra haya sido removida.

14 Absalón y los hombres de Israel dijeron:

―El consejo de Husay es mejor que el de Ajitofel.

Eso sucedió porque el Señor había dispuesto que se anulara el consejo de Ajitofel, cuyo plan realmente era el mejor, para que pudiera venir el desastre sobre Absalón.

15 Husay les contó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar lo que Ajitofel había propuesto y lo que él había sugerido en cambio.

16 ―¡Rápido! —les dijo—. Busquen al rey David y díganle que no se quede en los llanos del desierto esta noche. Es mejor que pasen de inmediato al otro lado, pues, de lo contrario, se expone a que lo maten, junto con todo el pueblo.

17 Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel, para que no se les viera entrar y salir de la ciudad. Se habían puesto de acuerdo para que una criada les llevara los mensajes que debían darle al rey David. 18 Pero un muchacho vio que salían de Enroguel rumbo a donde estaba David, y se lo hizo saber a Absalón. Ellos, entonces, se fueron rápidamente a Bajurín, donde un hombre los escondió en un pozo en el patio. 19 La esposa del hombre puso una tela sobre la boca del pozo y encima puso grano para que se secara al sol. De este modo nadie sospechó que ellos estaban allí.

20 Cuando Absalón y sus hombres llegaron y le preguntaron si había visto a Ajimaz y a Jonatán, ella dijo que habían cruzado el arroyo y se habían ido. Los buscaron, y al no encontrarlos regresaron a Jerusalén. 21 Entonces los dos hombres salieron del pozo y corrieron a encontrar al rey David.

―¡Rápido —le dijeron—, cruce el Jordán esta noche!

Le contaron lo que había aconsejado Ajitofel para capturarlo y darle muerte. 22 David y toda la gente que estaba con él cruzaron el río durante la noche y llegaron todos al otro lado del río, antes de la madrugada.

23 Mientras tanto, Ajitofel, desacreditado públicamente porque Absalón no había aceptado su consejo, aparejó un burro, se fue a su casa en la ciudad, puso en orden sus asuntos, y se ahorcó. De esta manera murió y fue sepultado junto a su padre.

24 David ya había llegado a Majanayin cuando Absalón, que había movilizado a todos los hombres de Israel, cruzaba el Jordán con ellos. 25 Absalón había designado a Amasá como jefe de su ejército, en lugar de Joab. (Amasá era primo segundo de Joab; su padre era Itrá, un ismaelita, y su madre era Abigaíl hija de Najás, la cual era la hermana de Sarvia, la madre de Joab). 26 Absalón e Israel acamparon en la tierra de Galaad.

27 Cuando David llegó a Majanayin fue recibido cariñosamente por tres hombres: Sobí hijo de Najás, que era de la ciudad amonita de Rabá; Maquir hijo de Amiel, de Lo Debar, y Barzilay, que era un galaadita de Roguelín. 28-29 Le trajeron a David y a los que estaban con él camas para que durmieran, tazas y vasijas de barro. También les llevaron trigo, cebada, harina, trigo tostado, habas, lentejas, miel, mantequilla y queso. Hicieron esto porque pensaron que David y sus hombres estarían muy cansados, hambrientos y sedientos después de haber atravesado el desierto.

Muerte de Absalón

18 David pasó revista a sus tropas y puso jefes de mil y de cien soldados. La tercera parte de los soldados quedó bajo el mando de Joab; otra tercera parte, bajo el mando de Abisay (hermano de Joab, hijo de Sarvia), y la otra tercera parte, bajo el mando de Itay el guitita. El rey quería dirigir al pueblo, pero ellos se opusieron con firmeza:

―Mi rey no debe hacer eso —le dijeron—, porque si tenemos que huir, o la mitad de nosotros muere, los enemigos no irán tras nosotros, porque es a usted al que buscan. Usted vale más que diez mil de nosotros, y es mejor que se quede en la ciudad y nos envíe socorro si lo necesitamos.

―Bien, hagan lo que les parezca mejor —respondió finalmente el rey, y se quedó en la puerta de la ciudad viendo pasar sus tropas.

Pero antes de que se marcharan, el rey les suplicó a Joab, a Abisay y a Itay:

―Por amor a mí, traten con gentileza al joven Absalón.

Y los soldados oyeron cuando el rey les daba este encargo.

Marcharon a pelear contra los israelitas, y la batalla comenzó en el bosque de Efraín. Los israelitas fueron derrotados por los hombres de David. Hubo una gran matanza y veinte mil hombres murieron aquel día. La batalla se extendió a través de todo el país, y fueron más los que se perdieron en el bosque que los que murieron a espada.

