Book of Common Prayer
Cántico para la dedicación de la casa. Salmo de David.
30 Te exaltaré, Señor, porque me has salvado de mis enemigos. No dejas que me derroten: 2 Señor, Dios mío, a ti clamé y tú me devolviste la salud. 3 Me sacaste del borde de la tumba, de la muerte misma, y heme aquí con vida.
4 ¡Cántenle, ustedes sus santos! Den gracias a su santo nombre. 5 Un instante dura su ira; su gracia perdura de por vida. Las lágrimas pueden huir la noche entera, pero al amanecer habrá gozo.
6 Dije yo en mi prosperidad: «Esto es para siempre. ¡Ahora nada puede detenerme! 7 El Señor me ha mostrado su gracia. Me ha dado firmeza como de montaña». Entonces, Señor, apartaste de mí tu rostro y quedé destruido. 8 Clamé a ti, Señor. ¡Ay, como supliqué! 9 «Señor, ¿qué ganarás con matarme? ¿Acaso puede el polvo mío hablar desde el sepulcro y proclamar al mundo tu fidelidad? 10 Escúchame, Señor; apiádate y ayúdame». 11 Entonces, él transformó mi dolor en danza. Me quitó mi ropa de luto y me vistió de fiesta, 12 para que pudiera entonarle alegres alabanzas en vez de yacer en el silencio de la tumba. Señor, Dios mío, proseguiré expresándote mi gratitud eternamente.
Salmo de David.
32 ¡Qué felicidad la de aquellos cuya culpa ha sido perdonada! ¡Qué gozo hay cuando los pecados son borrados! 2 ¡Qué alivio tienen los que han confesado sus pecados y a quienes el Señor ha borrado su registro de delincuencia y que viven en completa honestidad!
3 Hubo un tiempo en que yo rehusaba reconocer lo pecador que era. Pero era yo débil y miserable y gemía todo el día. 4 Día y noche su mano pesaba sobre mí. Mi fuerza se evaporaba como agua en día de sol. 5 Pero un día reconocí ante ti todos mis pecados y no traté de ocultarlos más. Dije para mí: «Se los voy a confesar al Señor». ¡Y tú me perdonaste! Toda mi culpa se esfumó.
6 Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán. 7 Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. 8 El Señor dice: «Yo te instruiré y te guiaré por el mejor camino para tu vida; yo te aconsejaré y velaré por ti. 9 No seas como el caballo ni como la mula que no tienen discernimiento y que necesitan un freno en la boca para no salirse del camino».
10 Muchos dolores sobrevienen al malvado, pero el gran amor del Señor envuelve a los que en él confían. 11 ¡Regocíjense en él, ustedes los justos, y griten de júbilo todos ustedes los de recto corazón!
Al director musical. Masquil de los hijo de Coré.
42 ¡Así como el ciervo jadea anhelando el agua, te anhelo yo, Dios! 2 Tengo sed de Dios, del Dios vivo. ¿Dónde hallarlo, para ir a estar en su presencia? 3 Día y noche mi pan son mis lágrimas, y mientras tanto mis enemigos se mofan de mí. «¿Dónde está ese Dios tuyo?» dicen burlones.
4 Mi corazón se consume en la tristeza al recordar aquellos tiempos —¡cómo olvidarlos!— cuando guiaba a una gran multitud hacia el templo en días de fiesta, cantando con gozo, alabando al Señor. 5 Entonces, ¿por qué desalentarse? ¿Por qué estar desanimado y triste? ¡Espera en Dios! ¡Aún lo alabaré de nuevo! ¡Él es mi Salvador y mi Dios! 6 Y sin embargo aquí estoy deprimido y sombrío; pero meditaré en tu bondad desde esta tierra por donde fluye el río Jordán y en donde se elevan el monte Hermón y el Mizar. 7 Escucho el rugir del enfurecido mar, mientras tus olas y la agitada marea me derriban.
8 Sin embargo, día tras día derrama el Señor sobre mí su constante amor; y por la noche entono sus cánticos y elevo oración al Dios que me da vida.
9 «¡Oh Dios, Roca mía!», clamo, «¿por qué me has abandonado? ¿Por qué tengo que sufrir estos ataques de mis enemigos?». 10 Sus burlas me traspasan como fatal herida no se cansan de preguntarme burlándose: «¿Dónde está ese Dios tuyo?». 11 ¿Por qué voy a desarmarme y estar tan triste? Volveré y lo alabaré. ¡Es mi Dios y mi Salvador!
43 ¡Oh Dios, defiéndeme de las acusaciones de estos implacables hombres mentirosos! 2 Porque tú eres Dios, mi único refugio. ¿Por qué me has echado a un lado? ¿Por qué tengo que llorar oprimido por mis enemigos?
