Beginning
Una canción nueva
(Sal 70)
Al director. Canción de David.
1 Yo confié sinceramente en el SEÑOR,
y él escuchó mi oración.
2 El SEÑOR me sacó del pozo de la destrucción;
me sacó del barro y del lodo.
Me puso los pies en la roca, en tierra firme,
donde puedo andar con seguridad.
3 Él puso una canción nueva en mi boca,
una canción de alabanza a Dios.
Mucha gente verá lo que Dios ha hecho y lo alabará;
se llenarán de confianza en él.
4 Afortunado el que confía en el SEÑOR
y no busca ayuda en dioses falsos.
5 SEÑOR, Dios nuestro,
tú has hecho muchas maravillas.
Tienes planes maravillosos para nosotros;
eres incomparable.
No me alcanzan las palabras
cuando intento contar tus maravillas.
6 SEÑOR, tú me has hecho entender[a]
que en realidad no esperas sacrificios ni ofrendas.
En realidad no pides sacrificios para borrar el pecado.
7 Así que dije: «Mírame, aquí estoy,
listo para hacer lo que está escrito de mí en el libro».
8 Dios mío, deseo que se haga tu voluntad;
llevo tus enseñanzas en mi corazón.
9 Le he dado a todo el mundo la buena noticia de tu victoria
y sabes que nunca dejaré de hablar de ello, SEÑOR.
10 SEÑOR, no he guardado para mí la maravilla de tus obras.
He hablado públicamente de tu justicia y de tu salvación.
No he escondido a la gran asamblea
tu fiel amor ni tu verdad.
11 No seas tacaño, SEÑOR, con tu compasión.
Que tu fiel amor y fidelidad me guarden para siempre.
12 Porque se me han venido encima
muchas desgracias.
Mis pecados me han atrapado
y no puedo escapar de ellos.
Son tantos los pecados que he cometido,
que he perdido todo el valor.
13 SEÑOR, por favor rescátame.
¡SEÑOR, ven pronto a ayudarme!
14 Que todos los que buscan destruirme
terminen sintiéndose avergonzados y humillados.
Que los que quieren hacerme daño
se retiren sin lograr nada.
15 Que los que se burlan de mí
retrocedan avergonzados.
16 Y que los que buscan tu ayuda,
encuentren dicha y felicidad.
Que los que aman tu salvación
puedan alabarte siempre diciendo:
«¡Cuán grande es el SEÑOR!»
17 Señor, ten compasión de mí,
aunque sea tan sólo un hombre pobre e indefenso.
Dios mío, tú eres quien me ayuda y me salva.
¡No llegues demasiado tarde!
Dios ayuda al que ayuda
Al director. Canción de David.
1 Afortunados los que ayudan al pobre a salir adelante
porque cuando estén en peligro, el SEÑOR los salvará.
2 El SEÑOR los protegerá
y los mantendrá con vida.
Serán felices en la tierra
y no los dejará caer en manos de sus enemigos.
3 El SEÑOR les dará fortaleza cuando se sientan débiles.
Los sanará cuando estén enfermos y en cama.
4 Yo dije: «SEÑOR, he pecado contra ti,
pero por favor ten compasión de mí y alíviame».
5 Pero mis enemigos decían contra mí:
«¿Cuándo morirá y pasará al olvido?»
6 Venían a verme,
pero no me decían lo que en realidad estaban pensando,
sino que venían a recoger calumnias y salir a contarlas.
7 Todos mis rivales murmuraban
y planeaban cosas en mi contra.
8 Ellos decían: «Debe haber hecho algo malo ya que está enfermo
y no puede recuperarse».
9 Hasta mi mejor amigo en quien yo confiaba,
con el que compartí mi comida, se puso en mi contra.
10 Así que te pido SEÑOR que tengas compasión de mí;
ayúdame a levantarme para poder pagarles lo que merecen.
11 Sólo así podré saber que no estás enojado conmigo
y que no incitaste a mis enemigos a que me atacaran.
