Book of Common Prayer
Alabanza de toda la creación
148 1-4 ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Que lo alabe el alto cielo!
¡Que lo alaben sus ángeles!
¡Que lo alaben sol y luna!
¡Que lo alaben las estrellas!
¡Que lo alaben las lluvias!
¡Que lo alabe el universo!
5 Alabemos a nuestro Dios,
porque con una orden suya
fue creado todo lo que existe.
6 Dios lo dejó todo
firme para siempre;
estableció un orden
que no puede ser cambiado.
7 ¡Que lo alabe la tierra!
¡Que lo alaben los monstruos marinos!
¡Que lo alabe el mar profundo!
8 ¡Que lo alaben el rayo y el granizo!
¡Que lo alaben la nieve y la neblina!
¡Que lo alabe el viento tempestuoso
que obedece sus órdenes!
9 ¡Que lo alaben cerros y colinas,
cedros y árboles frutales!
10 ¡Que lo alaben aves y reptiles,
animales domésticos y salvajes!
11 ¡Que lo alaben los reyes de este mundo!
¡Que lo alaben los jefes y gobernantes
de todas las naciones!
12 ¡Que lo alaben niños y ancianos,
muchachos y muchachas!
13 ¡Alabemos a Dios,
porque sólo él es nuestro Dios!
¡Sólo él merece alabanzas!
¡Su grandeza está por encima
de la tierra y de los cielos!
14 ¡Dios da fuerza a su pueblo!
¡Por eso nosotros lo alabamos
pues somos su pueblo favorito!
¡Alabemos a nuestro Dios!
Alabemos a Dios, nuestro rey
149 ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Alabémoslo todos juntos,
pues somos su pueblo fiel!
¡Cantémosle un cántico nuevo!
2 Nosotros, los israelitas
que vivimos en Jerusalén,
cantemos alegres a Dios,
nuestro creador y rey;
3-4 pues él se agrada de su pueblo
y da la victoria a los humildes.
¡Alabémoslo con danzas!
¡Cantémosle himnos
con música de arpas y panderos!
5 Pueblo fiel de Dios,
¡alégrate por la victoria obtenida!
Aunque estés dormido,
¡grita de alegría!
6 Lanza a voz en cuello
alabanzas a tu Dios,
y toma entre tus manos
una espada de dos filos,
7 para que tomes venganza
de pueblos y naciones;
8 para que pongas cadenas de hierro
sobre reyes y gobernantes;
9 para que se cumpla la sentencia
que Dios dictó contra ellos.
Pueblo fiel de Dios,
¡esto será para ti
un motivo de orgullo!
¡Alabemos a nuestro Dios!
Invitación a la alabanza
150 ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Alabemos a Dios en su santuario!
¡Alabemos su poder en el cielo!
2 ¡Alabemos sus grandes acciones!
¡Alabemos su incomparable grandeza!
3 ¡Alabémoslo con sonido de trompeta!
¡Alabémoslo con arpas y liras!
4 ¡Alabémoslo con panderos y danzas!
¡Alabémoslo con cuerdas y flautas!
5 ¡Alabémoslo con sonoros platillos!
¡Alabémoslo con platillos vibrantes!
6 ¡Que alaben a Dios
todos los seres vivos!
¡Alabemos a nuestro Dios!
Marcha triunfal de los israelitas
SALMO 114 (113a)
114 Desde que los israelitas
salieron de Egipto,
de ese país extranjero,
2 Judá llegó a ser
el lugar donde Dios puso su templo.
La tierra de Israel
llegó a ser su dominio.
3 Al ver a los israelitas,
el mar les abrió paso
y el río Jordán dejó de correr;
4 las montañas y las colinas
saltaron como corderos.
5 ¿Qué te pasó, mar?
¿Por qué les abriste paso?
¿Qué te pasó, río Jordán?
¿Por qué dejaste de correr?
6 Y ustedes, montañas y colinas,
¿por qué saltaron como corderos?
7-8 Tierra,
¡ponte a temblar
en presencia de nuestro Dios!
Él convirtió la roca en manantial.
¡Él es el Dios de Israel!
Dios merece nuestra alabanza
SALMO 115 (113b)
115 Tú mereces alabanzas, Dios nuestro,
y no nosotros;
tú mereces alabanzas
por tu amor y tu fidelidad.
2 Las otras naciones
preguntan en son de burla:
«¿Qué pasó con su Dios?»
3 ¡Pero tú estás en el cielo,
y haces todo lo que quieres!
4 Los ídolos de esas naciones
son objetos de oro y plata;
¡son hechura humana!
5 ¿Y qué es lo que tienen?
Una boca que no habla,
y ojos que no ven;
6 orejas que no oyen,
y narices que no huelen;
7 manos que no tocan,
y pies que no andan;
garganta tienen,
¡pero no emiten ningún sonido!
8 Iguales a esos ídolos
son quienes los hacen
y quienes confían en ellos.
9 Israelitas,
pongan su confianza en Dios;
¡él nos ayuda y nos protege!
10 Sacerdotes,
pongan su confianza en Dios;
¡él nos ayuda y nos protege!
11 Y ustedes, que adoran a Dios,
pongan en él su confianza;
¡él nos ayuda y nos protege!
12 Dios se acuerda de nosotros
y nos llena de bendiciones:
Bendice a los israelitas,
bendice a los sacerdotes,
13 y bendice a quienes lo adoran,
sean o no gente importante.
