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y allí fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras y los ángeles le servían.
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Algunos maestros de la Ley estaban sentados allí y pensaban:
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En otra ocasión entró en la sinagoga y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.
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Parábola del sembrador
De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. La multitud que se reunió para verlo era tan grande que él subió a una barca en el lago y allí se sentó, mientras toda la gente se quedaba en la orilla.
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Así que él les dio permiso. Cuando los espíritus malignos salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran unos dos mil; entonces la manada se precipitó al lago por el despeñadero y allí se ahogó.
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Un profeta sin honra
Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos.
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En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos.
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Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que salgan del pueblo.
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Si en algún lugar no los reciben bien o no los escuchan, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos».
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Pero muchos que los vieron salir los reconocieron y desde todos los poblados corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos.
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Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret y atracaron allí.
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La fe de una mujer sirofenicia
Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido.
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Allí llevaron un sordo tartamudo y suplicaron que pusiera la mano sobre él.
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La transfiguración
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó a una montaña alta, donde estaban solos. Allí se transfiguró en presencia de ellos;
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Entonces algunos de los que estaban allí preguntaron: «¿Qué hacen desatando el burrito?».
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Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús entró en el Templo y comenzó a echar de allí a los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas,
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Entonces, si alguien les dice: “¡Miren, aquí está el Cristo!” o “¡Miren, allí está!”, no lo crean.
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y allí donde entre díganle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿dónde está mi sala en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”».
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Él les mostrará en la planta alta una sala amplia, amueblada y arreglada. Preparen allí nuestra cena.
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Yendo un poco más allá, se postró en tierra y empezó a orar que, de ser posible, no tuviera él que pasar por aquella hora.
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Jesús ante el Consejo
Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y se reunieron allí todos los jefes de los sacerdotes, los líderes religiosos y los maestros de la Ley.
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Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote. Allí se sentó con los guardias y se calentó junto al fuego.
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Cuando la criada lo vio allí, dijo de nuevo a los presentes: —Este es uno de ellos.
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Él lo volvió a negar. Poco después, los que estaban allí dijeron a Pedro: —Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.
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La crucifixión
A uno que pasaba por allí de vuelta del campo, un tal Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, lo obligaron a llevar la cruz.