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Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Isaías 49-53

El Siervo del Señor es encomendado

49 Escúchenme, todos ustedes en tierras lejanas;
    presten atención, ustedes que están muy lejos.
El Señor me llamó desde antes que naciera;
    desde el seno de mi madre me llamó por mi nombre.
Hizo que mis palabras de juicio fueran tan filosas como una espada.
    Me ha escondido bajo la sombra de su mano.
    Soy como una flecha afilada en su aljaba.

Él me dijo: «Israel, tú eres mi siervo
    y me traerás gloria».

Yo respondí: «¡Pero mi labor parece tan inútil!
    He gastado mis fuerzas en vano, y sin ningún propósito.
No obstante, lo dejo todo en manos del Señor;
    confiaré en que Dios me recompense».

Y ahora habla el Señor,
    el que me formó en el seno de mi madre para que fuera su siervo,
    el que me encomendó que le trajera a Israel de regreso.
El Señor me ha honrado
    y mi Dios me ha dado fuerzas.
Él dice: «Harás algo más que devolverme al pueblo de Israel.
    Yo te haré luz para los gentiles,[a]
    y llevarás mi salvación a los confines de la tierra».

El Señor, el Redentor
    y Santo de Israel,
le dice al que es despreciado y rechazado por las naciones,
    al que es el siervo de los gobernantes:
«Los reyes se pondrán en posición de firmes cuando tú pases.
    Los príncipes se inclinarán hasta el suelo
por causa del Señor, el fiel,
    el Santo de Israel, que te ha escogido».

Promesas de restauración para Israel

Esto dice el Señor:

«En el momento preciso, te responderé;[b]
    en el día de salvación te ayudaré.
Te protegeré y te daré a las naciones
    para que seas mi pacto con ellas.
Por medio de ti restableceré la tierra de Israel
    y la devolveré a su propio pueblo.
Les diré a los prisioneros: “Salgan en libertad”,
    y a los que están en tinieblas: “Vengan a la luz”.
Ellos serán mis ovejas, que se apacentarán en pastos verdes
    y en colinas que antes estaban desiertas.
10 No tendrán hambre ni sed,
    y el sol ardiente ya no los alcanzará.
Pues el Señor en su misericordia los guiará;
    los guiará junto a aguas frescas.
11 Y convertiré mis montes en senderos llanos para ellos.
    Las carreteras se levantarán por encima de los valles.
12 ¡Miren! Mi pueblo regresará desde muy lejos,
    desde tierras del norte y del occidente,
    y desde tan al sur como Egipto[c]».

13 ¡Oh cielos, canten de alegría!
    ¡Oh tierra, gózate!
    ¡Oh montes, prorrumpan en cantos!
Pues el Señor ha consolado a su pueblo
    y le tendrá compasión en medio de su sufrimiento.

14 Sin embargo, Jerusalén[d] dice: «El Señor me ha abandonado;
    el Señor me ha olvidado».

15 «¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho?
    ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz?
Pero aun si eso fuera posible,
    yo no los olvidaría a ustedes.
16 Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos.
    En mi mente siempre está la imagen de las murallas de Jerusalén convertidas en ruinas.
17 Dentro de poco tus descendientes regresarán,
    y los que procuran destruirte se irán.
18 Mira a tu alrededor y observa,
    porque todos tus hijos volverán a ti.
Tan cierto como que yo vivo—dice el Señor—,
    ellos serán como joyas o adornos de novia para que tú los exhibas.

19 »Hasta los lugares más desolados de tu tierra abandonada
    pronto estarán repletos de tu gente.
Tus enemigos que te esclavizaron
    estarán muy lejos.
20 Las generaciones nacidas en el destierro regresarán y dirán:
    “¡Necesitamos más espacio! ¡Este lugar está lleno de gente!”.
21 Entonces te preguntarás:
    “¿Quién me ha dado todos estos descendientes?
Pues la mayoría de mis hijos fueron muertos,
    y los demás, llevados al destierro.
Aquí me quedé solo.
    ¿De dónde viene toda esta gente?
¿Quién dio a luz a estos niños?
    ¿Quién los crio por mí?”».

