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Book of Common Prayer

Daily Old and New Testament readings based on the Book of Common Prayer.
Duration: 861 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Salmos 106

El Dios de Israel

¡Aleluya!

Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno;
    su fiel amor dura para siempre.
¿Quién puede describir lo grande que es el SEÑOR?
    ¿O alabar a Dios de la manera que él merece?
Afortunados los que practican la justicia
    y siempre hacen lo que es justo.
SEÑOR, recuérdame cuando tengas compasión de tu pueblo;
    fíjate en mí cuando traigas salvación,
para que yo vea la prosperidad de tus elegidos;
    me alegre y llene de orgullo de la gente que es tu propiedad.

Hemos pecado al igual que nuestros antepasados;
    hemos actuado mal e hicimos cosas malas.
Nuestros antepasados en Egipto
    no apreciaron los milagros que hiciste;
    olvidaron las numerosas obras de tu fiel amor.
Allí junto al mar Rojo,
    nuestros antepasados te dieron la espalda.
Pero Dios los salvó por el prestigio de su nombre
    para mostrar su gran poder.
Reprendió al mar Rojo y se secó;
    y los llevó por el mar profundo
    como si pasaran por un desierto.
10 Los libró de sus enemigos,
    del poder de quienes los odiaban.
11 Las aguas sepultaron a sus enemigos
    y no quedó ni uno vivo.
12 Entonces ellos creyeron en sus promesas
    y le entonaron canciones de alabanza.

13 Pero pronto se olvidaron de lo que Dios hizo por ellos;
    no prestaron atención al consejo que Dios les dio.
14 Nuestros antepasados tuvieron deseos desordenados,
    y pusieron a prueba a Dios en el desierto.
15 Dios les dio lo que le pidieron,
    pero también les dio una enfermedad terrible.

16 Tuvieron envidia de Moisés en el campamento,
    y de Aarón el consagrado del SEÑOR.
17 La tierra se abrió y se tragó a Datán;
    se cerró y cubrió al grupo de Abirán.
18 Después, el fuego consumió a ese grupo,
    quemó a todos esos perversos.

19 Hicieron un becerro en el monte Horeb
    y se postraron ante una imagen de fundición.
20 Cambiaron al Dios glorioso
    por la imagen de un toro que come hierba.
21 Dios salvó a nuestros antepasados,
    pero ellos se olvidaron de él.
    Se olvidaron de los milagros que Dios hizo en Egipto,
22 de las maravillas que hizo en el país de Cam
    y de las cosas asombrosas que hizo en el mar Rojo.
23 Dios quiso destruirlos,
    pero Moisés, su elegido, se puso entre Dios y el pueblo.
Aunque Dios estaba furioso,
    Moisés evitó que destruyera a su pueblo.

24 Sin embargo, esa gente se negó a entrar en la tierra hermosa;
    no creían en las promesas de Dios.
25 En sus carpas se quejaban del SEÑOR
    y se negaron a obedecer lo que les ordenaba.
26 Entonces Dios levantó su mano
    para que murieran en el desierto,
27 para que sus descendientes cayeran ante sus enemigos,
    y para dispersarlos entre las naciones.

28 Luego, se unieron en la adoración de Baal Peor,
    y comieron de lo sacrificado a los muertos[a].
29 Provocaron a Dios con sus hechos,
    y les cayó una plaga.
30 Pero Finés decidió hacer lo que era necesario y correcto,
    y la plaga se detuvo.
31 Dios le tomó en cuenta lo que hizo
    y lo consideró un acto de justicia,
    para siempre y de generación en generación.

