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Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Números 11-13

Fuego del Señor en Taberá

11 El pueblo empezó pronto a quejarse, y el Señor lo oyó. Su furor se encendió contra ellos a causa de sus quejas, y el fuego del Señor empezó por destruir a los que se encontraban en uno de los extremos del campamento. Entonces ellos clamaron a Moisés, y cuando este oró por ellos, el fuego se apagó. Desde entonces aquel lugar se conoció con el nombre de Taberá (Incendio), porque el fuego del Señor ardió allí.

El pueblo añora las cosas de Egipto

4-5 El populacho que iban con ellos empezó a añorar las cosas buenas de Egipto. A esto se sumó el resto de los israelitas que, descontentos, empezaron a llorar diciendo:

«¡Quién nos diera carne! ¡Ah, si tuviéramos un poco del delicioso pescado que comíamos gratis en Egipto, y pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos! Pero aquí estamos perdiendo las fuerzas, y todos los días tenemos que conformarnos con este maná».

Y era el maná del tamaño de una semilla de cilantro, y tenía el aspecto de gotas de resina de árbol. El pueblo lo recogía del suelo y lo machacaba para convertirlo en harina, lo hervía después y hacía tortas con él. Sabía a tortas fritas con aceite de oliva. El maná caía con el rocío de la noche.

Moisés se queja ante Dios

10 Moisés oyó que las familias lloraban de pie delante de sus tiendas, y el furor del Señor se encendió. También Moisés se disgustó mucho, y 11 le dijo al Señor: «¿Por qué me has elegido a mí para darme una carga semejante con este pueblo? 12 ¿Acaso son hijos míos? ¿Soy yo su padre para que me impongas el deber de criarlos como si fueran criaturas, hasta que lleguemos a la tierra que prometiste a sus antepasados? 13 ¿De dónde voy a sacar carne para toda esta gente? Porque me están llorando y diciendo: “¡Danos carne!”. 14 ¡Yo solo no puedo soportar a esta nación! ¡Es demasiada carga! 15 Si me vas a tratar así, mándame la muerte; me harías un favor. ¡Déjame salir de esta situación insoportable!».

Dios responde a Moisés

16 Entonces el Señor le dijo a Moisés:

―Convócame a setenta dirigentes de Israel y reúnelos en el santuario para que se presenten contigo. 17 Yo descenderé y hablaré contigo allí, y tomaré del Espíritu que hay en ti y lo pondré también en ellos. Ellos te ayudarán a llevar la carga de modo que no tengas que hacer este trabajo solo.

18 »Y dile a la gente que se purifique, porque mañana tendrán carne para comer. Diles: “El Señor ha oído sus lloriqueos por lo que han dejado en Egipto, y les va a dar carne. 19 Comerán carne no por un día ni dos, ni cinco ni diez ni veinte. 20 Durante un mes entero tendrán carne, hasta que la vomiten por las narices; porque han despreciado al Señor que está aquí entre ustedes y han suspirado por Egipto”».

21 Pero Moisés dijo:

―Sólo los hombres suman seiscientos mil (mujeres y niños aparte); ¡y a pesar de eso les prometes carne durante todo un mes! 22 ¡Aunque matáramos todos nuestros rebaños no tendríamos suficiente! ¡Habría que pescar todos los peces del mar para cumplir tu promesa!

23 Entonces el Señor dijo a Moisés:

―¿Cuándo he sido débil? ¡Ahora verás que mi palabra se cumple!

24 Y Moisés salió del santuario e informó al pueblo de las palabras del Señor; y reunió a los setenta ancianos y los situó en torno al santuario. 25 Y el Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y tomó del Espíritu que había en Moisés y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el Espíritu estuvo en ellos, profetizaron una sola vez. 26 Pero dos de aquellos setenta —Eldad y Medad— se habían quedado en el campamento, y cuando el Espíritu vino a ellos, profetizaron allí. 27 Un muchacho fue corriendo y le explicó a Moisés lo que estaba sucediendo, 28 y Josué (hijo de Nun), uno de los ayudantes de Moisés, protestó:

―¡Moisés, hazles callar!

29 Pero Moisés le respondió:

―¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá todo el pueblo de Dios fuera profeta, y el Señor pusiera su Espíritu sobre todos ellos!

30 Entonces Moisés regresó al campamento acompañado de los ancianos de Israel.

31 El Señor envió un viento que arrastró codornices de la ribera del mar, y las dejó caer en el campamento y en todos sus alrededores. Había codornices en todas direcciones, a distancia de un día de camino, y hasta casi un metro de altura. 32 Así pues, el pueblo tomó y mató codornices durante todo el día y la noche, y todo el día siguiente. El que menos recogió, juntó diez montones, y algunos hasta las extendieron en el campo para secarlas. 33 Pero en cuanto empezaron a comer carne, la ira de Dios se levantó contra el pueblo, y mató a gran cantidad de ellos con una plaga. 34 Por esta razón aquel lugar fue llamado Quibrot Hatavá (Tumba de los codiciosos), porque allí enterraron a los que habían deseado la carne y el regreso a Egipto. 35 Y desde aquel lugar se trasladaron a Jazerot, y se quedaron allí una temporada.

Miriam y Aarón critican a Moisés

12 Un día Miriam y Aarón se pusieron a criticar a Moisés porque su mujer era una cusita, y dijeron:

―¡El Señor no ha hablado sólo por medio de Moisés! ¡También ha hablado por medio de nosotros dos!