22 Esto dice el Señor Soberano:
    «Mira, les daré una señal a las naciones que no temen a Dios.
Te traerán a tus hijos pequeños en sus brazos;
    traerán a tus hijas sobre los hombros.
23 Reyes y reinas te servirán
    y atenderán a todas tus necesidades.
Se inclinarán hasta el suelo ante ti
    y lamerán el polvo de tus pies.
Entonces sabrás que yo soy el Señor.
    Los que confían en mí nunca serán avergonzados».

24 ¿Quién puede arrebatar el botín de las manos de un guerrero?
    ¿Quién puede exigirle a un tirano[e] que deje en libertad a sus cautivos?
25 Pero el Señor dice:
«Los cautivos de los guerreros serán puestos en libertad,
    y se recuperará el botín de los tiranos.
Pues yo pelearé contra quienes peleen contigo,
    y salvaré a tus hijos.
26 Alimentaré a tus enemigos con su propia carne
    y se embriagarán con ríos de su propia sangre.
Todo el mundo sabrá que yo, el Señor,
    soy tu Salvador y tu Redentor,
    el Poderoso de Israel[f]».

50 Esto dice el Señor:

«¿Despedí a la madre de ustedes porque me divorcié de ella?
    ¿Los vendí a ustedes como esclavos a mis acreedores?
No, fueron vendidos a causa de sus propios pecados;
    su madre también fue llevada a causa de los pecados de ustedes.
¿Por qué no había nadie cuando vine?
    ¿Por qué nadie respondió cuando llamé?
¿Se debe a que no tengo poder para rescatar?
    ¡No, no es esa la razón!
¡Pues yo puedo hablarle al mar y hacer que se seque!
    Puedo convertir los ríos en desiertos llenos de peces muertos.
Yo soy quien viste de tinieblas los cielos,
    y los cubro con ropajes de luto».

El Siervo obediente del Señor

El Señor Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría,
    para que yo sepa consolar a los fatigados.
Mañana tras mañana me despierta
    y me abre el entendimiento a su voluntad.
El Señor Soberano me habló,
    y yo lo escuché;
    no me he rebelado, ni me he alejado.
Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban
    y las mejillas a quienes me tiraban de la barba;
no escondí el rostro
    de las burlas y los escupitajos.

Debido a que el Señor Soberano me ayuda,
    no seré avergonzado.
Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra,
    decidido a hacer su voluntad.
    Y sé que no pasaré vergüenza.
El que me hace justicia está cerca.
    Ahora, ¿quién se atreverá a presentar cargos en mi contra?
¿Dónde están mis acusadores?
    ¡Que se presenten!
Miren, el Señor Soberano está de mi lado.
    ¿Quién me declarará culpable?
Todos mis enemigos serán destruidos
    como ropa vieja que ha sido comida por la polilla.

10 Entre ustedes, ¿quién teme al Señor
    y obedece a su siervo?
Si caminan en tinieblas,
    sin un solo rayo de luz,
confíen en el Señor
    y dependan de su Dios.
11 Pero tengan cuidado, ustedes que viven en su propia luz,
    y que se calientan en su propia fogata.
Esta es la recompensa que recibirán de mí:
    pronto caerán en gran tormento.

Un llamado a confiar en el Señor

51 «Escúchenme, todos los que tienen esperanza de ser liberados,
    todos los que buscan al Señor.
Consideren la piedra de la que fueron tallados,
    la cantera de la que fueron extraídos.
Sí, piensen en Abraham, su antepasado,
    y en Sara, que dio a luz a su nación.
Cuando llamé a Abraham, era un solo hombre;
    pero, cuando lo bendije, se convirtió en una gran nación».

El Señor volverá a consolar a Israel[g]
    y tendrá piedad de sus ruinas.
Su desierto florecerá como el Edén,
    sus lugares desolados como el huerto del Señor.
Allí se encontrarán gozo y alegría;
    los cantos de gratitud llenarán el aire.

