Book of Common Prayer
Anhelo por la adoración en el templo
Para el director del coro; sobre[a] Gitit. Salmo de los hijos de Coré.
84 ¡Cuán preciosas[b] son tus moradas(A),
oh Señor de los ejércitos!
2 Anhela mi alma(B), y aun desea con ansias los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo(C).
3 Aun el ave[c] ha hallado casa,
y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos:
¡tus altares(D), oh Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío(E)!
4 ¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa(F)!
Continuamente te alaban(G). (Selah[d])
5 ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti(H),
en cuyo corazón están los caminos a Sión(I)!
6 Pasando por el valle de Baca[e] lo convierten en manantial[f],
también las lluvias tempranas(J) lo cubren de bendiciones.
7 Van de poder en poder(K),
cada uno de ellos comparece ante Dios en Sión[g](L).
8 ¡Oh Señor, Dios de los ejércitos(M), oye mi oración;
escucha, oh Dios de Jacob(N)! (Selah)
9 Mira, oh Dios, escudo(O) nuestro,
y contempla el rostro de tu ungido(P).
10 Porque mejor es un día en tus atrios(Q) que mil fuera de ellos.
Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios
que morar en las tiendas de impiedad.
11 Porque sol y escudo es el Señor Dios(R);
gracia y gloria da el Señor(S);
nada bueno niega a los que andan en integridad[h](T).
12 Oh Señor de los ejércitos,
¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía(U)!
Elías huye de Jezabel
19 Y Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y cómo[a] había matado a espada a todos los profetas(A). 2 Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías, diciendo: Así me hagan los dioses y aun me añadan(B), si mañana a estas horas yo no he puesto tu vida[b] como la vida[c] de uno de ellos. 3 Él tuvo miedo[d], y se levantó y se fue para salvar su vida; y vino a Beerseba(C) de Judá y dejó allí a su criado. 4 Él anduvo por el desierto un día de camino, y vino y se sentó bajo un enebro[e]; pidió morirse(D) y dijo: Basta ya, Señor, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres. 5 Y acostándose bajo el enebro[f], se durmió; y he aquí, un ángel lo tocó(E) y le dijo: Levántate, come. 6 Entonces miró, y he aquí que a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y una vasija de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse. 7 Y el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y le dijo: Levántate, come, porque es muy largo el camino para ti. 8 Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches(F) hasta Horeb, el monte de Dios(G).
Elías se encuentra con Dios
9 Allí entró en una cueva y pasó en ella[g] la noche; y he aquí, vino a él la palabra del Señor(H), y Él le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10 Y él respondió: He tenido mucho celo por el Señor(I), Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han abandonado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. He quedado yo solo(J) y buscan mi vida para quitármela(K). 11 Entonces Él dijo: Sal y ponte en el monte delante del Señor(L). Y he aquí que el Señor pasaba. Y un grande y poderoso viento(M) destrozaba los montes y quebraba las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto, un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y después del fuego, el susurro de una brisa apacible(N).
Ministros del nuevo pacto
3 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos(A) a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, cartas de recomendación(B) para vosotros o de parte de vosotros? 2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres(C), 3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada[a] por nosotros, no escrita con tinta, sino con el Espíritu(D) del Dios vivo(E); no en tablas de piedra(F), sino en tablas de corazones humanos[b](G). 4 Y esta[c] confianza tenemos hacia Dios por medio de Cristo(H): 5 no que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios(I), 6 el cual también nos hizo suficientes como ministros[d](J) de un nuevo pacto(K), no de la letra, sino del Espíritu(L); porque la letra mata, pero el Espíritu da vida(M). 7 Y si el ministerio de muerte(N) grabado con letras en piedras(O) fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, que se desvanecía(P), 8 ¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación(Q) tiene gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de justicia(R).
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