Book of Common Prayer
Dios, el Juez
(1) Del maestro de coro. «No destruyas». Salmo y cántico de Asaf.
75 (2) Te damos gracias, oh Dios,
te damos gracias;
invocamos tu nombre y cantamos tus maravillas.
2 (3) El Señor dice:
«En el momento que yo escoja,
juzgaré con toda rectitud.
3 (4) Cuando tiembla la tierra, con todos sus habitantes,
soy yo quien mantiene firmes sus bases.»
4 (5) A los presumidos y a los malvados digo:
«No sean tan altivos y orgullosos;
5 (6) no hagan tanto alarde de su poder
ni sean tan insolentes al hablar.»
6 (7) Pues el juicio no viene
ni del este ni del oeste,
ni del desierto ni de las montañas,
7 (8) sino que el Juez es Dios:
a unos los humilla y a otros los levanta.
8 (9) El Señor tiene en la mano la copa de su ira,
con vino mezclado y fermentado.
Cuando él derrame el vino,
todos los malvados de la tierra
lo beberán hasta la última gota.
9 (10) Yo siempre anunciaré al Dios de Jacob
y le cantaré alabanzas;
10 (11) porque él destruirá el orgullo de los malvados,
pero aumentará el poder del hombre bueno.
Dios, el vencedor
(1) Del maestro de coro, con instrumentos de cuerda. Salmo y cántico de Asaf.
76 (2) Dios es conocido en Judá;
su nombre es famoso en Israel.
2 (3) Su templo está sobre el monte Sión,
en Jerusalén;
3 (4) allí rompió las armas de guerra:
escudos, espadas, arcos y flechas.
4 (5) ¡Tú eres glorioso, oh Dios!
¡Eres más grandioso que las montañas eternas!
5 (6) Los más valientes fueron despojados;
los más fuertes nada pudieron hacer;
¡durmieron su último sueño!
6 (7) Ni aun moverse pueden el carro y el caballo
cuando tú, Dios de Jacob, los amenazas.
7 (8) ¡Tú eres terrible!
¿Quién puede estar en pie delante de ti
cuando se enciende tu furor?
8 (9) Desde el cielo das a conocer tu juicio;
la tierra tiene miedo y se queda quieta,
9 (10) oh Dios,
cuando te levantas para hacer justicia
y salvar a todos los oprimidos de este mundo.
10 (11) El enojo del hombre se convierte en tu alabanza;
¡aun su más mínimo enojo se convierte en tu corona!
11 (12) Hagan ustedes promesas al Señor, su Dios,
pero cúmplanselas.
Ustedes, que rodean al que es digno de temor,
¡tráiganle ofrendas!
12 (13) Pues él quita la vida a los gobernantes
y causa temor a los reyes del mundo.
El Señor es mi pastor
(1a) Salmo de David.
23 (1b) El Señor es mi pastor;
nada me falta.
2 En verdes praderas me hace descansar,
a las aguas tranquilas me conduce,
3 me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos,
haciendo honor a su nombre.
4 Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu bastón me inspiran confianza.
5 Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume en mi cabeza,
y has llenado mi copa a rebosar.
6 Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
El Señor es mi luz y mi salvación
(1a) De David.
27 (1b) El Señor es mi luz y mi salvación,
¿de quién podré tener miedo?
El Señor defiende mi vida,
¿a quién habré de temer?
2 Los malvados, mis enemigos,
se juntan para atacarme y destruirme;
pero ellos son los que tropiezan y caen.
3 Aunque un ejército me rodee,
mi corazón no tendrá miedo;
aunque se preparen para atacarme,
yo permaneceré tranquilo.
4 Sólo una cosa he pedido al Señor,
sólo una cosa deseo:
estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida,
para adorarlo en su templo
y contemplar su hermosura.
5 Cuando lleguen los días malos,
el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca!
6 Entonces podré levantar la cabeza
por encima de mis enemigos;
entonces podré ofrecer sacrificios en el templo,
y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.
7 A ti clamo, Señor: escúchame.
Ten compasión de mí, ¡respóndeme!
8 El corazón me dice:
«Busca la presencia del Señor.»
