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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
1 Samuel 18-20

Envidia de Saúl

18 Después que el rey Saúl terminó de conversar con David, 2-3 desde ese día ya no lo dejó volver a su casa. David conoció a Jonatán, hijo del rey, e inmediatamente se estableció entre ellos un fuerte lazo de amistad. Jonatán lo amó como a un hermano, e hizo un pacto con él, y selló el pacto dándole su túnica, su espada, su arco y su cinto.

El rey Saúl hizo que David se quedara en Jerusalén y no permitió que regresara más a su casa. David quedó como ayudante especial de Saúl, y siempre cumplía sus encargos tan satisfactoriamente que Saúl le dio autoridad sobre sus hombres de guerra, designación que fue aplaudida por el ejército y por el pueblo.

Sucedió, sin embargo, que cuando el ejército israelita volvía victorioso después de que David mató a Goliat, las mujeres de todos los pueblos y aldeas salían al camino a celebrar y a vitorear al rey Saúl, y cantaban y danzaban llenas de gozo con tamboriles y címbalos. Esta era su canción:

«Saúl mató sus miles,

y David sus diez miles».

A Saúl no le gustó lo que oyó. Pensó: «A David le asignan diez miles y a mí solamente miles. Sólo falta que lo proclamen rey».

Desde ese momento Saúl se puso celoso con David. 10 Al día siguiente Dios hizo que un espíritu malo atormentara a Saúl, y comenzó a delirar como un loco. David trató de tranquilizarlo tocando el arpa como lo hacía antes. Pero Saúl, que blandía su lanza, 11 repentinamente la arrojó contra David con la intención de clavarlo contra la pared. Pero David saltó y escapó. Dos veces ocurrió esto. 12 Saúl le tenía miedo a David porque el Señor lo había abandonado y ahora estaba con David. 13 Finalmente, Saúl lo echó de su presencia y le redujo la responsabilidad sobre el ejército. Pero la controversia hizo que David fuera aun más conocido por la gente.

14 David siguió teniendo éxito en todo lo que emprendía, porque el Señor estaba con él. 15 Cuando el rey Saúl se dio cuenta de esto, su temor creció aún más; 16 pero todo Israel y Judá amaban a David, porque era el que encabezaba las tropas cuando salían de campaña.

17 Un día Saúl le dijo a David:

―Te voy a dar a Merab, mi hija mayor, como esposa. Pero primero tendrás que probar que eres un verdadero soldado que pelea las batallas del Señor.

Porque Saúl pensó: «Lo enviaré contra los filisteos y ellos lo matarán y así no tendré que hacerlo yo».

18 ―¿Quién soy yo para ser yerno del rey? —exclamó David—. La familia de mi padre es humilde.

19 Pero cuando llegó el tiempo de la boda, Saúl la casó con Adriel, un hombre de Mejolá. 20 Mientras tanto Mical, la hija de Saúl, se había enamorado de David, y Saúl se alegró cuando lo supo.

21 «Esta es otra oportunidad para tenderle una trampa y hacer que lo maten los filisteos», se dijo Saúl. Pero a David le dijo:

―Serás mi yerno al fin, pues hoy te daré a mi hija menor.

22 Luego dio órdenes a sus hombres para que le dijeran confidencialmente a David que el rey lo estimaba mucho, y que todos lo querían y pensaban que debería de aceptar la proposición del rey de ser su yerno. 23 Pero David contestó:

―¿Cómo puede un hombre como yo, de familia humilde, obtener una dote para casarse con la hija de un rey?

24 Cuando los hombres de Saúl le informaron esto, 25 él les dijo:

―Díganle a David que la única dote que requiero son los prepucios de cien filisteos que él mismo haya matado. Lo único que deseo es vengarme de mis enemigos.

Pero lo que Saúl tenía pensado era que David muriera en la pelea.

26 David aceptó la proposición con placer. Antes de que expirara el período fijado, 27 él y sus hombres fueron y dieron muerte a doscientos filisteos y entregaron los prepucios al rey Saúl. Y el rey le dio a Mical.

28 Cuando el rey comprendió cuánto era lo que el Señor bendecía a David y cuanto lo amaba su hija Mical, 29 tuvo cada vez más temor de él, y su odio se acrecentó con cada día que pasaba. 30 Cada vez que el ejército filisteo atacaba, David tenía triunfos más resonantes que todo el resto de los soldados de Saúl. Por tanto, el nombre de David se hizo muy famoso.

Saúl intenta matar a David

19 Saúl sugirió a sus servidores y a Jonatán su hijo que asesinaran a David. Pero Jonatán, movido por la estrecha amistad que lo ligaba con David, le contó lo que su padre planeaba.

