Book of Common Prayer
Salmo 75 (74)
Es Dios quien juzga
75 Al maestro del coro. Según la melodía “No destruyas”. Salmo de Asaf. Canto.
2 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
invocando tu nombre, proclamando tus maravillas.
3 “Cuando yo lo decida, juzgaré con rectitud;
4 aunque tiemble la tierra y quienes la habitan,
soy yo quien sostiene sus columnas. [ Pausa]
5 Dije a los insolentes: ¡no se insolenten!
Y a los malvados: ¡no alcen la frente!
6 No alcen tanto su frente,
no hablen con el cuello erguido”.
7 No vendrá del este ni del oeste,
ni del desierto ni de las montañas;
8 es Dios quien juzga:
a este humilla, a aquel exalta.
9 Una copa hay en la mano del Señor,
un vino espumoso mezclado con especias;
de él escancia y los malvados de la tierra
lo beben, lo apuran hasta el fondo.
10 Pero yo siempre proclamaré
y cantaré al Dios de Jacob:
11 combatiré a los malvados,
el justo saldrá victorioso.
Salmo 76 (75)
Dios habita en Sión
76 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Canto.
2 En Judá Dios se da a conocer,
en Israel es grande su nombre;
3 en Salén tiene su tienda,
en Sión está su morada.
4 Allí rompió las flechas del arco,
el escudo, la espada y las armas. [ Pausa]
5 Esplendoroso, majestuoso eres tú,
más que los montes llenos de caza.
6 Los valientes, despojados, cayeron dormidos;
quedaron sin fuerza los hombres valerosos.
7 Oh Dios de Jacob, a tu grito
se aturdieron caballos y carros.
8 Tú eres temible, ¿quién resistirá
ante ti cuando tu cólera estalle?
9 Desde el cielo proclamas la sentencia;
la tierra se atemoriza y guarda silencio
10 cuando Dios se levanta para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra. [ Pausa]
11 Hasta el furor de los humanos te engrandece,
los que escapan a tu cólera te sirven de corona.
12 Hagan promesas a Dios su Señor y cúmplanlas;
que cuantos lo rodean traigan ofrendas al Temible,
13 pues él deja sin aliento a los príncipes
e infunde respeto a los reyes de la tierra.
Salmo 23 (22)
El Señor es mi pastor
23 Salmo de David.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
2 En verdes praderas me hace descansar,
junto a aguas tranquilas me lleva.
3 El Señor me reconforta,
me conduce por caminos rectos
haciendo honor a su nombre.
4 Aunque camine por valles sombríos
no temeré mal alguno,
porque tú estás conmigo,
tu vara y tu cayado me sosiegan.
5 Ante mí preparas una mesa
delante de mis enemigos,
unges mi cabeza con aceite
y mi copa rebosa.
6 El bien y la bondad estarán conmigo
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
durante días sin fin.
Salmo 27 (26)
El Señor me acoge
27 De David.
El Señor es mi luz, mi salvación,
¿de quién tendré miedo?
El Señor es mi refugio,
¿a quién temeré?
2 Cuando los malvados me atacan
para devorarme,
son ellos, enemigos y adversarios,
los que tropiezan y caen.
3 Si acampara contra mí un ejército,
no tendría miedo;
si se declarase contra mí una guerra,
me sentiría seguro.
4 Una sola cosa pido al Señor,
sólo esto quiero:
sentarme en la casa del Señor
todos los días de mi vida,
contemplar la gracia del Señor
y frecuentar su Templo.
5 Me resguardará en su cabaña
en el tiempo adverso,
me protegerá al abrigo de su Tienda,
me alzará sobre una roca.
6 Y entonces yo venceré
al enemigo que me asedia,
ofreceré en su tienda
sacrificios jubilosos;
cantaré y alabaré al Señor.
7 Escúchame, Señor, yo te llamo;
apiádate de mí, atiéndeme.
8 De ti el corazón me dice:
“¡Busca mi rostro!”.
Y yo, Señor, tu rostro estoy buscando.
9 No me ocultes tu rostro,
no rechaces con ira a tu siervo;
tú eres mi ayuda:
no me dejes, no me abandones,
Dios salvador mío.
10 Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me acogerá.
11 Muéstrame, Señor, tu camino,
llévame por la senda recta
porque tengo enemigos.
12 No me dejes a merced de mis rivales,
que se alzan contra mí testigos falsos
y se extiende la violencia.
13 Confío en ver la bondad del Señor
en la tierra de los vivos.
14 Espera en el Señor,
sé fuerte, ten firmeza;
pon tu esperanza en el Señor.
5 En la ciudadela de Susa vivía un judío llamado Mardoqueo, hijo de Jaír y descendiente de Simeí y de Quis, de la tribu de Benjamín. 6 Era uno de los muchos que el rey Nabucodonosor de Babilonia había llevado cautivos de Jerusalén junto con Jeconías, rey de Judá. 7 Mardoqueo tenía a su cargo a una prima, huérfana de padre y madre, llamada Hadasá —es decir, Ester—. Al morir sus padres, Mardoqueo la había adoptado como hija suya. La joven era hermosa y atractiva.
8 Cuando se promulgaron la orden y el edicto del rey, muchas jóvenes fueron reunidas en la ciudadela de Susa y puestas al cuidado de Hegeo. Ester también fue llevada al palacio real y confiada a Hegeo, guardián de las mujeres.
