Beginning
Los filisteos capturan el cofre
4 Por aquel tiempo Israel estaba en guerra con los filisteos. Los israelitas estaban acampados cerca de Ebenezer y los filisteos en Afec. 2 Los filisteos derrotaron a Israel y mataron como a cuatro mil. 3 Cuando los israelitas regresaron a su campamento, sus caudillos discutían la causa por la que el Señor había permitido que fueran derrotados.
«Traigamos el cofre desde Siló —dijeron—. Si la llevamos con nosotros a la batalla, el Señor estará entre nosotros y seguramente nos salvará de nuestros enemigos».
4 Entonces mandaron a buscar el cofre del Señor de los cielos, quien está entronado por sobre los querubines. Y los hijos de Elí, Ofni y Finés la acompañaron hasta el campamento. 5 Cuando los israelitas vieron que el cofre venía, gritaron con tanta alegría y con tanta fuerza que casi hicieron temblar la tierra.
6 «¿Que pasa? —se preguntaban los filisteos—. ¿A qué se debe todo ese griterío en el campamento de los hebreos?».
Cuando supieron que se debía a que el cofre de Dios había llegado, 7 se llenaron de pánico.
«Un dios ha venido al campamento de ellos —gritaban—. ¡Ay de nosotros! Porque nunca habíamos tenido que enfrentarnos con algo semejante. 8 ¿Quién puede salvarnos de estos dioses de Israel? Porque son los mismos dioses que destruyeron a los egipcios con plagas cuando Israel estaba en el desierto. 9 Debemos pelear como nunca antes, filisteos, o seremos esclavos de ellos así como ellos han sido esclavos de nosotros».
10 Los filisteos pelearon tan desesperadamente que vencieron a Israel nuevamente. Treinta mil soldados de la infantería israelita murieron aquel día y los restantes huyeron. 11 Y el cofre de Dios fue capturado y Ofni y Finés murieron.
Muerte de Elí
12 Un hombre de la tribu de Benjamín corrió desde el campo de batalla y llegó a Siló el mismo día con sus ropas rasgadas y con polvo en la cabeza.[a] 13 Elí esperaba a la orilla del camino para tener noticias de la batalla, porque su corazón temblaba pensando en la seguridad del cofre de Dios. Cuando llegó el mensajero del frente de batalla y contó lo ocurrido, se oyó un gran clamor en toda la ciudad.
14-15 ―¿A qué se debe todo ese bullicio?, preguntó Elí, que para entonces ya tenía noventa años y estaba ciego. Y el mensajero corrió a darle las noticias.
16 ―Vengo del campo de batalla; hoy mismo escapé de allí —le dijo a Elí.
―¿Qué noticias traes, hijo mío? —preguntó el anciano.
17 ―Que Israel ha huido ante los filisteos, y miles de soldados israelitas yacen muertos en el campo de batalla. Ofni y Finés, tus dos hijos, también murieron, y el cofre de Dios fue capturado.
18 Cuando el mensajero mencionó el cofre, Elí cayó hacia atrás de su asiento que estaba junto a la puerta y se desnucó y murió, porque estaba viejo y gordo. Había juzgado a Israel durante cuarenta años.
19 Cuando la nuera de Elí, esposa de Finés, que estaba esperando un hijo, oyó que había sido capturado el cofre y que su marido y su suegro estaban muertos, empezó a sentir los dolores del parto. 20 Mientras agonizaba, las mujeres que la atendían le dijeron que se animara porque todo estaba bien y que el niño había sido varón. Pero ella no reaccionó de ninguna manera. 21-22 Luego murmuró: «Pónganle Icabod (No hay gloria), porque la gloria se ha apartado de Israel».
Ella le puso este nombre porque el cofre de Dios había sido capturado y porque su marido y su suegro estaban muertos.
El cofre en Asdod y Ecrón
5 Los filisteos tomaron el cofre de Dios que habían capturado en el campo de batalla de Ebenezer 2 y lo llevaron al templo de su ídolo Dagón en la ciudad de Asdod y lo instalaron junto a Dagón. 3 Pero cuando los ciudadanos de la localidad fueron a verlo al día siguiente, Dagón estaba postrado con su rostro en el suelo delante del cofre del Señor. Lo volvieron a poner en su lugar, 4 pero a la mañana siguiente ocurrió lo mismo: el ídolo estaba de bruces delante del cofre del Señor. En esta oportunidad tenía la cabeza y las manos cortadas y yacía sobre el umbral. Solamente el tronco estaba intacto. 5 Por esta razón ni los sacerdotes de Dagón ni sus adoradores pisan el umbral del templo de Dagón en Asdod.
6 Entonces el Señor atacó al pueblo de Asdod y los pueblos vecinos con una plaga de tumores. 7 Cuando los filisteos comprendieron lo que estaba ocurriendo, exclamaron: «¡No podemos tener el cofre del Dios de Israel aquí por más tiempo, porque todos moriremos juntamente con nuestro dios Dagón!».
