Beginning
Alimentación de los cuatro mil
8 Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llamó a sus discípulos y les dijo:
2 Se me enternecen las entrañas de compasión sobre la multitud, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer;
3 y si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos son de muy lejos.
4 Le respondieron sus discípulos: ¿De dónde podrá alguien, en este despoblado, sacar suficiente pan para satisfacer a éstos?
5 Él les preguntaba: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete.
6 Entonces manda a la multitud recostarse en el suelo; y tomando los siete panes, dio gracias, los partió, y comenzó a darlos a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud.
7 Tenían también unos pocos pececillos; y después de haberlos bendecido, dijo que fueran servidos también.
8 Comieron y quedaron satisfechos, y recogieron de las sobras de los pedazos siete canastas.
9 Eran unos cuatro mil; y los despidió.
10 Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Los fariseos piden una señal
11 Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, reclamando de él una señal del cielo, para ponerle a prueba.
12 Él, habiendo gemido en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide esta generación una señal? En verdad os digo que no se dará señal a esta generación.
13 Y dejándolos, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
La levadura de los fariseos
14 Se habían olvidado de proveerse de panes, y no tenían consigo en la barca sino un solo pan.
15 Y él les encargaba diciendo: Mirad bien que os guardéis de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
16 Ellos razonaban entre sí: Es que no tenemos panes.
17 Percatado de ello, les dice Jesús: ¿Por qué razonáis de que no tenéis panes? ¿Aún no entendéis ni os dais cuenta? ¿Tenéis embotada vuestra inteligencia?
18 Teniendo ojos ¿no veis? Y teniendo oídos ¿no oís? Y no recordáis,
19 cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Le dicen: Doce.
20 Y cuando los siete para los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogisteis? Y le dicen: Siete.
21 Y continuaba: ¿Todavía no os dais cuenta?
Curación del ciego de Betsaida
22 Llegan a Betsaida. Y le traen un ciego, suplicándole que lo toque.
23 Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntaba: ¿Ves algo?
24 Él alzó los ojos y dijo: Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que están andando.
25 Entonces le puso otra vez las manos sobre los ojos; él miró fijamente y quedó restablecido, y comenzó a ver todas las cosas con claridad.
26 Y le envió a su casa, diciendo: Ni siquiera entres en la aldea, [ni se lo digas a nadie en el pueblo][a].
La confesión de Pedro
27 Salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntaba a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28 Ellos le respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, que uno de los profetas.
29 Él continuó preguntándoles: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.
30 Y él les amonestó seriamente que a nadie dijesen esto de él.
Jesucristo anuncia su muerte y su resurrección
31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser condenado a muerte y resucitar a los tres días.
32 Y les hablaba esto con toda franqueza. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reprenderle.
33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: ¡Quítate de mi vista, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.
34 Y llamando a la multitud, así como a sus discípulos, les dijo: Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.
35 Pues cualquiera que desee salvar su vida, la perderá; pero cualquiera que haya de perder su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36 Porque ¿qué provecho hay en que una persona gane el mundo entero y que pierda su alma?
37 Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su alma?
38 Porque quienquiera que se avergüence de mí y de mis palabras, en medio de esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
9 También les decía: En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean el reino de Dios cuando haya venido con poder.
La transfiguración
2 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y se los lleva a ellos solos aparte a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos;
3 y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, sumamente blancas, cuales ningún lavador de este mundo puede emblanquecerlas así.
4 Y se les apareció Elías junto con Moisés, que estaban conversando con Jesús.
5 Entonces Pedro, tomando la palabra, le dice a Jesús: Rabí, es bueno que nos quedemos aquí; hagamos tres tiendas; una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
6 Pues no sabía qué decir, ya que les había entrado gran espanto.
7 Entonces se formó una nube que les hizo sombra, y de la nube salió una voz: Éste es mi hijo, el Amado, escuchadle.
8 Y de pronto, mirando en torno suyo, ya no vieron a nadie, excepto a Jesús solo con ellos.
9 Cuando iban bajando del monte, les ordenó que a nadie contaran lo que habían visto, excepto cuando el Hijo del Hombre se levantara de los muertos.
10 Y retuvieron este dicho, debatiendo entre ellos qué era eso de levantarse de los muertos.
11 Y comenzaron a preguntarle, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero?
12 Él les contestó: Es cierto que Elías viene primero a restaurar todas las cosas; como está escrito del Hijo del Hombre que tiene que sufrir mucho y ser tenido en nada.
