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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
1 Samuel 4-8

La palabra de Samuel se recibía en todo Israel.

Historia del Arca (4,1b—7,1)

Victoria filistea

Por aquellos días Israel salió a luchar contra los filisteos y acampó en Eben Ézer, mientras que los filisteos acamparon en Afec. Los filisteos se desplegaron para atacar a Israel, se entabló el combate e Israel fue derrotado por los filisteos, perdiendo a cuatro mil hombres en el campo de batalla. Cuando el ejército volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron:

— ¿Por qué ha permitido el Señor que hoy nos derrotaran los filisteos? ¡Vamos a traernos de Siló el Arca de la alianza del Señor, para que nos acompañe y nos libre de nuestros enemigos!

Enviaron gente a Siló y trajeron de allí el Arca de la alianza del Señor del universo, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Finés, acompañaban al Arca de la alianza de Dios. Cuando el Arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron un grito de guerra tan fuerte que retembló la tierra. Los filisteos oyeron aquel estruendo y se preguntaron:

— ¿A qué viene ese estruendo tan grande en el campamento hebreo?

Y cuando se enteraron de que el Arca del Señor había llegado al campamento, los filisteos se asustaron y se decían:

— ¡Su Dios ha llegado al campamento! ¡Pobres de nosotros, porque nunca antes había pasado nada igual! ¡Pobres de nosotros! ¿Quién nos librará de un Dios tan poderoso? Porque ese es el Dios que diezmó a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto. ¡Ánimo y sean fuertes, filisteos! Que no los esclavicen los hebreos como ustedes los han esclavizado a ellos. ¡Sean valientes y combatan!

10 Los filisteos atacaron y derrotaron a Israel que huyó a la desbandada hasta su campamento. Hubo una gran masacre y la infantería israelita perdió treinta mil hombres. 11 El Arca de Dios fue capturada y los dos hijos de Elí, Jofní y Finés, también murieron.

12 Un benjaminita salió corriendo del campo y llegó a Siló el mismo día, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. 13 Cuando llegó, Elí estaba sentado en su silla junto al camino vigilando preocupado por la suerte del Arca de Dios. El hombre entró en la población para dar la noticia y todos los habitantes se pusieron a gritar. 14 Elí oyó el griterío y se preguntaba qué significaba aquel tumulto. Entonces el mensajero llegó presuroso a darle la noticia a Elí. 15 Con noventa y ocho años, Elí tenía la mirada fija y no veía nada. 16 El mensajero le dijo:

— Acabo de llegar del campo de batalla, del que hoy mismo he logrado escapar.

Elí le preguntó:

— ¿Qué ha pasado, hijo mío?

17 Y el mensajero respondió:

— Israel ha huido ante los filisteos y el ejército ha sufrido una gran derrota. Tus dos hijos, Jofní y Finés, también han muerto y el Arca de Dios ha sido capturada.

18 Al mencionar el Arca de Dios, Elí se cayó de la silla hacia atrás contra la puerta, se rompió la nuca y murió, pues era viejo y estaba pesado. Había sido juez de Israel durante cuarenta años.

19 Su nuera, la mujer de Finés, estaba embarazada y a punto de dar a luz. Cuando oyó las noticias de la captura del Arca de Dios y de las muertes de su suegro y su marido, le sobrevinieron los dolores del parto, se agachó y dio a luz. 20 Como estaba a punto de morir, las que la asistían le decían:

— ¡Ánimo, que has tenido un niño!

Pero ella no respondió ni hizo caso. 21 Al niño le puso por nombre Icabod, pues decía: “Israel se ha quedado sin gloria”, refiriéndose a la captura del Arca de Dios y a las muertes de su suegro y de su marido. 22 Y repetía: “Israel se ha quedado sin gloria, pues el Arca de Dios ha sido capturada”.

El Arca entre los filisteos

Después de capturar el Arca, los filisteos la trasladaron desde Eben Ézer hasta Asdod. Tomaron el Arca, la llevaron al templo de Dagón y la colocaron junto a Dagón. Cuando los de Asdod se levantaron al día siguiente, encontraron a Dagón caído en el suelo ante el Arca del Señor. Agarraron a Dagón y lo pusieron en su sitio.

Cuando se levantaron a la mañana siguiente, encontraron de nuevo a Dagón caído en el suelo ante el Arca del Señor. Tenía la cabeza y las dos manos arrancadas y tiradas sobre el umbral; de Dagón sólo quedaba el tronco. Por esta razón, los sacerdotes de Dagón y los que visitan su templo en Asdod siguen sin pisar el umbral hasta el presente.

El Señor castigó gravemente a los asdoditas y los aterrorizó, asolando con tumores a Asdod y a su comarca. Cuando los asdoditas vieron lo que sucedía, dijeron:

— El Arca del Dios de Israel no debe quedarse entre nosotros, porque su poder se recrudece contra nosotros y contra nuestro dios Dagón.

Entonces convocaron a todos los príncipes filisteos y los consultaron:

— ¿Qué podemos hacer con el Arca del Dios de Israel?

