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Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Isaías 13-17

Mensaje acerca de Babilonia

13 Isaías, hijo de Amoz, recibió el siguiente mensaje acerca de la destrucción de Babilonia:

«Levanta una bandera de señales en la cumbre descubierta de una colina;
    llama al ejército contra Babilonia.
Hazles señas con la mano para darles ánimo
    mientras marchan hacia los palacios de los grandes y poderosos.
Yo, el Señor, he consagrado a estos soldados para realizar esta tarea.
    Es cierto, he llamado a guerreros poderosos para que manifiesten mi enojo,
    y ellos se alegrarán cuando yo sea exaltado».

¡Oigan el ruido que hay en los montes!
    ¡Escuchen, mientras marchan los enormes ejércitos!
Es el ruido y el griterío de muchas naciones.
    El Señor de los Ejércitos Celestiales ha convocado a este ejército.
Vienen desde países distantes,
    desde más allá de los horizontes lejanos.
Son las armas del Señor para descargar su enojo;
    con ellas destruirá toda la tierra.

Griten de terror, porque ha llegado el día del Señor,
    el momento para que el Todopoderoso destruya.
Todos los brazos están paralizados de temor;
    cada corazón se derrite
    y todos se aterran.
Les sobrevendrán punzadas de angustia,
    como las de una mujer que está de parto.
Se miran unos a otros sin poder hacer nada,
    con el rostro encendido de miedo.

Pues miren, el día del Señor ya viene,
    el día terrible de su furia y de su ira feroz.
La tierra quedará desolada,
    y con ella los pecadores serán destruidos.
10 Los cielos se pondrán negros sobre ellos;
    las estrellas no darán luz.
El sol estará oscuro cuando salga
    y la luna no iluminará.

11 «Yo, el Señor, castigaré al mundo por su maldad
    y a los perversos por su pecado.
Aplastaré la arrogancia de los soberbios
    y humillaré el orgullo de los poderosos.
12 Haré que la gente sea más escasa que el oro,
    más escasa que el oro fino de Ofir.
13 Pues sacudiré los cielos
    y la tierra se saldrá de su lugar
cuando el Señor de los Ejércitos Celestiales manifieste su furor
    en el día de su ira feroz».

14 En Babilonia todos correrán como gacelas perseguidas,
    como ovejas sin pastor.
Intentarán encontrar a los suyos
    y huir a su propia tierra.
15 El que sea capturado será destruido,
    atravesado con una espada.
16 Ante sus propios ojos, estrellarán a sus niños pequeños hasta matarlos.
    Sus hogares serán saqueados, y sus mujeres, violadas.

17 «Miren, yo incitaré a los medos contra Babilonia.
    No se les puede tentar con plata
    ni sobornar con oro.
18 Los ejércitos agresores traspasarán a los jóvenes con sus flechas.
    No tendrán misericordia de los indefensos bebés
    ni compasión de los niños».

19 Babilonia, el más glorioso de los reinos,
    la flor del orgullo caldeo,
será devastada como Sodoma y Gomorra
    cuando Dios las destruyó.
20 Babilonia nunca más volverá a ser habitada;
    permanecerá vacía de generación en generación.
Los nómadas se negarán a acampar allí,
    y los pastores no llevarán a sus ovejas para que pasen la noche.
21 Las bestias del desierto se instalarán en la ciudad en ruinas,
    y en las casas rondarán criaturas aullantes.
Los búhos vivirán en medio de las ruinas
    y las cabras salvajes irán allí para danzar.
22 Las hienas aullarán en las fortalezas
    y los chacales harán su guarida en los lujosos palacios.
Los días de Babilonia están contados;
    pronto llegará el momento de su destrucción.

Burla contra el rey de Babilonia

14 Pero el Señor tendrá misericordia de los descendientes de Jacob y una vez más elegirá a Israel como su pueblo especial. Lo hará regresar para que se establezca otra vez en su propia tierra. Y gente de varias naciones vendrá para encontrarse con ellos y unirse al pueblo de Israel.[a] Las naciones del mundo ayudarán a que el pueblo de Israel regrese, y los que vengan a vivir en la tierra del Señor los servirán. Los que conquistaron a Israel, ellos mismos serán capturados, e Israel gobernará a sus enemigos.