3 Envía tu luz y tu verdad; que sean ellas mi guía. Que ellas me guíen a tu templo, a Sion, tu santo monte, donde tú habitas. 4 Allí acudiré al altar de Dios, del Dios que es la fuente de mi gozo, y lo alabaré con mi arpa. ¡Oh Dios, mi Dios! 5 ¿Por qué voy a desanimarme y a estar triste? ¡Confía en Dios! Nuevamente lo alabaré. ¡Él es mi Dios y mi Salvador!
15 Por medio de la paciencia se puede convencer al gobernante; la lengua amable puede quebrantar hasta los huesos.
16 ¿Te gusta la miel? No comas demasiada, o te puede hacer daño.
17 No abuses de las visitas a tu amigo, pues se cansará de ti y ya no te recibirá con alegría.
18 Calumniar a alguien es tan dañino como herirlo con un hacha, atravesarlo con la espada o clavarle una flecha aguda.
19 Confiar en un hombre indigno en momentos de angustia es como masticar con una muela careada o caminar con una pierna rota.
20 Cantar canciones al que tiene afligido el corazón es como robarle el abrigo en pleno frío o echarle vinagre en una herida.
21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer. Si tiene sed, dale de beber.
22 Así harás que se avergüence de lo que ha hecho, y el Señor te recompensará.
23 Tan cierto como que el viento del norte trae lluvia, las malas lenguas traen miradas de enojo.
24 Es mejor vivir en un rincón de la azotea que en una hermosa casa con una mujer pendenciera.
25 Las buenas noticias de tierras lejanas son como agua fría para la garganta sedienta.
26 Como fuente turbia o manantial lodoso es el justo que tiembla ante el malvado.
27 Así como comer mucha miel es malo, también es malo que los hombres busquen su propia gloria.
28 Como ciudad con sus murallas destrozadas es el hombre que no se sabe dominar.
6 Sí, es cierto que con la verdadera religión uno puede obtener la mayor de las riquezas, pero sólo si uno está feliz con lo que tiene. 7 Después de todo, nada trajimos a este mundo y nada podremos llevarnos. 8 Así que, mientras tengamos ropa y comida, debemos estar contentos. 9 Los que anhelan volverse ricos caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Esos afanes tontos y dañinos hunden a la gente en la ruina y la destrucción, 10 porque ¡el amor al dinero es la raíz de todos los males! Hay quienes han dejado la fe por correr tras las riquezas y al fin se han causado a sí mismos muchísimos sufrimientos.
Encargo de Pablo a Timoteo
11 Tú, en cambio, eres un hombre de Dios. Huye de estas cosas y dedícate de lleno a lo que es justo y bueno, a la fe y al amor, a la constancia y a la humildad. 12 Lucha la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna que Dios te ha dado y que has confesado ante tantos testigos.
13 Te ordeno en el nombre de Dios, que da vida a todas las cosas, y en el nombre de Cristo Jesús, que admirablemente dio testimonio delante de Poncio Pilato, 14 que hagas lo que te he mandado hacer, para que vivas irreprochablemente hasta el día en que nuestro Señor Jesucristo regrese. 15 A su debido tiempo Dios hará que se cumpla.
Al único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores, 16 al único inmortal, el que habita en luz tan deslumbrante que ningún humano puede acercársele, y a quien nadie ha visto ni verá jamás. A él sea la honra y el poder para siempre. Amén.
17 Di a los ricos de este mundo que no sean orgullosos y que no depositen sus esperanzas en las efímeras riquezas sino en Dios, que siempre nos proporciona todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18 Diles que empleen el dinero en hacer el bien, que se enriquezcan en buenas obras y que sean generosos, dispuestos a compartir lo que tengan. 19 De esta forma estarán acumulando un verdadero tesoro para el futuro y obtendrán la vida verdadera.
20 Oh Timoteo, no dejes de cumplir con lo que Dios te ha encomendado. Evita las discusiones necias y mundanas y los argumentos de la falsa ciencia. 21 Algunos, por abrazarla, se han apartado de la fe.
Que el Señor derrame su amor sobre ustedes.
Explicación de la parábola de la mala hierba
36 Cuando despidieron a la multitud y regresaron a la casa, sus discípulos le pidieron que les explicara el simbolismo de la mala hierba y el trigo.
37 ―Muy bien —comenzó—: Yo soy el labrador que siembra el grano selecto. 38 El terreno en que se sembró es el mundo y las buenas semillas son los súbditos del reino; las malas hierbas son los súbditos de Satanás. 39 El enemigo que sembró la mala hierba entre el trigo es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 40 De la misma manera que los segadores separan el trigo de la mala hierba y queman esta, en el fin del mundo 41 enviaré a mis ángeles a arrancar del reino a los que tientan a los demás y a los que hacen el mal. 42 Y una vez arrancados, ¡irán a parar al fuego! Allí será el llorar y el crujir de dientes. 43 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino del Padre. ¡El que tenga oídos, oiga!
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