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Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
2 Crónicas 6-8

Salomón alaba al Señor

Entonces Salomón oró: «Oh Señor, tú dijiste que habitarías en una densa nube de oscuridad. Ahora te he construido un templo glorioso, ¡un lugar donde podrás habitar para siempre!».

Luego el rey se dio vuelta hacia toda la comunidad de Israel, que estaba de pie ante él, y después de bendecir al pueblo, dijo: «Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien cumplió la promesa que le hizo a mi padre David; pues le dijo a mi padre: “Desde el día en que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, nunca escogí una ciudad de ninguna de las tribus de Israel como el sitio donde se construyera un templo para honrar mi nombre. Tampoco elegí a un rey para que guiara a mi pueblo Israel; pero ahora he elegido a Jerusalén como el lugar para que mi nombre sea honrado, y he elegido a David para que sea rey de mi pueblo Israel”».

Después Salomón dijo: «Mi padre David quería construir este templo para honrar el nombre del Señor, Dios de Israel. Pero el Señor le dijo: “Tú querías construir el templo para honrar mi nombre; tu intención es buena, pero no serás tú quien lo haga. Será uno de tus hijos quien construya el templo para honrarme”.

10 »Ahora el Señor ha cumplido la promesa que hizo, porque he llegado a ser rey en lugar de mi padre y ocupo el trono de Israel, tal como el Señor lo prometió. He construido este templo para honrar el nombre del Señor, Dios de Israel. 11 Allí he colocado el arca, la cual contiene el pacto que el Señor hizo con el pueblo de Israel».

Oración de dedicación de Salomón

12 Luego Salomón, de pie ante el altar del Señor y frente a toda la comunidad de Israel, levantó las manos en oración. 13 Ahora bien, Salomón había hecho una plataforma de bronce de dos metros con treinta centímetros de largo, dos metros con treinta centímetros de ancho y un metro con cuarenta centímetros de altura,[a] y la había colocado en el centro del atrio exterior del templo. Se puso de pie sobre la plataforma y después se arrodilló frente a toda la comunidad de Israel y levantó las manos hacia el cielo. 14 Oró así:

«Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en los cielos ni en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quienes andan delante de ti de todo corazón. 15 Has cumplido tu promesa a tu siervo David, mi padre. Pronunciaste esa promesa con tu boca y hoy la has cumplido con tus propias manos.

16 »Ahora, oh Señor, Dios de Israel, lleva a cabo la otra promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “Si tus descendientes cuidan su comportamiento y siguen mi ley con fidelidad, así como tú lo has hecho, siempre habrá uno de ellos sentado en el trono de Israel”. 17 Ahora, oh Señor, Dios de Israel, cumple esta promesa que le hiciste a tu siervo David.

18 »¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra, entre seres humanos? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! 19 Sin embargo, escucha mi oración y mi súplica, oh Señor mi Dios. Oye el clamor y la oración que tu siervo te eleva. 20 Que día y noche tus ojos estén sobre este templo, este lugar del cual tú has dicho que allí pondrías tu nombre. Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar. 21 Que atiendas las peticiones humildes y fervientes de mi parte y de tu pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Sí, óyenos desde el cielo donde tú vives y, cuando nos escuches, perdona.

22 »Si alguien agravia a otra persona y se le exige que haga juramento de inocencia ante tu altar en este templo, 23 oye entonces desde el cielo y juzga entre tus siervos, entre el acusador y el acusado. Paga al culpable según su merecido; absuelve al inocente debido a su inocencia.

24 »Si tu pueblo Israel cae derrotado ante sus enemigos por haber pecado contra ti, pero luego vuelve y reconoce tu nombre y eleva oraciones a ti en este templo, 25 oye entonces desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlo volver a esta tierra que diste a ellos y a sus antepasados.

26 »Si los cielos se cierran y no hay lluvia porque tu pueblo ha pecado contra ti, y si luego ellos oran hacia este templo y reconocen tu nombre y se apartan de sus pecados, porque tú los has castigado, 27 oye entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos, de tu pueblo Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía lluvia sobre tu tierra, la tierra que diste a tu pueblo como su preciada posesión.

28 »Si hay hambre en la tierra, o pestes, o plagas en los cultivos, o ataques de langostas u orugas, o si los enemigos de tu pueblo invaden el territorio y sitian las ciudades—cualquiera sea el desastre o la enfermedad que ocurra—; 29 si luego tu pueblo Israel ora por sus dificultades con las manos levantadas hacia este templo, 30 oye entonces desde el cielo donde vives, y perdona. Haz con tu pueblo según merecen sus acciones, porque solo tú conoces el corazón de cada ser humano. 31 Entonces ellos te temerán y andarán en tus caminos mientras vivan en la tierra que diste a nuestros antepasados.

