Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Beginning

Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
Duration: 365 days
Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Salmos 80-85

Para el director del coro: salmo de Asaf; cántese con la melodía de «Lirios del pacto».

80 Te pido que escuches, oh Pastor de Israel,
    tú, que guías como a un rebaño a los descendientes de José.
Oh Dios, entronizado por encima de los querubines,
    despliega tu radiante gloria
    ante Efraín, Benjamín y Manasés.
Muéstranos tu gran poder.
    ¡Ven a rescatarnos!

Oh Dios, haznos volver a ti;
    haz que tu rostro brille sobre nosotros.
    Solo entonces seremos salvos.
Oh Señor, Dios de los Ejércitos Celestiales,
    ¿hasta cuándo seguirás enojado con nuestras oraciones?
Nos diste tristeza por comida,
    y nos hiciste beber lágrimas en abundancia.
Nos convertiste en el desprecio[a] de las naciones vecinas.
    Nuestros enemigos nos tratan como si fuéramos una broma.

Haznos volver a ti, oh Dios de los Ejércitos Celestiales;
    haz que tu rostro brille sobre nosotros.
    Solo entonces seremos salvos.
Nos sacaste de Egipto como a una vid;
    expulsaste a las naciones paganas y nos trasplantaste a tu tierra.
Limpiaste el terreno para nosotros,
    y echamos raíces y llenamos la tierra.
10 Nuestra sombra cubrió las montañas;
    nuestras ramas cubrieron los poderosos cedros.
11 Extendimos las ramas al occidente, hacia el mar Mediterráneo;
    nuestros retoños se extendieron al oriente, hacia el río Éufrates.[b]
12 Pero ahora, ¿por qué has derribado nuestras murallas
    de modo que todos los que pasan pueden robarse nuestros frutos?
13 Los jabalíes del bosque los devoran,
    y los animales salvajes se alimentan de ellos.

14 Te suplicamos que regreses, oh Dios de los Ejércitos Celestiales.
    Observa desde los cielos y mira nuestro aprieto.
Cuida de esta vid
15     que tú mismo plantaste,
    este hijo que criaste para ti.
16 Somos cortados y quemados por nuestros enemigos;
    que perezcan al ver tu ceño fruncido.
17 Fortalece al hombre que amas,
    al hijo que elegiste.
18 Entonces jamás volveremos a abandonarte.
    Revívenos para que podamos invocar tu nombre una vez más.

19 Haznos volver a ti, oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales;
    haz que tu rostro brille sobre nosotros.
    Solo entonces seremos salvos.

Para el director del coro: salmo de Asaf; acompáñese con instrumento de cuerda.[c]

81 Entonen alabanzas a Dios, nuestra fuerza;
    canten al Dios de Jacob.
¡Canten! Toquen la pandereta.
    Hagan sonar la dulce lira y el arpa.
¡Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva
    y otra vez en la luna llena, para convocar a un festival!
Pues los decretos de Israel así lo exigen;
    es una ordenanza del Dios de Jacob.
Él lo hizo ley para Israel[d]
    cuando atacó a Egipto para ponernos en libertad.

Oí una voz desconocida que decía:
«Ahora quitaré la carga de tus hombros;
    liberaré tus manos de las tareas pesadas.
Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé;
    respondí desde el nubarrón
    y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba. Interludio

»Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias.
    ¡Oh Israel, si tan solo me escucharas!
Jamás debes tener un dios extranjero;
    nunca debes inclinarte frente a un dios falso.
10 Pues fui yo, el Señor tu Dios,
    quien te rescató de la tierra de Egipto.
    Abre bien tu boca, y la llenaré de cosas buenas.

11 »Pero no, mi pueblo no quiso escuchar;
    Israel no quiso que estuviera cerca.
12 Así que dejé que siguiera sus tercos deseos
    y que viviera según sus propias ideas.
13 ¡Oh, si mi pueblo me escuchara!
    ¡Oh, si Israel me siguiera y caminara por mis senderos!
14 ¡Qué rápido sometería a sus adversarios!
    ¡Qué pronto pondría mis manos sobre sus enemigos!
15 Los que odian al Señor se arrastrarían delante de él;
    quedarían condenados para siempre.
16 Pero a ustedes los alimentaría con el mejor trigo;
    los saciaría con miel silvestre de la roca».

Salmo de Asaf.

82 Dios preside la corte de los cielos;
    pronuncia juicio en medio de los seres celestiales:
«¿Hasta cuándo dictarán decisiones injustas
    que favorecen a los malvados? Interludio

»Hagan justicia al pobre y al huérfano;
    defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos.
Rescaten al pobre y al indefenso;
    líbrenlos de las garras de los malvados.
Pero esos opresores no saben nada;
    ¡son tan ignorantes!
Andan errantes en la oscuridad
    mientras el mundo entero se estremece hasta los cimientos.
Yo digo: “Ustedes son dioses;
    son todos hijos del Altísimo.
Pero morirán como simples mortales
    y caerán como cualquier otro gobernante”».

Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra,
    porque todas las naciones te pertenecen.

Un cántico. Salmo de Asaf.