Y yo, Señor, busco tu presencia.
9 ¡No te escondas de mí!
¡No me rechaces con ira!
¡Mi única ayuda eres tú!
No me dejes solo y sin amparo,
pues tú eres mi Dios y salvador.
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
tú, Señor, te harás cargo de mí.
11 Señor, muéstrame tu camino;
guíame por el buen camino
a causa de mis enemigos;
12 no me entregues a su voluntad,
pues se han levantado contra mí
testigos falsos y violentos.
13 Pero yo estoy convencido
de que llegaré a ver la bondad del Señor
a lo largo de esta vida.
14 ¡Ten confianza en el Señor!
¡Ten valor, no te desanimes!
¡Sí, ten confianza en el Señor!
28 Rebeca fue corriendo a la casa de su madre, a contar todo lo que le había pasado. 29 Tenía ella un hermano llamado Labán, el cual corrió al pozo a buscar al hombre, 30 pues había visto el anillo y los brazaletes que su hermana llevaba en los brazos, y le había oído contar lo que el hombre le había dicho. Labán se acercó al siervo de Abraham, que todavía estaba con los camellos junto al pozo, 31 y le dijo:
—Venga usted, bendito del Señor. ¡Cómo va usted a quedarse aquí afuera, si ya he preparado la casa y un lugar para los camellos!
32 Entonces el siervo fue a la casa. Allí Labán descargó los camellos y les dio de comer, y luego trajo agua para que el siervo y sus compañeros se lavaran los pies.
33 Cuando le sirvieron de comer, el siervo de Abraham dijo:
—Yo no podría comer antes de haber dicho lo que tengo que decir.
—Hable usted —dijo Labán.
34 El siervo dijo:
—Yo soy siervo de Abraham. 35 El Señor ha bendecido mucho a mi amo y lo ha hecho rico: le ha dado ovejas, vacas, oro y plata, siervos, siervas, camellos y asnos. 36 Además, Sara, su esposa, le dio un hijo cuando ya era muy anciana, y mi amo le ha dejado a su hijo todo lo que tiene. 37 Mi amo me hizo jurar, y me dijo: “No dejes que mi hijo se case con una mujer de esta tierra de Canaán, donde yo vivo. 38 Antes bien, ve a la familia de mi padre, y busca entre las mujeres de mi clan una esposa para él.”
49 Ahora pues, díganme si van a ser buenos y sinceros con mi amo, y si no, díganmelo también, para que yo sepa lo que debo hacer.»
50 Entonces Labán y Betuel le contestaron:
—Todo esto viene del Señor, y nosotros no podemos decirle a usted que sí o que no. 51 Mire usted, aquí está Rebeca; tómela y váyase. Que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el Señor lo ha dispuesto.
12 Así pues, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas, 13 y busquen el camino derecho, para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más.
Exhortación a la vigilancia
14 Procuren estar en paz con todos y llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie podrá ver al Señor. 15 Procuren que a nadie le falte la gracia de Dios, a fin de que ninguno sea como una planta de raíz amarga que hace daño y envenena a la gente. 16 Que ninguno de ustedes se entregue a la prostitución ni desprecie lo sagrado; pues esto hizo Esaú, que por una sola comida vendió sus derechos de hijo mayor. 17 Y ustedes saben que después, cuando quiso recibir la bendición de su padre, fue rechazado; y aunque lloró mucho, ya no hubo remedio para lo sucedido.
18 Ustedes no se acercaron, como los israelitas, a algo que se podía tocar y que ardía en llamas, donde había oscuridad, tinieblas y tempestad; 19 ni oyeron el sonido de la trompeta ni la voz de Dios. Los que oyeron esa voz rogaron que no les siguiera hablando, 20 porque no podían soportar el mandato que decía: «Al que ponga el pie en el monte, hay que matarlo a pedradas o con lanza, aunque sea un animal.» 21 Tan espantoso era lo que se veía, que el mismo Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo.»
