Beginning
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén. Salmo de David.
133 ¡Qué maravilloso y agradable es
cuando los hermanos conviven en armonía!
2 Pues la armonía es tan preciosa como el aceite de la unción
que se derramó sobre la cabeza de Aarón,
que corrió por su barba
hasta llegar al borde de su túnica.
3 La armonía es tan refrescante como el rocío del monte Hermón
que cae sobre las montañas de Sion.
Y allí el Señor ha pronunciado su bendición,
incluso la vida eterna.
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
134 Alaben al Señor, todos ustedes, siervos del Señor,
que sirven de noche en la casa del Señor.
2 Levanten sus manos hacia el santuario,
y alaben al Señor.
3 Que el Señor, quien hizo el cielo y la tierra,
te bendiga desde Jerusalén.[a]
135 ¡Alabado sea el Señor!
¡Alaben el nombre del Señor!
Alábenlo, ustedes, los que sirven al Señor,
2 los que sirven en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
3 Alaben al Señor, porque el Señor es bueno;
celebren con música su precioso nombre.
4 Pues el Señor escogió a Jacob para sí,
a Israel, como su tesoro especial.
5 Yo conozco la grandeza del Señor:
nuestro Señor es más grande que cualquier otro dios.
6 El Señor hace lo que le place
por todo el cielo y toda la tierra,
y en los océanos y sus profundidades.
7 Hace que las nubes se eleven sobre toda la tierra.
Envía relámpagos junto con la lluvia
y suelta el viento desde sus depósitos.
8 Destruyó al primer hijo varón de cada hogar egipcio
y a las primeras crías de los animales.
9 Realizó señales milagrosas y maravillas en Egipto
en contra del faraón y todo su pueblo.
10 Hirió de muerte a grandes naciones
y masacró a reyes poderosos:
11 a Sehón, rey de los amorreos;
a Og, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
12 Entregó sus tierras como herencia,
como preciada posesión a su pueblo Israel.
13 Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre;
tu fama, oh Señor, se conoce en cada generación.
14 Pues el Señor hará justicia a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones no son más que objetos de plata y oro;
manos humanas les dieron forma.
16 Tienen boca pero no pueden hablar,
tienen ojos pero no pueden ver.
17 Tienen oídos pero no pueden oír,
tienen boca pero no pueden respirar.
18 Y los que hacen ídolos son iguales a ellos,
como también todos los que confían en ellos.
19 ¡Oh Israel, alaba al Señor!
¡Oh sacerdotes—descendientes de Aarón—, alaben al Señor!
20 ¡Oh levitas, alaben al Señor!
¡Todos los que temen al Señor, alaben al Señor!
21 El Señor sea alabado desde Sion,
porque él vive aquí en Jerusalén.
¡Alabado sea el Señor!
136 ¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
2 Den gracias al Dios de dioses.
Su fiel amor perdura para siempre.
3 Den gracias al Señor de señores.
Su fiel amor perdura para siempre.
4 Den gracias al único que puede hacer milagros poderosos.
Su fiel amor perdura para siempre.
5 Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad.
Su fiel amor perdura para siempre.
6 Den gracias al que ubicó la tierra en medio de las aguas.
Su fiel amor perdura para siempre.
7 Den gracias al que hizo las lumbreras celestiales:
Su fiel amor perdura para siempre.
8 el sol para que gobierne de día,
Su fiel amor perdura para siempre.
9 y la luna y las estrellas para que gobiernen de noche.
Su fiel amor perdura para siempre.
10 Den gracias al que mató a los hijos mayores de Egipto.
Su fiel amor perdura para siempre.
11 Él sacó a Israel de Egipto.
Su fiel amor perdura para siempre.
12 Actuó con mano fuerte y brazo poderoso.
Su fiel amor perdura para siempre.
13 Den gracias al que separó las aguas del mar Rojo.[b]
Su fiel amor perdura para siempre.
14 Hizo cruzar a salvo a Israel,
Su fiel amor perdura para siempre.
15 pero arrojó al mar Rojo al faraón y a su ejército.
Su fiel amor perdura para siempre.
16 Den gracias al que guio a su pueblo por el desierto.
Su fiel amor perdura para siempre.
17 Den gracias al que hirió de muerte a reyes poderosos.
Su fiel amor perdura para siempre.
18 Mató a reyes poderosos:
Su fiel amor perdura para siempre.
19 a Sehón, rey de los amorreos,
Su fiel amor perdura para siempre.
20 y a Og, rey de Basán.
