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Book of Common Prayer

Daily Old and New Testament readings based on the Book of Common Prayer.
Duration: 861 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 87

Himno a Jerusalén

SALMO 87 (86)

Himno de la Escuela de música de Coré.

87 Dios mismo fundó
la ciudad de Jerusalén
sobre su montaña.
No hay en todo Israel
otra ciudad más amada por Dios
que la ciudad de Jerusalén.

Ciudad de Dios,
de ti se dicen cosas muy bellas.
4-5 Dios ha dicho:
«Entre los pueblos que me adoran
se encuentran Egipto y Babilonia,
Tiro, Etiopía y Filistea.
La gente de esas naciones dirá:
“¡Conocí a Dios en Jerusalén!”
Y lo mismo dirán los del monte Sión.

»Yo, el Dios altísimo,
fundé Jerusalén
con mis propias manos.
En mi lista de naciones,
yo mismo escribí:
“Toda esta gente
me conoció en Jerusalén”».

Y entre cantos y danzas,
esas naciones dirán:
«Conocimos a Dios en Jerusalén».

Salmos 90

Libro 4 (Salmos 90—106)

¡Bendice nuestro trabajo!

SALMO 90 (89)

Oración de Moisés.

90 Dios nuestro,
¡tú siempre has sido nuestra casa!
Desde siempre y hasta siempre,
desde antes de que crearas
las montañas, la tierra y el mundo,
tú has sido nuestro Dios.
Tú marcas el fin de nuestra existencia
cuando nos ordenas volver al polvo.
Para ti, mil años pasan pronto;
pasan como el día de ayer,
pasan como unas horas de la noche.
Nuestra vida es como un sueño
del que nos despiertas al amanecer.
Somos como la hierba:
comienza el día,
y estamos frescos y radiantes;
termina el día,
y estamos secos y marchitos.
Si te enojas, nos asustas;
si te enfureces, nos destruyes.
Tú conoces nuestros pecados,
aun los más secretos.
Si te enojas, termina nuestra vida;
los años se nos escapan
como se escapa un suspiro.
10 Si las fuerzas nos ayudan,
podemos vivir setenta años,
y aun llegar a los ochenta;
pero no tiene sentido
que vivamos tanto tiempo:
esa vida de angustias y problemas
pasa pronto, lo mismo que nosotros.

11 La fuerza de tu furia
nadie ha llegado a conocerla.
¡Es tan grande tu enojo
como el temor que nos inspiras!
12 Enséñanos a pensar cómo vivir
para que nuestra mente
se llene de sabiduría.

13 Dios nuestro,
¿hasta cuándo vas a abandonarnos?
¡Vuelve a ser nuestro Dios!
¡Compadécete de nosotros
pues somos tu pueblo!
14 ¡Permítenos comenzar el día
llenos de tu amor,
para que toda la vida
cantemos llenos de alegría!
15 Ya hemos tenido días de tristeza
y muchos años de aflicción;
¡devuélvenos esa alegría perdida!
16 ¡Permite que nosotros y nuestros hijos
podamos ver tu grandeza y tu poder!

17 Dios nuestro,
¡muéstranos tu bondad,
y bendice nuestro trabajo!
¡Sí, bendice nuestro trabajo!

Salmos 136

Dios nunca deja de amarnos

SALMO 136 (135)

136 ¡Alabemos a Dios, porque él es bueno!
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Dios de dioses.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Señor de señores.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Sólo Dios hace grandes maravillas.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Dios hizo los cielos con sabiduría.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Extendió la tierra sobre el agua.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo los astros luminosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo el sol, para alumbrar el día.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo la luna y las estrellas,
para alumbrar la noche.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
10 En Egipto hirió de muerte
al hijo mayor de cada familia.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
11 Sacó de Egipto a Israel.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
12 Allí mostró su gran poder.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
13 Partió en dos el Mar de los Juncos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
14 Hizo que Israel cruzara el mar.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
15 Hundió en el mar
al faraón y a su ejército.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
16 Guió a Israel por el desierto.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
17 Derrotó a reyes poderosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
18 Quitó la vida a reyes famosos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
19 Hirió a Sihón, el rey amorreo.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
20 Hirió a Og, el rey de Basán.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
21 Entregó a su pueblo,
las tierras de esos reyes.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
22 Ésa fue la herencia de Israel.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
23 Dios no se olvidó de nosotros
cuando nos vio derrotados.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
24 Nos libró de nuestros enemigos.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
25 Alimenta a toda su creación.
        ¡Dios nunca deja de amarnos!
26 ¡Alabemos al Dios del cielo!
        ¡Dios nunca deja de amarnos!