Ellos contestaron:

— Que la lleven a Gat.

Así, pues, trasladaron a Gat el Arca del Dios de Israel. Pero, nada más trasladarla, el Señor castigó a la ciudad e hizo cundir el pánico, pues hirió a sus habitantes, pequeños y grandes, y les salieron tumores. 10 Entonces enviaron el Arca de Dios a Ecrón. Y, al llegar allí, los ecronitas se pusieron a gritar:

— ¡Han traído aquí el Arca del Dios de Israel para que nos aniquile a todos!

11 Entonces convocaron de nuevo a todos los príncipes filisteos y les dijeron:

— Llévense el Arca del Dios de Israel y que vuelva a su sitio, para que no nos aniquile a todos.

Y es que por toda la ciudad cundía un pánico mortal, pues el Señor la había castigado muy duramente. 12 Los que no morían estaban infectados de tumores y el clamor de la ciudad llegaba al cielo.

El regreso del Arca

El Arca del Señor permaneció siete meses en territorio filisteo. Los filisteos hicieron llamar a los sacerdotes y adivinos para consultarles:

— ¿Qué podemos hacer con el Arca del Señor? Indíquennos cómo debemos enviarla a su lugar.

Ellos respondieron:

— Si quieren devolver el Arca del Dios de Israel, no la manden vacía; devuélvanla con una compensación. Entonces se curarán y sabrán por qué su castigo no los dejaba en paz.

Y preguntaron:

— ¿Qué compensación debemos hacerle?

Contestaron:

— A razón del número de príncipes filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, pues una misma plaga han sufrido todos ustedes y sus príncipes. Harán imágenes de los tumores y de las ratas que exterminan el país para glorificar al Dios de Israel. Tal vez así aplaque su castigo sobre ustedes, sus dioses y su país. No sean tan obstinados como lo fueron los egipcios y el faraón que sólo cuando él los golpeó dejaron marchar a Israel. Así, pues, construyan una carreta nueva, tomen dos vacas que estén criando y que nunca hayan llevado yugo, engánchenlas a la carreta y dejen sus terneros en el establo. Tomen luego el Arca del Señor, colóquenla en la carreta junto con los objetos de oro que le ofrecen como reparación metidos en una bolsa, y déjenla marchar. Observen entonces: si se encamina hacia su territorio y sube hacia Bet Semes, demostrará que él nos ha causado esta terrible plaga. Si no es así, sabremos que él no nos ha castigado y que ha sido un accidente.

10 Y así lo hicieron. Tomaron dos vacas que estaban criando, las engancharon a la carreta y encerraron a sus terneros en el establo. 11 Luego colocaron en la carreta el Arca del Señor y la bolsa con las ratas de oro y las imágenes de sus tumores. 12 Las vacas tiraron derechas en dirección a Bet Semes. Caminaban mugiendo siempre por el mismo camino, sin desviarse a ningún lado, y los príncipes filisteos las siguieron hasta el término de Bet Semes.

13 Las gentes de Bet Semes, que estaban cosechando el trigo en el valle, levantaron la vista y, al ver el Arca, se alegraron. 14 La carreta llegó al campo de Josué, el de Bet Semes, y se detuvo allí, junto a una piedra grande. Entonces partieron la madera de la carreta y ofrecieron las vacas en holocausto al Señor. 15 Los levitas habían bajado el Arca del Señor y la bolsa que contenía los objetos de oro, colocándolos sobre la piedra grande. Aquel día la gente de Bet Semes ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor. 16 Los cinco príncipes filisteos estuvieron observando y regresaron a Ecrón el mismo día.

17 Los cinco tumores de oro que los filisteos ofrecieron en compensación al Señor correspondían respectivamente a Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón. 18 El número de ratas de oro correspondía al total de las ciudades filisteas gobernadas por los cinco príncipes, incluyendo ciudades fortificadas y aldeas anejas. En cuanto a la piedra grande sobre la que colocaron el Arca del Señor, todavía hoy puede verse en el campo de Josué, el de Bet Semes.

19 Pero el Señor castigó a la gente de Bet Semes por mirar el Arca del Señor, hiriendo a setenta de sus hombres. El pueblo hizo duelo por el duro castigo que el Señor le había infligido. 20 Entonces los habitantes de Bet Semes dijeron:

— ¿Quién podrá resistir ante el Señor, ante este Dios Santo? ¿A quién enviarla para quitárnosla de encima?

21 Enviaron, pues, emisarios a los habitantes de Quiriat Jearín con este mensaje:

— Los filisteos han devuelto el Arca del Señor. Vengan y llévensela con ustedes.

Los habitantes de Quiriat Jearín vinieron y recogieron el Arca del Señor; la llevaron a la casa de Abinadab, en la colina, y consagraron a su hijo Eleazar para que la cuidase.

Samuel, juez de Israel (7,2-17)

Pasaron muchos años, unos veinte, desde la instalación del Arca en Quiriat Jearín y todo Israel añoraba al Señor. Entonces Samuel se dirigió a todos los israelitas para decirles:

— Si quieren volver totalmente al Señor, retiren de entre ustedes a los dioses y diosas extranjeros, entréguense plenamente al Señor, adórenlo en exclusiva y él los librará de los filisteos.

