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Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Esdras 1-3

Ciro permite el regreso de los desterrados

En el primer año de Ciro, rey de Persia,[a] el Señor cumplió la profecía que había dado por medio de Jeremías.[b] Movió el corazón de Ciro a poner por escrito el siguiente edicto y enviarlo a todo el reino:

«Esto dice Ciro, rey de Persia:

»“El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra. Me encargó construirle un templo en Jerusalén, que está en Judá. Cualquiera que pertenezca a su pueblo puede ir a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, quien vive en Jerusalén, ¡y que su Dios esté con ustedes! En el lugar que se encuentre este remanente judío, que sus vecinos los ayuden con los gastos, dándoles plata y oro, provisiones para el viaje y animales, como también una ofrenda voluntaria para el templo de Dios en Jerusalén”».

Luego Dios movió el corazón de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de las tribus de Judá y de Benjamín, para que fueran a Jerusalén a reconstruir el templo del Señor. Todos los vecinos colaboraron, dándoles objetos de plata y de oro, provisiones para el viaje y animales. Les dieron muchos regalos valiosos además de todas las ofrendas voluntarias.

El propio rey Ciro sacó los objetos que el rey Nabucodonosor se había llevado del templo del Señor en Jerusalén y había colocado en el templo de sus dioses. Ciro le ordenó a Mitrídates, el tesorero de Persia, que contara esos artículos y se los entregara a Sesbasar, el líder de los desterrados que regresaban a Judá.[c] La siguiente es una lista de los artículos que se devolvieron:

tazones de oro30
tazones de plata1000
recipientes de plata para quemar incienso[d]29
10 copas de oro30
copas de plata410
otros artículos1000

11 En total eran 5400 artículos de oro y de plata. Sesbasar los llevó todos consigo cuando los desterrados se fueron de Babilonia hacia Jerusalén.

Los desterrados que regresaron con Zorobabel

Esta es la lista de los desterrados judíos de las provincias que regresaron de su cautiverio. El rey Nabucodonosor los había desterrado a Babilonia, pero ahora regresaron a Jerusalén y a las otras ciudades de Judá donde vivían originalmente. Sus líderes fueron Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana.

Este es el total de los hombres de Israel que regresó del destierro:

la familia de Paros2172
la familia de Sefatías372
la familia de Ara775
la familia de Pahat-moab (descendientes de Jesúa y Joab)2812
la familia de Elam1254
la familia de Zatu945
la familia de Zacai760
10 la familia de Bani642
11 la familia de Bebai623
12 la familia de Azgad1222
13 la familia de Adonicam666
14 la familia de Bigvai2056
15 la familia de Adín454
16 la familia de Ater (descendientes de Ezequías)98
17 la familia de Bezai323
18 la familia de Jora112
19 la familia de Hasum223
20 la familia de Gibar95
21 la gente de Belén123
22 la gente de Netofa56
23 la gente de Anatot128
24 la gente de Bet-azmavet[e]42
25 la gente de Quiriat-jearim,[f] Cafira y Beerot743
26 la gente de Ramá y Geba621
27 la gente de Micmas122
28 la gente de Betel y Hai223
29 los ciudadanos de Nebo52
30 los ciudadanos de Magbis156
31 los ciudadanos de Elam occidental[g]1254
32 los ciudadanos de Harim320
33 los ciudadanos de Lod, Hadid y Ono725
34 los ciudadanos de Jericó345
35 los ciudadanos de Senaa3630

36 Estos son los sacerdotes que regresaron del destierro:

la familia de Jedaías (por la línea genealógica de Jesúa)973
37 la familia de Imer1052
38 la familia de Pasur1247
39 la familia de Harim1017

40 Estos son los levitas que regresaron del destierro:

la familia de Jesúa y la de Cadmiel (descendientes de Hodavías)74
41 los cantores de la familia de Asaf128
42 los porteros de las familias de Salum, Ater, Talmón, Acub, Hatita y Sobai139

43 Regresaron del destierro los descendientes de estos sirvientes del templo:

Ziha, Hasufa, Tabaot,

44 Queros, Siaha, Padón,

45 Lebana, Hagaba, Acub,

46 Hagab, Salmai,[h] Hanán,

47 Gidel, Gahar, Reaía,

48 Rezín, Necoda, Gazam,

49 Uza, Paseah, Besai,

50 Asena, Mehunim, Nefusim,

51 Bacbuc, Hacufa, Harhur,

52 Bazlut, Mehída, Harsa,

53 Barcos, Sísara, Tema,

54 Nezía y Hatifa.

55 Regresaron del destierro los descendientes de estos sirvientes del rey Salomón:

Sotai, Hasoferet, Peruda,

56 Jaala, Darcón, Gidel,

57 Sefatías, Hatil, Poqueret-hazebaim y Ami.

58 En total, los sirvientes del templo y los descendientes de los sirvientes de Salomón fueron trescientas noventa y dos personas.

