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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Samuel 1-3

Noticia de la muerte de Saúl

Cuando Saúl murió, David regresó a Siclag y se quedó allí dos días, después de haber derrotado a los amalecitas. Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl con su ropa desgarrada y con polvo en su cabeza, en señal de dolor. Cuando estuvo delante de David, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, como muestra de respeto.

―¿De dónde vienes? —le preguntó David.

―Logré escaparme del campamento de Israel —le contestó el soldado.

―¿Qué ha sucedido? —le preguntó David—. Dime cómo fue la batalla.

Y el hombre respondió:

―El pueblo huyó. Muchos murieron en la batalla. ¡El rey Saúl y su hijo Jonatán también murieron!

―¿Y cómo sabes que han muerto?

―Porque yo estaba en el monte Guilboa, y vi que Saúl se apoyaba en su lanza, y los enemigos lo tenían rodeado. Cuando él me vio me pidió que me acercara. “¿Quién eres?” me preguntó. “Soy un amalecita”, le respondí. Entonces me dijo en tono suplicante: “Ven y pon fin a mi angustia, pues estoy sufriendo terriblemente y no acabo de morir”. 10 Así que me acerqué y lo maté, pues vi que no le quedaba ninguna esperanza de vida.[a] Tomé luego su corona y uno de sus brazaletes para traérselos a usted, señor mío.

11 David y sus hombres rasgaron su ropa en señal de dolor cuando oyeron aquellas noticias. 12 Hicieron duelo, lloraron y ayunaron todo aquel día por Saúl, por su hijo Jonatán y por el pueblo del Señor que habían muerto ese día.

13 ―¿De dónde eres? —le preguntó David al joven que le había traído las noticias.

―Soy hijo de un inmigrante amalecita —respondió.

14 ―¿Por qué te atreviste a matar al ungido de Dios? —le preguntó David.

15 Entonces llamó a uno de sus soldados y le ordenó:

―¡Mátalo!

Y el soldado mató al amalecita, atravesándolo con su espada.

16 ―Tú mismo te declaraste culpable al confesar que diste muerte al ungido del Señor.

Lamento de David por Saúl y Jonatán

17-18 David compuso un canto fúnebre por Saúl y Jonatán. Después ordenó que ese canto fuera enseñado a la gente de Judá. Este canto está escrito en el libro de Jaser.

19 «Israel, los que eran tu gloria y tu gozo yacen muertos sobre los montes.

¡Cómo han caído los valientes!

20 »¡Que no lo sepan los filisteos, para que no se gocen!

¡Que no lo sepan las ciudades de Gat y Ascalón, para que no se burlen esa gente idólatra!

21 »¡Montes de Guilboa, que nunca más haya rocío ni lluvia sobre ustedes, ni crezca el trigo en sus laderas.

Porque allí quedaron aplastados los escudos de los héroes.

Porque allí el escudo de Saúl perdió todo su esplendor.

22 »Saúl y Jonatán daban muerte a sus más poderosos enemigos, y no regresaban con las manos vacías del campo de batalla.

23 »¡Cuánto fueron amados! ¡Cuán maravillosos eran Saúl y Jonatán!

¡Inseparables fueron en la vida y en la muerte!

Eran más rápidos que las águilas, más fuertes que los leones.

24 »Pero ahora, mujeres de Israel, lloren a Saúl.

Él las enriqueció con finos vestidos y adornos de oro.

25 »¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!

¡Jonatán yace muerto sobre los montes!

26 ¡Lloro por ti, hermano Jonatán!

¡Te quise más que a un hermano!

Y tu amistad fue para mí más grata que el amor de las mujeres.

27 »¡Cómo han caído los valientes!

¡Cómo han muerto los hombres de guerra!».

David es ungido rey de Judá

Después de esto, David le preguntó al Señor:

―¿Regresaré a alguna de las ciudades de Judá?

―Sí —le respondió el Señor.

―¿A qué ciudad debo ir? —volvió a preguntar David.

―A Hebrón —le respondió el Señor.

Entonces David se fue a Hebrón con sus esposas Ajinoán la jezrelita y Abigaíl, la viuda de Nabal de Carmel. También se llevó a los hombres que lo acompañaban, junto con sus familias, y se establecieron en Hebrón y en las aldeas vecinas. Hasta allá fueron los dirigentes de Judá y lo coronaron rey de Judá.

Cuando David supo que los hombres de Jabés de Galaad habían enterrado a Saúl, les envió este mensaje: «Que el Señor los bendiga por haber sido leales al rey y por haberle dado honrosa sepultura. Que el Señor los recompense fielmente y les reconfirme su amor. Yo también tendré en cuenta el bien que ustedes han hecho. Les pido que se animen y sean valientes, pues aunque su señor Saúl ha muerto, la tribu de Judá me ha ungido como su rey».