Su fiel amor perdura para siempre.
21 Dios entregó las tierras de estos reyes como herencia:
Su fiel amor perdura para siempre.
22 como preciada posesión a su siervo Israel.
Su fiel amor perdura para siempre.
23 Él se acordó de nosotros en nuestras debilidades.
Su fiel amor perdura para siempre.
24 Nos salvó de nuestros enemigos.
Su fiel amor perdura para siempre.
25 Él provee alimento a todo ser viviente.
Su fiel amor perdura para siempre.
26 Den gracias al Dios del cielo.
Su fiel amor perdura para siempre.
137 Junto a los ríos de Babilonia, nos sentamos y lloramos
al pensar en Jerusalén.[c]
2 Guardamos las arpas,
las colgamos en las ramas de los álamos.
3 Pues nuestros captores nos exigían que cantáramos;
los que nos atormentaban insistían en un himno de alegría:
«¡Cántennos una de esas canciones acerca de Jerusalén!».
4 ¿Pero cómo podemos entonar las canciones del Señor
mientras estamos en una tierra pagana?
5 Si me olvido de ti, oh Jerusalén,
que mi mano derecha se olvide de cómo tocar el arpa.
6 Que la lengua se me pegue al paladar
si dejo de recordarte,
si no hago de Jerusalén mi mayor alegría.
7 Oh Señor, recuerda lo que hicieron los edomitas
el día en que los ejércitos de Babilonia tomaron a Jerusalén.
«¡Destrúyanla!—gritaron—.
¡Allánenla hasta reducirla a escombros!».
8 Oh Babilonia, serás destruida;
feliz será el que te haga pagar
por lo que nos has hecho.
9 ¡Feliz será el que tome a tus bebés
y los estrelle contra las rocas!
Salmo de David.
138 Te doy gracias, oh Señor, con todo el corazón;
delante de los dioses cantaré tus alabanzas.
2 Me inclino ante tu santo templo mientras adoro;
alabo tu nombre por tu amor inagotable y tu fidelidad,
porque tus promesas están respaldadas
por todo el honor de tu nombre.
3 En cuanto oro, tú me respondes;
me alientas al darme fuerza.
4 Todos los reyes del mundo te darán gracias, Señor,
porque cada uno de ellos escuchará tus palabras.
5 Así es, cantarán acerca de los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es muy grande.
6 Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes,
pero se mantiene distante de los orgullosos.
7 Aunque estoy rodeado de dificultades,
tú me protegerás del enojo de mis enemigos.
Extiendes tu mano,
y el poder de tu mano derecha me salva.
8 El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida,
pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para siempre.
No me abandones, porque tú me creaste.
Para el director del coro: salmo de David.
139 Oh Señor, has examinado mi corazón
y sabes todo acerca de mí.
2 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
conoces mis pensamientos, aun cuando me encuentro lejos.
3 Me ves cuando viajo
y cuando descanso en casa.
Sabes todo lo que hago.
4 Sabes lo que voy a decir
incluso antes de que lo diga, Señor.
5 Vas delante y detrás de mí.
Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza.
6 Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
¡es tan elevado que no puedo entenderlo!
7 ¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu!
¡Jamás podría huir de tu presencia!
8 Si subo al cielo, allí estás tú;
si desciendo a la tumba,[d] allí estás tú.
9 Si cabalgo sobre las alas de la mañana,
si habito junto a los océanos más lejanos,
10 aun allí me guiará tu mano
y me sostendrá tu fuerza.
11 Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara,
y a la luz que me rodea, que se convierta en noche;
12 pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti.
Para ti, la noche es tan brillante como el día.
La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.
13 Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo
y me entretejiste en el vientre de mi madre.
14 ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
15 Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz.
16 Me viste antes de que naciera.
Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro.
Cada momento fue diseñado
antes de que un solo día pasara.
17 Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí,[e] oh Dios.
¡No se pueden enumerar!
18 Ni siquiera puedo contarlos;
¡suman más que los granos de la arena!
Y cuando despierto,
¡todavía estás conmigo!
19 ¡Oh Dios, si tan solo destruyeras a los perversos!
¡Lárguense de mi vida, ustedes asesinos!
20 Blasfeman contra ti;
tus enemigos hacen mal uso de tu nombre.
21 Oh Señor, ¿no debería odiar a los que te odian?
¿No debería despreciar a los que se te oponen?
22 Sí, los odio con todas mis fuerzas,
porque tus enemigos son mis enemigos.
23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan.
24 Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda
y guíame por el camino de la vida eterna.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.