32 Hicieron enojar al SEÑOR en Meribá
    y por culpa de ellos le fue muy mal a Moisés,
33 pues lo importunaron tanto
    que él habló sin pensar.
34 No destruyeron a los pueblos
    que el SEÑOR les había dicho que destruyeran.
35 Al contrario, se mezclaron con los paganos
    y asimilaron sus costumbres.
36 Adoraron a los ídolos de ellos
    y eso se les convirtió en una trampa,
37 pues resultaron ofreciendo a sus propios hijos e hijas
    como sacrificio a esos demonios.
38 Derramaron sangre inocente,
    la de sus hijos e hijas
al sacrificarlos a los ídolos de Canaán.
    La tierra se contaminó con su sangre.
39 Contaminaron su vida
    y se prostituyeron con todas sus maldades.

40 El SEÑOR se enojó con su pueblo,
    se cansó de la gente que heredó.
41 Los entregó a otras naciones;
    dejó que sus enemigos los gobernaran.
42 Los enemigos los oprimieron
    y bajo su poder fueron humillados.
43 Dios salvó a su pueblo muchas veces,
    pero ellos se pusieron en contra de él
    y se hundieron en su maldad.
44 Pero al verlos llenos de angustia
    y al escuchar sus gritos pidiendo ayuda,
45 Dios recordó el pacto que había hecho con ellos,
    y debido a su fiel amor cambió de parecer.
46 Hizo que sus opresores
    les tuvieran compasión.
47 Sálvanos, SEÑOR Dios nuestro,
    reúnenos de entre las naciones
para agradecer a tu santo nombre
    y alabarte con orgullo.

48 Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel,
    que siempre ha vivido y siempre vivirá.
Y todo el pueblo dijo: «Así sea».

¡Aleluya!

1 Samuel 10:17-27

17 Samuel convocó a todo el pueblo de Israel para que se reuniera con el SEÑOR en Mizpa. 18 Allí les dijo: «El SEÑOR, Dios de Israel dice: “Yo saqué a Israel de Egipto. Los salvé del control de Egipto y de los otros reinos que trataban de hacerles daño”. 19 Su Dios los salva de todos sus problemas. Sin embargo, ustedes han dicho que quieren a un rey para que los gobierne. Así que ahora preséntense ante el SEÑOR tribu por tribu».

20 Enseguida, Samuel les pidió a las tribus que se acercaran. Primero salió escogida la tribu de Benjamín. 21 De la tribu de Benjamín, eligió a la familia de Matri, y les pidió a los hombres de esa familia que se acercaran. De esa familia eligió a Saúl hijo de Quis. Sin embargo, cuando la gente buscó a Saúl, no pudieron encontrarlo. 22 Entonces le preguntaron al SEÑOR si Saúl no había llegado todavía. El SEÑOR respondió: «Saúl está escondido entre el equipaje». 23 Entonces fueron y lo sacaron de allí. Al ponerlo entre la gente, vieron que era tan alto que apenas le llegaban al hombro. 24 Samuel le dijo al pueblo:

—¡Miren al hombre que el SEÑOR ha elegido! No hay nadie como él en todo el pueblo.

Entonces el pueblo empezó a gritar:

—¡Viva el rey!

25 Samuel le explicó las leyes del reino al pueblo. Las escribió en un libro y lo puso delante del SEÑOR. Luego les dijo que se fueran a casa. 26 También Saúl se fue a su casa en Guibeá. Dios tocó el corazón de algunos hombres valientes que empezaron a seguir a Saúl. 27 Pero algunos alborotadores empezaron a decir: «¿Cómo nos puede salvar este hombre?» Hablaban mal de Saúl y se negaban a llevarle regalos, pero él no decía nada.

