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Reina Valera Revisada (RVR1977)
Version
Abdías

La humillación de Edom

Visión de Abdías. El Señor Jehová dice esto en cuanto a Edom: Hemos oído una noticia que viene de Jehová, y un mensajero ha sido enviado a las naciones. Poneos en pie, y levantémonos contra este pueblo en batalla.

He aquí que te he hecho pequeño entre las naciones; eres despreciado en gran manera.

La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, que pones en las alturas tu morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?

Aunque hagas tu nido tan alto como el águila, y aunque lo coloques entre las estrellas, de allí te derribaré, dice Jehová.

Si ladrones vinieran a ti, o salteadores de noche (¡cómo has sido destruido!), ¿no hurtarían lo que les bastase? Si entraran a ti vendimiadores, ¿no dejarían algún rebusco?

¡Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú, y sus tesoros escondidos!

Todos tus aliados te hicieron retroceder hasta la frontera; los que estaban en paz contigo te engañaron y prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo debajo de ti; no hay en ti discernimiento.

¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú?

Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; de suerte que será exterminado con muerte violenta todo hombre en la montaña de Esaú.

10 Por la violencia hecha a tu hermano Jacob, te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre.

11 El día que estando tú delante, saqueaban los extranjeros sus riquezas, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos.

12 Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; ni debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día de su ruina; ni debiste haber proferido palabras altaneras en el día de la angustia.

13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad.

14 Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia.

La exaltación de Israel

15 Porque se acerca el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tus acciones se volverán sobre tu cabeza.

16 De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido.

17 Mas en el monte de Sión habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.

18 La casa de Jacob será el fuego, y la casa de José será la llama, y la casa de Esaú la estopa, y los quemarán y los consumirán; y no quedará ningún resto de la casa de Esaú, porque Jehová ha hablado.

19 Y los del Négueb poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefelá a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín ocupará Galaad.

20 Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán la tierra de Canaán hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Négueb.

21 Y subirán salvadores al monte de Sión para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová.

Jonás 1-4

Jonás huye de Jehová

Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitay, diciendo:

Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido hasta mí.

Pero Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.

Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarse de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, se había acostado, y dormía profundamente.

Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué haces aquí, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizás él se acordará de nosotros, y no pereceremos.

Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.

Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?

Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.

10 Entonces aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.

11 Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.

12 Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

13 Con todo, aquellos hombres remaron con ahínco para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.

14 Por lo cual clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has obrado conforme a tu beneplácito.

15 Así que tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.

16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.

17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez que se tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.

Oración de Jonás

Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez,

y dijo:

Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó;
Desde el seno del Seol clamé,
Y oíste mi voz.
Me echaste a lo profundo, en medio de los mares,
Y me rodeó la corriente;
Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.
Entonces dije: Soy rechazado de delante de tus ojos;
Mas todavía miraré hacia tu santo templo.
Las aguas me rodearon hasta el alma,
Rodeóme el abismo;
Las algas se enredaron a mi cabeza.
Descendí a los cimientos de los montes;
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová,
Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
Los que siguen vanidades ilusorias,
Abandonan su misericordia.
Mas yo te ofreceré sacrificios con voz de alabanza;
Pagaré lo que prometí.
La salvación es de Jehová.

10 Y dio orden Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.

Nínive se arrepiente

Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo:

Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.

Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive una ciudad grande en extremo, de un recorrido de tres días.

Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, e hizo el recorrido de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días, Nínive será destruida.

Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y pregonaron un ayuno, y se vistieron de saco desde el mayor hasta el menor.

Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su trono, se despojó de su vestido, y se cubrió de saco y se sentó sobre ceniza.

E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de sus nobles, diciendo: Hombres y bestias de carga, ganado mayor y menor, no prueben bocado; no se les dé alimento, ni beban agua;

sino cúbranse de saco hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la violencia que hay en sus manos.

¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?

10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

El enojo de Jonás

Pero a Jonás le disgustó eso en extremo, y se enojó.

Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo me decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque yo sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, tardo en enojarte, y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal.

Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.

Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?

Y salió Jonás de la ciudad, y se sentó en el lado oriental de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad.

Y preparó Jehová Dios una calabacera, y la hizo crecer sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.

Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó.

Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y pedía para sí la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.

Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.

10 Y dijo Jehová: Tú has tenido lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.

11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben distinguir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

Reina Valera Revisada (RVR1977)

Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.