32 »En el futuro, los extranjeros que no pertenezcan a tu pueblo Israel oirán de ti. Vendrán de tierras lejanas cuando oigan de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo poderoso. Cuando ellos oren en dirección a este templo, 33 oye entonces desde el cielo donde vives y concédeles lo que te pidan. De esa forma, todos los habitantes de la tierra llegarán a conocerte y a temerte, igual que tu pueblo Israel. También sabrán que este templo que he construido honra tu nombre.

34 »Si tu pueblo sale a donde tú lo envías a luchar contra sus enemigos, y si ora a ti en dirección a esta ciudad que has escogido y hacia este templo que yo he construido para honrar tu nombre, 35 oye entonces desde el cielo sus oraciones y defiende su causa.

36 »Si ellos pecan contra ti (¿y quién nunca ha pecado?), tal vez te enojes con ellos y permitas que sus enemigos los conquisten y los lleven cautivos a una tierra extranjera, ya sea cerca o lejos. 37 Sin embargo, tal vez en esa tierra, donde estén desterrados, se vuelvan a ti arrepentidos y oren así: “Hemos pecado, hemos hecho lo malo y hemos actuado de manera perversa”. 38 Si ellos se vuelven a ti con todo el corazón y con toda el alma en la tierra en la que estén cautivos, y oran en dirección a la tierra que diste a sus antepasados—hacia esta ciudad que escogiste y hacia este templo que he construido para honrar tu nombre—, 39 oye entonces sus oraciones y sus peticiones desde el cielo donde vives, y defiende su causa. Perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti.

40 »Oh Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a todas las oraciones que se eleven a ti en este lugar.

41 »Ahora levántate, oh Señor Dios, y entra en tu lugar de descanso,
    junto con el arca, símbolo de tu poder.
Que tus sacerdotes, oh Señor Dios, se vistan de salvación;
    que tus leales servidores se alegren en tu bondad.
42 Oh Señor Dios, no rechaces al rey que has ungido.
    Recuerda tu amor inagotable hacia tu siervo David».

Dedicación del templo

Cuando Salomón terminó de orar, cayó fuego del cielo que consumió los sacrificios y las ofrendas quemadas, y la gloriosa presencia del Señor llenó el templo. Los sacerdotes no podían entrar en el templo del Señor porque la gloriosa presencia del Señor lo llenaba. Cuando todos los israelitas vieron que el fuego descendía y que la gloriosa presencia del Señor llenaba el templo, cayeron postrados rostro en tierra y adoraron y alabaron al Señor diciendo:

«¡Él es bueno!
    ¡Su fiel amor perdura para siempre!».

Luego el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios al Señor. El rey Salomón ofreció un sacrificio de veintidós mil cabezas de ganado y ciento veinte mil ovejas y cabras. Así el rey y todo el pueblo dedicaron el templo de Dios. Los sacerdotes ocuparon sus puestos asignados al igual que los levitas, quienes cantaban: «¡Su fiel amor perdura para siempre!». Acompañaban el canto con la música de los instrumentos que el rey David había hecho para alabar al Señor. Enfrente de los levitas, los sacerdotes hacían sonar las trompetas mientras todo Israel estaba de pie.

Luego Salomón consagró la parte central del atrio que está delante del templo del Señor. Allí presentó las ofrendas quemadas y la grasa de las ofrendas de paz, porque el altar de bronce que había construido no alcanzaba para tantas ofrendas quemadas, ofrendas de grano y la grasa de los sacrificios.

Durante los siete días siguientes, Salomón y todo Israel celebraron el Festival de las Enramadas.[b] Se había reunido una gran multitud desde lugares tan lejanos como Lebo-hamat, en el norte, y el arroyo de Egipto, en el sur. Al octavo día hicieron la ceremonia de clausura, porque habían celebrado la dedicación del altar durante siete días y el Festival de las Enramadas también por siete días. 10 Luego, al final de la celebración,[c] Salomón despidió al pueblo. Todos estaban llenos de alegría y muy contentos porque el Señor había sido bueno con David, con Salomón y con su pueblo Israel.