15 Cuando a Ester, la joven que Mardoqueo había adoptado y que era hija de su tío Abijail, le llegó el turno de presentarse ante el rey, ella no pidió nada fuera de lo aconsejado por Hegeo, eunuco real guardián del harén. Ester cautivaba a todo aquel que la veía. 16 Llevaron, pues, a Ester al palacio real para presentarla ante el rey Asuero, en el décimo mes, es decir, el mes de Tébet, del séptimo año de su reinado. 17 Le gustó Ester al rey más que las otras mujeres, y ella se ganó su cariño y su afecto más que todas las demás muchachas hasta el punto que el rey la coronó y la proclamó reina en lugar de Vasti. 18 Después, en honor de Ester, el rey ofreció un gran banquete a todos sus oficiales y altos funcionarios; rebajó los impuestos a las provincias y repartió regalos como corresponde a un rey generoso.
Mardoqueo descubre un complot contra el rey
19 Cuando Ester pasó al segundo harén con las otras jóvenes, Mardoqueo se hallaba sentado a la puerta del palacio real. 20 Ester seguía sin revelar cuál era su raza ni a qué familia pertenecía, siguiendo el consejo de Mardoqueo, pues ella seguía obedeciéndole como cuando estaba bajo su tutela.
21 Por aquellos días, estando Mardoqueo sentado a la puerta del palacio real, Bigtán y Teres, dos eunucos de la guardia real que custodiaban la puerta, descontentos con el rey Asuero, planeaban un atentado contra él. 22 Al enterarse Mardoqueo del plan, se lo hizo saber a Ester, y esta se lo comunicó al rey de parte de Mardoqueo. 23 El asunto fue investigado, y cuando se descubrió que era cierto, los dos eunucos fueron ahorcados. De todo esto quedó constancia al ser anotado, en presencia del rey, en las crónicas del reino.
Pablo en Atenas
16 Mientras esperaba en Atenas a Silas y a Timoteo, Pablo se sentía exasperado al ver la ciudad sumida en la idolatría. 17 Conversaba en la sinagoga con los judíos y con los que, sin serlo, rendían culto al Dios verdadero; y lo mismo hacía diariamente en la plaza mayor con los transeúntes. 18 También entraron en contacto con él algunos filósofos epicúreos y estoicos. Unos preguntaban:
— ¿Qué podrá decir este charlatán?
Otros, basándose en que anunciaba la buena nueva de Jesús y de la resurrección, comentaban:
— Parece ser un propagandista de dioses extranjeros.
19 Así que, sin más miramientos, lo llevaron al Areópago y le preguntaron:
— ¿Puede saberse qué nueva doctrina es esta que enseñas? 20 Pues nos estás martilleando los oídos con extrañas ideas y queremos saber qué significa todo esto.
21 (Téngase en cuenta que todos los atenienses, y también los residentes extranjeros, no se ocupaban más que de charlar sobre las últimas novedades).
Discurso de Pablo en el Areópago
22 Pablo, erguido en el centro del Areópago, tomó la palabra y se expresó así:
— Atenienses: resulta a todas luces evidente que ustedes son muy religiosos. 23 Lo prueba el hecho de que, mientras deambulaba por la ciudad contemplando los monumentos sagrados, he encontrado un altar con esta inscripción: “Al dios desconocido”. Pues al que ustedes adoran sin conocerlo, a ese les vengo a anunciar. 24 Es el Dios que ha creado el universo y todo lo que en él existe; siendo como es el Señor de cielos y tierra, no habita en templos construidos por hombres 25 ni tiene necesidad de ser honrado por humanos, pues es él quien imparte a todos vida, aliento y todo lo demás. 26 Él ha hecho que, a partir de uno solo, las más diversas razas humanas pueblen la superficie entera de la tierra, determinando las épocas concretas y los lugares exactos en que debían habitar. 27 Y esto para ver si, aunque fuese a tientas, pudieran encontrar a Dios, que realmente no está muy lejos de cada uno de nosotros. 28 En él, efectivamente, vivimos, nos movemos y existimos, como bien dijeron algunos de sus poetas: “Estirpe suya somos”. 29 Siendo, pues, estirpe de Dios, no debemos suponer que la divinidad tenga algún parecido con esas imágenes de oro, plata o mármol, que son labradas por el arte y la inspiración humana. 30 Y aunque es verdad que Dios no ha tomado en cuenta los tiempos en que reinaba la ignorancia, ahora dirige un aviso a todos los humanos, dondequiera que estén, para que se conviertan. 31 Y ya tiene fijado el día en que ha de juzgar con toda justicia al mundo; a tal fin ha designado a un hombre, a quien ha dado su aprobación delante de todos al resucitarlo triunfante de la muerte.
32 Cuando oyeron hablar de resurrección de muertos, unos lo tomaron a burla. Y otros dijeron:
— ¡Ya nos hablarás de ese tema en otra ocasión!
33 Así que Pablo abandonó la reunión. 34 Sin embargo, hubo quienes se unieron a él y abrazaron la fe; entre ellos, Dionisio, que era miembro del Areópago; una mujer llamada Dámaris y algunos otros.
Juzgados por el mensaje de Jesús
44 Jesús, entonces, proclamó:
— El que cree en mí, no solamente cree en mí, sino también en el que me ha enviado; 45 y al verme a mí, ve también al que me ha enviado. 46 Yo soy luz y he venido al mundo para que todo el que cree en mí no siga en las tinieblas. 47 No seré yo quien condene al que escuche mis palabras y no haga caso de ellas, porque yo no he venido para condenar al mundo, sino para salvarlo. 48 Quien me rechaza y no acepta mis palabras tiene ya quien lo juzgue: mi propio mensaje lo condenará en el último día. 49 Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, es quien me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. 50 Yo sé que sus mandamientos contienen vida eterna. Por eso, yo enseño lo que me ha dicho el Padre.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España