Beginning
Al Vencedor: sobre No destruyas: Mictam de David.
1 Por ventura oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de Adán?
2 Antes, de corazón obráis iniquidades en la tierra; hacéis pesar la violencia de vuestras manos.
3 Se extrañaron los impíos desde la matriz; erraron desde el vientre, hablando mentira.
4 Veneno tienen semejante al veneno de la serpiente; son como áspid sordo que cierra su oído;
5 que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el encantador sea.
6 ¶ Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas; quiebra, oh SEÑOR, las muelas de los leoncillos.
7 Córranse como aguas que se van de suyo; armen sus saetas como si fueran cortadas.
8 Pasen de este mundo como el caracol que se deslíe; como el abortivo de mujer, no vean el sol.
9 Antes que vuestras ollas sientan el fuego de las espinas, así vivos, así airado, los arrebate él con tempestad.
10 Se alegrará el justo cuando viere la venganza; sus pies lavará en la sangre del impío.
11 Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay fruto para el justo; ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.
Al Vencedor: sobre No destruyas: Mictam de David, cuando envió Saúl, y guardaron la casa para matarlo.
1 Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío; ponme a salvo de los que se levantan contra mí.
2 Líbrame de los que obran iniquidad, y sálvame de varones sanguinarios.
3 Porque he aquí están acechando mi vida; se han juntado contra mí fuertes sin rebelión mía, y sin pecado mío, oh SEÑOR.
4 Sin iniquidad mía corren y se aperciben; despierta para venir a mi encuentro, y mira.
5 Y tú, SEÑOR Dios de los ejércitos, Dios de Israel, despierta para visitar todos los gentiles; no hayas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. (Selah.)
6 Se volverán a la tarde, ladrarán como perros, y rodearán la ciudad.
7 He aquí proferirán con su boca; espadas están en sus labios, porque dicen: ¿Quién oye?
8 ¶ Mas tú, SEÑOR, te reirás de ellos, te burlarás de todos los gentiles.
9 Para ti reservaré su fortaleza; porque Dios es mi defensa.
10 El Dios de mi misericordia me encontrará en el camino; Dios me hará ver en mis enemigos mi deseo.
11 No los matarás, para que mi pueblo no se olvide; hazlos vagar con tu fortaleza, y abátelos, oh SEÑOR, escudo nuestro,
12 Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios; y sean presos por su soberbia, y cuenten con maldición y con debilidad.
13 Acábalos con furor, acábalos, y no sean; y sepan que Dios domina en Jacob hasta los fines de la tierra. (Selah).
14 Vuelvan pues a la tarde, y ladren como perros, y rodeen la ciudad.
15 Anden ellos errantes para hallar qué comer; y si no se saciaren, murmuren.
16 Y yo cantaré tu fortaleza, y loaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia.
17 Fortaleza mía, a ti cantaré; porque eres Dios de mi amparo, Dios de mi misericordia.
Al Vencedor: sobre Susan-Hedut: Mictam de David, para enseñar. Cuando tuvo guerra contra Aram-Naharaim y contra Aram Sobat, y volvió Joab, e hirió a Edom en el valle de las Salinas, matando doce mil.
1 Oh Dios, tú nos has desechado, nos disipaste; te has airado: vuélvete a nosotros.
2 Hiciste temblar la tierra, la abriste; sana sus fracturas, porque titubea.
3 Has hecho ver a tu pueblo duras cosas; nos hiciste beber el vino de temblor.
4 Has dado a los que te temen bandera que alcen por la verdad. (Selah.)
5 Para que se libren tus amados, salva con tu diestra, y óyeme.
6 ¶ Dios pronunció en santidad; yo me alegraré; partiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
7 Mío es Galaad, y mío es Manasés; y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá, mi legislador;
8 Moab, la vasija de mi lavatorio; sobre Edom echaré mi zapato; triunfa por razón de mí, oh Filistea.
9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortalecida? ¿Quién me llevará hasta Idumea?
10 Ciertamente, tú, oh Dios, que nos habías desechado; y tú, oh Dios, que no salías con nuestras armadas.
11 Danos socorro contra el enemigo, que vana es la salvación de los hombres.
12 En Dios haremos ejército; y él hollará nuestros enemigos.
Al Vencedor; sobre Neginot: Salmo de David.
1 Oye, oh Dios, mi clamor; a mi oración atiende.
2 Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare; a la peña más alta que me conduzcas,
3 porque tú has sido mi refugio, mi torre de fortaleza delante del enemigo.
4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; estaré seguro en el escondedero de tus alas.
5 ¶ Porque tú, oh Dios, has oído mis votos, has dado heredad a los que temen tu Nombre.
