Book of Common Prayer
De David: Salmo.
1 Misericordia y juicio cantaré; a ti, SEÑOR, diré salmos.
2 Entenderé en el camino de la perfección cuando vinieres a mí; en perfección de mi corazón andaré en medio de mi casa.
3 No pondré cosa de Belial delante de mis ojos; hacer traiciones aborrecí; no se allegarán a mí.
4 Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado.
5 Al detractor de su prójimo a escondidas, a éste cortaré; al altivo de ojos, y de corazón vanidoso, a éste no puedo sufrir.
6 Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que asienten conmigo; el que anduviere en el camino de la perfección, éste me servirá.
7 No habitará en medio de mi casa el que hace engaño; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.
8 Temprano cortaré a todos los impíos de la tierra; para talar de la ciudad del SEÑOR a todos los que obraren iniquidad.
Al Vencedor: de David: Salmo.
1 Oh Dios de mi alabanza, no calles;
2 porque boca de impío y boca de engañador se han abierto sobre mí; han hablado de mí con lengua mentirosa,
3 y con palabras de odio me rodearon; y pelearon contra mí sin causa.
4 En pago de mi amor me han sido adversarios; mas yo oraba.
5 Y pusieron contra mí mal por bien, y odio por mi amor.
6 ¶ Pon sobre él al impío; y Satanás esté a su diestra.
7 Cuando fuere juzgado, salga impío; y su oración sea para pecado.
8 Sean sus días pocos; tome otro su oficio.
9 Sean sus hijos huérfanos, y su mujer viuda.
10 Y anden sus hijos vagabundos, y mendiguen; y procuren de sus desiertos.
11 Enrede el acreedor todo lo que tiene, y extraños saqueen su trabajo.
12 No tenga quien le haga misericordia; ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.
13 Su posteridad sea talada; en segunda generación sea raído su nombre.
14 Venga en memoria cerca del SEÑOR la iniquidad de sus padres, y el pecado de su madre no sea borrado.
15 Estén siempre delante del SEÑOR, y él corte de la tierra su memoria.
16 Por cuanto no se acordó de hacer misericordia, y persiguió al varón pobre en espíritu, y menesteroso, y quebrantado de corazón, para matarlo.
17 Y amó la maldición, y ésta le sobrevino; y no quiso la bendición, y ella se alejó de él.
18 Y se vistió de maldición como de su vestido, y entró como agua en sus entrañas, y como aceite en sus huesos.
19 Séale como vestido con que se cubra, y en lugar del cinto con que se ciña siempre.
20 Este sea el pago de parte del SEÑOR de los que me calumnian, y de los que hablan mal contra mi alma.
21 ¶ Y tú, oh DIOS el Señor, haz conmigo por amor de tu Nombre: Líbrame, porque tu misericordia es buena.
22 Porque yo soy pobre y necesitado; y mi corazón está herido dentro de mí.
23 Como la sombra cuando declina me voy; soy arrebatado del viento como langosta.
24 Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno, y mi carne desfallecida por falta de gordura.
25 Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y meneaban su cabeza.
26 Ayúdame, SEÑOR Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia.
27 Y entiendan que ésta es tu mano; que tú, el SEÑOR, has hecho esto.
28 Maldigan ellos, y bendice tú; levántense, mas sean avergonzados; y tu esclavo sea alegrado.
29 Sean vestidos de vergüenza los que me calumnian; y sean cubiertos de su confusión como con un manto.
30 Yo alabaré al SEÑOR en gran manera con mi boca, y le loaré en medio de muchos.
121 ¶ AYIN Juicio y justicia he hecho; no me dejes a mis opresores.
122 Responde por tu esclavo para bien; no me hagan violencia los soberbios.
123 Mis ojos desfallecieron por tu salud, y por el dicho de tu justicia.
124 Haz con tu esclavo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.
125 Tu esclavo soy yo, dame entendimiento; para que sepa tus testimonios.
126 Tiempo es de actuar, oh SEÑOR; han disipado tu ley.
127 Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro.
128 Por eso todos los mandamientos de todas las cosas estimé rectos; aborrecí todo camino de mentira.
129 ¶ PE Maravillosos son tus testimonios; por tanto los ha guardado mi alma.
130 La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.
131 Mi boca abrí y suspiré; porque deseaba tus mandamientos.
132 Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu Nombre.
133 Ordena mis pasos con tu palabra; y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
134 Redímeme de la violencia de los hombres; y guardaré tus mandamientos.
135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu esclavo; y enséñame tus estatutos.
136 Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.
137 ¶ TSADE Justo eres tú, oh SEÑOR, y rectos tus juicios.
138 Encargaste la justicia es a saber tus testimonios, y tu verdad.
139 Mi celo me ha consumido; porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.
140 Sumamente pura es tu palabra; y tu esclavo la ama.
141 Pequeño soy yo y desechado; mas no me he olvidado de tus mandamientos.
142 Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la misma verdad.
143 Aflicción y angustia me hallaron; mas tus mandamientos fueron mis deleites.
144 Justicia eterna son tus testimonios; dame entendimiento, y viviré.
18 La palabra que vino a Jeremías del SEÑOR, diciendo:
2 Levántate, y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él hacía obra sobre una rueda.
4 Y el vaso que él hacía de barro se quebró en la mano del alfarero; y tornó y lo hizo otro vaso, según que al alfarero pareció mejor hacerlo.
5 Entonces vino a mí palabra del SEÑOR, diciendo:
6 ¿Por ventura no podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh Casa de Israel, dice el SEÑOR? He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh Casa de Israel.
7 En un instante hablaré contra gentiles y contra reinos, para arrancar, y disipar, y destruir.
8 Pero si esos gentiles se convirtieren de su maldad, contra el cual mal yo hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles.
9 Y en un instante hablaré de la gente y del Reino, para edificar y para plantar;
10 pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle.
11 Ahora, pues, habla ahora a todo hombre de Judá, y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así dijo el SEÑOR: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras.
8 ¶ Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en Cristo, Jesús, que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo, Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
3 Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, y por el pecado, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado condenó al pecado en la carne;
4 para que la justicia de la ley fuera cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
5 Porque los que son conforme a la carne, las cosas que son de la carne saben; mas los que conforme al Espíritu, las cosas que son del Espíritu.
6 Porque la prudencia de la carne es muerte; mas la prudencia del Espíritu, vida y paz;
7 por cuanto la prudencia de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.
8 Así que, los que son carnales no pueden agradar a Dios.
9 Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él.
10 ¶ Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad es muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia.
11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Jesús, el Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
27 Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará; porque a éste señaló el Padre, que es Dios.
28 ¶ Y le dijeron: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?
29 Respondió Jesús, y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él envió.
30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés pan del cielo; mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
34 Y le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35 Y Jesús les dijo: YO SOY el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
36 Mas ya os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que de todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero.
40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
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