En aquel día maravilloso cuando el Señor le dé descanso a su pueblo de sus angustias y temores, de la esclavitud y de las cadenas, te mofarás del rey de Babilonia y dirás:

«El hombre poderoso ha sido destruido.
    Sí, se acabó tu insolencia.[b]
Pues el Señor aplastó tu poder malvado
    y puso fin a tu reino perverso.
Atacabas al pueblo con incesantes golpes de furia
    y dominabas a las naciones dentro de tu poder sofocante
    con una tiranía implacable.
Sin embargo, finalmente la tierra está en reposo y tranquila.
    ¡Ahora puede volver a cantar!
Hasta los árboles del bosque
    —los cipreses y los cedros del Líbano—
    cantan esta alegre canción:
“¡Dado que te talaron,
    nadie vendrá ahora para talarnos a nosotros!”.

»En el lugar de los muertos[c] hay mucha emoción
    por tu llegada.
Los espíritus de los líderes mundiales y de los reyes poderosos que murieron hace tiempo
    se ponen de pie para verte llegar.
10 Todos exclaman a una voz:
    “¡Ahora eres tan débil como nosotros!
11 Tu poder y tu fuerza fueron enterrados contigo.[d]
    En tu palacio ha cesado el sonido del arpa.
Ahora los gusanos son tu sábana,
    y las lombrices, tu manta”.

12 »¡Cómo has caído del cielo,
    oh estrella luciente, hijo de la mañana!
Has sido arrojado a la tierra,
    tú que destruías a las naciones del mundo.
13 Pues te decías a ti mismo:
    “Subiré al cielo para poner mi trono por encima de las estrellas de Dios.
Voy a presidir en el monte de los dioses,
    muy lejos en el norte.[e]
14 Escalaré hasta los cielos más altos
    y seré como el Altísimo”.
15 En cambio, serás bajado al lugar de los muertos,
    a las profundidades más hondas.
16 Allí todos te mirarán y se preguntarán:
“¿Puede ser este el que sacudía la tierra
    y hacía temblar a los reinos del mundo?
17 ¿Es este el que destruyó el mundo
    y lo convirtió en una tierra baldía?
¿Es este el rey que demolía las grandes ciudades del mundo
    y no tenía compasión de sus prisioneros?”.

18 »Los reyes de las naciones yacen en gloria majestuosa,
    cada cual en su propia tumba,
19 pero tú serás sacado de tu sepultura
    como una rama inútil.
Como un cadáver pisoteado bajo los pies,
    serás arrojado a una fosa común
    con los que murieron en batalla.
Descenderás al abismo.
20     No te darán un entierro apropiado,
porque destruiste a tu nación
    y masacraste a tu pueblo.
Los descendientes de una persona tan malvada
    nunca más recibirán honra.
21 ¡Maten a los hijos de este hombre!
    ¡Que mueran por los pecados de su padre!
Que no se levanten para conquistar la tierra,
    y llenar el mundo con sus ciudades».

22 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
    «¡Yo, yo mismo me he levantado contra Babilonia!
Destruiré a sus hijos, y a los hijos de sus hijos
    —dice el Señor—.
23 Convertiré a Babilonia en un lugar desolado, tierra de búhos,
    lleno de pantanos y de ciénagas;
barreré la tierra con la escoba de la destrucción.
    ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».

Mensaje acerca de Asiria

24 El Señor de los Ejércitos Celestiales hizo este juramento:

«Sucederá tal como yo lo tengo planeado.
    Será tal como lo he decidido.
25 Quebrantaré a los asirios cuando estén en Israel;
    los pisotearé en mis montañas.
Mi pueblo ya no será más esclavo de ellos
    ni se doblará ante sus cargas pesadas.
26 Tengo un plan para toda la tierra,
    una mano de juicio sobre todas las naciones.
27 El Señor de los Ejércitos Celestiales ha hablado;
    ¿quién podrá cambiar sus planes?
Cuando levante su mano,
    ¿quién lo podrá detener?».