Respuesta del Señor a Salomón

11 Así que Salomón terminó de construir el templo del Señor y también el palacio real. Llevó a cabo todo lo que había pensado hacer en la construcción del templo y del palacio. 12 Luego una noche el Señor se le apareció a Salomón y le dijo:

«He oído tu oración y he elegido este templo como el lugar para que se realicen sacrificios. 13 Puede ser que a veces yo cierre los cielos para que no llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o envíe plagas entre ustedes; 14 pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra. 15 Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a cada oración que se eleve en este lugar. 16 Pues he elegido este templo y lo he apartado para que sea santo, un lugar donde mi nombre será honrado para siempre. Lo vigilaré sin cesar, porque es muy preciado a mi corazón.

17 »En cuanto a ti, si me sigues fielmente como lo hizo tu padre David y obedeces todos mis mandatos, decretos y ordenanzas, 18 entonces estableceré tu dinastía en el trono. Pues hice este pacto con tu padre David cuando le dije: “Uno de tus descendientes siempre gobernará a Israel”.

19 »Sin embargo, si tú o tus descendientes me abandonan y desobedecen los decretos y los mandatos que les he dado, y sirven y rinden culto a otros dioses, 20 entonces desarraigaré al pueblo de la tierra que le he dado. Rechazaré este templo que hice santo para honrar mi nombre. Haré que sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones; 21 y aunque ahora este templo sea imponente, todos los que pasen por allí quedarán horrorizados. Preguntarán: “¿Por qué habrá hecho el Señor cosas tan terribles a esta tierra y a este templo?”.

22 »Y la respuesta será: “Porque los israelitas abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, quien los sacó de Egipto, y rindieron culto a otros dioses y se inclinaron ante ellos. Por esa razón les envió tantas calamidades”».

Numerosos logros de Salomón

Salomón tardó veinte años en construir el templo del Señor y su propio palacio real. Al cabo de ese tiempo, Salomón dirigió su atención a la reconstrucción de las ciudades que le había dado el rey Hiram[d] y estableció israelitas en ellas.

Salomón también luchó contra la ciudad de Hamat de Soba y la conquistó. Reconstruyó Tadmor, en el desierto, y construyó ciudades en la región de Hamat como centros de almacenamiento. Fortificó las ciudades de Bet-horón de arriba y Bet-horón de abajo, reconstruyó sus murallas e instaló portones con rejas. También reconstruyó Baalat y otros centros de almacenamiento y construyó ciudades para sus carros de guerra y sus caballos.[e] Construyó todo lo que quiso en Jerusalén, en el Líbano y por todo su reino.

En esa tierra todavía había habitantes que no eran israelitas, entre los cuales se encontraban hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Todos ellos eran descendientes de las naciones que el pueblo de Israel no había destruido. Entonces Salomón los obligó a ser parte de sus trabajadores y hasta el día de hoy son trabajadores forzados; pero Salomón no obligó a ningún israelita a ser parte de sus trabajadores, sino que los puso a su servicio como soldados, oficiales en su ejército, y comandantes y conductores de sus carros de guerra. 10 El rey Salomón también designó a doscientos cincuenta de ellos para que supervisaran a los trabajadores.

11 Salomón trasladó a su esposa, la hija del faraón, de la Ciudad de David al palacio nuevo que le había edificado, y dijo: «Mi esposa no debe vivir en el palacio del rey David, porque allí ha estado el arca del Señor y es tierra santa».

12 Luego Salomón presentó ofrendas quemadas al Señor sobre el altar que le había construido frente a la antesala del templo. 13 Ofrecía sacrificios para los días de descanso, los festivales de luna nueva y los tres festivales anuales—la Pascua, el Festival de la Cosecha[f] y el Festival de las Enramadas—como Moisés había ordenado.

14 Para asignar las responsabilidades a los sacerdotes, Salomón siguió el reglamento de su padre David. También designó a los levitas para dirigir al pueblo en alabanza y para ayudar a los sacerdotes en sus tareas diarias. Designó porteros para cada puerta según sus divisiones, siguiendo las órdenes de David, hombre de Dios. 15 Salomón no se desvió en absoluto de las órdenes de David respecto a los sacerdotes, los levitas y los tesoros.

16 Así Salomón se aseguró de que todo el trabajo relacionado con la construcción del templo del Señor se llevara a cabo, desde el día en que se echaron los cimientos hasta el día en que se terminó.

17 Tiempo después Salomón fue a Ezión-geber y a Elat,[g] puertos que están a la orilla del mar Rojo[h] en la tierra de Edom. 18 Hiram le envió barcos comandados por sus propios oficiales y tripulados por marineros expertos. Estos barcos navegaron hasta Ofir con los hombres de Salomón y regresaron con unas quince toneladas[i] de oro, que entregaron a Salomón.

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