Guerra entre las tribus

Pero Abner hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, se llevó a Isboset hijo de Saúl a Majanayin. Allí lo hizo rey de Galaad, de Guesurí, de Jezrel, de Efraín, de Benjamín y de todo el resto de Israel. 10-11 Isboset tenía cuarenta años de edad. Reinó en Majanayin durante dos años. Únicamente la tribu de Judá reconocía a David como rey. David reinó en Hebrón durante siete años y medio.

12 Un día, Abner y los ayudantes de Isboset salieron de Majanayin y fueron a Gabaón. 13 Joab hijo de Sarvia salió con los soldados de David a hacerle frente. Llegaron junto al estanque de Gabaón y se colocaron frente a frente, a ambos lados del estanque.

14 Abner le dijo a Joab:

―Escojamos a nuestros mejores guerreros para que se enfrenten delante de nosotros.

―Está muy bien —respondió Joab.

15 Así que doce jóvenes soldados benjaminitas de Isboset y doce de los soldados de David salieron a pelear cuerpo a cuerpo. 16 Cada uno tomó a su oponente por los cabellos y le clavó la espada en el costado, de modo que los veinticuatro murieron. El lugar se conoce desde entonces como «Campo de la Espada».

17 Luego, se enfrentaron todos en una dura batalla. Ese día, los soldados de David, comandados por Joab, derrotaron a Abner y a los israelitas. 18 Los hermanos de Joab, Abisay y Asael, estaban también en la batalla. Asael, que podía correr tan rápido como una gacela, 19 se lanzó en persecución de Abner, y no lo dejó escapar. 20 Cuando Abner miró hacia atrás y lo vio venir, le dijo:

―¿Eres tú, Asael?

―Sí —respondió—, soy yo.

21 ―¡Deja de perseguirme! —le dijo Abner—. Es mejor que busques a otro a quien le puedas arrebatar sus armas.

Pero Asael continuó persiguiéndolo.

22 ―¡Retírate! —le volvió a gritar Abner—. Si no dejas de perseguirme tendré que matarte, ¿y con qué le voy a salir después a tu hermano Joab?

23 Pero como Asael no le hizo caso, Abner lo atravesó con la punta de su lanza, a la altura de la quinta costilla, y le salió por la espalda.

Asael cayó en tierra y murió. Todos los que pasaban por allí se detenían a mirarlo. 24 Entonces Joab y Abisay se lanzaron en persecución de Abner. El sol se estaba poniendo cuando llegaron a la colina de Amá, cerca de Guiaj, junto al camino que va al desierto de Gabaón. 25 Los hombres de Abner se reagruparon en la cumbre de la colina, 26 y Abner le gritó a Joab:

―¿Hasta cuándo seguiremos matándonos, siendo hermanos? ¿No te das cuenta de lo amarga que resultará la victoria para cualquiera de los dos? ¿Qué esperas para ordenar a tus tropas que dejen de perseguir a sus hermanos?

27 ―Juro por Dios que si no hubieras dicho esto, mis hombres los habrían perseguido a ustedes hasta el amanecer —le respondió Joab.

28 Acto seguido, Joab hizo sonar las trompetas, y sus hombres dejaron de perseguir a los de Israel. 29 Aquella noche, Abner y sus hombres se retiraron por el valle del Jordán, cruzaron el río, atravesaron la región de Bitrón y llegaron a Majanayin.

30 Joab regresó y reunió todo su ejército. Al contar su tropa, se dio cuenta de que, además de Asael, había perdido a diecinueve soldados más. 31 Pero Abner había perdido trescientos sesenta soldados, todos de la tribu de Benjamín. 32 Joab y los suyos llevaron el cuerpo de Asael a Belén y lo sepultaron junto a su padre. Luego viajaron toda la noche y llegaron a Hebrón al despuntar el día.

Esto fue el comienzo de una larga guerra entre los seguidores de Saúl y los de David. Cada día David se iba afirmando en el poder, mientras que el reino de Saúl se debilitaba cada vez más.

Hijos de David nacidos en Hebrón

En Hebrón, David tuvo varios hijos. El mayor fue Amnón, hijo de su esposa Ajinoán de Jezrel. Su segundo hijo fue Quileab, hijo de Abigaíl, la viuda de Nabal de Carmel. El tercero fue Absalón, hijo de Macá, la hija del rey Talmay de Guesur. El cuarto fue Adonías, hijo de Jaguit. Luego estaba Sefatías, hijo de Abital, e Itreán, hijo de Eglá.

Todos estos le nacieron a David en Hebrón.

Abner hace un pacto con David

A medida que se prolongaba la guerra, Abner se hacía políticamente más poderoso entre los seguidores de Saúl. Aprovechando la posición en que se encontraba, se acostó con una de las concubinas de Saúl, una mujer llamada Rizpa, hija de Ayá. Cuando Isboset le llamó la atención por esto, Abner se enfureció y le gritó:

―¿Soy yo un perro de Judá para ser tratado de esta manera? Después de todo lo que he hecho por ti y por tu padre, no entregándolos a David, ¿ahora me reprochas por una simple cuestión de faldas? 9-10 ¡Que Dios me mande el peor de los castigos si, de aquí en adelante, no hago todo lo posible por quitarte todo el reino, desde Dan hasta Berseba, para dárselo a David! ¡Así se cumplirá lo que el Señor le juró a David!

