Book of Common Prayer
Salmo de los hijos de Coré. Cántico.
87 Sobre el santo monte está la ciudad fundada por Dios. 2 El Señor ama los portones de Sion más que a todas las casas de Jacob.
3 De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas. 4 Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: «Este nació en Sion». 5 De Sion se dirá, en efecto: «Este y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido». 6 Cuando el Señor anote en el registro a las naciones, dirá: «Este ha nacido en Sion». 7 Y mientras cantan y bailan, dicen: «En ti se hallan todos mis orígenes».
Oración de Moisés, hombre de Dios.
90 ¡Señor, tú has sido nuestro refugio en todas las generaciones! 2 Antes que los montes fueran creados, antes que la tierra fuera formada, tú eras Dios sin principio ni fin.
3 Tú haces que el ser humano vuelva al polvo, cuando dices: «Vuelve al polvo». 4 ¡Mil años son como el día de ayer para ti! ¡Son como unas cuantas horas! 5 Acabas con la gente como si fueran sueños que desaparecen; como hierba que nace en la mañana, 6 que al amanecer brota verde y fresca, y por la noche ya está marchita y seca. 7 Morimos bajo tu ira; tu enojo es como una carga muy pesada para nosotros. 8 Frente a ti extiendes nuestros pecados, nuestros pecados secretos, y los ves todos. 9 Vivimos nuestras vidas bajo tu ira. Llegamos al fin de nuestras vidas como en un suspiro.
10 Algunos llegamos a vivir hasta setenta años, quizás algunos alcancemos hasta los ochenta. Pero aun los mejores años de entre todos ellos, están llenos de dolor y problemas; pronto pasan y nosotros pasamos con ellos. 11 ¿Quién puede darse cuenta de los terrores de tu ira? ¿Quién de nosotros puede temer tu gran ira como debe?
12 Enséñanos a contar bien nuestros días para que nuestro corazón se llene de sabiduría.
13 Oh Señor vuelve a nosotros. ¿Cuánto tardarás? Ten compasión de tus siervos. 14 Llénanos con tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. 15 Hemos sufrido días y años; ¡devuélvenos ahora esos días y años en alegría! 16 Que volvamos a ver tus milagros; que nuestros hijos vean maravillas; como las que antes hacías. 17 Que el Señor nuestro Dios nos muestre su favor. Que el trabajo de nuestras manos tenga éxito; sí, que el trabajo de nuestras manos tenga éxito.
136 Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.
2 Den gracias al Dios de dioses; su gran amor perdura para siempre.
3 Den gracias al Señor de señores; su gran amor perdura para siempre.
4 Al único que hace grandes maravillas; su gran amor perdura para siempre.
5 Al que con inteligencia hizo los cielos; su gran amor perdura para siempre.
6 Al que extendió la tierra sobre las aguas; su gran amor perdura para siempre.
7 Al que hizo las luminarias del cielo; su gran amor perdura para siempre.
8 El sol, que gobierna al día; su gran amor perdura para siempre.
9 La luna y las estrellas, que gobiernan la noche; su gran amor perdura para siempre.
10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto; su gran amor perdura para siempre.