59 Otro grupo regresó en esos días de las ciudades de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán e Imer. Sin embargo, ni ellos ni sus familias pudieron demostrar que eran descendientes de Israel. 60 Ese grupo incluía a las familias de Delaía, Tobías y Necoda: un total de seiscientas cincuenta y dos personas.

61 También regresaron tres familias de sacerdotes: Habaía, Cos y Barzilai. (Este Barzilai se había casado con una mujer que era descendiente de Barzilai de Galaad y había tomado el nombre de la familia de ella). 62 Buscaron sus nombres en los registros genealógicos pero no los encontraron, así que no calificaron para servir como sacerdotes. 63 El gobernador les dijo que no comieran de la porción de los sacrificios que correspondía a los sacerdotes hasta que un sacerdote pudiera consultar al Señor sobre ese asunto por medio del Urim y el Tumim, o sea, el sorteo sagrado.

64 Así que un total de 42.360 personas regresaron a Judá, 65 además de 7337 sirvientes y 200 cantores, tanto hombres como mujeres. 66 Llevaron consigo 736 caballos, 245 mulas, 67 435 camellos y 6720 burros.

68 Cuando llegaron al templo del Señor en Jerusalén, algunos de los jefes de familia entregaron ofrendas voluntarias para la reconstrucción del templo de Dios en su sitio original, 69 y cada jefe dio todo lo que pudo. El total de esas ofrendas fue 61.000 monedas de oro,[i] 3000 kilos[j] de plata y 100 túnicas para los sacerdotes.

70 Entonces los sacerdotes, los levitas, los cantores, los porteros, los sirvientes del templo y algunos miembros del pueblo se establecieron en aldeas cerca de Jerusalén. El resto de la gente regresó a sus respectivas ciudades por todo el territorio de Israel.

Reconstrucción del altar

A comienzos del otoño,[k] cuando los israelitas ya se habían establecido en sus ciudades, todo el pueblo se reunió en Jerusalén con un mismo propósito. Entonces Jesúa, hijo de Jehosadac,[l] se unió a sus hermanos sacerdotes y a Zorobabel, hijo de Salatiel, con su familia, para reconstruir el altar del Dios de Israel. Querían sacrificar ofrendas quemadas sobre el altar, según las instrucciones de la ley de Moisés, hombre de Dios. A pesar de que tenían miedo de los lugareños, reconstruyeron el altar en su sitio original. Luego, cada mañana y cada tarde, comenzaron a sacrificar ofrendas quemadas al Señor sobre el altar.

Celebraron el Festival de las Enramadas como está establecido en la ley y sacrificaron la cantidad específica de ofrendas quemadas para cada día del festival. También ofrecieron las ofrendas quemadas habituales y las ofrendas requeridas para las celebraciones de luna nueva y los festivales anuales, tal como lo había establecido el Señor. La gente también entregó ofrendas voluntarias al Señor. Quince días antes de que comenzara el Festival de las Enramadas,[m] los sacerdotes empezaron a sacrificar ofrendas quemadas al Señor. Esto ocurrió aun antes de que comenzaran a echar los cimientos del templo del Señor.

El pueblo comienza a reconstruir el templo

Luego el pueblo contrató albañiles y carpinteros, y compró troncos de cedro de los habitantes de Tiro y Sidón, a quienes les pagaron con alimentos, vino y aceite de oliva. Transportaron troncos desde las montañas del Líbano hasta Jope haciéndolos flotar a lo largo de la costa del mar Mediterráneo,[n] ya que el rey Ciro había dado permiso para hacerlo.

La construcción del templo de Dios comenzó a mediados de la primavera,[o] en el segundo año después de la llegada a Jerusalén. La fuerza laboral estaba formada por todos los que habían regresado del destierro, entre ellos Zorobabel, hijo de Salatiel, Jesúa, hijo de Jehosadac, junto con sus hermanos sacerdotes y todos los levitas. Pusieron al frente de la reconstrucción del templo del Señor a los levitas mayores de veinte años de edad. Jesúa, sus hijos y parientes, junto con Cadmiel y sus hijos, todos descendientes de Hodavías,[p] supervisaron a los que trabajaban en el templo de Dios. Para esta tarea contaron con la colaboración de los levitas de la familia de Henadad.

10 Cuando los constructores terminaron los cimientos del templo del Señor, los sacerdotes se pusieron sus mantos y tomaron su lugar para tocar sus trompetas. Luego los levitas descendientes de Asaf hicieron sonar sus címbalos para alabar al Señor, tal como lo había establecido el rey David. 11 Con alabanza y agradecimiento entonaron el siguiente canto al Señor:

«¡Él es tan bueno!
    ¡Su fiel amor por Israel permanece para siempre!».

Luego todo el pueblo dio un fuerte grito, alabando al Señor, porque se habían echado los cimientos del templo del Señor.

12 Sin embargo, muchos de los sacerdotes, levitas y otros líderes de edad avanzada que habían visto el primer templo lloraron en voz alta al ver los cimientos del nuevo templo. Los demás, en cambio, gritaban de alegría. 13 Los gritos de alegría se mezclaron con el llanto y produjeron un clamor que podía oírse a gran distancia.

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