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Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
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Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Jeremías 10-13

Dios rechaza los ídolos

10 1-2 Israelitas, escuchen la palabra de nuestro Dios:

«No tiemblen de miedo
cuando vean señales en el cielo,
como hacen las otras naciones.
Las costumbres religiosas de esa gente
no tienen ningún valor.
Van al bosque, cortan un tronco,
y un artesano le va dando forma.
Otros lo adornan con oro y plata,
y lo aseguran con clavos y martillo
para que no se caiga.

»Esos ídolos no pueden hablar;
¡parecen espantapájaros
en un campo sembrado de melones!
Tienen que llevarlos
porque no pueden caminar,
así que no los adoren;
ellos no los pueden ayudar
ni les pueden hacer daño».

El Dios verdadero

Jeremías dijo:

«Dios mío, tú eres muy poderoso,
¡no hay nadie como tú!
Eres el rey de las naciones
y todos tiemblan ante ti.
Entre los sabios de las naciones,
y entre todos los reinos,
no hay nadie como tú.
¡Tú mereces que todos te adoren!

»Los habitantes de esas naciones
son gente tonta y bruta,
pues tienen por maestros
a ídolos de palo que no sirven para nada.
Los artesanos hacen esos ídolos
con el oro y la plata
que traen desde España,
y más tarde los visten
con lujosas telas rojas;
¡pero todos esos ídolos
están hechos por hombres!
10 Pero tú, nuestro Dios,
eres el Dios verdadero;
¡Tú nos das vida
y reinas por siempre!
Cuando te enojas, tiembla la tierra;
¡no hay nación que resista tu furia!»

Los ídolos no sirven para nada

11 Dios le pidió a Jeremías que les diera a los israelitas el siguiente mensaje:

«Como los ídolos no hicieron
ni el cielo ni la tierra,
están condenados a desaparecer.

12 »Con su poder y sabiduría,
y con mucha inteligencia,
Dios hizo la tierra, afirmó el mundo
y extendió los cielos.

13 »Basta una palabra de Dios
para que rujan los cielos
y aparezcan las nubes en el horizonte.
En medio de fuertes relámpagos,
y de vientos huracanados,
Dios hace que llueva.

14 »La gente es necia, no sabe nada;
los ídolos son una vergüenza
para quienes los fabrican.
Esos ídolos son un engaño;
por supuesto, no tienen vida.
15 No valen nada, son pura fantasía;
cuando Dios los juzgue, serán destruidos.
16 Pero nuestro Dios no es así;
¡él hizo todo lo que existe!
Nuestro Dios nos eligió
y nos hizo su pueblo.
¡Su nombre es el Dios todopoderoso!»

La destrucción no tarda en llegar

17-18 El Dios de Israel ha dicho:

«Habitantes de Jerusalén,
esta vez voy a enviarlos muy lejos,
como si lanzara una piedra con la honda.
Voy a ponerlos en aprietos,
y dejaré que los capturen.
Agarren todo lo que puedan
y salgan corriendo,
pues ya se acerca el enemigo».

19 Jeremías dijo:

«¡Qué terrible es mi dolor!
¡Mi sufrimiento no se acaba!
Estoy sufriendo en carne propia
los males de mi pueblo.
20 Toda mi patria está destruida
y no puedo reconstruirla.
Ya no hay nadie que pueda ayudarme;
toda mi gente está muerta.
¡He quedado abandonado!
21 Los gobernantes de este pueblo
resultaron ser unos tontos
que no buscaron a Dios.
Por eso no tuvieron éxito,
y ahora nosotros parecemos
un rebaño de ovejas perdidas.

22 »¡Escuchen! ¡Llega una mala noticia!
Un gran ejército viene del norte,
y convertirá las ciudades de Judá
en un montón de ruinas;
¡allí harán su casa los perros salvajes!»

23 Jeremías oró así:

«Dios mío,
yo sé que nadie es dueño
de su vida y su futuro.
24 Te pido que nos corrijas,
pero hazlo con justicia.
No nos corrijas mientras estés enojado,
pues nos destrozarías por completo.
25 Mejor castiga con furia
a los habitantes de las otras naciones.
Ellos no te reconocen como su Dios,
pues nos han destruido por completo
y han arruinado nuestro país».

Judá no respeta el pacto

11 Dios me dijo:

«Jeremías, presta atención a las obligaciones de este pacto, y comunícaselas a todos los habitantes de Judá. Diles que yo soy el Dios de Israel, y que maldeciré a quien no obedezca las obligaciones del pacto. Este pacto es el mismo que hice con los antepasados de ellos, cuando los saqué de Egipto, país que parecía un horno para fundir hierro. Yo les pedí que obedecieran todos mis mandamientos, así ellos serían mi pueblo y yo sería su Dios. Entonces yo cumpliría el juramento que les hice a sus antepasados: les daría un país muy fértil, donde siempre habría abundancia de alimentos. ¡Y ése es el país que hoy tienen ustedes!»

Yo respondí: «Que así sea, Dios mío».