Durante la batalla, Absalón se encontró de repente con algunos hombres de David, y mientras huía en su mula, pasó debajo de las ramas de una gran encina, y el pelo se le enredó en las ramas. La mula siguió su camino, pero él quedó suspendido de las ramas. 10 Uno de los hombres de David lo vio y se lo dijo a Joab.

11 ―¿Qué? ¿Lo has visto y no le has dado muerte? —dijo Joab—. Yo te habría recompensado con diez monedas de plata y un cinturón.

12 ―Aun cuando me hubiera dado mil monedas de plata, no lo habría hecho, porque todos oímos que el rey les dijo a usted, a Abisay y a Itay: “Por amor a mí, no le hagan daño al joven Absalón”. 13 Y si yo hubiera traicionado al rey dando muerte a su hijo (y el rey ciertamente hubiera descubierto quién lo hizo), usted mismo habría sido el primero en acusarme.

14 ―¡Basta de decir necedades! —dijo Joab.

Enseguida tomó tres dardos y los clavó en el corazón de Absalón, que aún colgaba vivo de la encina. 15 Luego, diez de los jóvenes escuderos de Joab rodearon a Absalón y terminaron de matarlo. 16 Joab hizo sonar la trompeta, y sus hombres dejaron de perseguir a Israel. 17 Arrojaron el cuerpo de Absalón en un gran hoyo que había en el bosque y pusieron un gran montón de piedras sobre él. Todo Israel huyó.

18 (Absalón había edificado un monumento para sí en el valle del rey, porque se dijo: «No tengo hijos que lleven mi nombre». Lo llamó Columna de Absalón, y con ese nombre se le conoce todavía).

David hace duelo

19 Entonces Ajimaz hijo de Sadoc le dijo a Joab:

―Correré a llevarle la buena noticia al rey David, de que el Señor lo ha salvado de su enemigo Absalón.

20 ―No —le dijo Joab—, la muerte de su hijo no es una buena noticia para el rey. Puedes servirme de mensajero en otra oportunidad.

21 Entonces Joab le dijo a un soldado de Cus:

―Anda y dile al rey lo que has visto.

El hombre se inclinó y se echó a correr. 22 Pero Ajimaz le rogó a Joab:

―Déjame acompañar a ese soldado.

―No, no es necesario que vayas, hijo mío —replicó Joab—. ¡No habrá recompensa por esa noticia!

23 ―No importa; de todos modos, quiero ir —insistió Ajimaz.

Y Joab finalmente dijo:

―Bien, anda también.

Entonces Ajimaz tomó por un atajo a través de la llanura y llegó allí antes que el soldado de Cus. 24 David estaba sentado a la puerta de la ciudad. Cuando el centinela subió a su puesto de vigilancia sobre el muro, vio que un hombre solo corría hacia ellos. 25 Entonces le avisó al rey David, y el rey respondió:

―Si viene solo, debe traer buenas noticias.

Pero mientras este hombre se acercaba, 26 el centinela vio a otro que corría hacia ellos. Entonces gritó:

―¡Viene otro hombre detrás!

Y el rey respondió:

―Ese también debe traer buenas noticias.

27 El centinela dijo:

―El primer hombre parece ser Ajimaz hijo de Sadoc.

―Es un hombre de bien y ha de venir con buenas noticias —dijo el rey.

28 Ajimaz se acercó, saludó al rey, y se inclinó con su rostro a tierra, y dijo:

―¡Bendito sea el Señor tu Dios que ha destruido a los rebeldes que se atrevieron a levantarse en su contra!

29 ―¿Y cómo está el joven Absalón? —preguntó el rey—. ¿Está bien?

―Cuando Joab me dijo que viniera había mucho alboroto, pero yo no supe de qué se trataba —respondió Ajimaz.

30 ―Espera aquí —le dijo el rey.

Ajimaz se hizo a un lado. 31 En eso llegó el soldado de Cus y dijo:

―¡Tengo buenas noticias para mi señor el rey! Hoy el Señor lo ha librado de todos lo que se rebelaban contra usted.

32 ―¿Y cómo está el joven Absalón? ¿Está bien? —preguntó el rey.

―¡Ojalá todos los enemigos de mi señor el rey mueran como murió ese muchacho! —respondió el hombre.

33 Al oír la noticia, el rey rompió a llorar y subió al cuarto que estaba encima de la puerta. Se lamentaba diciendo:

«¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, hijo mío, Absalón, hijo mío!». Entonces, el rey se entristeció mucho, subió a la habitación que estaba encima de la puerta, y mientras lloraba, decía: «¡Hijo mío Absalón, hijo mío Absalón! ¡Ojalá yo hubiera muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!».

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