22 Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, y a muchos miles de ángeles reunidos para alabar a Dios, 23 y a la comunidad de los primeros hijos de Dios inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los hombres buenos que Dios ha hecho perfectos, 24 a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la sangre con que hemos sido purificados, la cual nos habla mejor que la sangre de Abel.
25 Por eso tengan cuidado de no rechazar al que nos habla. Pues los que rechazaron a Dios cuando él les llamó la atención aquí en la tierra, no escaparon. Y mucho menos podremos escapar nosotros, si le damos la espalda al que nos llama la atención desde el cielo. 26 En aquel tiempo, la voz de Dios hizo temblar la tierra, pero ahora dice: «Una vez más haré temblar no sólo la tierra, sino también el cielo.» 27 Al decir «una vez más», se entiende que se quitarán las cosas creadas, lo que puede ser movido, para que permanezca lo que no puede moverse. 28 El reino que Dios nos da, no puede ser movido. Demos gracias por esto, y adoremos a Dios con la devoción y reverencia que le agradan. 29 Porque nuestro Dios es como un fuego que todo lo consume.
14 Hacia la mitad de la fiesta, Jesús entró en el templo y comenzó a enseñar. 15 Los judíos decían admirados:
—¿Cómo sabe éste tantas cosas, sin haber estudiado?
16 Jesús les contestó:
—Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió. 17 Si alguien está dispuesto a hacer la voluntad de Dios, podrá reconocer si mi enseñanza viene de Dios o si hablo por mi propia cuenta. 18 El que habla por su cuenta, busca su propia gloria; pero quien busca la gloria del que lo envió, ése dice la verdad y en él no hay nada reprochable.
19 »¿No es verdad que Moisés les dio a ustedes la ley? Sin embargo, ninguno de ustedes la obedece. ¿Por qué quieren matarme?
20 La gente le contestó:
—¡Estás endemoniado! ¿Quién quiere matarte?
21 Jesús les dijo:
—Todos ustedes se admiran por una sola cosa que hice en sábado. 22 Sin embargo, Moisés les mandó practicar el rito de la circuncisión (aunque no procede de Moisés, sino de los patriarcas), y ustedes circuncidan a un hombre aunque sea en sábado. 23 Ahora bien, si por no faltar a la ley de Moisés ustedes circuncidan al niño aunque sea en sábado, ¿por qué se enojan conmigo por haber sanado en sábado al hombre entero? 24 No juzguen ustedes por las apariencias. Cuando juzguen, háganlo con rectitud.
Jesús habla de su origen
25 Algunos de los que vivían en Jerusalén comenzaron entonces a preguntar:
—¿No es a éste al que andan buscando para matarlo? 26 Pues ahí está, hablando en público, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades creen de veras que este hombre es el Mesías? 27 Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene.
28 Al oír esto, Jesús, que estaba enseñando en el templo, dijo con voz fuerte:
—¡Así que ustedes me conocen y saben de dónde vengo! Pero no he venido por mi propia cuenta, sino que vengo enviado por uno que es digno de confianza y a quien ustedes no conocen. 29 Yo lo conozco porque procedo de él, y él me ha enviado.
30 Entonces quisieron arrestarlo, pero ninguno le echó mano porque todavía no había llegado su hora. 31 Muchos creyeron en él, y decían:
—Cuando venga el Mesías, ¿acaso hará más señales milagrosas que este hombre?
Los fariseos intentan arrestar a Jesús
32 Los fariseos oyeron lo que la gente decía de Jesús; y ellos y los jefes de los sacerdotes mandaron a unos guardianes del templo a que lo arrestaran. 33 Entonces Jesús dijo:
—Voy a estar con ustedes solamente un poco de tiempo, y después regresaré al que me ha enviado. 34 Ustedes me buscarán, pero no me encontrarán, porque no podrán ir a donde yo voy a estar.
35 Los judíos comenzaron entonces a preguntarse unos a otros:
—¿A dónde se va a ir este, que no podremos encontrarlo? ¿Acaso va a ir a los judíos que viven dispersos en el extranjero, y a enseñar a los paganos? 36 ¿Qué quiere decir eso de que “Me buscarán, pero no me encontrarán, porque no podrán ir a donde yo voy a estar”?
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.