Beginning
David vuelve a Jerusalén
19 Dieron aviso a Joab: He aquí el rey llora, y hace duelo por Absalón.
2 Y se volvió aquel día la victoria en luto para todo el pueblo; porque oyó decir el pueblo aquel día que el rey tenía dolor por su hijo.
3 Y entró el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla.
4 Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
5 Entonces Joab vino a la casa del rey, y dijo: Estás cubriendo de vergüenza el rostro de todos tus siervos, que hoy han salvado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, la de tus mujeres y la de tus concubinas,
6 amando a los que te aborrecen, y aborreciendo a los que te aman; porque hoy has demostrado que nada te importan tus príncipes y siervos; pues ahora estoy comprendiendo que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías contento.
7 Levántate, pues, ahora, y ve afuera y habla bondadosamente a tus siervos; porque juro por Jehová que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto te será peor que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
8 Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta, y fue dado aviso a todo el pueblo, diciendo: He aquí el rey está sentado a la puerta. Y vino todo el ejército delante del rey; pero Israel había huido, cada uno a su tienda.
9 Y todo el pueblo disputaba en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos, y nos ha salvado de mano de los filisteos; y ahora ha huido del país por miedo de Absalón.
10 Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, estáis callados respecto de hacer volver al rey?
11 Y el rey David envió a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, diciendo: Hablad a los ancianos de Judá, y decidles: ¿Por qué seréis vosotros los postreros en hacer volver al rey a su casa, cuando la palabra de todo Israel ha venido al rey para hacerle volver a su casa?
12 Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois. ¿Por qué, pues, seréis vosotros los postreros en hacer volver al rey?
13 Asimismo diréis a Amasá: ¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Así me haga Dios, y aun me añada, si no te nombro general del ejército delante de mí para siempre, en lugar de Joab.
14 Así inclinó el corazón de todos los varones de Judá, como el de un solo hombre, para que enviasen a decir al rey: Vuelve tú, y todos tus siervos.
15 Volvió, pues, el rey, y vino hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para recibir al rey y para hacerle pasar el Jordán.
16 Y Simeí hijo de Gerá, hijo de Benjamín, que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá a recibir al rey David.
17 Con él venían mil hombres de Benjamín; asimismo Sibá, criado de la casa de Saúl, con sus quince hijos y sus veinte siervos, los cuales pasaron el Jordán delante del rey.
18 Y cruzaron el vado para pasar a la familia del rey, y para hacer lo que a él le pareciera. Entonces Simeí hijo de Gerá se postró delante del rey cuando él hubo pasado el Jordán,
19 y dijo al rey: No me culpe mi señor de iniquidad, ni tengas memoria de los males que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén; no los guarde el rey en su corazón.
20 Porque yo tu siervo reconozco haber pecado, y he venido hoy el primero de toda la casa de José, para descender a recibir a mi señor el rey.
21 Respondió Abisay hijo de Sarvia y dijo: ¿No ha de morir por esto Simeí, que maldijo al ungido de Jehová?
22 David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿Pues no sé yo que hoy soy rey sobre Israel?
23 Y dijo el rey a Simeí: No morirás. Y el rey se lo juró.
Mefi-bóset
24 También Mefi-bóset hijo de Saúl descendió a recibir al rey; no había lavado sus pies, ni había cortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos, desde el día en que el rey salió hasta el día en que volvió en paz.
25 Y luego que vino él a Jerusalén a recibir al rey, el rey le dijo: Mefi-bóset, ¿por qué no fuiste conmigo?
26 Y él respondió: Rey señor mío, mi siervo me engañó; pues tu siervo había dicho: Enalbárdame un asno, y montaré en él, e iré al rey; porque tu siervo es cojo.
27 Pero él ha calumniado a tu siervo delante de mi señor el rey; mas mi señor el rey es como un ángel de Dios; haz, pues, lo que bien te parezca.
28 Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte delante de mi señor el rey, y tú pusiste a tu siervo entre los convidados a tu mesa. ¿Qué derecho, pues, tengo aún para clamar más al rey?
29 Y el rey le dijo: ¿Para qué más palabras? Yo he determinado que tú y Sibá os dividáis las tierras.
30 Y Mefi-bóset dijo al rey: Deja que él las tome todas, pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.
Barzilay
31 También Barzilay galaadita descendió de Rogelim, y pasó el Jordán con el rey, para acompañarle al otro lado del Jordán.
32 Era Barzilay muy anciano, de ochenta años, y él había dado provisiones al rey cuando estaba en Mahanáyim, porque era hombre muy rico.
33 Y el rey dijo a Barzilay: Pasa conmigo, y yo te sustentaré conmigo en Jerusalén.
34 Mas Barzilay dijo al rey: ¿Cuántos años más habré de vivir, para que yo suba con el rey a Jerusalén?
35 De edad de ochenta años soy este día. ¿Podré distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Tomará gusto ahora tu siervo en lo que coma o beba? Ni alcanzo ya a oír la voz de los cantores, ni de las cantoras. ¿Para qué, pues, ha de ser tu siervo una carga para mi señor el rey?
36 Pasará tu siervo un poco más allá del Jordán con el rey; ¿por qué me ha de dar el rey tan gran recompensa?
37 Yo te ruego que dejes volver a tu siervo, y que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Mas he aquí a tu siervo Quimam; que pase él con mi señor el rey, y haz a él lo que bien te parezca.
38 Y el rey dijo: Pues pase conmigo Quimam, y yo haré con él como bien te parezca; y todo lo que tú pidas de mí, yo lo haré.
39 Y todo el pueblo pasó el Jordán; y luego que el rey también pasó, el rey besó a Barzilay, y lo bendijo; y él se volvió a su casa.
