Book of Common Prayer
Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.
85 Señor, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya
al restaurar[a] a Jacob;
2 perdonaste la iniquidad de tu pueblo
y cubriste todos sus pecados; Selah
3 depusiste por completo tu furor
y contuviste el ardor de tu ira.
4 Restáuranos una vez más, Dios y Salvador nuestro;
pon fin a tu disgusto con nosotros.
5 ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre?
¿Vas a seguir airado por todas las generaciones?
6 ¿No volverás a darnos nueva vida
para que tu pueblo se regocije en ti?
7 Muéstranos, Señor, tu gran amor
y concédenos tu salvación.
8 Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice:
él promete paz a su pueblo y a sus fieles,
para que no se vuelvan a la necedad.[b]
9 Muy cercano está para salvar a los que le temen,
para establecer su gloria en nuestra tierra.
10 El amor y la verdad se encontrarán;
se besarán la justicia y la paz.
11 De la tierra brotará la verdad
y desde el cielo se asomará la justicia.
12 El Señor mismo nos dará bienestar
y nuestra tierra rendirá su fruto.
13 La justicia será su heraldo
y preparará el camino para sus pasos.
Salmo de los hijos de Coré. Cántico.
87 Los cimientos de la ciudad de Dios[a] están en el santo monte.
2 El Señor ama las entradas de Sión
más que a todas las moradas de Jacob.
3 De ti, ciudad de Dios,
se dicen cosas gloriosas: Selah
4 «Entre los que me reconocen
puedo contar a Rahab y a Babilonia,
a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus.
Se dice: “Este nació en Sión”».
5 De Sión se dirá, en efecto:
«Este y aquel nacieron en ella.
El Altísimo mismo la ha establecido».
6 El Señor anotará en el registro de los pueblos:
«Este nació en Sión». Selah
7 Y mientras cantan y bailan, dicen:
«Todas mis fuentes están en ti».[b]
Masquilde Etán el ezraíta.
89 Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu gran amor;
por todas las generaciones
proclamará mi boca tu fidelidad.
2 Declararé que tu gran amor permanece firme para siempre,
que has afirmado en el cielo tu fidelidad.
3 Dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido;
le he jurado a David mi siervo:
4 “Estableceré tu descendencia para siempre
y afirmaré tu trono por todas las generaciones”». Selah
5 Los cielos, Señor, celebran tus maravillas,
y la asamblea de los santos proclama tu fidelidad.
6 ¿Quién en los cielos es comparable al Señor?
¿Quién como él entre los seres celestiales?
7 Dios es muy temido en la asamblea de los santos;
grande y portentoso sobre cuantos lo rodean.
8 ¿Quién como tú, Señor Dios de los Ejércitos,
rodeado de poder y de fidelidad?
9 Tú gobiernas sobre el mar embravecido;
cuando se levantan las olas, tú las calmas.
10 Aplastaste a Rahab como a un cadáver;
con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos.
11 Tuyo es el cielo y tuya la tierra;
tú fundaste el mundo y todo lo que contiene.
12 Por ti fueron creados el norte y el sur;
el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre.
13 Tu brazo es capaz de grandes proezas;
fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
14 La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono,
y tus heraldos, el amor y la verdad.
15 Dichosos los que saben aclamarte, Señor,
y caminan a la luz de tu presencia;
16 los que todo el día se alegran en tu nombre
y se regocijan en tu justicia.
17 Porque tú eres su gloria y su poder;
por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza.[a]
18 Tú, Señor, eres nuestro escudo;
tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.
19 Una vez hablaste en una visión
y dijiste a tu pueblo fiel:
«Le he brindado mi ayuda a un valiente;
al mejor hombre del pueblo he exaltado.
20 He encontrado a David, mi siervo,
y lo he ungido con mi aceite santo.
21 Mi mano siempre lo sostendrá;
mi brazo lo fortalecerá.
22 Ningún enemigo lo someterá a tributo;
ningún malvado lo oprimirá.
23 Aplastaré a quienes se le enfrenten
y derribaré a quienes lo aborrezcan.
