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Book of Common Prayer

Daily Old and New Testament readings based on the Book of Common Prayer.
Duration: 861 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 95

Cantemos a Dios con alegría

SALMO 95 (94)

95 ¡Vamos, cantemos con alegría!
¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Él nos salva y nos protege!
¡Vayamos a darle gracias!
¡Cantémosle himnos de alabanza!
Nuestro Dios es poderoso,
¡es el rey de todos los dioses!
Nuestro Dios tiene en sus manos
lo más profundo de la tierra;
suyas son las montañas más altas.
Suyos son el mar y la tierra,
pues él mismo los creó.

¡Vamos, adoremos de rodillas
a nuestro Dios y creador!
Pertenecemos a Dios;
nosotros somos su pueblo.
Él es nuestro pastor,
y nosotros somos su rebaño;
¡estamos bajo su cuidado!
Si hoy escuchamos su voz,
no seamos tercos,
como cuando nos rebelamos
en el desierto, cerca de Masá.

Dios dice:
«En aquella ocasión,
sus antepasados me pusieron a prueba,
a pesar de que vieron lo que hice.
10 Durante cuarenta años
estuve muy enojado contra ellos,
y al fin les hice ver
que vivían en el error,
pues no obedecían mis mandamientos.
11 Por eso, ya enojado decidí:
“No voy a permitirles
entrar en la tierra prometida,
donde los habría hecho descansar”».

Salmos 102

¡Dios mío, tus años no tienen fin!

SALMO 102 (101)

Oración de un afligido que se desahoga en la presencia de Dios.

102 1-2 Dios mío,
escucha mi oración;
atiende a mis ruegos.
No tardes en responderme
cuando te llame;
no me des la espalda
cuando me encuentre angustiado.

La vida es como el humo
y se me escapa.
Los huesos me arden de dolor;
parecen carbones encendidos.
Me siento muy afligido;
hasta parezco hierba marchita.
¡Ni ganas de comer tengo,
y hasta los huesos se me ven!
¡Es muy grande mi angustia!

6-7 Estoy tan triste y solitario
como un buitre en el desierto,
como un búho entre las ruinas,
como un gorrión sobre el tejado.
¡Hasta he perdido el sueño!

No pasa un solo día
sin que mis enemigos me ofendan;
¡hasta me echan maldiciones!
Mi comida y mi bebida
son mi propio llanto.
10 ¡Te enojaste,
te llenaste de furia!
¡Me levantaste,
para derribarme después!
11 Mi vida va pasando
como las sombras en la noche;
¡me estoy marchitando como la hierba!

12 Pero tú, mi Dios,
eres el rey eterno
y vives para siempre.
13-14 Un día te levantarás
y tendrás compasión de tu pueblo.
¡Ese día ha llegado!
¡Ya es tiempo de que lo perdones!
Nosotros estamos a tu servicio
y amamos a la ciudad de Jerusalén;
¡verla en ruinas y entre escombros
nos causa mucho dolor!

15 Dios mío,
todas las naciones te adorarán;
todos los reyes de la tierra
reconocerán tu grandeza.
16 Tú reconstruirás a Jerusalén
y así demostrarás tu poder.
17 Prestarás toda tu atención
a los ruegos de los desamparados,
y no dejarás de atenderlos.
18 Que esto quede por escrito
para los que aún no han nacido;
para que alabe a Dios
el pueblo que está por nacer.

19 Mientras Dios miraba
desde su palacio celestial,
se fijó en la tierra;
20 al escuchar los lamentos
de los presos condenados a muerte,
los puso en libertad.
21 Por eso en Jerusalén
se alaba su nombre;
por eso en Jerusalén
se le cantan alabanzas.
22 Todos los pueblos y reinos
se juntan para adorarlo.

23 En el transcurso de mi vida,
Dios usó su poder para humillarme
y para acortar mi existencia.
24 Entonces le rogué:
«Para ti, Dios mío,
los años no tienen fin;
¡no me lleves en plena juventud!
25 En el principio
tú afirmaste la tierra;
tú mismo hiciste los cielos,
26 pero se irán gastando,
como la ropa,
y un día, los destruirás.

Pero tú te mantendrás firme;
27 siempre serás el mismo,
y tus años no tendrán fin.
28 Nuestros hijos y nuestros nietos
estarán a tu servicio,
como lo estamos nosotros,
y vivirán contigo para siempre».

Salmos 107:1-32

Libro 5 (Salmos 107—150)

Dios es bueno con su pueblo

SALMO 107 (106)

107 ¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Démosle gracias, porque él es bueno!
¡Dios nunca deja de amarnos!
¡Digámoslo nosotros,
pues él nos liberó
del poder de los egipcios!
Digámoslo nosotros,
que somos su pueblo,
pueblo que él reunió
de países del norte y del sur,
del este y del oeste.

Nuestros abuelos andaban sin rumbo
y por lugares desiertos;
no encontraban el camino
que los llevara a un lugar habitado.
Tenían hambre y sed,
y habían perdido la esperanza
de quedar con vida.
Llenos de angustia, oraron a Dios,
y él los libró de su aflicción.
Los puso en el camino correcto
que los llevaría a un lugar habitado.

¡Demos gracias a Dios por su amor,
por todo lo que ha hecho
en favor nuestro!
¡Dios calma la sed del sediento,
y el hambre del hambriento!