2 Samuel 12:15-31

15 Después de decir esto, Natán se fue a su casa.

En efecto, Dios hizo que el niño se enfermara gravemente. 16 David no comía nada, y se pasaba toda la noche tirado en el suelo, rogándole a Dios que curara al niño. 17 Sus consejeros le pedían que se levantara del suelo y comiera, pero David se negaba a hacerlo.

18 Al séptimo día, el niño murió. Los consejeros no se atrevían a decirle nada a David, porque pensaban: «Si cuando el niño aún vivía, le pedíamos que comiera y no nos hacía caso, ahora que el niño ya murió, es capaz de hacer una tontería».

19 Pero David se dio cuenta de que sus consejeros le ocultaban algo, y comprendió que su hijo ya había muerto. Entonces dijo:

—Ya murió el niño, ¿verdad?

Y los consejeros le contestaron:

—Sí, ya murió.

20 De inmediato David se levantó del suelo y se bañó, se perfumó y se cambió de ropa. Luego fue a adorar a Dios a la carpa donde estaba el cofre del pacto, y cuando regresó a su casa pidió que le sirvieran de comer, y comió.

21 Sus consejeros le preguntaron:

—¿Por qué hace esto Su Majestad? Cuando el niño aún vivía, usted no comía y lloraba mucho por él, y ahora que ha muerto, ¡usted se levanta y se pone a comer!

22 David les contestó:

—Mientras el niño aún vivía, yo no comía y lloraba porque creía que Dios me tendría compasión y sanaría a mi hijo. 23 Pero ahora que ya ha muerto, ¿qué gano con no comer? No puedo devolverle la vida, ni hacer que vuelva a estar conmigo. Más bien, algún día yo moriré e iré a reunirme con él.

Nacimiento de Salomón

24 David fue a consolar a Betsabé, y tuvo relaciones sexuales con ella. Con el tiempo, ella tuvo un hijo, y David le puso por nombre Salomón. Fue tanto el amor de Dios por el niño, 25 que envió al profeta Natán para que les dijera: «En mi honor, este niño se llamará Jedidías, que significa “Amado de Dios”».

David vence a los amonitas (1 Cr 20.1-3)

26 Mientras tanto, Joab había seguido atacando la ciudad de Rabá, pues allí vivía el rey de los amonitas. Cuando ya estaba por conquistarla, 27 mandó a decirle a David:

«Después de muchos días de atacar a Rabá, no he permitido que sus habitantes tengan paso a sus depósitos de agua. Ya estamos por entrar en la ciudad, 28 así que reúna Su Majestad a todo su ejército y venga a tomar la ciudad; de lo contrario, yo tendría que tomarla y le pondría mi nombre».

29 Entonces David reunió a todo su ejército, y atacó y conquistó la ciudad de Rabá. 30 David le quitó al rey la corona, la cual era de oro, pesaba treinta y tres kilos, y tenía una piedra preciosa. David le quitó a la corona esa piedra preciosa y la puso en su propia corona, y se llevó además gran parte de las riquezas de la ciudad. 31 A la gente que vivía en la ciudad la sacó de allí y la condenó a trabajos forzados. La obligó a usar sierras, picos y hachas de hierro. También la obligó a hacer ladrillos, como lo había hecho con todas las ciudades amonitas que había conquistado. Después de eso, David y su ejército regresaron a Jerusalén.

Hechos 20:1-16

Pablo en Macedonia y Grecia

20 Cuando todo aquel alboroto terminó, Pablo mandó llamar a los que habían creído y les pidió que no dejaran de confiar en Jesús. Luego se despidió de ellos, y fue a la provincia de Macedonia. Pablo iba de lugar en lugar, animando a los miembros de las iglesias de esa región. De allí se fue a Grecia, país donde se quedó tres meses.

