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Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Salmos 66-69

Alabanza a Dios por sus hechos

66 Al músico principal. Cántico y salmo.

¡Aclamen a Dios con alegría
habitantes de[a] toda la tierra!
Canten a la gloria de su nombre; denle la gloria en la alabanza.
Digan a Dios:
“¡Cuán admirables son tus obras! Por tu gran poder se someterán a ti tus enemigos.
¡Toda la tierra te adorará y cantará a ti! ¡Cantarán a tu nombre!”. Selah[b]
Vengan y vean los actos de Dios, admirable en sus hechos
para con los hijos del hombre.
Él convirtió el mar en tierra seca,
y por el río pasaron a pie[c].
¡Regocijémonos en él!
Se enseñorea con su poder
para siempre;
sus ojos observan a las naciones para que los rebeldes no se enaltezcan contra él.
Selah[d]
¡Bendigan, oh pueblos, a nuestro Dios! Hagan que se escuche la voz
de su alabanza.
Él es quien preservó la vida
a nuestra alma
y no permitió que resbalasen nuestros pies.
10 Tú nos has probado, oh Dios; nos has purificado como se prueba
la plata.
11 Nos metiste en la red
y pusiste apretura sobre nuestros lomos.
12 Hiciste que los hombres cabalgaran encima de nuestra cabeza.
Pasamos por el fuego y por el agua pero luego nos sacaste a abundancia.
13 Entraré en tu templo con holocaustos;
te pagaré mis votos
14 que pronunciaron mis labios
y que mi boca prometió cuando
yo estaba angustiado.
15 Te ofreceré holocaustos de animales engordados,
con incienso de carneros.
Sacrificaré toros y machos cabríos.
Selah[e]
16 Vengan; oigan, todos los que temen a Dios,
y contaré lo que ha hecho
por mi vida.
17 A él invoqué con mi boca
y con mi lengua lo ensalcé.
18 Si en mi corazón yo hubiera
consentido la iniquidad
el Señor no me habría escuchado.
19 ¡Pero de veras Dios me ha escuchado!
Él atendió a la voz de mi oración.
20 ¡Bendito sea Dios,
que no echó de sí mi oración
ni de mí su misericordia!

Alabanza al Salvador universal

67 Al músico principal. Con Neguinot[f]. Salmo y cántico.

Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga.
Haga resplandecer su rostro sobre nosotros; Selah[g]
para que sea reconocido en la tierra tu camino
y en todas las naciones tu salvación.
¡Los pueblos te alaben, oh Dios! ¡Todos los pueblos te alaben!
Alégrense y gócense las naciones porque tú juzgarás a los pueblos con equidad
y guiarás a las naciones de la tierra.
Selah[h]
¡Los pueblos te alaben, oh Dios! ¡Todos los pueblos te alaben!
La tierra dará su fruto;
nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.
Dios nos bendiga,
y témanlo todos los confines
de la tierra.

Las marchas triunfales de Dios

68 Al músico principal. Salmo de David. Cántico.

Dios se levantará,
y se dispersarán sus enemigos;
huirán de su presencia los que
le aborrecen.
Como se disipa el humo,
así los disiparás.
Como se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos delante
de Dios.
Pero los justos se alegrarán;
se gozarán delante de Dios
y saltarán de alegría.
¡Canten a Dios!
¡Canten salmos a su nombre!
¡Preparen camino al que cabalga sobre las nubes!
El SEÑOR[i] es su nombre.
¡Alégrense delante de él!
Padre de los huérfanos y juez
de las viudas
es Dios en su santa morada.
Es el Dios que hace habitar en familia a los solitarios
y saca a los cautivos a prosperidad; pero los rebeldes habitan en
sequedales.
Oh Dios, cuando saliste delante de
tu pueblo,
cuando marchaste por el desierto,
Selah[j]
la tierra tembló;
también los cielos gotearon ante Dios. Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.
Abundante lluvia esparciste, oh Dios;
a tu posesión exhausta reanimaste.
10 Tu rebaño ha habitado en ella. Por tu bondad, oh Dios,
has provisto para el pobre.
11 El Señor da la palabra,
y una gran hueste de mujeres anuncia la buena nueva:
12 “¡Huyen, huyen los reyes de los ejércitos!”.
Y en casa las mujeres reparten
el botín.
13 Aunque se recostaban entre
los rediles,
las alas de la paloma se cubrieron
de plata,
y sus plumas con la amarillez del oro.
14 Cuando el Todopoderoso esparció allí a los reyes
el monte Salmón se cubrió de nieve.
15 ¡Monte de Dios es el monte de Basán! ¡Alto es el monte de Basán!
16 Oh montes de elevados picachos, ¿por qué miran con hostilidad
al monte que Dios ha deseado como morada?
Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre.
17 Los carros de Dios son miríadas
de miríadas,
y millares de millares[k].
¡Entre ellos el Señor viene del Sinaí al santuario!
18 Subiste a lo alto, tomaste cautivos. Tomaste tributos de los hombres, aun de los rebeldes,
para que allí habitara el SEÑOR[l] Dios.
19 ¡Bendito sea el Señor!
Día tras día lleva nuestras cargas
el Dios de nuestra salvación.
Selah[m]
20 Nuestro Dios es Dios de salvación; del SEÑOR Dios[n] es el librar
de la muerte.
21 Ciertamente Dios herirá la cabeza
de sus enemigos;
la cabelluda coronilla del que camina en sus pecados.
22 El Señor dijo:
“De Basán los haré volver;
los haré volver de lo profundo del mar
23 para que laves[o] tus pies en sangre,
y también la lengua de tus perros en la de tus enemigos”.
24 ¡Vean las marchas triunfales de Dios,
las marchas triunfales de mi Dios
y Rey, en el santuario!
25 Los cantores van delante,
los músicos detrás,
y en medio van las jóvenes
tocando tamboriles.
26 ¡Bendigan a Dios en la congregación! ¡Bendigan al Señor, ustedes de la
estirpe de Israel!
27 Allí está Benjamín, el más joven,
dirigiéndoles.
Allí están los jefes de Judá con su multitud,
los jefes de Zabulón y los jefes
de Neftalí.
28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza. ¡Confirma, oh Dios, lo que has hecho en nosotros!
29 Por causa de tu templo en Jerusalén los reyes te traerán obsequios.
30 Reprende a la fiera del cañaveral,
a la manada de toros con los becerros de los pueblos.
Atropella a los que persiguen la plata. Dispersa a los pueblos que se complacen en las batallas.
31 Vendrán dignatarios de Egipto; Etiopía extenderá sus manos hacia Dios.
32 Reinos de la tierra, canten a Dios; ¡canten al Señor! Selah[p]
33 Canten al que cabalga en los cielos, los cielos milenarios;
él emitirá su voz, su poderosa voz.
34 ¡Reconoced el poderío de Dios! Sobre Israel sea su magnificencia,
y su poder en los cielos.
35 Temible eres, oh Dios, en tu santuario.
El Dios de Israel es quien da poder
y vigor a su pueblo.
¡Bendito sea Dios!

Oración de un alma angustiada

69 Al músico principal. Sobre Sosanim[q]. Salmo de David.

¡Sálvame, oh Dios,
porque las aguas han entrado hasta
mi alma!
Estoy hundido en el lodo profundo donde no hay suelo firme.
He llegado a las profundidades
de las aguas,
y la corriente me ha arrastrado.
Cansado estoy de llamar;
mi garganta se ha enronquecido. Mis ojos han desfallecido esperando a mi Dios.
Los que me aborrecen sin causa se han aumentado;
son más que los cabellos de mi cabeza.
Se han fortalecido mis enemigos que me destruyen sin razón.
¡He tenido que devolver lo que no había robado!
Oh Dios, tú conoces mi insensatez; mis pecados no te son ocultos.
No sean avergonzados por mi culpa los que esperan en ti,
oh SEÑOR Dios[r] de los Ejércitos. No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.
Por tu causa he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi cara.
He venido a ser extraño a mis hermanos y extranjero para los hijos de mi madre.
Pues el celo por tu casa me ha consumido,
y las afrentas de los que te afrentan han caído sobre mí.
10 Me afligí a mí mismo[s] con ayuno; también esto me ha servido
de afrenta.
11 Además, me puse cilicio como vestido
y llegué a servirles de refrán.
12 Hablaban contra mí los que
se sentaban en el tribunal,
y los borrachos cantaban canciones contra mí[t].
13 Sin embargo, oh SEÑOR, yo dirigía a ti mi oración
en el tiempo de tu buena voluntad. Oh Dios, respóndeme por tu gran bondad,
por la verdad de tu salvación.
14 Sácame del lodo; no sea yo
sumergido.
Sea yo librado de los que
me aborrecen
y de las profundidades de las aguas.
15 No me arrastre la corriente de
las aguas;
no me trague el abismo,
ni la fosa cierre su boca sobre mí.
16 Escúchame, oh SEÑOR,
porque buena es tu misericordia. Mírame conforme a tu inmensa compasión.
17 No escondas tu rostro de tu siervo porque estoy angustiado;
apresúrate a escucharme.
18 Acércate a mi alma y redímela;
líbrame a causa de mis enemigos.
19 Tú conoces mi afrenta,
mi confusión y mi oprobio.
Delante de ti están todos mis enemigos.
20 La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé que alguien se compadeciera de mí, y no hubo quién. Busqué consoladores, y no hallé ninguno.
21 Además, me dieron hiel en lugar
de alimento,
y para mi sed me dieron de beber
vinagre.
22 Que les sea una trampa la mesa que tienen delante;
lo que es para bien, que les sea
de tropiezo.
23 Que se oscurezcan sus ojos para
no ver,
y haz que siempre tambaleen sus lomos.
24 Derrama tu ira sobre ellos,
y el furor de tu enojo los alcance.
25 Quede desolada su casa,
y en sus tiendas no haya morador.
26 Porque persiguieron a quien tú heriste
y comentan el dolor de los
que tú llagaste.
27 Añade maldad sobre su maldad,
y no entren en tu justicia.
28 Sean borrados del libro de los
vivientes,
y no sean contados con los justos.
29 Yo estoy afligido y dolorido.
Tu liberación, oh Dios, me ponga
en alto.
30 Alabaré con cánticos el nombre
de Dios;
lo exaltaré con acciones de gracias.
31 Esto agradará al SEÑOR más que sacrificios de toros
o de novillos que echan cuernos
y pezuñas.
32 Lo ven los humildes y se alegran. Busquen a Dios, y vivirá el corazón de ustedes.
33 Porque el SEÑOR escucha
a los necesitados
y no menosprecia a sus prisioneros.
34 Alábenle los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve
en ellos.
35 Porque Dios salvará a Sion
y reedificará las ciudades de Judá. Habitarán allí y la poseerán.
36 Los descendientes de sus siervos la heredarán,
y los que aman su nombre habitarán en ella.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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