―Mañana por la mañana —le advirtió—, debes esconderte en un lugar en el campo. Le pediré a mi padre que vaya allá conmigo y le hablaré a tu favor. Entonces veré qué es lo que piensa acerca de ti y te lo diré.

A la mañana siguiente, mientras Jonatán conversaba con su padre, le habló bien de David y le pidió que no lo tuviera por enemigo.

―Él nada ha hecho contra ti —le dijo Jonatán—. Siempre te ha ayudado en todo lo que ha podido. ¿Te has olvidado de cuando arriesgó su vida por dar muerte a Goliat y cómo el Señor le dio una gran victoria a Israel como resultado? Entonces estabas muy feliz. ¿Por qué ahora quieres asesinar a un hombre inocente? No hay razón para ello.

Saúl halló razón en las palabras de Jonatán y juró:

―Vive el Señor que no mataré a David. Jonatán llamó a David, le contó lo ocurrido, y lo llevó ante Saúl y todo quedó como antes. La guerra estalló poco después, David dirigió las tropas contra los filisteos, y mató a muchos de ellos haciendo huir a todo el ejército.

Pero un día en que Saúl estaba sentado en su casa oyendo a David tocar el arpa, repentinamente el espíritu que lo atormentaba de parte del Señor lo atacó. Tenía la lanza en la mano 10 y se la arrojó a David con la intención de matarlo, pero David se hizo a un lado y huyó en la noche, dejándola clavada en la madera de la pared. 11 Saúl entonces envió soldados para que vigilaran la casa de David y le dieran muerte cuando apareciera en la mañana. «Si no te vas esta noche —le dijo Mical—, mañana serás hombre muerto».

12 Ella lo ayudó a bajar por la ventana. 13 Tomó luego una estatua y la puso en la cama con una almohada de pelo de cabra en la cabecera y la cubrió con una manta. 14 Cuando llegaron los soldados para arrestar a David, ella les dijo que estaba enfermo. 15 Pero Saúl ordenó que se lo llevasen en la cama para darle muerte. 16 Mas cuando volvieron para llevárselo, descubrieron que se trataba de una estatua.

17 ―¿Por qué me has engañado y has dejado escapar a mi enemigo? —le preguntó Saúl a Mical.

―Tuve que hacerlo —contestó Mical—. Él amenazó con matarme si no le ayudaba.

18 De este modo escapó David y se dirigió a Ramá para ver a Samuel. Allí le contó todo lo que Saúl había hecho. Samuel se llevó a David a vivir con él en Nayot. 19 Cuando Saúl supo que David estaba en Nayot de Ramá, 20 envió soldados para que lo capturasen. Pero cuando llegaron y vieron a Samuel y a los demás profetas que profetizaban, el Espíritu de Dios cayó sobre ellos y ellos también comenzaron a profetizar. 21 Cuando Saúl supo lo que había sucedido, envió a otros soldados, pero ellos también profetizaron. Y lo mismo ocurrió una tercera vez.

22 Entonces Saúl mismo fue a Ramá y llegó a la fuente que hay en Secú.

―¿Dónde están Samuel y David? —demandó.

Alguien le dijo que estaban en Nayot, 23 pero en el camino a Nayot, el Espíritu de Dios vino sobre Saúl y él también comenzó a profetizar. 24 Se despojó de sus vestiduras y estuvo desnudo todo el día y toda la noche profetizando delante de Samuel.

―¡Cómo! —exclamaron—. ¿Saúl entre los profetas?

David y Jonatán

20 David entonces huyó de Nayot de Ramá y se unió con Jonatán.

―¿Qué he hecho? —exclamó—. ¿Por qué está tu padre tan decidido a matarme?

―Eso no es cierto —protestó Jonatán—. Estoy seguro que él no planea tal cosa porque siempre me dice todo lo que va a hacer, aun las cosas pequeñas, y yo sé que él no me ocultaría semejante plan.

―¡Por supuesto que tú no lo sabes! —dijo David—. Tu padre sabe perfectamente bien la amistad que nos une, y seguramente ha pensado: “No se lo diré a Jonatán. ¿Para qué afligirlo?”. Pero la verdad es que estoy a un paso de la muerte; lo juro por el Señor y por tu propia alma.

―Dime qué puedo hacer —rogó Jonatán.

―Mañana comienza la celebración de la luna nueva —respondió David—. Siempre he estado con tu padre en esta ocasión, pero mañana me esconderé en el campo y me quedaré allí hasta la tarde del tercer día. Si tu padre pregunta dónde estoy, dile que te he pedido permiso para ir a Belén, para la reunión familiar anual. Si él lo halla bien, yo sabré que no tiene nada contra mí; pero si se enoja, sabré que está planeando matarme. Haz esto por mí, que soy tu sirviente, puesto que estamos unidos por un pacto solemne delante del Señor. Y si he pecado contra tu padre, mátame tú mismo, pero no me entregues a él.

