Beginning
Decreto de Ciro
(2 Cr 36:22-23)
1 En el primer año[a] del reinado de Ciro, rey de Persia, el SEÑOR inquietó el espíritu de Ciro para que se cumpliera la profecía del SEÑOR, comunicada por intermedio de Jeremías.[b] Ciro lo hizo circular por escrito e hizo también que lo leyeran en todas partes de su reino. El decreto era este:
2 «Ciro, rey de Persia, decreta lo siguiente:
»El SEÑOR, Dios del cielo, me dio todos los reinos de la tierra y me ha encargado que le construya un templo en Jerusalén, en el territorio de Judá. 3 Así que todo aquel que pertenezca al pueblo de Dios, que el SEÑOR su Dios lo acompañe y se vaya a Jerusalén que está en Judá a construir el templo del SEÑOR, el Dios de Israel, quien está en Jerusalén. 4 En cuanto a los de ese pueblo que decidan quedarse en este país, que ayuden a los que se van. Desde el lugar donde viven que manden oro, plata, bienes y ganado junto con ofrendas para el templo de Dios en Jerusalén».
Regreso de los exiliados
5 Entonces los jefes de las familias de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas se prepararon para ir a Jerusalén a reconstruir el templo del SEÑOR junto con todos a los que Dios había animado. 6 Todos sus vecinos les dieron voluntariamente muchos regalos: oro, plata, ganado y otros objetos de valor. 7 El rey Ciro también hizo entregar los objetos que pertenecían al templo del SEÑOR y que Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén y había puesto en el templo de su dios. 8 Ciro, rey de Persia, le dijo a Mitrídates, su tesorero, que los sacara, los contara y se los entregara a Sesbasar[c], líder de Judá. 9 Estos son los objetos que trajo Mitrídates: 30 copas de oro, 1000 copas de plata, 29 cuchillos, 10 30 tazones de oro, 410 tazones de plata, y 1000 cosas más. 11 En total fueron 5400 objetos de oro y plata. Sesbasar los llevó todos cuando los exiliados salieron de Babilonia y regresaron a Jerusalén.
Exiliados que regresaron
(Neh 7:5-73)
2 Esta es la lista de los exiliados de esa provincia que regresaron. En el pasado, el rey Nabucodonosor de Babilonia los había llevado desterrados a Babilonia. Todos estaban ahora de regreso en Jerusalén, en Judá, y en cada uno de sus pueblos. 2 Estos son los que regresaron con Zorobabel[d], Jesúa, Nehemías, Seraías, Relaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baná. Esta es la lista y el número de los israelitas que regresaron:
3 Descendientes de Parós, 2172;
4 de Sefatías, 372;
5 de Araj, 775;
6 de Pajat Moab, es decir, los de Jesúa y Joab, 2812;
7 de Elam, 1254;
8 de Zatú, 945;
9 de Zacay, 760;
10 de Baní, 642;
11 de Bebay, 623;
12 de Azgad, 1222;
13 de Adonicán, 666;
14 de Bigvay, 2056;
15 de Adín, 454;
16 de Ater, es decir, de Ezequías, 98;
17 de Bezay, 323;
18 de Jorá, 112;
19 de Jasún, 223;
20 de Guibar 95;
21 del pueblo de Belén, 123.
22 Hombres del pueblo de Netofa, 56;
23 del pueblo de Anatot, 128;
24 del pueblo de Azmávet, 42;
25 de los pueblos de Quiriat Yearín, Cafira y Berot, 743;
26 de los pueblos de Ramá y Gueba, 621;
27 del pueblo de Micmás, 122;
28 de los pueblos de Betel y Hai, 223;
29 del pueblo de Nebo, 52.
30 Descendientes de Magbís, 156.
31 Hombres del otro pueblo de Elam, 1254;
32 del pueblo de Jarín, 320;
33 de los pueblos de Lod, Jadid y Ono, 725.
34 Hombres del pueblo de Jericó, 345;
35 del pueblo de Sená, 3630;
36 Sacerdotes:
Descendientes de Jedaías, de la familia de Jesúa, 973;
37 de Imer, 1052;
38 de Pasur, 1247;
39 de Jarín, 1017.
40 Levitas:
Descendientes de Jesúa y de Cadmiel, de la familia de Hodavías, 74.
41 Cantores:
Descendientes de Asaf, 128.
42 Porteros:
Descendientes de Salún, de Ater, de Talmón, de Acub, de Jatitá y de Sobay, 139.
43 Servidores del templo:
Los descendientes de Zijá, Jasufá, Tabaot, 44 Querós, Sigajá, Padón, 45 Lebaná, Jagabá, Acub, 46 Jagab, Salmay, Janán, 47 Guidel, Gajar, Reaías, 48 Rezín, Necoda, Gazán, 49 Uza, Paseaj, Besay, 50 Asena, Meunín, Nefusín, 51 Bacbuc, Jacufá, Jarjur, 52 Baslut, Mejidá, Jarsa, 53 Barcós, Sísara, Temá, 54 Neziaj y Jatifá.