10 Nuestros abuelos estaban afligidos,
vivían en la esclavitud
y no sabían qué hacer
ni a dónde ir,
11 pues no tomaron en cuenta
los consejos del Dios altísimo
y se rebelaron contra él.
12 Por eso Dios los castigó
con los trabajos más pesados;
tropezaban, y nadie los levantaba.
13 Llenos de angustia, oraron a Dios,
y él los salvó de su aflicción,
14 les mostró el camino a seguir
y los libró de su esclavitud.

15 ¡Demos gracias a Dios
por su amor,
por todo lo que ha hecho
en favor nuestro!
16 ¡Hizo pedazos las puertas de bronce
y las barras de hierro
que nos tenían prisioneros!

17 Nuestros abuelos fueron tan rebeldes
que se portaron como unos tontos;
sufrieron mucho por su maldad.
18 ¡Tan enfermos se pusieron
que al ver la comida vomitaban!
19 Llenos de angustia, oraron a Dios,
y él los salvó de su aflicción;
20 con sólo una orden los sanó.
¡Así los salvó de la muerte!

21 ¡Demos gracias a Dios
por su amor,
por todo lo que ha hecho
en favor nuestro!
22 ¡Démosle muestras de gratitud,
y presentémosle ofrendas!
¡Anunciemos entre gritos de alegría
las maravillas que ha hecho!

23 Nuestros abuelos compraron barcos
y se ganaron la vida
comerciando en otros países.
24 En alta mar presenciaron
la acción maravillosa de nuestro Dios:
25 Dios dio una orden,
y vino un fuerte viento
que levantaba grandes olas.
26 Cuando se vieron en peligro,
los marineros perdieron el valor;
eran lanzados de arriba abajo,
27 y de nada les servía
ser marineros expertos,
pues se tropezaban y caían
como si estuvieran borrachos.
28 Llenos de angustia, oraron a Dios,
y él los sacó de su aflicción;
29 calmó la furia de la tormenta,
y aplacó las olas del mar.
30 Cuando se calmó la tormenta,
ellos se pusieron muy contentos
y Dios los llevó a su destino.

31 ¡Demos gracias a Dios
por su amor,
por todo lo que ha hecho
en favor nuestro!
32 ¡Que lo alaben todo el pueblo
y sus gobernantes!

Jeremías 23:1-8

El rey justo y sabio

23 1-2 El Dios de Israel dijo:

«¡Qué mal les va a ir a esos gobernantes que descuidan a mi pueblo y lo destruyen! Jamás se preocupan por él. Al contrario, se comportan como esos pastores que abandonan a sus ovejas. Les advierto que voy a castigarlos, porque abandonaron a mi pueblo en manos de otras naciones. Sin embargo, aunque permití que así fuera, yo mismo haré que mi pueblo vuelva a su país, y que se convierta en una gran nación. Le daré otros gobernantes que lo protejan, y así no volverá a tener miedo. Juro que así lo haré.

»En el futuro
haré que un rey justo y sabio
gobierne a mi pueblo.
Será de la familia de David,
gobernará con verdadera justicia,
y le pondrán por nombre
“Dios es nuestro salvador”.
Durante su reinado
mi pueblo vivirá en paz y libertad.

»Yo les aseguro que viene el día en que ya no se dirá: “¡Lo juro por Dios, que sacó a Israel de Egipto!” Más bien, se dirá: “¡Lo juro por Dios, que sacó a nuestro pueblo de Babilonia! ¡Lo sacó de todos los países adonde lo había expulsado!” Entonces los israelitas habitarán en su propio país».

Romanos 8:28-39

28 Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan. 29 Desde el principio, Dios ya sabía a quiénes iba a elegir, y ya había decidido que fueran semejantes a su Hijo, para que éste sea el Hijo mayor. 30 A los que él ya había elegido, los llamó; y a los que llamó también los aceptó; y a los que aceptó les dio un lugar de honor.

¡Cuánto nos ama Dios!

31 Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros. 32 Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas. 33 ¿Quién puede acusar de algo malo a los que Dios ha elegido? ¡Si Dios mismo los ha declarado inocentes! 34 ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. 35 ¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte. 36 Como dice la Biblia:

«Por causa tuya nos matan;
¡por ti nos tratan siempre
como a ovejas para el matadero!»

37 En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. 38 Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los espíritus, ni lo presente ni lo futuro, 39 ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!

Juan 6:52-59

52 Los judíos empezaron a discutir entre ellos, y se preguntaban: «¿Cómo puede éste darnos a comer su propio cuerpo?»

53 Jesús les dijo:

«Yo soy el Hijo del hombre, y les aseguro que, si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. 54 El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, yo lo resucitaré. 55 Mi cuerpo es la comida verdadera, y mi sangre es la bebida verdadera. 56 El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí y yo vivo unido a él.

57 »Mi Padre, el Dios de la vida, fue el que me envió y me dio vida, pues tiene poder para darla. Por eso, todo el que coma mi cuerpo tendrá vida eterna. 58 Yo soy el pan que bajó del cielo, y el que cree en mí tendrá vida eterna. Yo no soy como el pan que comieron sus antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido.»

59 Jesús dijo todas estas cosas en la sinagoga de Cafarnaúm.