83 ¡Oh Dios, no guardes silencio!
    No cierres tus oídos;
    no te quedes callado, oh Dios.
¿No oyes el alboroto que hacen tus enemigos?
    ¿No ves que tus arrogantes adversarios se levantan?
Inventan intrigas astutas contra tu pueblo;
    conspiran en contra de tus seres preciados.
«Vengan—dicen—, exterminemos a Israel como nación;
    destruiremos hasta el más mínimo recuerdo de su existencia».
Efectivamente, esta fue su decisión unánime.
    Firmaron un tratado de alianza en tu contra:
los edomitas y los ismaelitas;
    los moabitas y los agarenos;
los giblitas, los amonitas y los amalecitas;
    y los habitantes de Filistea y de Tiro.
Asiria también se unió a ellos
    y se alió con los descendientes de Lot. Interludio

Haz con ellos lo mismo que hiciste con los madianitas
    y como hiciste también con Sísara y con Jabín en el río Cisón.
10 Fueron destruidos en Endor,
    y sus cadáveres en descomposición fertilizaron la tierra.
11 Que sus poderosos nobles mueran como murieron Oreb y Zeeb;
    que todos sus príncipes mueran como Zeba y Zalmuna,
12 porque dijeron: «¡Vamos a apoderarnos de estos pastizales de Dios
    y a usarlos para nuestro beneficio!»
13 ¡Oh mi Dios, espárcelos como a arbustos que ruedan,
    como a paja que se lleva el viento!
14 Así como el fuego quema un bosque
    y una llama incendia las montañas,
15 persíguelos con tu tormenta feroz;
    atérralos con tu tempestad.
16 Desacredítalos por completo
    hasta que se sometan a tu nombre, oh Señor.
17 Que sean avergonzados y aterrorizados para siempre;
    que mueran en deshonra.
18 Entonces aprenderán que solo tú te llamas el Señor,
    que solo tú eres el Altísimo,
    supremo sobre toda la tierra.

Para el director del coro: salmo de los descendientes de Coré; acompáñese con instrumento de cuerda.[e]

84 ¡Qué bella es tu morada,
    oh Señor de los Ejércitos Celestiales!
Anhelo y hasta desfallezco de deseo
    por entrar en los atrios del Señor.
Con todo mi ser, mi cuerpo y mi alma,
    gritaré con alegría al Dios viviente.
Hasta el gorrión encuentra un hogar
    y la golondrina construye su nido y cría a sus polluelos
cerca de tu altar,
    ¡oh Señor de los Ejércitos Celestiales, mi Rey y mi Dios!
¡Qué alegría para los que pueden vivir en tu casa
    cantando siempre tus alabanzas! Interludio

¡Qué alegría para los que reciben su fuerza del Señor,
    los que se proponen caminar hasta Jerusalén!
Cuando anden por el Valle del Llanto,[f]
    se convertirá en un lugar de manantiales refrescantes;
    las lluvias de otoño lo cubrirán de bendiciones.
Ellos se harán cada vez más fuertes,
    y cada uno se presentará delante de Dios en Jerusalén.[g]

Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, oye mi oración;
    escucha, oh Dios de Jacob. Interludio

¡Oh Dios, mira con favor al rey, nuestro escudo!
    Muestra bondad a quien has ungido.

10 Un solo día en tus atrios
    ¡es mejor que mil en cualquier otro lugar!
Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios
    que vivir la buena vida en la casa de los perversos.
11 Pues el Señor Dios es nuestro sol y nuestro escudo;
    él nos da gracia y gloria.
El Señor no negará ningún bien
    a quienes hacen lo que es correcto.
12 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
    ¡qué alegría tienen los que confían en ti!

Para el director del coro: salmo de los descendientes de Coré.

85 ¡Señor, tú derramaste bendiciones sobre tu tierra!
    Devolviste el bienestar a Israel.[h]
Perdonaste la culpa de tu pueblo;
    sí, cubriste todos sus pecados. Interludio
Contuviste tu furia
    y refrenaste tu enojo encendido.

Ahora, restáuranos, oh Dios de nuestra salvación;
    aparta tu enojo de nosotros una vez más.
¿Seguirás enojado con nosotros para siempre?
    ¿Extenderás tu ira a todas las generaciones?
¿No volverás a darnos vida,
    para que tu pueblo pueda alegrarse en ti?
Muéstranos tu amor inagotable, oh Señor,
    y concédenos tu salvación.

Presto mucha atención a lo que dice Dios el Señor,
    pues él da palabras de paz a su pueblo fiel.
    Pero no le permitas volver a sus necios caminos.
Sin duda, la salvación de Dios está cerca de los que le temen;
    por lo tanto, nuestra tierra se llenará de su gloria.

10 El amor inagotable y la verdad se encontraron;
    ¡la justicia y la paz se besaron!
11 La verdad brota desde la tierra,
    y la justicia sonríe desde los cielos.
12 Sí, el Señor derrama sus bendiciones,
    y nuestra tierra dará una abundante cosecha.
13 La justicia va delante de él como un heraldo,
    preparando el camino para sus pasos.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.