8 Convocaron una conferencia con los dirigentes de las cinco ciudades de los filisteos para decidir la manera de deshacerse del cofre. Decidieron llevarla a Gat.
9 Pero cuando el cofre llegó a Gat, el Señor atacó a la población, jóvenes y ancianos, con la plaga y hubo gran pánico. 10 Entonces enviaron el cofre a Ecrón, pero cuando la gente de Ecrón vio que la traían, exclamaron:
«Están trayendo el cofre del Dios de Israel para que nos mate también a nosotros».
11 Entonces convocaron nuevamente a las autoridades de las ciudades filisteas y les rogaron que devolviesen el cofre a su lugar para que no causara la muerte de todo el pueblo. La plaga ya había comenzado y el pánico estaba cundiendo por la ciudad. 12 Aun los que no morían quedaban gravemente enfermos, y por dondequiera había gran llanto.
Los filisteos devuelven el cofre a Israel
6 El cofre estuvo en el país de los filisteos durante siete meses en total.
2 Los filisteos llamaron a sus sacerdotes y adivinos y les preguntaron:
―¿Qué haremos con el cofre del Señor? ¿De qué manera podemos devolverlo a su tierra?
3 ―Sí, devolvámoslo con un presente —dijeron todos—. Si quieren devolverlo, deben enviarlo con una ofrenda por la falta a fin de que se detenga la plaga. Si no se detiene sabremos que el Señor no envió la plaga sobre nosotros.
4-5 ―¿Y qué expiación enviaremos? —preguntaron.
Y les respondieron:
―Envíen figuras de oro de los tumores y de las ratas que están asolando la tierra. Cinco figuras de los tumores y cinco de las ratas por cada uno de ustedes y por los príncipes. Si envían este presente y luego honran al Dios de Israel, quizás él deje de asolarlos a ustedes, a su dios y a su tierra. 6 No sean soberbios ni rebeldes como el faraón y los egipcios. Ellos no quisieron dejar salir a Israel hasta que Dios los destruyó con plagas terribles. 7 Hagan, pues, un carro nuevo y consigan dos vacas que estén criando, vacas que no hayan sido enyugadas antes, y guarden sus becerros en el establo. 8 Coloquen el cofre del Señor sobre el carro junto a la caja que contendrá los modelos de oro de las ratas y de los diviesos y luego dejen que las vacas vayan por el camino que quieran. 9 Si cruzan la frontera de nuestra tierra y entran en Bet Semes, que es territorio de ellos, sabremos que fue el Señor quien envió este gran mal sobre nosotros; pero si no, si las vacas regresan a buscar a sus becerros, sabremos que la plaga fue simplemente una coincidencia y que no fue enviada por el Señor.
10 Siguieron las instrucciones: dos vacas nuevas fueron uncidas al carro, y encerraron en el establo sus becerros. 11 Entonces colocaron el cofre del Señor y la caja que contenía las ratas de oro y los diviesos de oro sobre el carro. 12 Las vacas tomaron el camino derecho hacia Bet Semes, y mugían mientras avanzaban; las autoridades filisteas las siguieron hasta la frontera misma de Bet Semes. 13 Los de Bet Semes, que cosechaban el trigo en el valle, cuando vieron el cofre, salieron gozosos a su encuentro.
14 El carro entró en el campo de un hombre llamado Josué y se detuvo junto a una gran roca. Entonces el pueblo partió la madera del carro para encender fuego, y mató las vacas y las sacrificó al Señor como holocausto. 15 Varios hombres de la tribu de Leví levantaron el cofre y la caja que contenía las ofrendas de oro y los sacaron del carro y los pusieron sobre la roca. Aquel día los hombres de Bet Semes ofrecieron muchos holocaustos y sacrificios al Señor.
16 Después que los cinco dirigentes filisteos observaron lo sucedido, regresaron a Ecrón aquel mismo día. 17 Las cinco figuras de tumores enviadas por los filisteos como expiación al Señor eran presentes de los jefes de las ciudades principales: Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón. 18 Las ratas de oro fueron para aplacar al Señor por las demás ciudades filisteas, fueran ciudades fortificadas o pueblos satélites controlados por las cinco capitales. Como prueba puede verse hasta hoy la gran roca de Bet Semes en el campo de Josué. 19 Pero el Señor dio muerte a setenta hombres de Bet Semes porque se atrevieron a mirar dentro del cofre. Y el pueblo hizo duelo a causa de los muchos que el Señor había matado. 20 «¿Quién puede estar delante del Señor de este Dios Santo? —gritaban—. ¿A dónde podemos enviar el cofre desde aquí?». 21 Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat Yearín y les dijeron que los filisteos habían devuelto el cofre del Señor. «Vengan y llévenselo» —les rogaron.
7 Entonces fueron los hombres de Quiriat Yearín y se llevaron el cofre a la casa de Abinadab, situada en la colina. A Eleazar su hijo lo santificaron para que estuviera a cargo de ella.