Mensaje acerca de Filistea

28 Recibí este mensaje en el año que murió el rey Acaz:[f]

29 Ustedes, filisteos, no se alegren
    de que la vara que los golpeaba se haya roto,
    de que el rey que los atacaba esté muerto.
Pues de esa serpiente nacerá otra serpiente aún más venenosa,
    ¡una serpiente terrible que los destruirá!
30 Alimentaré a los pobres en mis pastos;
    los necesitados se acostarán en paz.
En cuanto a ustedes, los aniquilaré con el hambre
    y destruiré a los pocos que queden.
31 ¡Giman en las puertas! ¡Lloren en las ciudades!
    ¡Paralícense de miedo, filisteos!
Un poderoso ejército viene como humo desde el norte;
    cada soldado avanza con prisa, ansioso por pelear.

32 ¿Qué les diremos a los mensajeros de los filisteos? Diles:

«El Señor edificó a Jerusalén;[g]
    sus murallas brindarán refugio a su pueblo oprimido».

Mensaje acerca de Moab

15 Recibí este mensaje acerca de Moab:

En una sola noche será reducido a escombros el pueblo de Ar,
    y la ciudad de Kir, destruida.
Tu pueblo irá al templo de Dibón para lamentarse.
    Ellos irán a sus santuarios sagrados para llorar.
Gemirán por la suerte de Nebo y de Medeba,
    y en su angustia se raparán la cabeza y se cortarán la barba.
Vagarán por las calles vestidos de tela áspera;
    de cada hogar y plaza pública saldrá el sonido de gemidos.
Los habitantes de Hesbón y de Eleale gritarán;
    sus voces se oirán hasta en Jahaza.
Los guerreros más valientes de Moab gritarán de terror.
    Se paralizarán de temor.

Mi corazón llora por Moab.
    Su pueblo huye a Zoar y a Eglat-selisiya.
Sube llorando por el camino a Luhit.
    Se pueden oír sus gritos de angustia a lo largo del camino a Horonaim.
¡Hasta las aguas de Nimrim se secaron!
    Las riberas cubiertas de hierba se quemaron.
Desaparecieron las plantas tiernas;
    no queda nada verde.
La gente toma sus posesiones
    y las carga a través del barranco de los Sauces.
Se oye un grito de angustia por toda la tierra de Moab,
    desde un extremo hasta el otro,
    desde Eglaim hasta Beer-elim.
El arroyo cercano a Dibón[h] corre rojo por la sangre,
    ¡pero todavía no he terminado con Dibón!
Los leones cazarán a los sobrevivientes,
    tanto a los que traten de escapar
    como a los que se queden atrás.
16 Envíen corderos de Sela como tributo
    al gobernante de la tierra.
Envíenlos a través del desierto
    hasta el monte de la hermosa Sion.
Las mujeres de Moab fueron abandonadas como aves sin nido
    en los vados del río Arnón.
«Ayúdennos—claman—,
    defiéndannos de nuestros enemigos.
Protéjannos de sus ataques implacables;
    no nos traicionen ahora que hemos escapado.
Permitan que nuestros refugiados se queden entre ustedes;
    escóndanlos de nuestros enemigos hasta que haya pasado el terror».

Cuando hayan terminado la opresión y la destrucción,
    y hayan desaparecido los saqueadores enemigos,
Dios establecerá como rey a uno de los descendientes de David.
    Él reinará con misericordia y verdad;
hará siempre lo que es justo
    y estará deseoso de hacer lo correcto.