6 Días sobre días añadirás al Rey; sus años serán de generación a generación.
7 El estará para siempre delante de Dios; misericordia y verdad apercibe que lo conserven.
8 Así cantaré tu Nombre para siempre, pagando mis votos cada día.
Al Vencedor: a Jedutún: Salmo de David.
1 En Dios solamente se reposa mi alma; de él es mi salud.
2 El solamente es mi fuerte, y mi salud; es mi refugio, no resbalaré mucho.
3 ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un varón? ¿Asesinaréis todos vosotros como pared desplomada, como cerca derribada?
4 Solamente consultan de arrojarle de su grandeza; aman la mentira, con su boca bendicen, pero maldicen en sus entrañas. (Selah.)
5 Alma mía, en Dios solamente reposa; porque de él es mi esperanza.
6 El solamente es mi fuerte y mi salud; mi refugio, no resbalaré.
7 En Dios es mi salud y mi gloria; peña de mi fortaleza; mi refugio es en Dios.
8 ¶ Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro amparo. (Selah.)
9 Solamente, vanidad son los hijos de Adán, mentira los hijos del varón; pesándolos a todos juntos en la balanza, serán menos que la vanidad.
10 No confiéis en la violencia, ni en la rapiña no os envanezcáis; si se aumentare la hacienda, no pongáis el corazón en ella.
11 Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es la fortaleza.
12 Y tuya Señor, es la misericordia; porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.
Salmo de David, estando en el desierto de Judá.
1 Dios, Dios mío eres tú; a ti madrugaré; mi alma tuvo sed de ti, mi carne te desea en tierra de sequedad y transida sin aguas.
2 Así te miré en santidad, cuando vi tu fortaleza y tu gloria.
3 ¶ Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida; en tu Nombre alzaré mis manos.
5 Como de sebo y de grosura será saciada mi alma; y con labios de alegría te alabará mi boca,
6 cuando me acordare de ti en mi lecho, cuando meditare de ti en las velas de la noche.
7 ¶ Porque has sido mi socorro; y así en la sombra de tus alas me regocijaré.
8 Mi alma se apegó tras de ti; tu diestra me ha sustentado.
9 Mas los que para destrucción buscaron mi alma, descendieron en los sitios bajos de la tierra.
10 Los matarán a filo de espada; serán porción de las zorras.
11 Y el rey se alegrará en Dios; serán alabados todos los que juran por él; porque la boca de los que hablan mentira, será cerrada.
Al Vencedor: Salmo de David.
1 Escucha, oh Dios, mi voz en mi oración; guarda mi vida del miedo del enemigo.
2 Escóndeme del secreto consejo de los malignos; de la conspiración de los que obran iniquidad;
3 que amolaron su lengua como espada, y armaron por su saeta palabra amarga,
4 para asaetear a escondidas al perfecto; de improviso lo asaetean, y no temen.
5 Se afirman a sí mismos la palabra mala, tratan de esconder los lazos, y dicen: ¿Quién los ha de ver?
6 Escudriñan iniquidades, perfeccionan y ponen en efecto lo que inventaron en lo íntimo de cada uno, y en su corazón inventivo.
7 ¶ Mas Dios los herirá con saeta; de repente serán sus plagas.
8 Y harán caer sobre sí sus mismos consejos y acuerdos; se espantarán todos los que los vieren.
9 Y temerán todos los hombres, y anunciarán la obra de Dios, y entenderán su obra.
10 El justo se alegrará en el SEÑOR, y se asegurará en él; y se alabarán en El todos los rectos de corazón.
Al Vencedor: Salmo de David, Canción.
1 En ti reposa la alabanza, oh Dios, en Sión; y a ti se pagará el voto.
2 Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.
3 Palabras de iniquidades me sobrepujaron; mas nuestras rebeliones tú las limpiarás.
4 Dichoso el que tú escogieres, e hicieres llegar para que habite en tus atrios; seremos saciados del bien de tu Casa, de tu santo templo.
5 Con tremendas cosas, nos oirás en justicia, oh Dios de nuestra salud, esperanza de todos los fines de la tierra, y las lejuras del mar.
6 ¶ Tú, el que afirma los montes con su potencia, ceñido de valentía.
7 El que amansa el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, y el alboroto de los gentiles.
8 Y los habitadores de los fines de la tierra temen de tus maravillas; que haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.
9 Visitas la tierra, y desde que la has hecho desear mucho, la enriqueces con el Río de Dios lleno de aguas; preparas el grano de ellos, porque así la ordenaste.
10 Embriagas sus surcos, haces descender el agua en sus regaderas; la ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.
11 Tú coronas el año de tus bienes; y tus nubes destilan grosura.
12 Destilan sobre las habitaciones del desierto; y los collados se ciñen de alegría.
13 Se visten los llanos de ovejas, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, y aun cantan.
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