12 Sabré que era inocente, que tú me ayudaste
y me permitiste servirte siempre.
13 Alaben al SEÑOR, el Dios de Israel,
que ha existido desde el principio de los siglos
y que existirá por toda la eternidad.
¡Qué así sea!
Libro 2
(Salmos 42-72)
¿Dónde está tu Dios?
Al director. Un poema de los descendientes de Coré.
1 Como un ciervo busca agua fresca cuando tiene sed,
así me desespero yo buscándote, Dios mío.
2 Mi sed es de Dios, del Dios que vive.
¿Cuándo es que voy a presentarme ante Dios?
3 En lugar de comida, tengo llanto.
Me la paso llorando día y noche
porque la gente me atormenta todo el tiempo preguntándome:
«¿Dónde está tu Dios?»
4 Mi corazón se destroza cuando recuerdo esto.
Me acuerdo de cuando guiaba a las multitudes a la casa de Dios,
de las alegres canciones de alabanza y agradecimiento
de las multitudes en fiesta.
5 ¿Por qué tengo que estar tan angustiado
y sufrir tanto?
Confía en Dios.
Volveré alabarlo por haberme salvado.
6 Dios mío, estoy tan deprimido aquí
recordándote en este lugar,
desde esta pequeña colina[b]
donde están el monte Hermón y el río Jordán.
7 Escucho el sonido del agua de tus cascadas,
que sale de lo profundo de la tierra
y cae gritando con fuerza en un pozo profundo.
Tus fuertes olas me cubren y me ahogan.
8 El SEÑOR me muestra su fiel amor todos los días.
Por la noche yo le canto
y elevo una oración al Dios que me dio la vida.
9 Al cantar, le pregunto a Dios, mi roca:
¿Por qué te has olvidado de mí?
Quiero saber por qué debo aguantar
tanta crueldad de mis enemigos.
10 Me duelen hasta los huesos
ante la burla de mis enemigos
que todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
11 ¿Por qué tengo que estar tan angustiado
y sufrir tanto?
Confía en Dios.
Volveré alabarlo por haberme salvado.
Confiaré en Dios
1 Dios mío, hazme justicia
y demuestra que soy inocente.
Protégeme de los que no son tu gente fiel,
de esa gente perversa y mentirosa.
2 Dios mío, tú eres mi refugio,
¿por qué me abandonaste?
¿Por qué tengo que andar triste
y oprimido por el enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad
para que me guíen.
Me llevarán hasta tu monte santo,
el lugar donde vives.
4 Así llegaré al altar de Dios,
del Dios que me da tanta felicidad
y le cantaré canciones de alabanza
al ritmo de la cítara.
5 ¿Por qué tengo que estar tan angustiado
y sufrir tanto?
Confía en Dios.
Volveré alabarlo por haberme salvado.
¡Despierta, Dios mío!
Al director. Un poema de los descendientes de Coré.
1 Dios mío, hemos escuchado hablar de ti,
nuestros padres nos han contado
las maravillas que hiciste en su época,
en aquellos tiempos pasados.
2 Nos contaron cómo con tu poder arrancaste naciones,
y plantaste a nuestros padres.
Trituraste naciones,
y los expulsaste de la tierra.
3 No fue gracias a sus espadas
ni a su fuerza como obtuvieron la victoria,
sino gracias a tu poder y a tu fortaleza,
y a la luz de tu presencia
porque tú eras feliz con ellos.
4 Dios mío, tú eres mi rey.
Ordena que el pueblo de Jacob salga victorioso.
5 Con tu ayuda, nos quitaremos de encima al enemigo;
sólo en tu nombre los podremos pisotear.
6 No confío en mi espada ni en mi arco,
pues no me pueden dar la victoria.
7 Eres tú quien nos da la victoria
y pone en ridículo a nuestros enemigos.
