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Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Hebreos 1-6

Jesucristo es el Hijo de Dios

Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo. Esto demuestra que el Hijo es muy superior a los ángeles, así como el nombre que Dios le dio es superior al nombre de ellos.

El Hijo es superior a los ángeles

Pues Dios nunca le dijo a ningún ángel lo que le dijo a Jesús:

«Tú eres mi Hijo.
    Hoy he llegado a ser tu Padre[a]».

Dios también dijo:

«Yo seré su Padre,
    y él será mi Hijo»[b].

Además, cuando trajo a su Hijo supremo[c] al mundo, Dios dijo:[d]

«Que lo adoren todos los ángeles de Dios»[e].

Pero con respecto a los ángeles, Dios dice:

«Él envía a sus ángeles como los vientos
    y a sus sirvientes como llamas de fuego»[f].

Pero al Hijo le dice:

«Tu trono, oh Dios, permanece por siempre y para siempre.
    Tú gobiernas con un cetro de justicia.
Amas la justicia y odias la maldad.
    Por eso, oh Dios, tu Dios te ha ungido
    derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro»[g].

10 También le dice al Hijo:

«Señor, en el principio echaste los cimientos de la tierra
    y con tus manos formaste los cielos.
11 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre.
    Ellos se desgastarán como ropa vieja.
12 Los doblarás como un manto
    y los desecharás como ropa usada.
Pero tú siempre eres el mismo;
    tú vivirás para siempre»[h].

13 Además, Dios nunca le dijo a ninguno de los ángeles:

«Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
    hasta que humille a tus enemigos
    y los ponga por debajo de tus pies»[i].

14 Por lo tanto, los ángeles solo son sirvientes, espíritus enviados para cuidar a quienes heredarán la salvación.

Advertencia para no desviarse del camino

Así que debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos oído, no sea que nos desviemos de ellas. Pues el mensaje que Dios transmitió mediante los ángeles se ha mantenido siempre firme, y toda infracción de la ley y todo acto de desobediencia recibió el castigo que merecía. Entonces, ¿qué nos hace pensar que podemos escapar si descuidamos esta salvación tan grande, que primeramente fue anunciada por el mismo Señor Jesús y luego nos fue transmitida por quienes lo oyeron hablar? Además, Dios confirmó el mensaje mediante señales, maravillas, diversos milagros y dones del Espíritu Santo según su voluntad.

Jesús, el hombre

Es más, no son los ángeles quienes gobernarán el mundo futuro del cual hablamos, porque en cierto lugar las Escrituras dicen:

«¿Qué son los simples mortales para que pienses en ellos,
    o un hijo de hombre[j] para que de él te ocupes?
Sin embargo, por un poco de tiempo los hiciste un poco menor que los ángeles
    y los coronaste de gloria y honor.[k]
Les diste autoridad sobre todas las cosas»[l].

Ahora bien, cuando dice «todas las cosas», significa que nada queda afuera; pero todavía no vemos que todas las cosas sean puestas bajo la autoridad de ellos. No obstante, lo que sí vemos es a Jesús, a quien por un poco de tiempo se le dio una posición «un poco menor que los ángeles»; y debido a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está «coronado de gloria y honor». Efectivamente, por la gracia de Dios, Jesús conoció la muerte por todos. 10 Dios—para quien y por medio de quien todo fue hecho—eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.

11 Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por esa razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos, 12 pues le dijo a Dios:

«Anunciaré tu nombre a mis hermanos.
    Entre tu pueblo reunido te alabaré»[m].

13 También dijo:

«Pondré mi confianza en él»,
    es decir, «yo y los hijos que Dios me ha dado»[n].

14 Debido a que los hijos de Dios son seres humanos—hechos de carne y sangre—el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía[o] el poder sobre la muerte. 15 Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte.

16 También sabemos que el Hijo no vino para ayudar a los ángeles, sino que vino para ayudar a los descendientes de Abraham. 17 Por lo tanto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos,[p] para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo. 18 Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.

Jesús es superior a Moisés

Así que, amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y[q] tienen parte con los que han sido llamados al cielo, consideren detenidamente a este Jesús a quien declaramos mensajero[r] de Dios y Sumo Sacerdote. Pues él fue fiel a Dios, quien lo nombró, así como Moisés fue fiel cuando se le encomendó toda[s] la casa de Dios.

Pero Jesús merece mucha más gloria que Moisés, así como el que construye una casa merece más elogio que la casa misma. Pues cada casa tiene un constructor, pero el que construyó todo es Dios.

En verdad Moisés fue fiel como siervo en la casa de Dios. Su trabajo fue una ilustración de las verdades que Dios daría a conocer tiempo después; pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo.[t]

Por eso el Espíritu Santo dice:

«Cuando oigan hoy su voz,
    no endurezcan el corazón
como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron,
    aquel día que me pusieron a prueba en el desierto.
Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia
    a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años.
10 Por eso, estuve enojado con ellos y dije:
“Su corazón siempre se aleja de mí.
    Rehúsan hacer lo que les digo”.
11 Así que en mi enojo juré:
    “Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”»[u].

12 Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo. 13 Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios. 14 Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. 15 Recuerden lo que dice:

«Cuando oigan hoy su voz,
    no endurezcan el corazón
    como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron»[v].

16 ¿Y quiénes fueron los que se rebelaron contra Dios a pesar de haber oído su voz? ¿No fue acaso el pueblo que salió de Egipto guiado por Moisés? 17 ¿Y quiénes hicieron enojar a Dios durante cuarenta años? ¿Acaso no fueron los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados en el desierto? 18 ¿Y a quiénes hablaba Dios cuando juró que jamás entrarían en su descanso? ¿Acaso no fue a los que lo desobedecieron? 19 Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.