14 ¡Que Dios añada bendiciones
sobre ustedes y sobre sus hijos!
15 ¡Que los bendiga Dios,
creador del cielo y de la tierra!
16 Los cielos son de Dios,
y a nosotros nos confió la tierra.
17 Los muertos ya han bajado
al mundo del silencio
y no pueden alabar a Dios;
18 ¡nos toca a nosotros alabarlo
desde ahora y para siempre!
¡Alabemos a nuestro Dios!
Dios castigará a Israel
6 Amós continuó diciendo:
¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que viven cómodos en Jerusalén!
¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los poderosos de este gran país!
Si creen que Jerusalén y Samaria
son ciudades seguras y confiables,
2 vayan a la ciudad de Calné,
a la gran ciudad de Hamat
y a Gat, ciudad filistea,
¡y vean lo que pasó con ellas!
¿Se creen ustedes mejores que ellos,
o creen que su país es más grande?
3 ¡Aunque pongan un rey muy violento
no podrán alejar la desgracia!
4 Ustedes se pasan el día
recostados en lujosas camas de marfil
y comiéndose lo mejor del ganado.
5 Ustedes se la pasan tocando el arpa,
se ponen a componer canciones,
y hasta inventan nuevos instrumentos.
¡Así también hacía el rey David!
6 Beben vino hasta emborracharse,
y usan los más finos perfumes,
¡pero nada les importa
que el país esté en la ruina!
7 Por eso voy a poner fin
a sus falsas fiestas religiosas,
y cuando el pueblo
sea llevado a otro país,
a ustedes se los llevarán primero.
8 Nuestro Dios, el todopoderoso, claramente ha dicho:
«¡Ya no quiero a los israelitas!
¡Se sienten muy orgullosos
de sus hermosos palacios!
Por eso voy a entregarlos,
a ellos y a su ciudad,
en manos de sus enemigos.
9 »Cuando eso pase, no importa si sólo diez hombres quedan con vida en una casa, todos ellos morirán. 10 Tal vez llegue algún pariente para recoger y quemar los cadáveres; si algún otro pariente le pregunta si todavía queda alguien, el primero le responderá que no, y le advertirá que se calle, porque podrían pronunciar mi santo nombre, y entonces les iría peor.
11 »Tomen esto en cuenta:
Yo, el Dios de Israel,
voy a destruir por completo
todas las casas, ¡grandes y pequeñas!
12 »Hay dos cosas imposibles de hacer:
correr a caballo entre las piedras
y arar en el mar.
Pero ustedes hicieron
lo que parecía imposible:
convirtieron la justicia en muerte
y en tristeza la alegría de un pueblo.
13 Ustedes se sienten muy felices
de haber conquistado
una ciudad insignificante
y creen que pueden vencer
a pueblos más poderosos.
14 »Pues oigan esto, israelitas:
Voy a mandar contra ustedes
una nación que los conquiste,
y los vencerá por completo;
desde Hamat, en el norte,
hasta el desierto, en el sur.
Yo, el Dios todopoderoso,
les juro que así será».
5 Esto demuestra que en verdad Dios es justo, y que los está haciendo merecedores de su reino, por el que ahora sufren.
6 Dios es justo, y castigará a quienes ahora los hacen sufrir. 7 Cuando el Señor Jesús venga desde el cielo, entre llamas de fuego y en compañía de sus poderosos ángeles, Dios les dará alivio a todos ustedes, como lo ha hecho con nosotros; 8 castigará a los que no obedecen su mensaje ni quieren reconocerlo, 9 y los destruirá para siempre. Los echará lejos de su presencia, donde no podrán compartir su gloria y su poder. 10 Esto sucederá cuando el Señor Jesucristo vuelva, para que todo su pueblo elegido lo alabe y admire. Y ustedes son parte de ese pueblo, pues han creído en el mensaje que les dimos.
11 Por eso oramos siempre por ustedes. Le pedimos a nuestro Dios que los haga merecedores de haber sido elegidos para formar parte de su pueblo. También le pedimos que, con su poder, cumpla todo lo bueno que ustedes desean, y complete lo que ustedes han empezado a hacer gracias a su confianza en él. 12 De este modo ustedes honrarán a nuestro Señor Jesús, y él los honrará a ustedes, de acuerdo con el gran amor de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.
El nacimiento de Juan el Bautista
57 Cuando nació el hijo de Isabel, 58 todos sus vecinos y familiares se alegraron mucho, pues vieron que Dios había sido muy bondadoso.
59 A los ocho días, vinieron a circuncidar al niño. Los que estaban allí querían ponerle Zacarías, que era el nombre de su padre. 60 Pero Isabel dijo:
—¡No! Va a llamarse Juan.
61 Ellos le dijeron:
—Ningún familiar tuyo se llama así.
62 Y por señas le preguntaron a Zacarías cómo quería llamar al niño. 63 Zacarías pidió una tabla y escribió: «Juan». Todos quedaron sorprendidos. 64 En ese mismo momento, Zacarías empezó a hablar de nuevo, y alabó a Dios.
65 Todos los vecinos se quedaron impresionados, y en toda la región montañosa de Judea no se hablaba de otra cosa. 66 Los que oían hablar del asunto se preguntaban: «¿Qué será de este niño cuando crezca?» Porque todos sabían que Dios estaba con él.
Zacarías alaba a Dios
67 Zacarías, lleno del Espíritu Santo, dio este mensaje:
68 «¡Alabemos al Dios de Israel,
porque ha venido a salvarnos!
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