Beginning
6 ¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén,[a]
y a ustedes que se sienten seguros en Samaria!
Son famosos y conocidos en Israel,
y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.
2 Pero vayan a Calne
y vean lo que ocurrió allí.
Vayan luego a la gran ciudad de Hamat
y desciendan a la ciudad filistea de Gat.
Ustedes no son mejores que ellos,
y miren cómo fueron destruidos.
3 No quieren pensar en el desastre que viene,
pero sus acciones solo acercan más el día del juicio.
4 Qué terrible será para ustedes que se dejan caer en camas de marfil
y están a sus anchas en sus sillones,
comiendo corderos tiernos del rebaño
y becerros selectos engordados en el establo.
5 Entonan canciones frívolas al son del arpa
y se creen músicos tan magníficos como David.
6 Beben vino en tazones llenos
y se perfuman con lociones fragantes.
No les importa la ruina de su nación.[b]
7 Por lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos.
De repente se acabarán todas sus fiestas.
8 El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:
«Desprecio la arrogancia de Israel[c]
y odio sus fortalezas.
Entregaré esta ciudad
a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».
9 (Si quedan diez hombres en una casa, todos morirán. 10 Luego, cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos[d] entre en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente: «¿Está alguien más contigo?». Entonces, cuando la persona comience a jurar: «No, por...», la interrumpirá y dirá: «¡Cállate! Ni siquiera menciones el nombre del Señor»).
11 Cuando el Señor dé la orden,
las casas, tanto grandes como pequeñas, serán reducidas a escombros.
12 ¿Pueden galopar los caballos sobre rocas grandes?
¿Se pueden usar bueyes para ararlas?
Así de necios son ustedes cuando convierten la justicia en veneno
y el fruto dulce de la rectitud en amargura.
13 Ustedes se jactan de su conquista de Lo-debar[e]
y alardean: «¿No tomamos Karnaim[f] por nuestra propia fuerza?».
14 «Oh pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti
—dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales—.
Los oprimirán por todo su territorio,
desde Lebo-hamat en el norte
hasta el valle de Arabá en el sur».
La visión de las langostas
7 El Señor Soberano me mostró una visión. Lo vi preparándose para enviar una enorme nube de langostas sobre la tierra. Esto ocurrió después de que la parte de la cosecha del rey había sido recolectada, pero cuando se acercaba la cosecha principal. 2 En mi visión las langostas se comieron todo lo verde que se veía. Entonces dije:
—Oh Señor Soberano, por favor, perdónanos o no sobreviviremos, porque Israel[g] es tan pequeño.
3 Así que el Señor se retractó de ese plan y dijo:
—No lo haré.
La visión del fuego
4 Después el Señor Soberano me mostró otra visión. Lo vi preparándose para castigar a su pueblo con un gran fuego. El fuego había quemado las profundidades del mar e iba devorando toda la tierra. 5 Entonces dije:
—Oh Señor Soberano, por favor, detente o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño.
6 Entonces el Señor también se retractó de ese plan.
—Tampoco lo haré—dijo el Señor Soberano.
La visión de la plomada
7 Luego me mostró otra visión. Vi al Señor de pie al lado de una pared que se había construido usando una plomada. Usaba la plomada para ver si aún estaba derecha. 8 Entonces el Señor me dijo:
—Amós, ¿qué ves?
—Una plomada—contesté.
Y el Señor respondió:
—Probaré a mi pueblo con esta plomada. Ya no pasaré por alto sus pecados. 9 Los altares paganos de sus antepasados[h] quedarán en ruinas y los santuarios de Israel serán destruidos; acabaré de forma repentina con la dinastía del rey Jeroboam.
Amós y Amasías
10 Luego Amasías, el sacerdote de Betel, mandó un mensaje a Jeroboam, rey de Israel: «¡Amós está tramando una conspiración contra usted, aquí mismo en el umbral de su casa! Lo que él dice es intolerable. 11 Anda diciendo: “Pronto matarán a Jeroboam y el pueblo de Israel será enviado al destierro”».
12 Entonces Amasías envió órdenes a Amós:
—¡Vete de aquí, profeta! ¡Regresa a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allí! 13 No nos molestes con tus profecías aquí en Betel. ¡Este es el santuario del rey y el lugar nacional de culto!
14 Pero Amós contestó:
—No soy profeta profesional ni fui entrenado para serlo.[i] No soy más que un pastor de ovejas y cultivador de las higueras sicómoros. 15 Sin embargo, el Señor me llamó y me apartó de mi rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo en Israel”. 16 Ahora bien, escuchen este mensaje del Señor:
“Tú dices:
‘No profetices contra Israel.
Deja de predicar contra mi pueblo[j]’.
17 Pero esto es lo que dice el Señor:
‘Tu esposa se convertirá en prostituta en esta ciudad,
y a tus hijos y a tus hijas los matarán.
Tu tierra será repartida
y tú morirás en tierra extranjera.
Con toda seguridad el pueblo de Israel irá cautivo al destierro,
lejos de su patria’”.
La visión de la fruta madura
8 Entonces el Señor Soberano me mostró otra visión. Esta vez vi una cesta llena de fruta madura.
2 —¿Qué ves, Amós?—me preguntó.