El descanso prometido para el pueblo de Dios

Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo. Pues esta buena noticia—del descanso que Dios ha preparado—se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios.[w] Pues solo los que creemos podemos entrar en su descanso. En cuanto a los demás, Dios dijo:

«En mi enojo juré:
    “Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”»[x],

si bien ese descanso está preparado desde que él hizo el mundo. Sabemos que está preparado debido al pasaje en las Escrituras que menciona el séptimo día: «Cuando llegó el séptimo día, Dios descansó de toda su labor»[y]. Pero en el otro pasaje Dios dijo: «Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso»[z].

Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque desobedecieron a Dios. Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso, y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David en las palabras que ya se han citado:

«Cuando oigan hoy su voz
    no endurezcan el corazón»[aa].

Ahora bien, si Josué hubiera logrado darles ese descanso, Dios no habría hablado de otro día de descanso aún por venir. Así que todavía hay un descanso especial[ab] en espera para el pueblo de Dios. 10 Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo. 11 Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso, pero si desobedecemos a Dios, como lo hizo el pueblo de Israel, caeremos.

12 Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. 13 No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.

Cristo es nuestro Sumo Sacerdote

14 Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. 15 Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. 16 Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.

Todo sumo sacerdote es un hombre escogido para representar a otras personas en su trato con Dios. Él presenta a Dios las ofrendas de esas personas y ofrece sacrificios por los pecados. Y puede tratar con paciencia a los ignorantes y descarriados, porque él también está sujeto a las mismas debilidades. Por esa razón, debe ofrecer sacrificios tanto por sus propios pecados como por los del pueblo.

Y nadie puede llegar a ser sumo sacerdote solo porque desee tener ese honor. Tiene que ser llamado por Dios para ese trabajo, como sucedió con Aarón. Por eso, Cristo no se honró a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote, sino que fue elegido por Dios, quien le dijo:

«Tú eres mi Hijo.
    Hoy he llegado a ser tu Padre[ac]».

Y en otro pasaje Dios le dijo:

«Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec»[ad].

Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía. Aunque era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió. De ese modo, Dios lo hizo apto para ser el Sumo Sacerdote perfecto, y Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen. 10 Y Dios lo designó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

Un llamado al crecimiento espiritual

11 Nos gustaría decir mucho más sobre este tema, pero es difícil de explicar, sobre todo porque ustedes son torpes espiritualmente y tal parece que no escuchan. 12 Hace tanto que son creyentes que ya deberían estar enseñando a otros. En cambio, necesitan que alguien vuelva a enseñarles las cosas básicas de la palabra de Dios.[ae] Son como niños pequeños que necesitan leche y no pueden comer alimento sólido. 13 Pues el que se alimenta de leche sigue siendo bebé y no sabe cómo hacer lo correcto. 14 El alimento sólido es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo.

Así que dejemos de repasar una y otra vez las enseñanzas elementales acerca de Cristo. Por el contrario, sigamos adelante hasta llegar a ser maduros en nuestro entendimiento. No puede ser que tengamos que comenzar de nuevo con los importantes cimientos acerca del arrepentimiento de las malas acciones[af] y de tener fe en Dios. Ustedes tampoco necesitan más enseñanza acerca de los bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así que, si Dios quiere, avanzaremos hacia un mayor entendimiento.

Pues es imposible lograr que vuelvan a arrepentirse los que una vez fueron iluminados—aquellos que experimentaron las cosas buenas del cielo y fueron partícipes del Espíritu Santo, que saborearon la bondad de la palabra de Dios y el poder del mundo venidero— y que luego se alejan de Dios. Es imposible lograr que esas personas vuelvan a arrepentirse; al rechazar al Hijo de Dios, ellos mismos lo clavan otra vez en la cruz y lo exponen a la vergüenza pública.

Cuando la tierra se empapa de la lluvia que cae y produce una buena cosecha para el agricultor, recibe la bendición de Dios. En cambio, el campo que produce espinos y cardos no sirve para nada. El agricultor no tardará en maldecirlo y quemarlo.

Queridos amigos, aunque hablamos de este modo, no creemos que esto se aplica a ustedes. Estamos convencidos de que ustedes están destinados para cosas mejores, las cuales vienen con la salvación. 10 Pues Dios no es injusto. No olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para él y cómo han demostrado su amor por él sirviendo a otros creyentes[ag] como todavía lo hacen. 11 Nuestro gran deseo es que sigan amando a los demás mientras tengan vida, para asegurarse de que lo que esperan se hará realidad. 12 Entonces, no se volverán torpes ni indiferentes espiritualmente. En cambio, seguirán el ejemplo de quienes, gracias a su fe y perseverancia, heredarán las promesas de Dios.

Las promesas de Dios traen esperanza

13 Por ejemplo, estaba la promesa que Dios le hizo a Abraham. Como no existía nadie superior a Dios por quién jurar, Dios juró por su propio nombre, diciendo:

14 «Ciertamente te bendeciré
    y multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable»[ah].

15 Entonces Abraham esperó con paciencia y recibió lo que Dios le había prometido.

16 Ahora bien, cuando las personas hacen un juramento, invocan a alguien superior a ellas para obligarse a cumplirlo; y no cabe ninguna duda de que ese juramento conlleva una obligación. 17 Dios también se comprometió mediante un juramento, para que los que recibieran la promesa pudieran estar totalmente seguros de que él jamás cambiaría de parecer. 18 Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. 19 Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. 20 Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.

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