40 El rey entonces pasó a Gilgal, y con él pasó Quimam; y todo el pueblo de Judá acompañaba al rey, y también la mitad del pueblo de Israel.
41 Y he aquí todos los hombres de Israel vinieron al rey, y le dijeron: ¿Por qué los hombres de Judá, nuestros hermanos, te han llevado, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su familia, y a todos los siervos de David con él?
42 Y todos los hombres de Judá respondieron a todos los de Israel: Porque el rey es nuestro pariente. Mas ¿por qué os enojáis vosotros de eso? ¿Hemos nosotros comido algo del rey? ¿Hemos recibido de él algún regalo?
43 Entonces respondieron los hombres de Israel, y dijeron a los de Judá: Nosotros tenemos en el rey diez partes, y, por tanto, más derecho que vosotros. ¿Por qué, pues, nos habéis tenido en poco? ¿No hablamos nosotros los primeros, respecto de hacer volver a nuestro rey? Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más violentas que las de los hombres de Israel.
Sublevación de Seba
20 Aconteció, pues, que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicrí, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con el hijo de Isay. ¡Cada uno a su tienda, Israel!
2 Así, todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba hijo de Bicrí; mas los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.
3 Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén, tomó el rey las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar la casa, y las puso en reclusión, y les dio alimentos; pero nunca más se llegó a ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron, en viudez perpetua.
4 Después dijo el rey a Amasá: Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y hállate tú aquí presente.
5 Fue, pues, Amasá para convocar a los de Judá; pero se detuvo más del tiempo que le había sido señalado.
6 Y dijo David a Abisay: Seba hijo de Bicrí nos hará ahora más daño que Absalón; toma, pues, tú los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas, y nos cause dificultad.
7 Entonces salieron en pos de él los hombres de Joab, y los cereteos y peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén para ir tras Seba hijo de Bicrí.
8 Y estando ellos cerca de la piedra grande que está en Gabaón, les salió Amasá al encuentro. Y Joab estaba ceñido de su ropa, y sobre ella tenía pegado a sus lomos el cinto con una daga en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó.
9 Entonces Joab dijo a Amasá: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasá, para besarlo.
10 Y Amasá no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisay fueron en persecución de Seba hijo de Bicrí.
11 Y uno de los hombres de Joab se paró junto a él, diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a David, vaya en pos de Joab.
12 Y Amasá yacía revolcándose en su sangre en mitad del camino; y todo el que pasaba, al verle, se detenía; y viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba, apartó a Amasá del camino al campo, y echó sobre él una vestidura,
13 Luego que fue apartado del camino, pasaron todos los que seguían a Joab, para ir tras Seba hijo de Bicrí.
14 Y él paso por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maacá y todos los bicritas; y se juntaron, y lo siguieron también.
15 Y los perseguidores de Seba vinieron y lo sitiaron en Abel-betmaacá, y pusieron baluarte contra la ciudad, y quedó sitiada; y todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la muralla.
16 Entonces una mujer sabia dio voces desde la ciudad, diciendo: Oíd, oíd; os ruego que digáis a Joab que venga acá, para que yo hable con él.
17 Cuando él se acercó a ella, dijo la mujer: ¿Eres tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Ella le dijo: Oye las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo.
18 Entonces volvió ella a hablar, diciendo: Antiguamente solían decir: Quien preguntare, pregunte en Abel; y así concluían cualquier asunto.
19 Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel; pero tú procuras destruir una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová?
20 Joab respondió diciendo: Lejos, lejos de mí es el querer destruir ni deshacer.
21 No se trata de esto, sino que un hombre del monte de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicrí, ha levantado su mano contra el rey David; entregad a ése solamente, y me iré de la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí, su cabeza te será arrojada desde el muro.
22 La mujer fue luego y habló a todo el pueblo con su sabiduría; y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicrí, y se la arrojaron a Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su tienda. Y Joab se volvió al rey a Jerusalén.
Oficiales de David
23 Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel, y Benayá hijo de Joyadá sobre los cereteos y peleteos,
24 y Adoram sobre los tributos, y Josafat hijo de Ahilud era el cronista.
25 Sevá era escriba, y Sador y Abiatar, sacerdotes,
26 e Irá jaireo fue también sacerdote de David.
Venganza de los gabaonitas
21 Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le respondió: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas.
2 Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.)
3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová?
4 Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros digáis, haré.
5 Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel,
6 dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Guibeá de Saúl el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
7 Y perdonó el rey a Mefi-bóset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.
8 Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpá hija de Ajá, los cuales ella había tenido de Saúl, Armoní y Mefi-bóset, y a cinco hijos de Merab hija de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilay meholatita,
9 y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la cebada.
10 Entonces Rizpá hija de Ajá tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche.
11 Y fue dicho a David lo que hacía Rizpá hija de Ajá, concubina de Saúl.
12 Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabés de Galaad, que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los filisteos, cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa;
13 e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo; y los juntaron con los huesos de los ahorcados.
14 Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zelá, en el sepulcro de Cis su padre; e hicieron todo lo que el rey había mandado. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto.
Abisay libra a David del gigante
15 Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se hallaba extenuado.
16 E Isbí-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David;
17 mas Abisay hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que se nos apague la antorcha de Israel.
Los hombres de David matan a los gigantes
18 Otra segunda guerra hubo después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecay husatita mató a Saf, quien era uno de los descendientes de los gigantes.
19 Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la cual Elhanán, hijo de Jaaré-oregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como el rodillo de un telar.
20 Después hubo otra guerra en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y también era descendiente de los gigantes.
21 Éste desafió a Israel, y lo mató Jonatán, hijo de Simá hermano de David.
22 Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales sucumbieron a manos de David y de sus veteranos.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.