Pero el Señor los oyó 3-4 y no le gustó el comentario de ambos, porque Moisés era el hombre más humilde del mundo, e inmediatamente convocó a Moisés, a Aarón y a Miriam al santuario:

―Vengan aquí los tres —ordenó.

Entonces se presentaron ante el Señor.

De inmediato el Señor descendió en la nube y se situó a la entrada del santuario, y les ordenó a Miriam y Aarón que se acercaran. Y ellos lo hicieron. El Señor les dijo:

―Hasta con un profeta me comunicaría con visiones y sueños; pero no es así como me comunico con mi siervo Moisés. ¡Él es completamente fiel en toda mi casa! ¡Con él hablo cara a cara! ¡Y él ve la mismísima apariencia de Dios! ¿Cómo es que se han atrevido a criticarlo?

Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos, y Dios se apartó. 10 En el momento en que la nube se alejó de encima del santuario, Miriam quedó de repente blanca por la lepra. Aarón vio lo ocurrido, 11 y le dijo a Moisés:

Señor, no nos castigues por este pecado; hemos sido necios al hacerlo. 12 Que no quede ella como quien ha muerto desde antes de nacer.

13 Moisés clamó al Señor diciendo:

―Sánala, oh Dios, te lo ruego. 14 Y el Señor le dijo a Moisés:

―Si su padre le hubiera escupido el rostro, ella habría quedado impura durante siete días. Que quede fuera del campamento por siete días, y después podrá regresar.

15 Entonces Miriam fue expulsada del campamento por siete días, y el pueblo esperó hasta que ella regresara antes de continuar el viaje. 16 Después salieron de Jazerot y acamparon en el desierto de Parán.

Los israelitas exploran Canaán

13 Un día el Señor le ordenó a Moisés: «Envía espías a la tierra de Canaán; la tierra que le voy a dar a Israel. Envía uno de cada tribu».

3-15 Moisés hizo lo que el Señor le había ordenado y envió desde el desierto de Parán a las siguientes personas, una por cada tribu:

Samúa, hijo de Zacur, de la tribu de Rubén;

Safat, hijo de Horí, de la tribu de Simeón;

Caleb, hijo de Jefone, de la tribu de Judá;

Igal, hijo de José, de la tribu de Isacar;

Oseas, hijo de Nun, de la tribu de Efraín;

Palti, hijo de Rafú, de la tribu de Benjamín;

Gadiel, hijo de Sodi de la tribu de Zabulón;

Gadí, hijo de Susi, de la tribu de José (realmente era parte de la tribu de Manasés);

Amiel, hijo de Gemalí, de la tribu de Dan;

Setur, hijo de Micael, de la tribu de Aser

Najbi, hijo de Vapsi, de la tribu de Neftalí;

Geuel, hijo de Maquí, de la tribu de Gad.

16 En esta ocasión Moisés le cambió el nombre a Oseas (Salvación) y le puso Josué (el Señor es salvación).

17 Moisés los envió en su misión de exploración diciéndoles:

―Vayan hacia el norte, hacia el Néguev, y suban las montañas; 18 y observen qué tal es la tierra; fíjense, además, cómo es el pueblo que vive allí, si son fuertes o débiles; pocos o muchos; 19 si la tierra es fértil o no, y qué clase de ciudades son, si son pueblos sin muros o si son ciudades fortificadas; 20 si la tierra es rica o pobre, y si hay árboles. No teman, y cuando regresen traigan algunas muestras de los frutos que vean. (Era la época en que comenzaba la vendimia).

21 Ellos fueron y exploraron la tierra de Canaán desde el desierto de Zin hasta Rejob y Jamat. 22 Yendo hacia el norte, atravesaron el Néguev y llegaron a Hebrón. Allí vieron a los descendientes de Ajimán, de Sesay y de Talmay, descendientes de Anac. (Hebrón era muy antigua, y había sido fundada siete años antes que Zoán, en Egipto). 23 Luego llegaron a lo que se conoce ahora como valle de Escol donde cortaron un racimo de uvas tan grande que fue necesario transportarlo en un palo cargado por dos hombres. También llevaron algunas muestras de granadas e higos. 24 Los israelitas llamaron al valle Escol (Racimo) por el racimo que allí encontraron.

Informe de los espías

25 Cuarenta días después regresaron de su expedición. 26 Informaron a Moisés, a Aarón y a todo el pueblo de Israel en el desierto de Parán, en Cades, y les mostraron el fruto de la tierra que habían traído consigo.

27 Este fue su informe:

―Llegamos a la tierra que ustedes nos enviaron a explorar, y encontramos que es una tierra excelente de la que realmente fluye leche y miel. Hemos traído estos frutos como muestra. 28 Pero el pueblo que vive en ella es poderoso, sus ciudades están fortificadas y son grandes y, lo que es peor, hemos visto gigantes descendientes de Anac en aquellos lugares. 29 Los amalecitas viven en el sur, mientras que en los montes hay heteos, jebuseos y amorreos. A lo largo de la costa del Mediterráneo y en el valle del Jordán están los cananeos.

30 Sin embargo, Caleb animó al pueblo delante de Moisés.

―Subamos inmediatamente y tomemos posesión de la tierra —dijo— porque podemos conquistarla.

31 ―No podremos luchar contra un pueblo tan poderoso —respondieron los otros espías.

32 De modo que el informe de la mayoría de los exploradores fue negativo:

―La tierra está llena de guerreros, los pueblos que la habitan son poderosos, 33 y vimos gigantes descendientes de Anac. Eran tan grandes que parecíamos langostas al lado de ellos.

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