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Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Lucas 19-20

Jesús y Zaqueo

19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.

Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era un jefe de los cobradores de impuestos, y rico,

procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.

Y corriendo delante, subió a un sicómoro para verle; porque estaba a punto de pasar por allí.

Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa.

Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha entrado a hospedarse con un hombre pecador.

Y Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto también él es hijo de Abraham.

10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Parábola de las diez minas

11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse inmediatamente.

12 Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver.

13 Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad hasta que venga.

14 Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.

15 Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.

16 Se presentó el primero, diciendo: Señor, tu mina ha producido diez minas más.

17 Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.

18 Vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas.

19 Y también a éste dijo: Tú también estarás sobre cinco ciudades.

20 Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;

21 porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre exigente, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.

22 Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre exigente, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;

23 ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?

24 Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dádsela al que tiene las diez minas.

25 Ellos le dijeron: Señor, ya tiene diez minas.

26 Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

27 Pero a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.

La entrada mesiánica en Jerusalén

28 Dicho esto, iba delante, subiendo a Jerusalén.

29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al pie del monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,

30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.

31 Y si alguien os pregunta: ¿Por qué lo desatáis?, le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.

32 Fueron los que habían sido enviados, y lo hallaron tal como les había dicho.

33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?

34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.

35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, montaron a Jesús encima de él.

36 Y mientras él pasaba, tendían sus mantos por el camino.

37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos comenzó a alabar con alegría a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,

38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!

39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.

40 Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callan, las piedras clamarán.

41 Y cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella,

42 diciendo: ¡Si también tú conocieses, y de cierto en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está oculto a tus ojos.

43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,

44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Purificación del templo

45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él,

46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

47 Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle.

48 Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba en suspenso oyéndole.

La autoridad de Jesucristo

20 Sucedió un día, cuando estaba él enseñando al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, que se llegaron a él los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos,

y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas?; ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad?

Respondiendo él, les dijo: Os haré yo también una pregunta; decidme:

El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?

Entonces ellos razonaban entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta.

Y respondieron que no sabían de dónde.

Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Los labradores malvados

Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores, y se ausentó por mucho tiempo.

10 Y a su tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.

11 Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, después de golpearle y afrentarle, le enviaron con las manos vacías.

12 Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste le hirieron y le echaron fuera.

13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto.

14 Mas los labradores, al verle, razonaban entre sí, diciendo: Éste es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.

15 Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?

16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Que no suceda tal cosa!

17 Pero él, mirándolos fijamente, dijo: ¿Qué es, pues, esto que está escrito:

La piedra que desecharon los edificadores
Ha venido a ser piedra angular?

18 Todo el que caiga sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella caiga, le desmenuzará.

La cuestión del tributo

19 Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.

20 Y quedándose ellos al acecho, enviaron espías que se fingiesen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador.

21 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de personas, sino que enseñas el camino de Dios con verdad.

22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?

23 Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?

24 Mostradme una moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo, dijeron: De César.

25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

26 Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.

La pregunta sobre la resurrección

27 Acercándose entonces algunos de los saduceos, los cuales sostienen que no hay resurrección, le preguntaron,

28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere teniendo mujer, y no deja hijos, que su hermano la tome por esposa, y levante descendencia a su hermano.

29 Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos.

30 Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.

31 La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia.

32 Por último, murió también la mujer.

33 En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?

34 Y Jesús les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento;

35 pero los que sean tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.

36 Porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.

37 Pero que los muertos resucitan, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

38 Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.

39 Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.

40 Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

¿De quién es hijo el Cristo?

41 Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?

42 Pues David mismo dice en el libro de los Salmos:

Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo, entonces, es hijo suyo?

El Señor Jesús previene contra los escribas

45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:

46 Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse con ropas largas, de que les saluden respetuosamente en las plazas, y de ocupar las primeras sillas en las sinagogas, y los lugares de honor en los banquetes;

47 que devoran las casas de las viudas, y por cubrir las apariencias hacen largas oraciones; ésos tendrán una sentencia más rigurosa.

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.