«Escúchame, pueblo mío;
    óyeme, Israel,
porque mi ley será proclamada
    y mi justicia llegará a ser una luz para las naciones.
Mi misericordia y mi justicia ya se acercan;
    mi salvación viene en camino.
    Mi brazo fuerte hará justicia a las naciones.
Las tierras lejanas me buscarán
    y con esperanza aguardarán mi brazo poderoso.
Levanten los ojos a los altos cielos
    y miren la tierra abajo.
Pues los cielos desaparecerán como humo
    y la tierra se gastará como una prenda de vestir.
Los habitantes de la tierra morirán como moscas,
    pero mi salvación permanece para siempre;
    mi reinado de justicia nunca tendrá fin.

»Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo,
    ustedes que atesoran mi ley en el corazón.
No teman las burlas de la gente,
    ni tengan miedo de sus insultos.
Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa,
    y el gusano los comerá como se come la lana.
Pero mi justicia permanecerá para siempre;
    mi salvación continuará de generación en generación».

¡Despierta, oh Señor, despierta! ¡Vístete de fuerza!
    ¡Mueve tu poderoso brazo derecho!
Levántate como en los días de antaño,
    cuando mataste a Egipto, al dragón del Nilo.[h]
10 ¿Acaso no eres el mismo hoy,
    el que secó el mar,
haciendo un camino en las profundidades
    para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?
11 Regresarán los que fueron rescatados por el Señor
    y entrarán cantando a Jerusalén,[i]
    coronados de alegría eterna.
Desaparecerán el dolor y el luto
    y estarán llenos de gozo y de alegría.

12 «Yo, sí, yo soy quien te consuela.
    Entonces, ¿por qué les temes a simples seres humanos
    que se marchitan como la hierba y desaparecen?
13 Sin embargo, has olvidado al Señor, tu Creador,
    el que extendió el cielo como un dosel
    y puso los cimientos de la tierra.
¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos?
    ¿Seguirás temiendo el enojo de tus enemigos?
¿Dónde están ahora su furia y su enojo?
    ¡Han desaparecido!
14 Pronto quedarán libres los cautivos.
    ¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino!
15 Pues yo soy el Señor tu Dios,
    que agito el mar haciendo que rujan las olas.
    Mi nombre es Señor de los Ejércitos Celestiales.
16 Y he puesto mis palabras en tu boca
    y te he escondido a salvo dentro de mi mano.
Yo extendí[j] el cielo como un dosel
    y puse los cimientos de la tierra.
Yo soy el que le dice a Israel:
    “¡Tú eres mi pueblo!”».

17 ¡Despierta, oh Jerusalén, despierta!
    Has bebido la copa de la furia del Señor.
Has bebido la copa del terror;
    la has vaciado hasta la última gota.
18 Ni uno de tus hijos queda con vida
    para tomarte de la mano y guiarte.
19 Estas dos calamidades te han ocurrido:
    la desolación y la destrucción, el hambre y la guerra.
Y ¿quién ha quedado para compadecerse de ti?
    ¿Quién ha quedado para consolarte?[k]
20 Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles,
    tan indefensos como antílopes atrapados en una red.
El Señor ha derramado su furia;
    Dios los ha reprendido.

21 Pero ahora escuchen esto, ustedes los afligidos,
    que están completamente borrachos,
    aunque no por haber bebido vino.
22 Esto dice el Señor Soberano,
    su Dios y Defensor:
«Miren, yo les quité de las manos la copa aterradora;
    ya no beberán más de mi furia.
23 En cambio, entregaré esa copa a quienes los atormentan,
    a los que dijeron: “Los pisotearemos en el polvo
    y caminaremos sobre sus espaldas”».

Liberación para Jerusalén

52 ¡Despierta, oh Sion, despierta!
    Vístete de fuerza.
Ponte tus ropas hermosas, oh ciudad santa de Jerusalén,
    porque ya no volverá a entrar por tus puertas la gente impura que no teme a Dios.
Levántate del polvo, oh Jerusalén,
    y siéntate en un lugar de honor.
Quítate del cuello las cadenas de la esclavitud,
    oh hija cautiva de Sion.
Pues esto dice el Señor:
«Cuando te vendí al destierro,
    no recibí pago alguno;
ahora puedo redimirte
    sin tener que pagar por ti».