Hemos oído hablar del soberbio Moab,
    de su orgullo, de su arrogancia y de su furia;
    pero todo su alarde ha desaparecido.
Toda la tierra de Moab llora;
    sí, todos se lamentan en Moab
por los pasteles de pasas de Kir-hareset.
    Ya no queda ninguno.
Las granjas de Hesbón están abandonadas;
    los viñedos de Sibma están desiertos.
Los gobernantes de las naciones han quebrantado a Moab,
    esa vid tan hermosa.
Sus zarcillos se extendían hacia el norte hasta la ciudad de Jazer
    y trepaban hacia el oriente hasta entrar en el desierto.
Sus sarmientos se extendían tan lejos hacia el occidente
    que cruzaban por encima del mar Muerto.[i]

Así que ahora lloro por Jazer y por los viñedos de Sibma;
    mis lágrimas correrán por Hesbón y Eleale.
Ya no hay gritos de júbilo
    por sus frutos de verano y sus cosechas.
10 Se acabó la alegría;
    desapareció el gozo de la cosecha.
No habrá cantos en los viñedos
    ni más gritos felices,
ni se pisarán las uvas en los lagares.
    Yo puse fin a la alegría por sus cosechas.
11 El clamor de mi corazón por Moab es como el lamento de un arpa;
    estoy lleno de angustia por Kir-hareset.[j]
12 El pueblo de Moab rendirá culto en sus santuarios paganos,
    pero no le servirá de nada.
Clamará a los dioses en sus templos,
    pero nadie lo podrá salvar.

13 El Señor ya ha dicho estas cosas acerca de Moab en el pasado. 14 Pero ahora, el Señor dice: «Dentro de tres años, contando cada día,[k] se acabará la gloria de Moab. De su gran población, solo unos cuantos débiles quedarán vivos».

Mensaje acerca de Damasco e Israel

17 Recibí este mensaje acerca de Damasco:

«¡Miren! ¡La ciudad de Damasco desaparecerá!
    Se convertirá en un montón de escombros.
Las ciudades de Aroer quedarán desiertas.
    Las manadas pastarán en las calles y se echarán sin que nada las perturbe,
    sin que nadie las espante.
Las ciudades fortificadas de Israel[l] también serán destruidas,
    y se acabará el poder de la realeza de Damasco.
Todo lo que quede de Aram
    tendrá el mismo destino de la desaparecida gloria de Israel»,
    proclama el Señor de los Ejércitos Celestiales.

«En aquel día, la gloria de Israel[m] se desvanecerá;
    su robusto cuerpo se irá consumiendo.
Toda la tierra parecerá un campo de grano
    después de que los segadores han recogido el cereal.
Estará desolada,
    como los campos del valle de Refaim después de la cosecha.
Solo quedarán unos cuantos de su pueblo,
    como aceitunas sueltas en un olivo después de la cosecha.
Solo dos o tres quedan en las ramas más altas,
    cuatro o cinco esparcidas aquí y allá entre las restantes»,
    proclama el Señor, Dios de Israel.

Entonces, por fin el pueblo buscará a su Creador
    y volverá los ojos al Santo de Israel.
Ya no buscarán ayuda de sus ídolos
    ni rendirán culto a lo que hicieron con sus propias manos.
Nunca más se inclinarán ante los postes dedicados a la diosa Asera
    ni rendirán culto en los santuarios paganos que construyeron.
Sus ciudades más grandes quedarán como bosques desiertos,
    como la tierra que abandonaron los heveos y los amorreos[n]
cuando llegaron los israelitas, hace ya mucho tiempo.
    Estarán totalmente desoladas.
10 ¿Por qué? Porque te has apartado del Dios que puede salvarte.
    Te has olvidado de la Roca que puede esconderte.
Así que tal vez plantes las mejores vides
    e importes los tallos más costosos.
11 Tal vez echen retoños en el día que las trasplantes.
    Sí, hasta es posible que florezcan la misma mañana que las plantes,
pero nunca recogerás ni una uva de ellas.
    Su única cosecha será una carga de aflicción y de dolor continuo.

12 ¡Escuchen! Los ejércitos de muchas naciones
    rugen como los bramidos del mar.
Escuchen el trueno de sus fuerzas poderosas
    que avanzan como olas estruendosas.
13 Pero aunque rujan como las olas grandes de la playa,
    Dios los hará callar y huirán
como la paja que esparce el viento,
    como los arbustos que ruedan antes de una tormenta.
14 En la noche, Israel espera aterrado;
    pero al amanecer, sus enemigos están muertos.
Esta es la justa recompensa para quienes nos saquean,
    un final apropiado para quienes nos destruyen.

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