13 Pero os digo que Elías ha venido ya, e hicieron con él cuanto quisieron, tal como está escrito de él.
Jesucristo sana a un muchacho endemoniado
14 Cuando llegaron adonde los discípulos, vieron una gran multitud en torno a ellos, y a unos escribas que debatían con ellos.
15 Tan pronto como toda la multitud le vio, quedaron llenos de sorpresa y corrían a saludarle.
16 Y él les preguntó: ¿De qué estáis discutiendo con ellos?
17 Y uno de entre la muchedumbre le respondió: Maestro, te he traído a mi hijo, poseído por un espíritu que le enmudece;
18 y dondequiera que se apodera de él, lo desgarra, y él echa espumarajos y cruje los dientes, y se pone rígido. Les dije a tus discípulos que lo expulsaran, pero no fueron capaces.
19 Jesús les respondió, diciendo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo he de soportaros? ¡Traédmelo!
20 Se lo trajeron. Y cuando el espíritu vio a Jesús, al instante sacudió con violencia al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos.
21 Entonces Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto? Él dijo: Desde la niñez.
22 Y muchas veces le arroja, tanto al fuego como a las aguas, para destruirlo. Pero si tú puedes hacer algo, muévete a compasión sobre nosotros y ayúdanos.
23 Jesús le dijo: Si puedes creer, todo es posible para el que cree.
24 Al instante, el padre del muchacho dijo a gritos: Creo; ven en auxilio de mi poca fe.
25 Viendo Jesús que se agolpaba rápidamente una multitud, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno, sal de él y no entres más en él.
26 Entonces salió gritando y agitándole con muchas convulsiones; y el muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían: Ha muerto.
27 Pero Jesús le tomó de la mano y le levantó, y él se puso en pie.
28 Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban sus discípulos en privado: ¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros?
29 Él les dijo: Esta clase no puede salir con nada sino con oración [y ayuno][b].
Jesucristo anuncia otra vez su muerte
30 Y saliendo de allí, iban pasando a través de Galilea, y él no quería que nadie se enterase;
31 pues él estaba enseñándoles a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre es entregado a traición en manos de hombres, y le matarán; y después de tres días, resucitará.
32 Pero ellos no entendían este dicho, y tenían miedo de preguntarle.
Contra la ambición
33 Llegaron a Capernaúm. Y estando ya en la casa, les preguntaba: ¿Qué discutíais por el camino?
34 Pero ellos se callaban; porque en el camino habían discutido entre sí quién era mayor.
35 Entonces se sentó, llamó a voces a los doce, y les dijo: Si alguien desea ser primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
36 Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo tomó en sus brazos, y les dijo:
37 Cualquiera que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió.
Contra la rivalidad
38 Juan le dijo: Maestro, vimos a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre, pero él no nos sigue, y tratábamos de impedírselo, porque no nos seguía.
39 Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre, y que pueda a continuación hablar mal de mí.
40 Pues el que no está en contra de nosotros, está a favor de nosotros.
41 Porque cualquiera que os dé a beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, en verdad os digo que de ninguna manera perderá su recompensa.
Ocasiones de caer
42 Y cualquiera que sirva de piedra de tropiezo a uno solo de estos pequeños que creen [en mí][c], mejor le sería que le ataran al cuello una piedra de molino, y que le echaran al mar.
43 Y si tu mano te sirve de tropiezo, córtatela; mejor es que entres en la vida manco, que teniendo las dos manos, ir al infierno, al fuego inextinguible,
44 [donde su gusano no se muere, y el fuego no se apaga][d].
45 Y si tu pie te sirve de tropiezo, córtatelo; mejor es que entres en la vida cojo, que teniendo los dos pies, ser arrojado al infierno,
46 [donde su gusano no se muere, y el fuego no se apaga][e].
47 Y si tu ojo te sirve de tropiezo, sácatelo; mejor es que entres en el reino de Dios tuerto, que teniendo dos ojos, ser arrojado al infierno,
48 donde su gusano no se muere, y el fuego no se apaga.
49 Porque todos serán salados con fuego, [y todo sacrificio será salado con sal][f].
50 Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos, y estad en paz los unos con los otros.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.