11 Isboset no se atrevió a responder, porque le tenía miedo a Abner.

12 Entonces Abner envió unos mensajeros a David con el siguiente recado: «Le propongo que haga un pacto conmigo, y yo me comprometo a hacer todo lo posible para que todos los israelitas lo acepten como rey, pues, en realidad, toda la tierra de Israel le pertenece a usted».

13 «De acuerdo —respondió David—, pero no negociaré contigo a menos que me traigas a mi esposa Mical, la hija de Saúl».

14 David envió también este mensaje a Isboset: «Devuélveme a mi esposa Mical, porque yo la compré con la vida de cien filisteos».

15 Así que Isboset mandó que se la quitaran a Paltiel hijo de Lais, que en ese momento era su marido. 16 Este se fue detrás de ella, llorando por todo el camino, hasta que llegaron a Bajurín. Allí Abner le dijo: «¡Deja ya de llorar y regresa a tu casa!». Y él obedeció.

17 Mientras tanto, Abner consultó con los dirigentes de Israel y les recordó que por largo tiempo ellos habían querido que David fuera su rey.

18 «Ahora es la ocasión —les dijo—. Porque el Señor le dijo a David: “Es por medio de ti, que eres mi siervo, que yo salvaré a mi pueblo de los filisteos y de sus demás enemigos”».

19 Abner habló también con los jefes de la tribu de Benjamín. Fue después a Hebrón e informó a David del éxito de las conversaciones con el pueblo de Israel y de Benjamín. 20 Veinte hombres lo acompañaron, y David los agasajó con una fiesta.

21 Cuando Abner emprendió el regreso, prometió a David: «Cuando yo regrese, convocaré a todo el pueblo de Israel, para que lo elijan como su rey, tal como usted lo ha deseado por tanto tiempo». Después de despedirse de David, Abner regresó a su casa en paz.

Joab asesina a Abner

22 No hacía mucho que Abner había salido, cuando Joab y algunos de los soldados de David regresaron de una incursión trayendo consigo un gran botín. 23 Cuando le informaron a Joab que Abner hijo de Ner había estado hablando con el rey, y que este lo había despedido en paz, 24-25 se presentó rápidamente ante el rey y le dijo: «¿Qué ha hecho? ¿Por qué ha permitido que Abner regrese en paz a su casa? Usted bien sabe que todo lo que él le ha dicho es mentira. Todo lo que quiere es enterarse de sus planes y movimientos».

26 Luego Joab envió mensajeros para que dieran alcance a Abner y le pidieran que regresara. Lo encontraron junto al pozo de Sira, y él regresó con ellos. Pero David nada sabía de esto. 27 Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó a la entrada de la ciudad, como si quisiera conversar con él secretamente. Una vez allí, Joab sacó su cuchillo y se lo clavó en el vientre. De esta manera Joab vengó la muerte de su hermano Asael.

28 Cuando David oyó lo ocurrido, declaró: «Juro delante del Señor que yo y mi pueblo somos inocentes del crimen cometido contra Abner. 29 Joab y su familia son los culpables. ¡Que no falte nunca entre ellos quien padezca de flujo, o de lepra, o de cojera, o que muera violentamente o padezca hambre!».

30 Joab, pues, y su hermano Abisay mataron a Abner para vengar la muerte de su hermano Asael, a quien Abner mató en la batalla de Gabaón.

31 Luego, el rey David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él que se rasgaran las vestiduras, se vistieran con ropa áspera y lloraran por la muerte de Abner. Y el rey David fue detrás del féretro al cementerio. 32 Sepultaron a Abner en Hebrón, y el rey y todo el pueblo lloraron junto a la tumba. Y David entonó el siguiente lamento:

33-34 «¿Debía morir Abner como un villano?

Tus manos no estaban atadas, ni tus pies estaban encadenados.

¡Moriste como quien es asesinado por los malvados!».

Y todo el pueblo lloró nuevamente por él.

35-36 David se había negado a comer en el día del funeral, y todos le rogaban que se sirviera algo de comida. Pero David había jurado que no comería nada hasta la puesta del sol. Esto agradó a su pueblo; en verdad, todo lo que el rey hacia agradaba al pueblo. 37 Así todos, tanto los de Judá como los de Israel, quedaron plenamente convencidos de que David nada tenía que ver con la muerte de Abner.

38 Y David dijo a su pueblo: «¿Se dan cuenta de que hoy ha caído un hombre muy importante de Israel? 39 A pesar de que he sido nombrado como rey, nada pude hacer para evitar que los hijos de Sarvia asesinaran a Abner. ¡Que el Señor le dé su castigo a quien cometió tal maldad!».

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