Saúl vence a los amonitas

Najás, el rey de los amonitas, había oprimido a los gaditas y a los rubenitas. Les había sacado el ojo derecho a todos los hombres de esas tribus y no había dejado que nadie los ayudara. Esto causó mucho temor en Israel. Najás le había sacado el ojo derecho a todos los hombres israelitas que vivían al oriente del río Jordán, pero 7000 israelitas escaparon de los amonitas y se fueron a Jabés de Galaad.[a]

Hechos 7:44-8:1

44 »La carpa del pacto estaba con nuestros antepasados en el desierto. Dios le dijo a Moisés cómo hacer esa carpa y él la hizo según el plan que Dios le mostró. 45 Nuestros antepasados tomaron posesión de las tierras que les pertenecían a las naciones que Dios expulsó delante de ellos. Esa carpa se les entregó en el tiempo de Josué y estuvo con ellos hasta el tiempo de David. 46 David contaba con la aprobación de Dios, y le pidió permiso para construir un templo donde el pueblo de Jacob pudiera adorar.[a] 47 Pero Salomón fue el que construyó el templo.

48 »Sin embargo, el Dios Altísimo no vive en casas hechas por manos humanas. Como dice el profeta:

49 “El Señor dice: El cielo es mi trono.
    La tierra es un banquillo para mis pies.
¿Qué clase de casa pueden construir para mí?
    No hay ningún lugar donde yo necesite descansar.
50 (A)Recuerden que yo hice todo esto”.[b]

51 »¡Ustedes son muy tercos! Son como los paganos en su forma de pensar y de entender. Siempre se rebelan contra el Espíritu Santo, igual que sus antepasados. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron ellos? Mataron incluso a los que anunciaron que el Justo[c] iba a venir, el mismo al que ahora ustedes traicionaron y mataron. 53 Ustedes recibieron la ley de Dios por medio de ángeles, pero no la obedecen.

Muerte de Esteban

54 Al escuchar eso, se molestaron tanto que se les veía en la cara lo furiosos que estaban.[d] 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio el esplendor de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. 56 Entonces dijo:

—¡Miren! Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.

57 Todos empezaron a gritar muy fuerte, se taparon los oídos y se lanzaron contra él. 58 Lo sacaron a empujones de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los que dieron falso testimonio contra Esteban dejaron sus mantos al cuidado de un joven llamado Saulo. 59 Ellos siguieron tirándole piedras a Esteban, pero él oraba: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». 60 Después, se arrodilló y gritó muy fuerte: «¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!» Y después de decir esto, murió.

También Saulo estuvo de acuerdo con el asesinato de Esteban.

Persecución contra los creyentes

A partir de ese día empezó una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén. Toda la iglesia huyó a diferentes lugares de Judea y Samaria. Sólo los apóstoles se quedaron en Jerusalén.

Lucas 22:52-62

52 Luego, Jesús les dijo a los jefes de los sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos líderes, que habían venido a arrestarlo:

—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan con espadas y garrotes? 53 Yo he estado con ustedes todos los días en el área del templo y no me arrestaron. Pero esta es su hora, la hora en que reina la oscuridad.

La negación de Pedro

(Mt 26:57-58, 69-75; Mr 14:53-54, 66-72; Jn 18:12-18, 25-27)

54 Arrestaron a Jesús y lo llevaron a casa del sumo sacerdote. Pedro los siguió a cierta distancia. 55 Encendieron un fuego en medio del patio y se sentaron alrededor. Pedro se sentó con ellos. 56 Una sierva vio a Pedro sentado allí. Lo pudo ver por la luz del fuego, lo miró muy de cerca y dijo:

—Este hombre también estaba con él.

57 Pero Pedro lo negó:

—Mujer, yo no lo conozco.

58 Un poco más tarde alguien vio a Pedro y dijo:

—Tú también eres de ellos.

Pero Pedro dijo:

—¡No, hombre, no lo soy!

59 Pasó casi una hora y otro insistió:

—Es verdad, este hombre estaba con él, es de Galilea.

60 Pero Pedro dijo:

—¡Hombre, no sé de qué estás hablando!

En ese momento, mientras Pedro todavía estaba hablando, cantó el gallo. 61 Entonces el Señor se dio vuelta y miró a Pedro a la cara. Pedro recordó lo que el Señor le había dicho: «Antes de que el gallo cante esta noche, me negarás tres veces». 62 Entonces Pedro salió de allí y lloró amargamente.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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