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Pacto del Señor con Abram
Tiempo después, el Señor le habló a Abram en una visión y le dijo: —No temas, Abram, porque yo te protegeré, y tu recompensa será grande.
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Ella le puso por nombre Isacar, porque dijo: «Dios me ha recompensado por haber dado a mi sierva como esposa a mi marido».
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Le puso por nombre Zabulón, porque dijo: «Dios me ha dado una buena recompensa. Ahora mi marido me tratará con respeto, porque le he dado seis hijos».
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En cuanto a la tribu de Leví, tus parientes, los recompensaré por su servicio en el tabernáculo. En lugar de una asignación de tierra, les daré los diezmos de toda la tierra de Israel.
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Levitas, ustedes y sus familias podrán comer este alimento donde quieran, porque constituye su recompensa por servir en el tabernáculo.
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—¿No era urgente la invitación que te envié? ¿Por qué no viniste enseguida?—le preguntó Balac a Balaam—. ¿No me creíste cuando te dije que te honraré con una generosa recompensa?
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¡Fuera de aquí ahora mismo! ¡Vuelve a tu casa! Te prometí una generosa recompensa, pero el Señor te ha impedido que la recibieras.
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—¿Ya vieron al gigante?—preguntaban los hombres—. Sale cada día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar impuestos!
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Estos hombres le dieron a David la misma respuesta. Le dijeron: —Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo.
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Le ruego que me perdone si lo he ofendido en alguna manera. El Señor seguramente lo recompensará con una dinastía duradera, porque pelea las batallas del Señor y no ha hecho mal en toda su vida.
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El Señor da su propia recompensa por hacer el bien y por ser leal, y yo rehusé matarlo, aun cuando el Señor lo puso en mi poder, porque usted es el ungido del Señor.
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¡Que el Señor, a cambio, sea leal a ustedes y los recompense con su amor inagotable! Yo también los recompensaré por lo que han hecho.
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Abner se puso furioso. «¿Soy acaso un perro de Judá para que me trates a patadas?—le gritó—. Después de todo lo que hice por tu padre Saúl, por su familia y por sus amigos al no entregarlos a David, ¿es mi recompensa que me culpes por lo de esta mujer?
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Una vez alguien me dijo: “Saúl ha muerto”, pensando que me traía buenas noticias. Pero yo lo agarré y lo maté en Siclag. ¡Esa fue la recompensa que le di por sus noticias!
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¿Cuánto más debo recompensar a los hombres malignos que mataron a un hombre inocente en su propia casa y mientras estaba en la cama? ¿No debería hacerlos responsables de su sangre y así liberar al mundo de su presencia?
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—¿Qué?—preguntó Joab—. ¿Lo viste ahí y no lo mataste? ¡Te hubiera recompensado con diez piezas de plata y un cinturón de héroe!
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Pero Ahimaas continuó rogándole a Joab: —Pase lo que pase, por favor, deje también que yo vaya. —¿Para qué quieres ir, hijo mío?—le respondió Joab—. No habrá recompensa por las noticias.
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pero en cuanto a ustedes, sean fuertes y valientes porque su trabajo será recompensado».
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—¿Qué recompensa o reconocimiento le dimos a Mardoqueo por este acto?—preguntó el rey. Sus asistentes contestaron: —Nunca se ha hecho nada.
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Que no se engañen más confiando en riquezas huecas, porque su única recompensa será el vacío.
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Esa es la recompensa que Dios da a los malvados; es la herencia decretada por Dios».
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Con el poder de tu mano, oh Señor, destruye a los que buscan su recompensa en este mundo; pero sacia el hambre de los que son tu tesoro. Que sus hijos tengan abundancia y dejen herencia a sus descendientes.
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Sirven de advertencia para tu siervo, una gran recompensa para quienes las obedecen.
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Entonces, por fin, todos dirán: «Es verdad que hay recompensa para los que viven para Dios; es cierto que existe un Dios que juzga con justicia aquí en la tierra».
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Los recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación».