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Book of Common Prayer

Daily Old and New Testament readings based on the Book of Common Prayer.
Duration: 861 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 85

¡Devuélvenos la vida!

SALMO 85 (84)

Himno de la Escuela de música de Coré.

85 Dios mío,
tú has sido bondadoso
con esta tierra tuya:
le devolviste a Israel
su antigua felicidad,
le perdonaste a tu pueblo
su maldad y sus pecados,
¡tu enojo con ellos se calmó!

Dios y salvador nuestro,
deja ya de enojarte con nosotros,
y devuélvenos la felicidad.
¿Acaso para siempre
vas a estar enojado con nosotros?
Estamos como muertos;
¡devuélvenos la vida!
Nosotros somos tu pueblo;
de ti esperamos alegría.
Dios mío,
danos muestras de tu amor
y bríndanos tu ayuda.

Dejemos de hacer locuras
y obedezcamos a Dios.
Recordemos que somos suyos,
y que él nos ha prometido paz.
Dios está siempre cerca
para salvar a quienes lo honran,
y para que su poder
nunca nos abandone.

10 El amor y la lealtad,
la paz y la justicia,
sellarán su encuentro con un beso.
11 La lealtad brotará de la tierra,
y la justicia se asomará desde el cielo;
12 Dios nos dará bienestar,
nuestra tierra dará buenas cosechas,
13 y la justicia, como mensajera,
anunciará la llegada de Dios.

Salmos 87

Himno a Jerusalén

SALMO 87 (86)

Himno de la Escuela de música de Coré.

87 Dios mismo fundó
la ciudad de Jerusalén
sobre su montaña.
No hay en todo Israel
otra ciudad más amada por Dios
que la ciudad de Jerusalén.

Ciudad de Dios,
de ti se dicen cosas muy bellas.
4-5 Dios ha dicho:
«Entre los pueblos que me adoran
se encuentran Egipto y Babilonia,
Tiro, Etiopía y Filistea.
La gente de esas naciones dirá:
“¡Conocí a Dios en Jerusalén!”
Y lo mismo dirán los del monte Sión.

»Yo, el Dios altísimo,
fundé Jerusalén
con mis propias manos.
En mi lista de naciones,
yo mismo escribí:
“Toda esta gente
me conoció en Jerusalén”».

Y entre cantos y danzas,
esas naciones dirán:
«Conocimos a Dios en Jerusalén».

Salmos 136

Dios nunca deja de amarnos

SALMO 136 (135)

136 ¡Alabemos a Dios, porque él es bueno!
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Dios de dioses.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Señor de señores.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Sólo Dios hace grandes maravillas.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Dios hizo los cielos con sabiduría.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Extendió la tierra sobre el agua.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo los astros luminosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo el sol, para alumbrar el día.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo la luna y las estrellas,
para alumbrar la noche.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
10 En Egipto hirió de muerte
al hijo mayor de cada familia.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
11 Sacó de Egipto a Israel.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
12 Allí mostró su gran poder.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
13 Partió en dos el Mar de los Juncos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
14 Hizo que Israel cruzara el mar.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
15 Hundió en el mar
al faraón y a su ejército.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
16 Guió a Israel por el desierto.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
17 Derrotó a reyes poderosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
18 Quitó la vida a reyes famosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
19 Hirió a Sihón, el rey amorreo.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
20 Hirió a Og, el rey de Basán.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
21 Entregó a su pueblo,
las tierras de esos reyes.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
22 Ésa fue la herencia de Israel.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
23 Dios no se olvidó de nosotros
cuando nos vio derrotados.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
24 Nos libró de nuestros enemigos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
25 Alimenta a toda su creación.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
26 ¡Alabemos al Dios del cielo!
        ¡Dios nunca deja de amarnos!

Éxodo 3:1-12

Dios llama a Moisés

Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que era sacerdote de Madián. Un día, Moisés llevó las ovejas por el desierto y llegó hasta la montaña de Dios que se llama Horeb. Allí Dios se le apareció en medio de un arbusto que ardía en llamas. A Moisés le sorprendió ver que el arbusto estaba en llamas, pero no se quemaba. Y dijo: «¡Qué extraño! ¡Voy a ver por qué no se quema ese arbusto!»

Cuando Dios vio que Moisés se acercaba, le gritó:

—¡Detente Moisés!

Moisés contestó:

—¡Qué pasa, Señor!

Dios le dijo:

—¡No te acerques más! ¡Quítate las sandalias, porque estás en mi presencia! Yo soy el Dios de tus antepasados; yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Al oír esto, Moisés no se atrevió a mirar a Dios y se tapó la cara. 7-9 Pero Dios siguió diciéndole:

—Yo sé muy bien que mi pueblo Israel sufre mucho porque los egipcios lo han esclavizado. También he escuchado sus gritos pidiéndome ayuda, y he visto que sus capataces los maltratan mucho. Por eso he venido a librarlos del poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y rica; ¡tan rica que siempre hay abundancia de alimentos! Es Canaán, país donde viven pueblos que no me conocen. 10 Así que prepárate, pues voy a mandarte a hablar con el rey de Egipto, para que saques de ese país a mi pueblo.

11 Moisés contestó:

—¿Y quién soy yo para ir ante él y decirle: “Voy a sacar de aquí a los israelitas”?

12 Dios le dijo:

—¡Moisés, yo estaré contigo en todo momento! Y para que sepas que yo soy quien te envía, voy a darte una señal: Después de que hayas sacado a los israelitas, todos ustedes me adorarán en este mismo lugar.

Hebreos 11:23-31

23 Los padres de Moisés confiaron en Dios y, por eso, cuando Moisés nació, lo escondieron durante tres meses. El rey de Egipto había ordenado que se matara a todos los niños israelitas, pero ellos vieron que Moisés era un niño hermoso y no tuvieron miedo, porque confiaban en Dios.

24 Moisés confió en Dios y, por eso, cuando ya fue hombre, no quiso seguir siendo hijo adoptivo de la hija del rey. 25 No quiso disfrutar de lo que podía hacer y tener como egipcio, pues era pecado. Prefirió que los egipcios lo maltrataran, como lo hacían con el pueblo de Dios. 26 En vez de disfrutar de las riquezas de Egipto, Moisés decidió que era mejor sufrir, como también iba a sufrir el Mesías, pues sabía que Dios le daría su premio.

27 Moisés confió en Dios y, por eso no le tuvo miedo al rey ni se rindió nunca. Salio de Egipto, y actuó como si estuviera viendo a Dios, que es invisible. 28 Moisés confió en Dios, y por eso celebró la Pascua. También mandó rociar con sangre las puertas de las casas israelitas. Así, el ángel enviado a matar no le hizo daño a ningún hijo mayor de las familias israelitas.

29 Los israelitas confiaron en Dios, y por eso cruzaron el Mar de los Juncos como si caminaran sobre tierra seca. Pero cuando los egipcios quisieron pasar, todos ellos se ahogaron.

30 Los israelitas confiaron en Dios y, por eso, cuando marcharon alrededor de la ciudad de Jericó durante siete días, los muros de la ciudad se vinieron abajo.

31 Rahab, la prostituta, confió en Dios y trató bien a los espías de Israel. Por eso no murió junto con los que habían desobedecido a Dios en Jericó.

Juan 14:6-14

Jesús le respondió:

—Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre. Y desde ahora lo conocen, porque lo están viendo.

Entonces Felipe le dijo:

—Señor, déjanos ver al Padre. Eso es todo lo que necesitamos.

Jesús le contestó:

—Felipe, ya hace mucho tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, también ha visto al Padre. ¿Por qué me dices “Déjanos ver al Padre”? 10 ¿No crees que yo y el Padre somos uno?

Y a los discípulos les dijo:

—Lo que les he dicho, no lo dije por mi propia cuenta. Yo sólo hago lo que el Padre quiere que haga. Él hace sus propias obras por medio de mí. 11 Créanme cuando les digo que mi Padre y yo somos uno solo. Y si no, al menos crean en mí por lo que hago. 12 Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho. 13 Yo haré todo lo que ustedes me pidan. De ese modo haré que la gente vea, a través de mí, el poder que tiene Dios el Padre. 14 Yo haré todo lo que ustedes me pidan.