11 Al que sacó de Egipto a Israel; su gran amor perdura para siempre.
12 Con mano fuerte y brazo poderoso; su gran amor perdura para siempre.
13 Al que partió en dos el Mar Rojo; su gran amor perdura para siempre.
14 Y por en medio hizo cruzar a Israel; su gran amor perdura para siempre.
15 Pero hundió en el Mar Rojo al faraón y a su ejército; su gran amor perdura para siempre.
16 Al que guio a su pueblo por el desierto; su gran amor perdura para siempre.
17 Al que derribó a grandes reyes; su gran amor perdura para siempre.
18 Al que a reyes poderosos les quitó la vida; su gran amor perdura para siempre.
19 A Sijón, rey de los amorreos; su gran amor perdura para siempre.
20 A Og, rey de Basán; su gran amor perdura para siempre.
21 Cuyas tierras entregó como herencia; su gran amor perdura para siempre.
22 Como herencia para su siervo Israel; su gran amor perdura para siempre.
23 Al que nos recuerda, aunque estemos desvalidos; su gran amor perdura para siempre.
24 Al que nos salvó de nuestros enemigos; su gran amor perdura para siempre.
25 Al que alimenta a todo ser viviente; su gran amor perdura para siempre.
26 Den gracias al Dios del cielo; su gran amor perdura para siempre.
Dios responde a Moisés
16 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
―Convócame a setenta dirigentes de Israel y reúnelos en el santuario para que se presenten contigo. 17 Yo descenderé y hablaré contigo allí, y tomaré del Espíritu que hay en ti y lo pondré también en ellos. Ellos te ayudarán a llevar la carga de modo que no tengas que hacer este trabajo solo.
24 Y Moisés salió del santuario e informó al pueblo de las palabras del Señor; y reunió a los setenta ancianos y los situó en torno al santuario. 25 Y el Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y tomó del Espíritu que había en Moisés y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el Espíritu estuvo en ellos, profetizaron una sola vez. 26 Pero dos de aquellos setenta —Eldad y Medad— se habían quedado en el campamento, y cuando el Espíritu vino a ellos, profetizaron allí. 27 Un muchacho fue corriendo y le explicó a Moisés lo que estaba sucediendo, 28 y Josué (hijo de Nun), uno de los ayudantes de Moisés, protestó:
―¡Moisés, hazles callar!
29 Pero Moisés le respondió:
―¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá todo el pueblo de Dios fuera profeta, y el Señor pusiera su Espíritu sobre todos ellos!
Unidad en Cristo
11 Nunca se olviden de que ustedes, que no son judíos, eran despreciados por los judíos por no circuncidarse físicamente como ellos. 12 Recuerden que en aquellos días ustedes vivían alejados del Mesías, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa. Vivían en el mundo sin Dios y sin esperanza.
13 Pero ahora, por estar unidos a Cristo Jesús, a ustedes, que antes andaban lejos, Dios los ha acercado gracias a la muerte de Cristo.
14 Porque Cristo es nuestra paz; él logró hacer de nosotros los judíos y de ustedes los que no son judíos un solo pueblo, derribando la pared de enemistad que nos separaba. 15 Puso fin a los mandatos y reglas de la ley, y a los dos pueblos los hizo parte de sí mismo, creando una sola y nueva humanidad. Así creó la paz. 16 Y a todos nosotros, partes del mismo cuerpo, nos reconcilió con Dios mediante la cruz. ¡Allí en la cruz murió la enemistad!
17 Cristo vino a proclamar las buenas nuevas de paz a ustedes que estaban lejos y a nosotros que estábamos cerca. 18 Porque, gracias a él, judíos y no judíos podemos acercarnos al Padre con la ayuda de un mismo Espíritu.
19 Por eso, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino ciudadanos junto con los santos y miembros de la familia de Dios. 20 ¡Y sobre qué firme cimiento están edificados! ¡Nada menos que el de los apóstoles y profetas, y con Cristo mismo como piedra angular! 21 Unidos a Cristo formamos parte del bien armado edificio, que va construyéndose hasta que sea el templo santo del Señor. 22 Ustedes, pues, unidos a él, forman también parte de ese lugar en el que Dios mora por medio de su Espíritu.
28 Cuando Jesús terminó de impartir estas enseñanzas, la multitud que lo había escuchado quedó admirada, 29 porque enseñaba como alguien que tiene gran autoridad y no como los escribas.
Jesús sana a un leproso
8 Jesús descendía de la colina seguido de una multitud inmensa 2 cuando, de pronto, un leproso se le acercó y se puso de rodillas ante él.
―Señor —suplicó el leproso—, si quieres, puedes curarme.
3 Jesús, extendiendo la mano, lo tocó y le dijo:
―Quiero. ¡Ya estás curado!
E instantáneamente la lepra desapareció.
4 ―No te detengas a conversar con nadie —le ordenó entonces Jesús—. Ve en seguida a que el sacerdote te examine y presenta la ofrenda que requiere la ley de Moisés, para que les conste que ya estás bien.
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