Estaba Pablo a punto de salir en barco hacia la provincia de Siria, cuando supo que algunos judíos planeaban atacarlo. Entonces decidió volver por Macedonia. Varios hombres lo acompañaron: Sópatro, que era hijo de Pirro y vivía en la ciudad de Berea; Aristarco y Segundo, que eran de la ciudad de Tesalónica; Gayo, del pueblo de Derbe; y Timoteo, Tíquico y Trófimo, que eran de la provincia de Asia. Todos ellos viajaron antes que nosotros y nos esperaron en la ciudad de Tróade.

Cuando terminó la fiesta de los panes sin levadura, Pablo y los que estábamos con él salimos en barco, desde el puerto de Filipos hacia la ciudad de Tróade. Después de cinco días de viaje, llegamos y encontramos a aquellos hombres, y nos quedamos allí siete días.

Pablo viaja a Tróade

7-8 El domingo nos reunimos en uno de los pisos altos de una casa, para celebrar la Cena del Señor. Había muchas lámparas encendidas. Como Pablo saldría de viaje al día siguiente, estuvo hablando de Jesús hasta la media noche. Mientras Pablo hablaba, un joven llamado Eutico, que estaba sentado en el marco de la ventana, se quedó profundamente dormido y se cayó desde el tercer piso. Cuando fueron a levantarlo, ya estaba muerto. 10 Pero Pablo bajó, se inclinó sobre él, y tomándolo en sus brazos dijo: «¡No se preocupen! Está vivo.»

11 Luego, Pablo volvió al piso alto y celebró la Cena del Señor, y siguió hablándoles hasta que salió el sol. Después continuó su viaje.

12 En cuanto a Eutico, los miembros de la iglesia lo llevaron sano y salvo a su casa, y eso los animó mucho.

Pablo en Mileto

13 Pablo había decidido ir por tierra hasta Aso, pero nosotros tomamos un barco para recogerlo allá. 14 Cuando llegamos, él se nos unió en el barco y nos fuimos al puerto de Mitilene. 15-16 Al día siguiente, el barco pasó frente a la isla Quío, y un día más tarde llegamos al puerto de Samos, porque Pablo no quería pasar a Éfeso ni perder mucho tiempo en la provincia de Asia. Lo que deseaba era llegar lo más pronto posible a la ciudad de Jerusalén, para estar allá en el día de Pentecostés. Seguimos navegando, y un día después llegamos al puerto de Mileto.

Marcos 9:30-41

Jesús habla otra vez de su muerte

30 Jesús y sus discípulos se fueron de ese lugar, y viajaron por la región de Galilea. En su camino, Jesús no quiso que la gente supiera que él pasaba por allí, 31 pues quería dedicarse a enseñar a sus discípulos. Les decía: «Yo, el Hijo del hombre, seré entregado en manos de los que me han de matar, pero tres días después resucitaré.»

32 Los discípulos no entendían lo que Jesús les quería decir, pero tenían miedo de preguntarle.

¿Quién es el más importante?

33 Jesús y sus discípulos llegaron al pueblo de Cafarnaúm. Cuando ya estaban en la casa, él les preguntó: «¿De qué estaban hablando cuando venían por el camino?»

34 Los discípulos no contestaron nada, porque habían estado discutiendo cuál de ellos era el más importante.

35 Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce discípulos y les dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser el más importante, deberá ocupar el último lugar y ser el servidor de todos los demás.»

36 Luego llamó a un niño y lo puso frente a ellos. Lo tomó en sus brazos y les dijo: 37 «Si ustedes aceptan a un niño como éste, me aceptan a mí. Y si me aceptan a mí, aceptan a Dios, que fue quien me envió.»

Los que están a favor de Jesús

38 Juan, uno de los doce discípulos, le dijo a Jesús:

—Maestro, vimos a alguien que usaba tu nombre para sacar demonios de las personas, pero nosotros le dijimos que no lo hiciera, porque él no es de nuestro grupo.

39 Pero Jesús dijo:

—No se lo prohíban, porque nadie podría maldecirme después de haber hecho un milagro usando mi nombre. 40 Quien no está contra nosotros, realmente está a nuestro favor.

41 »Les aseguro que Dios no se olvidará de premiar a quien les dé un vaso de agua sólo porque ustedes son míos.