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Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Efesios 4-6

La unidad del Espíritu

Yo pues, preso en el Señor, os exhorto a que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,

con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

Hay un solo cuerpo, y un solo Espíritu, como también fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;

un Señor, una fe, un bautismo,

un Dios y Padre de todos, el cual está sobre todos, por todos, y en todos.

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Por lo cual dice:

Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.

Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?

10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

11 Y él mismo dio: unos, los apóstoles; otros, los profetas; otros, los evangelistas; y otros, los pastores y maestros,

12 a fin de equipar completamente a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo;

14 para que ya no seamos niños, zarandeados por las olas y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,

15 sino que aferrándonos a la verdad en amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,

16 de quien todo el cuerpo, bien ajustado y trabado entre sí por todas las junturas que se ayudan mutuamente, según la actividad adecuada de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Nueva vida en Cristo

17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los demás gentiles, que andan en la vanidad de su mente,

18 teniendo el entendimiento entenebrecido, excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón;

19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.

20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,

21 si en verdad habéis oído de él, y habéis sido enseñados en él, conforme a la verdad que está en Jesús,

22 a que, en cuanto a la pasada manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,

23 os renovéis en el espíritu de vuestra mente,

24 y os vistáis del nuevo hombre, creado a semejanza de Dios en la justicia y santidad de la verdad.

25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

27 ni deis lugar al diablo.

28 El que hurtaba, ya no hurte más, sino que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación según la necesidad, a fin de dar gracia a los oyentes.

30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.

31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

32 Antes bien, sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo.

Viviendo como hijos de luz

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros a Dios como ofrenda y sacrificio de olor fragante.

Pero la fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;

ni obscenidades, ni necedades, ni truhanerías inconvenientes, sino antes bien, acciones de gracias.

Porque tened bien entendido, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

Nadie os engañe con palabras vanas, porque a causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.

No seáis, pues, partícipes con ellos.

Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz

(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),

10 comprobando qué es lo agradable al Señor.

11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien redargüidlas,

12 porque es vergonzoso aun el mencionar lo que ellos hacen en secreto.

13 Mas todas las cosas redargüidas por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo.

14 Por lo cual dice:

Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.

15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como imprudentes, sino como sabios,

16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

17 Por tanto, no seáis insensatos, sino comprendiendo bien cuál es la voluntad del Señor.

18 Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay libertinaje; antes bien, sed llenos del Espíritu,

19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones;

20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo,

21 sometiéndoos unos a otros en el temor de Dios.

Deberes familiares

22 Las casadas estén sometidas a sus propios maridos, como al Señor;

23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.

24 Así que, como la iglesia está sometida a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,

26 para santificarla, habiéndola purificado con el lavamiento del agua por la palabra,

27 a fin de presentarla él a sí mismo como una iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin mancha.

28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, se ama a sí mismo.

29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la trata con cariño, como también Cristo a la iglesia,

30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos vendrán a ser una sola carne.

32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;

para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo;

no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios;

sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres,

sabiendo que el bien que cada uno haga, ése volverá a recibir del Señor, sea siervo o sea libre.

Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.

La armadura de Dios

10 Por lo demás, hermanos míos, robusteceos en el Señor, y en el vigor de su fuerza.

11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las artimañas del diablo.

12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo cumplido todo, estar firmes.

14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de la justicia,

15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

16 Sobre todo, embrazando el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos encendidos del maligno.

17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

18 orando en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,

20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

Saludos finales

21 Para que también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que hago, todo os lo hará saber Tíquico, el hermano amado y fiel ministro en el Señor,

22 el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo tocante a nosotros, y que consuele vuestros corazones.

23 Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.