Esto dice el Señor Soberano: «Hace mucho tiempo, mi pueblo decidió vivir en Egipto. Ahora es Asiria la que lo oprime. ¿Qué es esto?—pregunta el Señor—. ¿Por qué está esclavizado mi pueblo nuevamente? Quienes lo gobiernan gritan de júbilo;[l] todo el día blasfeman mi nombre.[m] Pero yo revelaré mi nombre a mi pueblo, y llegará a conocer mi poder. Entonces, por fin mi pueblo reconocerá que soy yo quien le habla».

¡Qué hermosos son sobre los montes
    los pies del mensajero que trae buenas noticias,
buenas noticias de paz y de salvación,
    las noticias de que el Dios de Israel[n] reina!
Los centinelas gritan y cantan de alegría,
    porque con sus propios ojos
    ven al Señor regresando a Jerusalén.[o]
Que las ruinas de Jerusalén canten de alegría,
    porque el Señor ha consolado a su pueblo;
    ha redimido a Jerusalén.
10 El Señor ha manifestado su santo poder
    ante los ojos de todas las naciones,
y todos los confines de la tierra verán
    la victoria de nuestro Dios.

11 ¡Salgan! Salgan y dejen atrás su cautiverio,
    donde todo lo que tocan es impuro.
Salgan de allí y purifíquense,
    ustedes que vuelven a su tierra con los objetos sagrados del Señor.
12 No saldrán con prisa,
    como quien corre para salvar su vida.
Pues el Señor irá delante de ustedes;
    atrás los protegerá el Dios de Israel.

El Siervo sufriente del Señor

13 Miren, mi siervo prosperará;
    será muy exaltado.
14 Pero muchos quedaron asombrados cuando lo[p] vieron.
    Tenía el rostro tan desfigurado que apenas parecía un ser humano,
    y por su aspecto, no se veía como un hombre.
15 Y él alarmará[q] a muchas naciones;
    los reyes quedarán mudos ante él.
Verán lo que no se les había contado;
    entenderán lo que no habían oído hablar.[r]
53 ¿Quién ha creído nuestro mensaje?
    ¿A quién ha revelado el Señor su brazo poderoso?
Mi siervo creció en la presencia del Señor como un tierno brote verde,
    como raíz en tierra seca.
No había nada hermoso ni majestuoso en su aspecto,
    nada que nos atrajera hacia él.
Fue despreciado y rechazado:
    hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo.
Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada;
    fue despreciado, y no nos importó.

Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó;
    fueron nuestros dolores los que lo agobiaron.[s]
Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios,
    ¡un castigo por sus propios pecados!
Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones
    y aplastado por nuestros pecados.
Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz;
    fue azotado para que pudiéramos ser sanados.
Todos nosotros nos hemos extraviado como ovejas;
    hemos dejado los caminos de Dios para seguir los nuestros.
Sin embargo, el Señor puso sobre él
    los pecados de todos nosotros.

Fue oprimido y tratado con crueldad;
    sin embargo, no dijo ni una sola palabra.
Como cordero fue llevado al matadero.
    Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores,
    no abrió su boca.
Al ser condenado injustamente,
    se lo llevaron.[t]
A nadie le importó que muriera sin descendientes
    ni que le quitaran la vida a mitad de camino.[u]
Pero lo hirieron de muerte
    por la rebelión de mi pueblo.
Él no había hecho nada malo,
    y jamás había engañado a nadie.
Pero fue enterrado como un criminal;
    fue puesto en la tumba de un hombre rico.

10 Formaba parte del buen plan del Señor aplastarlo
    y causarle dolor.
Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado,
    tendrá muchos descendientes.
Disfrutará de una larga vida,
    y en sus manos el buen plan del Señor prosperará.
11 Cuando vea todo lo que se logró mediante su angustia,
    quedará satisfecho.
Y a causa de lo que sufrió,
    mi siervo justo hará posible
que muchos sean contados entre los justos,
    porque él cargará con todos los pecados de ellos.
12 Yo le rendiré los honores de un soldado victorioso,
    porque se expuso a la muerte.
Fue contado entre los rebeldes.
    Cargó con los pecados de muchos e intercedió por los transgresores.

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