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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Marcos 12-13

Parábola de los labradores malvados

12 Entonces comenzó a hablarles en parábolas:

—Un hombre plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó un lagar, edificó una torre[a], la arrendó a unos labradores y se fue lejos. A su debido tiempo envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores una parte del fruto de la viña. Pero ellos lo tomaron, lo hirieron y lo enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo, pero a ese lo hirieron en la cabeza y lo afrentaron. Y envió otro, y a este lo mataron. Envió a muchos otros, pero ellos herían a unos y mataban a otros.

»Teniendo todavía un hijo suyo amado, por último, también lo envió a ellos diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: “Este es el heredero. Vengan, matémosle, y la heredad será nuestra”. Y lo prendieron, lo mataron y lo echaron fuera de la viña.

»¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, destruirá a los labradores y les dará la viña a otros. 10 ¿No han leído esta Escritura:

La piedra que desecharon los edificadores, esta fue hecha cabeza de ángulo.

11 De parte del Señor sucedió esto,

y es maravilloso en nuestros ojos?[b].

12 Ellos procuraban prenderle, pero temían a la multitud porque sabían que en aquella parábola se había referido a ellos. Y dejándole, se fueron.

Pregunta sobre el tributo al César

13 Entonces enviaron a él algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo sorprendieran en alguna palabra. 14 Y viniendo le dijeron:

—Maestro, sabemos que eres hombre de verdad y que no te cuidas de nadie porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo al César o no? ¿Daremos o no daremos?

15 Entonces él, como entendió la hipocresía de ellos, les dijo:

—¿Por qué me prueban? Tráiganme una moneda romana[c] para que la vea.

16 Se la trajeron, y él les dijo:

—¿De quién es esta imagen y esta inscripción?

Le dijeron:

—Del César.

17 Entonces Jesús les dijo:

—Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

Y se maravillaban de él.

Pregunta acerca de la resurrección

18 Entonces vinieron a él unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo:

19 —Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muere y deja mujer y no deja hijos, su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano[d]. 20 Había siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar descendencia. 21 La tomó el segundo y murió sin dejar descendencia. El tercero, de la misma manera. 22 Así los siete no dejaron descendencia. Después de todos, murió también la mujer. 23 En la resurrección, cuando resuciten, puesto que los siete la tuvieron por mujer, ¿de cuál de ellos será mujer?

24 Entonces Jesús les dijo:

—¿No es por esto que están equivocados, porque no conocen las Escrituras ni tampoco el poder de Dios? 25 Porque cuando resuciten de entre los muertos no se casarán ni se darán en casamiento sino que son como los ángeles que están en los cielos. 26 Y con respecto a si resucitan los muertos, ¿no han leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios desde la zarza diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?[e]. 27 Dios no es Dios de muertos sino de vivos. Ustedes se equivocan mucho.

El gran mandamiento

28 Se le acercó uno de los escribas al oírlos discutir y, dándose cuenta de que Jesús había respondido bien, le preguntó:

—¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29 Jesús le respondió:

—El primero es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas[f]. 31 El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo[g]. No hay otro mandamiento mayor que estos dos.

32 Entonces el escriba le dijo:

—Bien, Maestro. Has dicho la verdad: Dios es uno, y no hay otro aparte de él[h], 33 y amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento[i] y con todas las fuerzas[j], y amar al prójimo como a uno mismo[k], vale más que todos los holocaustos y sacrificios.

34 Y viendo Jesús que había respondido sabiamente, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

Jesús, hijo y Señor de David

35 Mientras estaba enseñando en el templo, Jesús respondiendo decía:

—¿Cómo es que dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo mediante el Espíritu Santo:

Dijo el Señor a mi Señor:

“Siéntate a mi diestra,

hasta que ponga a tus enemigos

debajo de tus pies”[l].

37 David mismo le llama “Señor”; ¿cómo es, pues, su hijo?

Y la gran multitud lo escuchaba con gusto.

Jesús denuncia a los escribas

38 Y en su enseñanza decía:

—Guárdense de los escribas, a quienes les gusta andar con ropas largas, que aman las salutaciones en las plazas, 39 las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes. 40 Estos, que devoran las casas de las viudas y como pretexto hacen largas oraciones, recibirán mayor condenación.

La ofrenda de la viuda pobre

41 Estando Jesús sentado frente al arca del tesoro, observaba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. Muchos ricos echaban mucho, 42 y una viuda pobre vino y echó dos monedas pequeñas de poco valor. 43 Él llamó a sus discípulos y les dijo:

—De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que echaron en el arca. 44 Porque todos han echado de su abundancia; pero esta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.

La inminente destrucción del templo

13 Cuando él salía del templo, uno de sus discípulos dijo:

—Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!

Y Jesús le dijo:

—¿Ven estos grandes edificios? Aquí no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales que anticipan el fin

Estando él sentado en el monte de los Olivos frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban aparte:

—Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas estén por cumplirse?

Jesús comenzó a decirles:

—Miren que nadie los engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, y engañarán a muchos. Pero cuando oigan de guerras y de rumores de guerras, no se turben. Es necesario que así suceda pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos por todas partes. Habrá hambres. Estos son principio de dolores.

»Pero ustedes miren por ustedes mismos. Porque los entregarán en los concilios, y serán azotados en las sinagogas. Por mi causa serán llevados delante de gobernadores y de reyes, para testimonio a ellos. 10 Es necesario que primero el evangelio sea predicado a todas las naciones. 11 Cuando los lleven para entregarlos, no se preocupen por lo que tengan que decir. Más bien, hablen lo que les sea dado en aquella hora; porque no son ustedes los que hablan sino el Espíritu Santo. 12 El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir. 13 Y ustedes serán aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo.

La abominación desoladora

14 »Pero cuando vean que la abominación desoladora[m] se ha establecido donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes. 15 El que esté en la azotea no descienda ni entre para sacar algo de su casa, 16 y el que esté en el campo no vuelva atrás para tomar su manto. 17 ¡Ay de las que estén embarazadas y de las que críen en aquellos días! 18 Oren, pues, que no acontezca en invierno. 19 Porque aquellos días serán de tribulación como nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó hasta ahora ni habrá jamás. 20 Si el Señor no hubiera acortado aquellos días, no se salvaría nadie; pero, por causa de los escogidos que él eligió, él ha acortado aquellos días.

Falsos cristos y falsos profetas

21 »Entonces, si alguien les dice: “He aquí, aquí está el Cristo”, o “He allí, allí está”, no le crean. 22 Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y maravillas para engañar, de ser posible, a los escogidos. 23 Pero ustedes, ¡miren! Se lo he dicho todo de antemano.

La venida del Hijo del Hombre

24 »Entonces en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor. 25 Las estrellas caerán del cielo y los poderes que están en los cielos serán sacudidos[n]. 26 Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes[o] con gran poder y gloria. 27 Después enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

28 »De la higuera aprendan la parábola: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, saben que el verano está cerca. 29 Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca, a las puertas. 30 De cierto les digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. 31 El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.

32 »Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles en el cielo, ni aun el Hijo sino solo el Padre. 33 Miren y velen[p] porque no saben cuándo será el tiempo. 34 Será como el hombre que al salir de viaje dejó su casa y dio autoridad a sus siervos, a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. 35 Velen, pues, porque no saben cuándo vendrá el Señor de la casa, sea a la tarde, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; 36 no sea que cuando vuelva de repente los halle durmiendo. 37 Lo que a ustedes les digo, a todos les digo: ¡Velen!

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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