Los israelitas retiraron las imágenes de Baal y Astarté y adoraron al Señor en exclusiva. Samuel les ordenó:

— Convoquen a todo Israel en Mispá y yo oraré por ustedes al Señor.

Se reunieron en Mispá, sacaron agua, la derramaron ante el Señor y ayunaron aquel día, diciendo:

— Hemos pecado contra el Señor.

Samuel juzgó a los israelitas en Mispá. Cuando los filisteos se enteraron de que los israelitas estaban reunidos en Mispá, los príncipes filisteos subieron contra Israel. Los israelitas, al saberlo, se asustaron y dijeron a Samuel:

— No dejes de suplicar por nosotros al Señor nuestro Dios, para que nos defienda de los filisteos.

Samuel tomó un cordero lechal, lo sacrificó al Señor en holocausto, clamó al Señor en favor de Israel y el Señor lo escuchó. 10 Mientras Samuel estaba ofreciendo el sacrificio, llegaron los filisteos para atacar a Israel. Entonces el Señor lanzó un fuerte trueno contra los filisteos, los desconcertó y cayeron derrotados ante Israel. 11 Los israelitas salieron de Mispá persiguiendo a los filisteos y los fueron aniquilando hasta más abajo de Bet Car. 12 Samuel colocó entonces una piedra entre Mispá y Sen, diciendo:

— Hasta aquí nos ha ayudado el Señor.

Por eso la llamó Eben Ézer. 13 Los filisteos, derrotados, ya no volvieron a invadir el territorio israelita y el Señor los tuvo sometidos mientras vivió Samuel. 14 Israel reconquistó las ciudades situadas entre Ecrón y Gat que los filisteos le habían arrebatado, liberó su territorio del dominio filisteo y estuvo en paz con los amorreos.

15 Samuel fue juez de Israel durante toda su vida. 16 Anualmente hacía una gira por Betel, Guilgal y Mispá, dirimiendo los pleitos de Israel en estos lugares. 17 Luego volvía a Ramá, donde tenía su residencia y seguía juzgando a Israel. Y allí construyó un altar al Señor.

II.— SAMUEL Y SAÚL (8—15)

Institución de la monarquía (8—12)

Israel pide un rey

Cuando Samuel se hizo viejo nombró a sus hijos jueces de Israel. El primogénito se llamaba Joel y el segundo Abías, y ambos ejercían en Berseba. Sin embargo sus hijos no siguieron sus pasos, pues buscaban su provecho, aceptaban sobornos y pervertían la justicia. Por ello, todos los ancianos de Israel se reunieron, fueron a Ramá a ver a Samuel y le dijeron:

— Mira, tú ya eres viejo y tus hijos no siguen tus pasos. Por tanto, nómbranos un rey que nos gobierne, como en todas las naciones.

Le disgustó a Samuel el hecho de que le pidieran un rey para que los gobernara y se puso a orar al Señor. Pero el Señor le dijo:

— Escucha la voz del pueblo en todo lo que te pidan, pues no te rechazan a ti, sino que es a mí a quien rechazan como rey suyo. Lo mismo que me han tratado a mí desde que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome para dar culto a otros dioses, así te tratan también a ti. Ahora, pues, escúchalos; pero ponlos sobre aviso y dales a conocer los privilegios del rey que reinará sobre ellos.

10 Samuel transmitió las palabras del Señor a la gente que le pedía un rey 11 y les dijo:

— Estos serán los derechos del rey que los gobierne: alistará a los hijos de ustedes y a unos los destinará a sus carros y a sus caballos para que vayan delante de su carroza; 12 a otros los nombrará jefes y oficiales de su ejército; a otros los pondrá a trabajar sus campos y a cuidar sus cosechas, o a fabricar su armamento y los pertrechos de sus carros. 13 A las hijas de ustedes las pondrá a su servicio como perfumistas, cocineras o panaderas. 14 Requisará sus mejores campos, viñas y olivares para dárselos a sus funcionarios. 15 Les cobrará a ustedes el diezmo de sus cereales y viñas y se lo dará a sus oficiales y funcionarios. 16 Les quitará sus siervos y siervas junto con sus mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus trabajos. 17 Les exigirá impuestos por sus rebaños, y ustedes mismos se convertirán en sus esclavos. 18 En ese momento ustedes se quejarán del rey que habían elegido, pero entonces el Señor no les responderá. 19 El pueblo no quiso escuchar a Samuel e insistió:

— ¡No importa! Queremos tener rey. 20 Así también nosotros seremos como todos los pueblos: nuestro rey nos gobernará y nos conducirá a luchar en las guerras.

21 Samuel escuchó lo que decía el pueblo y se lo comunicó al Señor. 22 El Señor le contestó:

— Atiende a su petición y nómbrales un rey.

Entonces Samuel ordenó a los israelitas:

— ¡Todo el mundo a sus pueblos!

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España