—Una cesta repleta de fruta madura—contesté.
Entonces el Señor dijo:
—Al igual que esta fruta, ¡Israel está maduro para el castigo! No volveré a demorar su castigo. 3 En aquel día el canto en el templo se convertirá en lamento. Habrá cadáveres tirados por todas partes. Serán llevados fuera de la ciudad en silencio. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!
4 ¡Escuchen esto, ustedes que roban al pobre
y pisotean al necesitado!
5 Ustedes no se aguantan a que termine el día de descanso
y a que se acaben los festivales religiosos
para volver a estafar al desamparado.
Pesan el grano con medidas falsas
y estafan al comprador con balanzas fraudulentas.[k]
6 Y el grano que venden lo mezclan
con los deshechos barridos del piso.
Por una moneda de plata o un par de sandalias,
convierten en esclavos a los pobres.
7 Ahora el Señor ha hecho este juramento
por su propio nombre, el Orgullo de Israel:[l]
«¡Nunca olvidaré
las cosas perversas que han hecho!
8 La tierra temblará a causa de sus acciones
y todos harán duelo.
La tierra subirá como el río Nilo en tiempo de inundaciones;
se levantará y volverá a hundirse.
9 »En aquel día—dice el Señor Soberano—
haré que el sol se ponga al mediodía
y que en pleno día se oscurezca la tierra.
10 Convertiré sus celebraciones en lamentos
y su cantar en llanto.
Se vestirán de luto
y se raparán la cabeza en señal de dolor,
como si su único hijo hubiera muerto.
¡Qué tan amargo será ese día!
11 »Ciertamente se acerca la hora—dice el Señor Soberano—
cuando enviaré hambre a la tierra;
no será hambre de pan ni sed de agua,
sino hambre de oír las palabras del Señor.
12 La gente deambulará de mar a mar
y vagará de frontera a frontera[m]
en busca de la palabra del Señor,
pero no la encontrarán.
13 En aquel día, las jóvenes hermosas y los muchachos fuertes se desmayarán,
sedientos por la palabra del Señor.
14 Y los que juran por los vergonzosos ídolos de Samaria,
los que hacen juramentos en nombre del dios de Dan
y votos en nombre del dios de Beerseba,[n]
todos caerán y nunca más se levantarán».
La visión de Dios junto al altar
9 Entonces vi una visión del Señor, quien estaba de pie junto al altar, y dijo:
«Golpea la parte superior de las columnas del templo
para que los cimientos se sacudan.
Derriba el techo
sobre las cabezas de la gente.
Mataré a espada a los que sobrevivan.
¡Nadie escapará!
2 »Aunque caven hasta el lugar de los muertos,[o]
allí descenderé y los sacaré.
Aunque suban hasta los cielos,
de allí los derribaré.
3 Aunque se escondan en la cumbre del monte Carmelo,
allí los buscaré y los capturaré.
Aunque se oculten en el fondo del océano,
enviaré tras ellos a la serpiente marina para que los muerda.
4 Aunque sus enemigos los lleven al destierro,
ordenaré a la espada que allí los mate.
Estoy decidido a traerles desastre
y no a ayudarlos».
5 El Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales,
toca la tierra y esta se derrite,
y todos sus habitantes lloran.
La tierra sube como el río Nilo en tiempo de inundaciones,
y luego vuelve a hundirse.
6 El hogar del Señor llega hasta los cielos,
mientras que sus cimientos están en la tierra.
Él levanta agua de los océanos
y la vierte como lluvia sobre la tierra.
¡El Señor es su nombre!
7 «Israelitas, ¿son ustedes más importantes para mí
que los etíopes[p]?—pregunta el Señor—.
Saqué a Israel de Egipto,
pero también traje a los filisteos de Creta[q]
y a los arameos de Kir.
8 »Yo, el Señor Soberano,
estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel
y la destruiré
de la faz de la tierra.
Sin embargo, nunca destruiré por completo a la familia de Israel[r]
—dice el Señor—.
9 Pues daré la orden
y sacudiré a Israel junto con las demás naciones
como se sacude el grano en un cernidor;
sin embargo, ningún grano verdadero se perderá.
10 En cambio, todos los pecadores morirán a filo de espada,
esos que dicen: “Nada malo nos sucederá”.
Promesa de restauración
11 »En aquel día restauraré la casa caída[s] de David.
Repararé sus muros dañados.
De las ruinas, la reedificaré
y restauraré su gloria anterior.
12 Israel poseerá lo que quede de Edom
y todas las naciones que he llamado a ser mías[t]».
El Señor ha hablado
y cumplirá estas cosas.
13 «Llegará el día—dice el Señor—
en el que el grano y las uvas crecerán más rápido
de lo que puedan ser cosechados.
¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel
destilarán vino dulce!
14 Traeré a mi pueblo Israel de su cautiverio
en tierras lejanas;
reedificarán sus ciudades que están en ruinas
y nuevamente vivirán en ellas.
Plantarán viñedos y huertos;
comerán sus cosechas y beberán su vino.
15 Los plantaré firmemente allí
en su propia tierra.
Nunca más serán desarraigados
de la tierra que yo les di»,
dice el Señor tu Dios.
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