Dios me dijo:

«Anuncia todo esto en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Diles que presten atención a las obligaciones de este pacto y que las obedezcan. Desde que los saqué de Egipto y hasta ahora, les he estado advirtiendo que me obedezcan. Pero ellos no me obedecen ni me prestan atención. Al contrario, siguen haciendo lo que les dicta su malvado corazón. Por eso les he enviado los castigos anunciados en este pacto.

»La gente de Judá y de Jerusalén se ha rebelado contra mí. 10 Sus antepasados se negaron a obedecerme, y ellos hacen lo mismo, pues adoran a otros dioses. ¡Ni el pueblo de Israel ni el de Judá han cumplido el pacto que hice con sus antepasados!

11 »Por eso, les advierto que voy a mandarles una desgracia de la que nadie podrá escapar. Aunque me rueguen de rodillas que no los castigue, no los escucharé. 12 Les pedirán ayuda a los dioses que adoraron, pero ellos no podrán salvarlos de su desgracia. 13 Porque tú, Judá, tienes tantos dioses como ciudades, y tantos altares como calles tiene Jerusalén; en esos altares quemaste incienso a Baal, lo cual es una vergüenza.

14 »Y tú, Jeremías, no me ruegues por este pueblo. Cuando les llegue la desgracia, yo no escucharé sus oraciones.

15 »Éste es mi pueblo querido,
pero ya ha pecado demasiado;
¿para qué viene ahora a mi templo,
a presentarme sus ofrendas?
Ni con ofrendas ni con fiestas
evitarán el castigo.

16 »Yo le decía con cariño:
“Bello árbol de olivo,
¡qué deliciosos son tus frutos!”
Pero ahora voy a prenderle fuego,
¡y sus ramas arderán
en medio de grandes gritos!

17 »Yo soy el todopoderoso Dios de Israel. Yo planté a Israel y a Judá en esta tierra, como quien planta un árbol. Pero les he mandado esta desgracia por causa de su maldad, pues adoraron a Baal y con eso me hicieron enojar».

Planes contra Jeremías

18 Dios me dijo: «Jeremías, tus enemigos están tramando hacerte daño». 19 Pero yo parecía un manso cordero que es llevado al matadero, pues ni idea tenía de sus planes. Mis enemigos decían:

«Vamos a matarlo.
Vamos a derribarlo como a un árbol,
y a destruir todos sus frutos,
¡para que nadie vuelva a recordarlo!»

20 Pero tú, Dios todopoderoso,
eres un juez justo;
tú conoces todo lo que sentimos
y todo lo que pensamos.
¡Yo confío en ti,
déjame ver cómo los castigas!

21-22 Los habitantes de Anatot querían matarme. Entre gritos y amenazas me decían: «¡Ya no hables en nombre de Dios! De lo contrario, te mataremos». Pero el todopoderoso Dios de Israel me aseguró: «Yo castigaré a los de Anatot. Sus mejores soldados morirán a filo de espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 Cuando llegue el momento de castigarlos, les mandaré una terrible desgracia, ¡y ninguno de ellos quedará con vida!»

Jeremías se queja

12 Jeremías le dijo a Dios:

«Dios mío,
en todos mis pleitos contigo,
tú siempre sales ganando;
pero de todas maneras,
insisto en mis demandas.
¿Por qué prosperan los malvados?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
Tú los plantas como a los árboles,
y ellos echan raíces,
crecen y dan fruto.
Te alaban con los labios,
pero te niegan con sus hechos.
3-4 Llévalos al matadero, como a las ovejas;
márcalos para el día de la matanza.

»La tierra y el pasto están secos;
¿cuándo vas a hacer que llueva?
Los animales y las aves se mueren
por culpa de los que habitan el país.
¡Son tan atrevidos que hasta dicen
que tú no puedes verlos!

»Tú me conoces, Dios mío;
tú sabes lo que siento por ti».

Dios le responde a Jeremías

Dios le respondió a Jeremías:

«Tú no estás preparado
para discutir conmigo;
¡ni siquiera puedes ganarle
un pleito a tus semejantes!
Si tienes problemas
para ganar un caso fácil,
¿qué te hace pensar
que puedes enfrentarte a mí?

»Todos te han traicionado,
hasta tu propia familia te maldice.
Tal vez te hablen con dulzura,
pero no debes confiar en ellos.

»He abandonado a mi pueblo;
lo he dejado en manos del enemigo,
porque se rebeló contra mí.
Se portó conmigo como león salvaje.
9-13 ¡Y yo que lo consideraba
un ave de muchos colores
amenazada por los buitres!

»Son muchos los reyes enemigos
que vendrán a atacarlo;
¡vendrán como animales salvajes,
y devorarán a mi pueblo!
Alguna vez fue un hermoso viñedo,
pero yo mismo lo destruiré,
y todo quedará hecho un desierto.

»Mi pueblo trabajará en vano;
sembrará trigo, pero cosechará espinos.
¡Por causa de mi intenso enojo
se dañarán todas sus cosechas!
Los enemigos se reunirán
en las lomas del desierto.
Todo el país quedará arruinado,
pero eso a nadie le importará.
¡No habrá paz para nadie!