55 Descendientes de los servidores de Salomón:
Los descendientes de Sotay, Soféret, Peruda, 56 Jalá, Darcón, Guidel, 57 Sefatías, Jatil, Poquéret Hasebayin y Amón. 58 En total los servidores del templo y los descendientes de los servidores de Salomón eran 392.
59 Estos son los que regresaron a Jerusalén de los pueblos de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no pudieron demostrar que sus antepasados eran de Israel:
60 Descendientes de Delaías, Tobías y Necoda, 652.
61 Estos son los descendientes de los sacerdotes que tampoco pudieron demostrar que sus antepasados eran israelitas:
Descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (este Barzilay tenía en realidad otro nombre, pero como se casó con la hija de un hombre de Galaad llamado Barzilay, decidió tomar ese nombre).
62 Ellos buscaron sus registros familiares en la lista oficial, pero no pudieron encontrarlos y por eso fueron excluidos del sacerdocio. 63 El gobernador les ordenó no comer ningún alimento sagrado hasta que hubiera un sacerdote que pudiera usar el urim y el tumim para preguntarle a Dios qué hacer.
64 El grupo que regresó estaba compuesto de un total de 42 360 personas. 65 Esto sin contar 7337 esclavos y esclavas que también venían acompañados de 200 hombres y mujeres cantores. 66 Tenían 736 caballos, 245 mulas, 67 435 camellos y 6720 burros.
68 Ese grupo llegó al templo del SEÑOR en Jerusalén. Luego, los jefes de familia ofrecieron donaciones para construir el templo de Dios en el mismo lugar en donde estaba el que había sido destruido. 69 Dieron todo lo que pudieron: 488 kilos[e] de oro, 2740 kilos[f] de plata y cien túnicas de las que usaban los sacerdotes.
70 Entonces los sacerdotes, levitas, y una parte del pueblo fueron a vivir en Jerusalén. Los demás, incluso los porteros, los cantores, los servidores del templo y otra parte del pueblo, se quedaron en sus respectivas aldeas.
Reconstrucción del altar
3 Así que hacia el séptimo mes[g] cuando los israelitas ya estaban establecidos en sus pueblos de origen, todos unidos se reunieron en Jerusalén. 2 Entonces, Jesúa hijo de Josadac y los sacerdotes que estaban con él, junto con Zorobabel hijo de Salatiel y la gente que lo acompañaba, comenzaron la construcción del altar del Dios de Israel para poder ofrecer sacrificios ante él, tal como dice en la ley de Moisés, hombre de Dios. 3 Los que estaban allí tenían miedo de los habitantes de los alrededores, pero eso no los detuvo. Construyeron el altar en su antigua ubicación y ofrecieron allí sacrificios al SEÑOR por la mañana y por la noche. 4 Luego celebraron la fiesta de las Enramadas tal como está escrito. Ofrecieron el número exacto de sacrificios ordenado para cada día de la fiesta. 5 Luego de eso, comenzaron a ofrecer los sacrificios que deben quemarse completamente cada día, los de Luna Nueva y los de todas las otras fiestas y días sagrados ordenados por el SEÑOR. La gente también comenzó a dar al SEÑOR otras ofrendas voluntarias. 6 Así que el primer día del séptimo mes comenzaron a ofrecer nuevamente sacrificios al SEÑOR aunque aun no habían sentado las bases del templo del SEÑOR.
Comienzo de la reconstrucción del templo
7 Entonces contrataron a carpinteros y canteros. A los de Tiro y de Sidón les dieron comida, vino y aceite de oliva como pago por traer troncos de cedro en embarcaciones desde el Líbano hasta el pueblo costero de Jope. Ciro, el rey de Persia, les había dado permiso para hacer todo eso. 8 Así que en el segundo mes[h] del segundo año después de su llegada al templo en Jerusalén, Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac comenzaron a trabajar junto con sus hermanos, los sacerdotes, los levitas y todos los que regresaron a Jerusalén después de su cautiverio. Nombraron a jóvenes levitas mayores de 20 años para que fueran los líderes en la reconstrucción del templo del SEÑOR: 9 Los elegidos fueron Jesúa con sus hermanos y sus hijos, Cadmiel y sus hijos (los descendientes de Judá), los hijos de Henadad y sus hermanos los levitas.
10 Cuando los constructores terminaron de sentar las bases para el templo del SEÑOR, los sacerdotes se colocaron sus vestidos sagrados y tomaron sus trompetas. Los levitas hijos de Asaf llevaron sus platillos. Todos ocuparon sus lugares para alabar al SEÑOR tal como David, rey de Israel, lo había ordenado en el pasado. 11 Unos cantaban canciones de alabanza y los demás les respondían[i]:
«Alabado sea el SEÑOR,
porque él es bueno;
su fiel amor dura para siempre».
Luego todo el pueblo alabó al SEÑOR a gran voz, porque se habían sentado las bases del templo del SEÑOR.
12 Pero muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia más viejos lloraban porque ellos habían conocido el primer templo y recordaban lo bello que era. Mientras ellos lloraban de nostalgia, los demás gritaban de alegría. 13 El ruido que hacían se podía oír desde lejos y los gritos de alegría se confundían con el llanto.
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