24 La fidelidad de mi gran amor lo acompañará,
y por mi nombre será exaltada su fuerza.[b]
25 Le daré poder sobre el mar[c]
y dominio sobre los ríos.[d]
26 Él me dirá: “Tú eres mi Padre,
mi Dios, la Roca de mi salvación”.
27 Yo lo haré mi primogénito,
el rey supremo de la tierra.
28 Mi gran amor por él será siempre constante,
y mi pacto con él será estable.
29 Afirmaré su descendencia para siempre;
su trono durará como el sol en mi presencia.
14 Cuando el pueblo levantó el campamento para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto marcharon al frente de todos. 15 Ahora bien, las aguas del Jordán se desbordan en el tiempo de la cosecha. A pesar de eso, tan pronto como los pies de los sacerdotes que portaban el arca tocaron las aguas, 16 estas dejaron de fluir y formaron un muro a gran distancia, más o menos a la altura del pueblo de Adán, junto a Saretán. A la vez, dejaron de correr las aguas que fluían en el mar del Arabá, es decir, el mar Muerto, y así el pueblo pudo cruzar hasta quedar frente a Jericó. 17 Por su parte, los sacerdotes que portaban el arca del pacto del Señor permanecieron de pie en tierra seca, en medio del Jordán, mientras todo el pueblo de Israel terminaba de cruzar el río por el cauce totalmente seco.
Monumento conmemorativo
4 Cuando todo el pueblo terminó de cruzar el río Jordán, el Señor dijo a Josué: 2 «Elijan a un hombre de cada una de las doce tribus de Israel 3 y ordénenles que tomen doce piedras del cauce, exactamente del lugar donde los sacerdotes permanecieron de pie. Díganles que las coloquen en el lugar donde hoy pasarán la noche».
4 Entonces Josué reunió a los doce hombres que había escogido de las doce tribus 5 y dijo: «Vayan al centro del cauce del río hasta donde está el arca del Señor su Dios y cada uno cargue al hombro una piedra. Serán doce piedras, una por cada tribu de Israel, 6 y servirán como señal entre ustedes. En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: “¿Por qué están estas piedras aquí?”, 7 ustedes responderán: “El día en que el arca del pacto del Señor cruzó el Jordán, las aguas del río se dividieron frente a ella. Para nosotros los israelitas, estas piedras que están aquí son un recuerdo permanente de aquella gran hazaña”».
5 1 Por tanto, imiten a Dios como hijos muy amados 2 y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.
3 Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. 4 Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. 5 Porque pueden estar seguros de que nadie que sea inmoral o impuro o avaro —es decir, idólatra— tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.[a] 6 Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia. 7 Así que no se hagan cómplices de ellos.
8 Porque ustedes antes eran oscuridad y ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz 9 (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) 10 y comprueben lo que agrada al Señor. 11 No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, 12 porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. 13 Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible, 14 porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice:
«Despiértate, tú que duermes,
levántate de entre los muertos,
y te alumbrará Cristo».
15 Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, 16 aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. 17 Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. 18 No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. 19 Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, 20 dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Jesús sana a un ciego de nacimiento
9 A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. 2 Y sus discípulos preguntaron:
—Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?
3 —No está así debido a sus pecados ni a los de sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. 4 Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo.
6 Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, 7 diciéndole:
—Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa “Enviado”).
El ciego fue y se lavó, entonces al volver ya veía.
8 Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es este el que se sienta a mendigar?». 9 Unos aseguraban: «Sí, es él». Otros decían: «No es él, sino que se le parece». Pero él insistía: «Soy yo».
10 —¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron.
11 Y él respondió:
—Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé y entonces pude ver.
12 —¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron.
—No lo sé —respondió.
La ceguera espiritual
35 Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre y al encontrarlo le preguntó:
—¿Crees en el Hijo del hombre?[a]
36 Él respondió:
—¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él.
37 —Pues ya lo has visto —contestó Jesús—; es el que está hablando contigo.
38 —Creo, Señor —declaró el hombre.
Y postrado lo adoró.
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