Restauración futura de Judá

14-15 »Todas las naciones vecinas han atacado y arruinado esta tierra, la cual yo le di a mi pueblo. Pero les advierto que voy a arrancarlas de sus tierras, y lo mismo haré con mi pueblo Judá. Sin embargo, volveré a tener compasión de mi pueblo, y lo sacaré de en medio de las naciones. Una vez que lo haya sacado de allí, haré que vuelva a su tierra. 16 Y si estas naciones enemigas dejan de enseñarle a mi pueblo a jurar por Baal, llegarán a formar parte de mi pueblo. Pero deben aceptar mis enseñanzas y aprender a jurar por mi nombre, y decir: “Que viva el Dios de Israel”. 17 A la nación que no obedezca, la expulsaré de su país y la destruiré por completo. Les juro que así será».

El calzoncillo de lino

13 En Anatot, Dios me dijo:

—Jeremías, cómprate un calzoncillo de tela de lino, y póntelo; pero no lo laves.

Yo fui y compré el calzoncillo, y me lo puse, tal como Dios me lo había ordenado. Entonces Dios volvió a decirme:

—Ahora, toma ese mismo calzoncillo y vete al río Éufrates para esconderlo allí, en la grieta de una roca.

Yo fui al río Éufrates y lo escondí, tal como Dios me lo había ordenado. Pero tiempo después Dios volvió a decirme:

—Jeremías, ve al río Éufrates y busca el calzoncillo que te mandé esconder.

Yo fui al río Éufrates, y saqué el calzoncillo del hoyo donde lo había escondido, pero el calzoncillo ya estaba podrido y no servía para nada. Entonces Dios me dijo:

9-10 —Así como se ha podrido el calzoncillo, así también haré que se pudran el reino de Judá y su capital Jerusalén. Son gente muy terca, orgullosa y malvada; no quieren obedecerme, y para colmo adoran a otros dioses. ¡Pero quedarán como este calzoncillo, que no sirve para nada! 11 Yo quise que toda la gente de Israel y de Judá se ajustara a mi ley, así como el calzoncillo se ajusta a la cintura de quien lo lleva puesto. Sólo así serían mi pueblo, y gozarían de fama y respeto, y la gente los alabaría. ¡Pero no quisieron obedecerme! Te aseguro que así será.

Vasijas rotas

12 »Ahora, Jeremías, dile a mi pueblo: “Todas las vasijas deben llenarse de vino”. Si ellos te dicen que eso ya lo saben, 13 tú les responderás: “Dios me mandó a decirles que él va a emborrachar con vino a todos los que viven en este país. Emborrachará a los reyes que descienden del rey David, a los sacerdotes, a los profetas, y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Dios hará que se destrocen entre ustedes mismos, padres e hijos por igual. No va a tenerles lástima; ¡los destruirá sin compasión!” Te juro que así será».

Tengan cuidado

15 Jeremías le dijo al pueblo:

«¡Escúchenme, no sean tan orgullosos!
¡Préstenme atención, que Dios ha hablado!
16 Den honra a nuestro Dios,
antes de que él mande las tinieblas
y ustedes tropiecen en la oscuridad.
La salvación que ustedes esperan,
Dios la cambiará en profunda oscuridad.
17 Si por causa de su orgullo
ustedes no obedecen,
lloraré amargamente y en secreto,
hasta que ya no pueda más,
porque ustedes, pueblo de Dios,
serán llevados presos a una nación lejana.

18 »Díganle al rey,
y también a su madre,
que bajen de su trono
y se sienten en el suelo,
pues ya no tienen derecho a lucir
sus hermosas coronas.
19 El ejército enemigo ha rodeado
las ciudades del desierto del sur,
y nadie puede entrar ni salir.
Todos los habitantes de Judá
serán llevados prisioneros.

20 »Ustedes, los que viven en Jerusalén,
salgan a ver a sus enemigos:
¡ya vienen del norte!
Ustedes estaban muy orgullosos
del pueblo que Dios les dio a cuidar;
pero ese pueblo se ha perdido.
21 Cuando Dios les ponga por jefes
a sus amigos preferidos,
en quienes ustedes confiaban,
lo van a lamentar.
Van a sentir los mismos dolores
que una mujer cuando tiene un hijo.
22 Cuando esto les pase, no se sorprendan,
pues si los desnudan y los violan,
será por sus muchos pecados.

23 »Nadie puede cambiar el color de su piel,
ni puede el leopardo quitarse sus manchas;
¡tampoco ustedes pueden hacer lo bueno,
pues sólo saben hacer lo malo!

24 »Dios los dispersará
por todas las naciones.
Serán como la paja
que se lleva el viento.
25 ¡Eso es lo que se merecen,
ya que ustedes se olvidaron de mí,
y decidieron confiar en dioses falsos!
26 ¡También los dejaré desnudos
para que pasen vergüenza!
27 Ustedes, habitantes de Jerusalén,
son igual que una prostituta.
Han adorado a dioses falsos
en los campos y en las colinas.
Han sido un pueblo infiel.
Yo lo he visto, y digo:
“Este pueblo nunca cambiará”.»