―¡Ni pensarlo! —exclamó Jonatán—. Mira, ¿no crees que yo te lo diría si mi padre tuviera planes de matarte?

10 Entonces David preguntó:

―¿Cómo sabré si tu padre está enojado o no?

11 ―Sal al campo conmigo —contestó Jonatán—, y salieron juntos. 12 Una vez fuera, Jonatán juró a David:

―Prometo por el Señor el Dios de Israel, que a esta hora mañana, o pasado mañana a lo sumo, conversaré con mi padre acerca de ti y te haré saber qué intenciones tiene. 13 Si está airado y desea matarte, que el Señor me mate si no te lo digo, para que puedas escapar. ¡Que el Señor esté contigo como estaba con mi padre! 14 Cuando eso suceda, sé que mientras yo viva me serás fiel, porque nos hemos jurado lealtad, y que si muero 15 seguirás leal a mi familia. Y después que el Señor haya destruido a todos tus enemigos, 16 que Dios te juzgue si tú y tu casa no muestran amor a mis descendientes.

17 Y renovó Jonatán su pacto con David por el amor que los unía, porque lo quería tanto como a sí mismo. 18 Luego le dijo:

―Mañana es luna nueva. Te van a echar de menos cuando tu lugar a la mesa esté vacío. 19 Pasado mañana se notará mucho más. Ve entonces al lugar en que te escondiste, hasta la mañana, junto a la piedra de Ézel. 20 Yo saldré y dispararé tres flechas hacia la piedra, como si estuviera tirando al blanco. 21 Enseguida enviaré a un muchacho para que las recoja y las traiga. Si oyes que le digo, “Están de este lado”, sabrás que todo está bien, y que no hay problema. 22 Pero si le digo: “Sigue más allá, las flechas están todavía más allá de ti”, significará que debes partir inmediatamente. 23 Y que el Señor nos ayude a guardar las promesas que nos hemos hecho, porque él ha sido testigo de ellas.

24 Y David se escondió en el campo. Cuando comenzó la celebración de la luna nueva, 25 el rey se sentó a comer, como de costumbre, en su lugar junto a la pared. Jonatán estaba sentado en frente de él y Abner estaba sentado junto a Saúl, pero el lugar de David estaba vacío. 26 Saúl no dijo nada ese día porque supuso que algo había pasado, que quizás David estaba ceremonialmente impuro. 27 Pero cuando vio que su lugar estaba vacío también al día siguiente, le preguntó a Jonatán:

―¿Por qué es que David no ha venido a comer ayer ni hoy?

28-29 ―Me pidió que le permitiera ir a Belén, a participar en una fiesta familiar. Su hermano le pidió que estuviera presente. Yo le dije que fuera.

30 Saúl se encendió de ira.

―¡Hijo de la perdida! —le gritó—. ¿Piensas que no sé que tú quieres que ese hijo de nadie sea rey en tu lugar para vergüenza tuya y de tu madre? 31 Mientras ese hombre viva, jamás llegarás a ser rey. ¡Ahora ve, encuéntralo y tráemelo, porque ese tipo merece la muerte!

32 ―¿Por qué merece la muerte? ¿Qué ha hecho? —preguntó Jonatán.

33 Entonces Saúl arrojó la lanza contra Jonatán, con la intención de matarlo. Jonatán comprendió que su padre realmente quería matar a David, 34 se retiró de la mesa encendido de ira, y se negó a comer en todo aquel día porque estaba muy herido por la vergonzosa conducta de su padre hacia David.

35 A la mañana siguiente, de la manera acordada, Jonatán salió al campo y llevó a un joven consigo para que le recogiera las flechas.

36 ―Corre —le dijo al muchacho— y recoge las flechas que dispare.

Mientras el muchacho corría, Jonatán disparó una flecha por encima de su cabeza. 37 Cuando el muchacho estaba por llegar a donde la flecha había caído, Jonatán gritó:

―¡La flecha está todavía más allá; 38 date prisa, date prisa, no esperes!

El muchacho recogió la flecha y se la entregó a su señor. 39 Por supuesto, no entendió el mensaje que las palabras de Jonatán encerraban. Solamente Jonatán y David lo sabían. 40 Jonatán le entregó el arco y las flechas, y le ordenó llevarlas a la ciudad.

41 En cuanto se fue, David salió de su escondite detrás de la roca, se inclinó tres veces y se puso rostro en tierra. Luego se abrazaron al tiempo que lloraban, especialmente David. 42 Finalmente, Jonatán le dijo a David:

―Consuélate porque nos hemos jurado fidelidad delante de Dios y el será quien nos juzgue siempre, a nosotros y a nuestros descendientes. Entonces se separaron.

David se fue por su camino y Jonatán regresó a la ciudad.

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