8 Todo el día hemos alabado a Dios.
Siempre adoraremos su nombre. Selah
9 Pero tú nos has rechazado, nos has humillado
y ya no fuiste con nosotros a la batalla.
10 Nos hiciste huir de nuestros enemigos,
los que nos odian se apoderan de lo nuestro.
11 Nos entregaste como ovejas para que nos devoraran.
Nos dispersaste por todo el mundo.
12 Vendiste a tu pueblo muy barato
sin luchar por un buen precio.
13 Nos has convertido en objeto de los insultos de nuestros vecinos;
los que nos rodean se burlan de nosotros y nos ridiculizan.
14 Nuestra desgracia ya sirve de refrán a las naciones.
Cuando nos ven, se burlan de nosotros meneando la cabeza.
15 A todo instante me siento humillado,
mi cara está cubierta de vergüenza
16 al oír las palabras de quienes me ultrajan e insultan.
Es el enemigo que busca venganza.
17 Todo esto nos ha sucedido a pesar de que nunca te olvidamos
ni rompimos tu pacto.
18 Nunca te traicionamos;
nunca nos alejamos de ti.
19 Sin embargo, nos aplastaste en una cueva de chacales
y nos has cubierto de densa oscuridad.
20 Si nos hubiéramos olvidado de nuestro Dios
y recurrido a otros dioses,
21 tú te habrías dado cuenta,
ya que conoces nuestros más íntimos secretos.
22 Pero por seguirte siempre nos han masacrado,
nos han tratado como a las ovejas en un matadero.
23 ¡Despierta, Dios mío!
¿Por qué duermes?
¡Levántate, Señor!
No nos abandones para siempre.
24 ¿Por qué te escondes de nosotros?
No ignores nuestro dolor y sufrimiento.
25 Nos han humillado hasta el polvo;
y nos arrastramos por el suelo.
26 ¡Levántate y ven pronto a ayudarnos!
¡Muéstranos tu fiel amor! ¡Sálvanos!
El elegido del Señor
Al director. Al compás de la melodía «Los Lirios».[c] Un poema de los descendientes de Coré. Canto de amor.
1 Mi mente se agita con palabras hermosas
cuando le recito al rey mi poema;
mi lengua es como la pluma de un escritor talentoso.
2 Eres el hombre más apuesto que existe;
tienes una hermosa manera de hablar,
y por eso Dios siempre te bendice.
3 Ponte tu espada en la cintura, poderoso,
con tu esplendor y majestad.
4 Cabalga victorioso por la verdad,
la humildad y la justicia.
Que tu poderosa mano realice grandes hazañas.
5 Tus agudas flechas caen en el corazón de tus enemigos,
y las naciones se postran a tus pies.
6 Tu reino, oh Dios, seguirá por siempre,
gobiernas tu reino con justicia.
7 Amas la justicia y detestas la maldad.
Por eso te eligió Dios, tu Dios,
y te ha dado un honor y una alegría
más grande que las que tienen los que son como tú.
8 Toda tu ropa tiene aroma de mirra, áloe y canela.
En palacios de marfil te alegran al son de instrumentos de cuerda.
9 En las damas de tu corte hay hijas de reyes;
La reina se sienta a tu derecha, luciendo oro puro.
10 Escucha, hijita, presta atención y fíjate bien:
Olvídate de tu pueblo y de tu familia,
11 para que así el rey pueda admirar tu belleza,
pues él es tu esposo[d] y debes honrarlo.
12 La gente de Tiro vendrá con regalos,
los ricos del país procurarán quedar bien contigo.
13 Su novia es una princesa que hace su entrada
luciendo un vestido hermoso bordado en oro.
14 Llevan a la princesa con su bello vestido a donde está el rey,
seguida de sus damas de compañía.
15 Todas ellas entran al palacio del rey,
llenas de alegría.
16 Tus hijos ocuparán el trono de tus antepasados
y harás que gobiernen todo el país.
17 Haré que se conozca tu nombre de generación en generación,
y que las naciones te alaben por siempre.
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