Samuel derrota a los filisteos en Mizpa
2 El cofre permaneció allí durante veinte años; Israel tuvo tristeza porque el Señor aparentemente los había abandonado.
3 Entonces Samuel les dijo: «Si realmente quieren volver al Señor, desháganse de los dioses extraños y de los ídolos de Astarté. Resuélvanse a obedecer y a adorar solamente al Señor, y él los liberará de los filisteos».
4 Ellos destruyeron los ídolos de Baal y Astarté y adoraron solamente al Señor. 5 Y Samuel les dijo: «Vengan a Mizpa, y yo oraré al Señor por ustedes».
6 Cuando se reunieron allí, en una gran ceremonia sacaron agua del pozo y la derramaron delante del Señor. También ayunaron todo el día como señal de tristeza por sus pecados. Y Samuel quedó establecido en Mizpa como juez de Israel.
7 Cuando los filisteos se enteraron de la gran concentración que había en Mizpa, sus príncipes se movilizaron contra ellos. Los israelitas sintieron un miedo horrible cuando supieron que los filisteos se acercaban. 8 «Ruega a nuestro Dios para que nos salve» —suplicaban a Samuel. 9 Samuel tomó un cordero que no había sido destetado aún y lo ofreció al Señor como holocausto, y oró por el pueblo de Israel. Y el Señor respondió.
10 Mientras Samuel estaba ofreciendo el holocausto, los filisteos llegaron para ofrecer batalla, pero el Señor habló con voz de trueno desde el cielo y se confundieron, y los israelitas los derrotaron 11 y los persiguieron desde Mizpa hasta Bet Car, y los fueron matando a todos por el camino. 12 Samuel entonces tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen y la llamó Ebenezer (Piedra de Ayuda) porque dijo: «Hasta aquí nos ha ayudado el Señor».
13 Así los filisteos fueron subyugados y no volvieron a invadir Israel en aquella época, pues el Señor estuvo contra ellos durante el resto de la vida de Samuel. 14 Las ciudades israelitas que estaban entre Ecrón y Gat y que habían sido conquistadas por los filisteos volvieron a ser de Israel, porque el ejército de Israel las rescató de sus raptores filisteos. Y hubo paz entre Israel y los amorreos en aquellos días.
15 Samuel siguió juzgando a Israel por el resto de su vida. 16 Cada año hacía un recorrido por Betel, Gilgal y Mizpa, juzgaba los casos que le eran presentados en cada una de estas ciudades y en todo el territorio que las circundaba. 17 Luego regresaba a Ramá; porque allí vivía y allí juzgaba a Israel. Y edificó un altar al Señor en Ramá.
Los israelitas piden un rey
8 En su vejez Samuel se retiró y nombró jueces de Israel a sus hijos. 2 Joel, que era el primogénito, y Abías, que era el segundo, se establecieran como jueces en Berseba. 3 Pero no eran como su padre, porque eran codiciosos. Aceptaban sobornos y se corrompían en la administración de la justicia.
4 Entonces los jefes de Israel se reunieron en Ramá para discutir el asunto con Samuel. 5 Le dijeron que desde que se había retirado las cosas no eran iguales, porque sus hijos no andaban por buen camino. «Danos un rey como las demás naciones lo tienen» —le rogaron.
6 Esto puso a Samuel terriblemente molesto y fue a consultar al Señor. 7 «Haz lo que te piden —respondió el Señor—, porque no te están rechazando a ti sino a mí. Ellos no quieren que yo sea su rey. 8 Desde que los saqué de la tierra de Egipto, continuamente se han apartado de mí y han seguido a otros dioses. Ahora te dan a ti el mismo trato. 9 Complácelos, pero adviérteles lo que significará tener un rey».
10 Samuel le comunicó al pueblo lo que el Señor le había dicho:
11 ―Si insisten en tener un rey, sepan lo que les espera; a algunos de los hijos de ustedes los tomará y los destinará a sus carros y a su caballería para que salgan delante de él a la guerra; 12 a otros los hará oficiales del ejército, y a otros los obligará a labrar los campos reales, a segar sus cosechas sin recibir pago, y a hacer armas y equipo bélico para sus carros. 13 Tomará las hijas de ustedes y las obligará a cocinar y a hacer perfumes para él. 14 Tomará lo mejor de los campos, viñedos y olivares, y lo dará a sus amigos. 15 Tomará la décima parte de la cosecha y la dará a sus funcionarios y cortesanos. 16 Exigirá que le proporcionen esclavos y los mejores animales para su uso personal. 17 Exigirá la décima parte del ganado y ustedes mismos serán sus esclavos. 18 Cuando llegue ese día, ustedes derramarán amargas lágrimas a causa del rey que piden hoy, pero el Señor no les ayudará.
19 Con todo, el pueblo no quiso oír la advertencia de Samuel.
―De todos modos, queremos un rey —le dijeron—. 20 Queremos ser como las demás naciones que nos rodean. Él nos gobernará y nos conducirá a la batalla.
21 Samuel le comunicó al Señor lo que el pueblo había decidido, 22 y el Señor contestó:
―Haz lo que ellos dicen y dales un rey.
Samuel, pues, les dio la respuesta afirmativa y los envió a sus casas.
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